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ACTOS Y MOVILIZACIONES A 37 AñOS DE LA NOCHE DE LOS
LAPICES
Con los responsables presos
Emilce Moler ayer durante un acto. Fue secuestrada cuando cursaba el
colegio secundario en La Plata.
Imagen: Télam
Emilce Moler, una de las sobrevivientes de los secuestros de estudiantes
secundarios en La Plata, destacó que “este año los principales
represores de este episodio están presos”.
“La particularidad que tiene esta fecha, este año, es que los
principales represores de ese episodio están presos”, destacó Emilce
Moler, una de las sobrevivientes de La Noche de los Lápices, como se
conoce a la sucesión de secuestros de diez alumnos de la Escuela Normal
Nº 3 de La Plata, de los cuales seis siguen desa-parecidos. Al cumplirse
ayer 37 años de aquellos episodios de persecución de quienes militaban
por sus derechos como estudiantes, hubo actos, marchas y expresiones de
conmemoración no sólo en territorio platense, sino en distintos puntos
el país. En todos lados fue reivindicada la militancia juvenil y el voto
a los 16 años. “Hay que valorar estos logros colectivos que tanto
costaron defender en su momento”, enfatizó Moler.
Los jóvenes que fueron víctimas de La Noche de los Lápices tenían entre
14 y 18 años y varios militaban en la Unión de Estudiantes Secundarios
(UES). Entre el 15 y el 16 de septiembre de 1976, fueron secuestrados
por un grupo de tareas del Batallón de Inteligencia 601 del Ejército y
de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Daniel Alberto Racero,
Horacio Angel Ungaro, Francisco López Muntaner, María Claudia Falcone,
Claudio De Acha y María Clara Ciocchini continúan desaparecidos. Los
cuatro sobrevivientes son Moler, Pablo Díaz, Patricia Miranda y Gustavo
Calotti. Estuvieron detenidos en centros clandestinos del llamado
Circuito Camps.
Ramón Camps, quien fue jefe de la Policía de la Provincia de Buenos
Aires, murió en 1994, indultado por el ex presidente Carlos Menem. A
raíz de la reapertura de los juicios por los crímenes del terrorismo de
Estado, en diciembre del año pasado fueron condenados por el Tribunal
Oral Federal Nº 1 de La Plata 23 represores por 280 crímenes de lesa
humanidad en el circuito Camps, entre los que se incluyen el secuestro,
torturas y de-saparición de los estudiantes platenses. Miguel Wolk,
conocido como “el Nazi”, quien fuera el jefe del Pozo de Banfield, uno
de los centros de detención por donde pasaron, estuvo prófugo y hasta
fingió su muerte, pero fue recapturado este año y será juzgado.
Por esta situación, Moler destacó el hecho de que los represores de este
caso estén en prisión tras “una conjunción de años de lucha y una
decisión política de poner los temas de derechos humanos como agenda de
Estado”. Emilio López Muntaner y Santiago Plaza homenajearon a sus
hermanos, Francisco y Juan Domingo, dos de los estudiantes
desaparecidos.
En La Plata, los estudiantes secundarios hicieron dos movilizaciones.
“La mejor forma de recordar aquella noche es reivindicando la política
como herramienta de cambio social”, dijo Lucas Clarke, titular de la
UES. Otra de las referentes, Abril De Rosas, estudiante de la Facultad
de Bellas Artes, clamó que “los chicos de La Noche de los Lápices
tuvieron que ser la resistencia a un gobierno que reprimía brutalmente
sus ideas” y propuso homenajearlos desde “la militancia activa”,
“levantando sus banderas y militando con memoria”.
En todo el país hubo centros de estudiantes y militantes de Unidos y
Organizados nucleados en la Federación de Estudiantes Secundarios que
realizaron jornadas, festivales y movilizaciones. El secretario de
Derechos Humanos, Martín Fresneda, participó del acto que se hizo en
Córdoba.
ANUNCIO DE DANIEL FILMUS
Boleto secundario
El Frente para la Victoria (FpV) impulsará en el Senado el boleto
estudiantil para los secundarios. “Hoy se homenajea a jóvenes que creían
en el cambio, así que debemos recordar los ideales por los que
peleaban”, señaló el senador Daniel Filmus al anunciar su compromiso
para presentar el proyecto en la Cámara alta.
“La nueva Ley de Educación nacional extiende la obligatoriedad de la
educación hasta la finalización de la secundaria, por lo que presentaré
un proyecto para que sea obligatorio el boleto gratuito hasta la
finalización de ese ciclo”, destacó el senador que se reunió con Emilce
Moler y Pablo Díaz, sobrevivientes de La Noche de los Lápices, como se
recuerda los secuestros y desapariciones de un grupo de alumnos
secundarios platenses, el 16 de septiembre de 1976, a manos de una
patota del entonces jefe de la Policía Bonaerense, Miguel Etchecolatz.
Junto al candidato a legislador porteño Jorge Taiana, Filmus agregó que
el proyecto apuntará “a que también se incorpore un sistema especial
para los universitarios”.
“Queremos recuperar la iniciativa de la Noche de los Lápices”, sostuvo
el candidato a senador y fundamentó la norma al mencionar que “si la
educación es obligatoria, debe ser gratuito el transporte porque, si no,
es un obstáculo”. Filmus, quien también estuvo acompañado por su
compañera de fórmula Paula Español, destacó el “compromiso por continuar
un trabajo legislativo que implique la participación más profunda de los
jóvenes”, y agregó que “fue durante este gobierno que se votó la baja de
la mayoría de edad de los 21 a los 18, lo que permite que tomen
decisiones mucho más tempranamente”, a lo que se suma también “el voto
desde los 16 años, que implica un avance enorme, y hace dos meses se
votó la ley de los centros de estudiantes”. Taiana, preso por razones
políticas durante la dictadura y ex canciller, afirmó que “se festejan
treinta años de democracia y la mejor forma de hacerlo es ampliando
derechos, en este caso de los jóvenes, por lo que es necesario seguir
por ese camino. Es la mejor manera de recordar a las víctimas, pero con
esperanza y realizando los derechos por los que lucharon”.
Más que una noche
Por Florencia Saintout *
El 16 de septiembre se ha narrado durante mucho tiempo como La Noche de
los Lápices, una noche en que la dictadura secuestró a un grupo de
jóvenes por pelear por el boleto estudiantil.
Este fue un relato posible, sostenido en la plataforma de la doctrina de
los dos demonios, donde diez jóvenes “inocentes” (inocentes de la
política) eran secuestrados, seis de ellos desaparecidos y el resto
sobreviviente de la más cruel dictadura en el país. Y punto. Así, lo
acontecido se podía contar en democracia sin cuestionamientos.
Fue Emilce Moler quien comenzó a de-sarmar la historia oficial ordenada
en un pasado muerto y despolitizado para ubicarla como parte del gran
saqueo que denunciara Rodolfo Walsh en su Carta a la Junta, aquella
donde decía, luego de denunciar todas las violaciones a los derechos
humanos de la dictadura, que en la política económica de ese gobierno
debían buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino también la
“atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria
planificada”.
Hoy la llamada Noche de los Lápices se ha transformado en La Plata en
una fecha nada folklórica, protagonizada por jóvenes que la toman como
bandera propia para discutir el presente. Tan es así que hasta se
realizan dos actos públicos, uno convocado por la izquierda y otro por
las agrupaciones kirchneristas de Unidos y Organizados. Y es interesante
señalar cómo la construcción del 16 de septiembre como un asunto “del
boleto estudiantil”, que parecía ir dándose por terminada, por cerrada
en las décadas del ochenta y noventa, en los últimos años vuelve a
abrirse en la disputa de estos jóvenes en torno del significado de la
contemporaneidad y su relación con el pasado. Es más: la situación de
las dos marchas por el 16 de septiembre permite rearticular sentidos en
el presente, habilitando organización, alianzas, conflictos, planes de
lucha, puesta en público de viejas y nuevas demandas. Enlazar luchas y
generaciones, rompiendo la idea de que siempre hay que empezar de nuevo
sin aprendizajes ni astucias colectivas. Permite hacer política. Es
posible porque se hace política.
Sacar el relato moldeado, inclusive por las industrias culturales, de La
Noche de los Lápices como un episodio aislado y ponerlo en la espesura
de la historia ha sido una tarea efectivizada por los organismos de
derechos humanos y de algunos de los sobrevivientes, pero especialmente
de una política de memoria, verdad y justicia de Estado, a partir de la
voluntad política de torcer el rumbo neoliberal del país.
Por supuesto que esto no implica desconocer nombres propios: María
Claudia Falcone, María Clara Ciocchini, Horacio Ungaro, Claudio De Acha,
Daniel Racero, Francisco Muntaner (hoy desaparecidos), Pablo Díaz,
Gustavo Caloti, Patricia Miranda, Emilce Moler. Todos jóvenes que,
mientras les dolía el cuerpo por las torturas, pensaban en no perder las
clases mientras algunos de sus compañeros festejaban el Día de la
Primavera en el Parque Pereyra, y peleaban por algo más que un boleto.
Peleaban junto a muchísimos más. Peleaban contra un modelo político,
económico, social, que dejaría para las décadas siguientes a millones de
argentinos fuera de la vida vivible.
Este 16 de septiembre, todos los centros de estudiantes de los colegios
secundarios de La Plata se movilizan, en un país que ha decidido a favor
del voto a los 16; donde entre todas las vacunas gratis se ha
incorporado una contra el papiloma humano para las chicas de once años;
donde la universalidad es un derecho y un horizonte; donde existe la ley
de matrimonio igualitario; donde los represores están presos. Donde por
supuesto falta tanto por ganar. Tanto por pelear en una sociedad en la
que amplios sectores siguen creyendo que a la inseguridad se la combate
exterminando jóvenes.
Que haya muchos jóvenes haciendo política es una muestra de algo ganado.
Porque la política no puede hacerse sin la esperanza (inclusive de que
se podrá cambiar la ignominia). Escribió Joaquín Areta (el que Néstor
Kirchner leyó en 2005... quisiera que me recuerden), que había militado
en la UES de La Plata y que desapareció en 1978: “Te debo un poema/ un
ejemplo/ un empujón/ no haber dicho/ por ejemplo/ lo inmenso de tu
presencia/ te debo algo, hijo,/ mucho más que un poema/ la esperanza”.
* Decana de la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata.
17/09/13 Página|12