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Kirchnerismo
y peronismo
Por Aritz Recalde*
En los ámbitos políticos, académicos y periodísticos, se encuentra abierta la
polémica acerca de cuál es la identidad del proceso de gobierno iniciado en el
2003.
Sus enemigos de la derecha liberal, lo definen como un programa “autoritario”
que conduce al país hacia el “modelo de Cuba y de Venezuela”. Esta opinión
conlleva dos falacias. Primero, da a suponer que repetir las experiencias de
Cuba o de Venezuela, implica un hecho negativo. Segundo, la última década de
gobierno demostró que los tres países tienen puntos de encuentro y además,
considerables diferencias[1]. Es cierto que los tres Estados comparten algunas
metas en los terrenos de la salud, la vivienda o la educación. Pero también
quedó claro, que cada uno de ellos tiene su propia dinámica política y su
original sistema de acumulación económico y de organización cultural. Sus
adversarios de izquierda, acusan al kirchnerismo de ser la “expresión política
burguesa” que salvó a los sectores dominantes de la hecatombe en 2001. La
expropiación de YPF, la Asignación Universal por Hijo, el PROCREAR o la política
de integración latinoamericana, serían “concesiones” que el gobierno entrega con
la finalidad de ocultar los grandes negocios de las clases dominantes. El
justicialismo no kichnerista, suele acusar al gobierno de abandonar las
“verdades peronistas”, para conducir el movimiento desde un “sector de los
Montoneros expulsados de la plaza en 1974”. Considero que ninguna de estas
concepciones explica demasiado y que no es necesario decir mucho al respecto.
El debate también involucra a los actores que componen el mismo frente político
kirchnerista. Néstor y Cristina adhieren al peronismo desde su juventud y de la
mano de esa ideología y por intermedio de corrientes políticas de dicho partido,
ocuparon sus cargos de gobierno. Pese a esa realidad, dentro del complejo mapa
de actores que componen el Frente Para la Victorial y sus aliados, algunos
sectores consideran que el proyecto iniciado en el año 2003, es “único” y
diferenciable del peronismo. Incluso, hay actores que destacan que “modificó y
superó” en muchos aspectos, el programa de gobierno nacido con la revolución de
1943 y con el 17 de octubre de 1945. Frente a esta opinión, quiero presentar dos
hipótesis:
Primero: el kichnerismo es una manifestación del peronismo histórico. La
particularidad de la realidad en la cual se gestó, lo condujo a oficiar como una
versión “moderada” del peronismo histórico. Cabe destacar, que la “moderación”
en política, no es un debate intelectual o la manifestación de un “deber ser”
que todos los proyectos tienen que repetir, sino que es una condición histórica
de posibilidad resultante de la realidad en la que se desenvuelve la política.
Con su estilo propio, el kichnerismo es el único gobierno que desde la muerte
del primer mandatario en julio del año 1974 a la fecha, intentó reiterar el
programa histórico de la revolución peronista[2].
Segundo: negar que el kirchnerismo es una expresión del peronismo, suele ser el
resultante de un “preconcepto” negativo de éste último.
La economía
Perón plateó la coexistencia de la economía privada argentina, la empresa
estatal, el cooperativismo y el capital extranjero. Desde el 2003, el Estado
retomó el manejo de empresas de servicios, impulsó programas de cooperativas
como Argentina Trabaja, apoyó al capital argentino y fomentó la inversión
extranjera.
Ambos gobiernos son industrialistas, a diferencia del menemismo o de varios
dirigentes justicialistas que están ligados a los grupos financieros y a los
sectores concentrados del agro. El peronismo histórico en el plano de la
economía es antiliberal y rompe con el modelo de la dependencia agroexportadora.
La apuesta a la reindustrialización iniciada en 2003, generó las condiciones
para que el empleo, la producción y el consumo, sean el eje del proceso
político, de manera similar a lo ocurrido entre 1943 y 1955.
El objetivo de la independencia económica peronista, trajo aparejada la
necesidad de controlar recursos y actividades estratégicas desde el Estado, que
se tornó empresario. El peronismo nacionalizó el Banco Central, los depósitos
bancarios, el Comercio Exterior y gran parte de los servicios públicos y de la
estructura productiva argentina. La recuperación de YPF o de Aerolíneas
impulsada por Cristina, van en ésta misma línea de política. La regulación del
Banco Central o el intento de intervenir activamente en el funcionamiento del
comercio exterior que impulsó el kirchnerismo, fueron iniciativas estimuladas
anteriormente en los tres gobiernos peronistas.
La diferencia entre ambos proyectos no es de objetivos, sino de gradualidad.
La política interna y externa
El habitual que se diga que el kirchnerismo inventó la “transversalidad”. Dicha
definición no es acertada por el hecho de que el frente político generado entre
1943 a 1955, era sumamente plural y diverso en lo ideológico y en lo político. A
partir del año 1946 Perón gobernó con un vicepresidente de la UCR (Quijano), con
ministros socialistas (Borlenghi o Bramuglia), con empresarios (Miranda o Jorge
Antonio), con dirigentes católicos (Sampay o Hernán Benítez), con apoyos de
organismos judíos (OIA o el asesor Amram Blum), con funcionarios pro árabes
(Arce) o con dirigentes o intelectuales de origen comunista (Gelbard o Astesano).
Esta diversidad implicó que Perón gobernó con dirigentes de derecha e izquierda,
en un esquema de enfrentamientos internos permanentes. De la misma manera, el
kirchnerismo es un programa sumamente diverso que incluye gobernadores,
intendentes, sindicalistas o empresarios con ideologías e incluso, con intereses
diferentes. En el proyecto político actual, coexisten católicos, dirigentes pro
iraníes, miembros de la comunidad judía, referentes de extracción comunista,
socialista o derechista.
Cristina impulsó la participación de los jóvenes en política, de forma similar a
lo realizado por Perón con la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) o la
Confederación General Universitaria (CGU). El kirchnerismo se apoyó en la
juventud de clase media y con esa decisión, reiteró el proceso de
nacionalización de los años sesenta y setenta.
En la misma línea del histórico 17 de octubre, el kirchnerismo recuperó la calle
y la movilización popular, como el teatro donde se desarrolla la política
Néstor promovió la reforma de la Corte Suprema de Justicia como lo había hecho
Perón en 1946.
Se dice que el kirchnerismo se diferencia del peronismo por la política de
Derechos Humanos. Perón asumió luego de una “década infame” que no causó los
asesinatos y las desapariciones como la de 1976, cuestión que marca una
diferencia sustancial de agenda. Atendiendo esta particularidad y sin descartar
las diferencias, el gobierno impulsó otros aspectos resaltados en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de Ginebra. La Constitución Nacional de 1949
sostuvo cuestiones cruciales como que “En caso de duda, deberá estarse siempre a
lo más favorable al procesado. Quedan abolidos para siempre la pena de muerte
por causas políticas, toda especie de tormento y los azotes. Las cárceles serán
sanas y limpias, y adecuadas para la reeducación social de los detenidos en
ellas; y toda medida que, a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más
allá de lo que la seguridad exija, hará responsable al juez o funcionario que la
autorice”. Es bueno destacar, que la política de derechos humanos actual juzga a
los asesinos de los militantes peronistas –entre otros-, cuestión que le da
coherencia y continuidad, a las luchas de la generación justicialista de los
setenta y la nuestra.
Perón devolvió trofeos y pidió disculpas en nombre del Estado Argentino, por el
genocidio cometido en la Guerra del Paraguay.
El kirchnerimo afirmó nuestro poder de decisión en la geopolítica mundial,
retomando con ello el programa del peronismo histórico. En la primera década
peronista, Bramuglia nos representó en el Consejo de Seguridad de la ONU, de
manera similar a la actual cancillería.
La inestimable vocación latinoamericanista de Néstor y de Cristina, abrevan del
ABC y el ATLAS de los años cincuenta o de nuestro apoyo a Cuba en 1973.
El intento de ampliar mercados en África o Asia que impulsa Guillermo Moreno,
estaba presente en la política de Perón cuando inició relaciones diplomáticas y
comerciales con Rusia soviética o cuando nos incluyó entre los Países No
alineados en la histórica reunión de Argel.
Los enemigos políticos el kirchnerismo lo definen claramente como peronista.
Igual que en los años cincuenta, nos enfrentamos a la SRA, a los grupos
financieros extranjeros, a empresas multinacionales petroleras y recibimos la
oposición constante del neocolonialismo cultural. Dicha continuidad quedó
evidenciada cuando Perón se negó a ingresar al FMI y Néstor nos permitió cortar
amarras con estos mismos grupos financieros.
La cultura
Cristina impulsó una ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, de la misma
manera que lo hizo Perón en 1953.
El Ministerio de Planificación Federal desarrolla la TV digital, continuando la
decisión del Estado de 1951 de crear la televisión pública o promover las radios
de frontera.
Actualmente, nos enfrentamos a Clarín, de manera similar al peronismo con el
diario La Prensa.
Perón sancionó la gratuidad de la universidad en 1949 para el ingreso del pueblo
a la educación y actualmente, se abren universidades en el conurbano bonaerense
y se amplían las becas para sectores humildes. La primera década peronista
construyó obras educativas como las cientos de escuelas o la Ciudad
Universitaria de Córdoba, de la misma manera que se lo hace actualmente.
Cristina promovió un Ministerio de Ciencia, retomando la decisión de Perón de
darle a la educación rango ministerial.
El cine argentino actual está recibiendo los subsidios que inició el gobierno de
Perón y tiene un apoyo estatal similar al que en su momento, permitió organizar
al festival de Mar del Plata.
Cristina es revisionista, de la misma manera que Perón lo manifestó en los
Vendepatria de 1957. El actual feriado del día 20 de noviembre, nació del apoyo
peronista dado a la propuesta de José María Rosa para declararlo día de la
soberanía nacional.
En el terreno de las reivindicaciones de género, hoy se reconocen derechos con
la ley de matrimonio igualitario. En términos históricos, esa medida es
equivalente a la ley de voto femenino de 1947 que otorgó poder político y
reconocimiento cultural, a las mujeres argentinas.
Justicia social
Según Evita, los “únicos privilegiados son los niños” y ese mismo contenido
tiene la Asignación Universal por Hijo. Hasta la llegada de Perón, casi no
existían las jubilaciones y pensiones. Desde que recuperamos las AFJP con Néstor
y con Cristina, nuevamente la justicia social alcanzó a los adultos mayores.
El Plan Federal de Viviendas, el PROCREAR y las miles de obras públicas, son
experiencias que retoman el rol dado al Banco Hipotecario, a la Fundación Eva
Perón y al Estado en los años cincuenta.
Hoy el Estado acompaña leyes de defensa de los trabajadores, reiterando el
mandato de programa político iniciado en 1943.
Posiblemente, en este universo de realizaciones la diferencia entre ambos sea
también de gradualidad. En los años cincuenta se alcanzó el pleno empleo y el
nivel de vida de la mayoría de los trabajadores, no estaba fragmentado
socialmente como ahora. Estas diferencias se explican, entre otros temas, por el
piso social y económico que encontró Perón en 1943, distinto al del 2003.
El kirchnerismo es una manifestación del peronismo por su historia, por las
acciones implementadas y por compartir sus mismos enemigos. El peronismo no es
una invención cultural o un partido electoral, sino que es la resolución
política organizada y concreta, de los problemas de la dependencia argentina.
No se trata de debatir si se “es” o “no se es” peronista. El tema adquiere
relevancia política a la hora de reconocer la vigencia o no, de la lucha por
alcanzar la soberanía política, la independencia económica y la justicia social.
A partir de acá, el peronismo se ofrece como una experiencia histórica que
introdujo una agenda de problemas y de soluciones políticas, que acertadas o no,
marcaron el punto más alto de la independencia nacional y del bienestar del
pueblo argentino.
Un pueblo sin conciencia histórica, está condenado a reproducir los errores de
las generaciones anteriores.
[1] Hace años que Cuba está promoviendo algunas reformas económicas y políticas
para “parecerse” a la Argentina de Perón y a la Venezuela de Hugo Chávez.
[2] Voy a definir al peronismo a partir del programa de la revolución que quedó
expresado en: 1) Primer y Segundo Plan Quinquenal; 2) Constitución Nacional de
1949; 3) Plan Trienal.
Septiembre 2013
* Editor del blog
www.sociologia-tercermundo.blogspot.com