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A treinta años de democracia vive la nueva Ley de
Medios
Un luminoso día de justicia
Por Conrado Yasenza*
Se cumplen 30 años de Democracia ininterrumpida en la Argentina y se festejan
con alegría y cierta tristeza que genera el recordar a tantos compañeros que
lucharon por ella y hoy no están aquí para celebrar una fecha que es coronada
con un hecho histórico: Luego de cuatro años de casi infinita espera la Ley de
Medios de Comunicación Audiovisual es plenamente constitucional. Cuatro
interminables años durante los cuales la ley estuvo paralizada gracias a las
artimañas judiciales interpuestas por el Grupo Clarín y sus exclusivos bufetes
de abogados y jueces amigos. El martes 29 de octubre la Suprema Corte de
Justicia de la Nación falló a favor de la plena constitucionalidad a la Ley de
Medios de Comunicación Audiovisual. Cuatro años, un mandato presidencial entero.
En el largo transcurrir de estos años la aplicación de La Ley de Medios fue
frenada por una cautelar inicialmente interpuesta por el Grupo Clarín ante el
Juez Carbone – quien le dio curso – con el fin de suspender el artículo 161 de
adecuación (o desinversión, o desconcentración).
Posteriormente, el derrotero de estos cuatro años estuvo signado por los
sinuosos meandros que las estratagemas jurídicas posibilitan. Así hasta llegar
al histórico 29 de Octubre de 2013, fecha simbólica que quedará fijada en la
conciencia popular como un luminoso día de justicia.
La discusión en torno a la ley de Medios fue y es una batalla política, sin
dudas. Y es una batalla política porque significó una fuerte compulsa por el
poder: O el poder está en manos de las corporaciones económico-comunicacionales
que sólo buscan la máxima ganancia o rentabilidad corporativa, o el poder lo
ejerce el Estado y en favor de la ciudadanía, el pueblo, y con el fin de
democratizar la comunicación y dinamizar las posibilidades de que entren en
escena nuevas voces que pluralicen la circulación de los bienes culturales y
sociales.
En estos términos estuvo concebida la batalla por la Ley de Medios, que
entendida así es la Madre de todas la batallas – frase que acuñó ya hace tiempo
atrás el hoy Vicegobernador de la Provincia de Buenos Aires, Gabriel Mariotto.
Hoy no caben dudas – si las había – que la posesión de 250 licencias del
espectro comunicacional implica una posición dominante que se traduce en el
ejercicio del poder esencial para la construcción de sentido común y para la
disputa por el capital simbólico. Y ese capital simbólico se da tanto en
procesos culturales como económicos. Podemos afirmar que el poder simbólico es
un poder de construcción de la realidad que busca instaurar un orden de
conocimiento, un orden del sentido inmediato del mundo, y en particular del
mundo social. Tomados los símbolos como elementos de comunicación y
conocimiento, éstos hacen posible el consenso sobre el mundo social y, a su vez,
la reproducción del orden social. Ahí estriba lo que pone en disputa la
aplicación de la Ley de Medios de Comunicación Audiovisual: La ruptura de ese
consenso que reproduce un orden social establecido e internalizado en la
subjetividad, en lo colectivo. La ruptura de ese orden impuesto a sangre y fuego
por un decreto ley (22.285) de la dictadura cívico-militar, establece un nuevo
paradigma comunicacional que a su vez enfrentará desafíos en su concreción y
esto es lo que torna maravilloso el panorama a futuro ya que abre un nuevo
universo de posibilidades, de voces, de miradas, de lenguajes y de mundos.
Y el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación – la misma que dañó
tanto a nuestra sociedad con el fallo adverso a la Reforma Judicial – fue claro
en cuanto a este punto y en especial en cuanto a la no violación de la libertad
de expresión. Transcribo un fragmento del esquema explicativo del fallo:
"De acuerdo con las constancias de la causa, en el caso no se encuentra afectado
el derecho a la libertad de expresión del Grupo Clarín, en tanto no ha sido
acreditado que el régimen de licencias que establece la ley ponga en riesgo su
sustentabilidad económica. La “sustentabilidad” no puede ser equiparada a
“rentabilidad”, y en este sentido, hace a la naturaleza propia de un proceso de
desconcentración la posibilidad de una reducción consiguiente de los márgenes de
ganancia empresaria.
No resulta admisible que sólo una economía de escala, como la que posee
actualmente, le garantiza la independencia suficiente como para constituir una
voz crítica. Hay numerosos medios pequeños o medianos que ejercen una función
crítica y, a la inversa, hay grandes concentraciones mediáticas que son
condescendientes con los gobiernos de turno.
No hay en la causa una prueba de que exista una violación de la libertad de
expresión derivada de la ley."
El elemento disruptivo está planteado y es una realidad concreta, ya no esa idea
de –otra vez – ver frustrada la posibilidad de construir un espacio
comunicacional amplio, diverso. Ese elemento de la democracia es la Ley de
Medios, ley que establece el derecho humano a la comunicación y que reemplaza el
valor de mercancía de la información; ley fundamental para la construcción de un
nuevo sentido simbólico, social y económico que es el complemento de un nuevo
paradigma político en donde el Estado tiene un rol activo en la redistribución
de los consumos culturales y de los bienes económicos, definidos a través de
políticas activas de inclusión, participación y redistribución.
El Grupo Clarín ha sufrido un duro revés que se festeja porque es un logro de la
democracia. Ha triunfado la voluntad popular por sobre el poder del Grupo, el
mismo que cotiza en la Bolsa de Valores Nacionales, como también en las de Nueva
York y Londres, ya que se halla inscripto no como empresa de medios de
comunicación sino como grupo de acciones financieras . He ahí el verdadero
rostro del Grupo Clarín: Su Poder Económico con el que ha presionado,
condicionado y derribado gobiernos elegidos democráticamente. Allí está el
valiente discurso del ex presidente Raúl Alfonsín en la Sociedad Rural. Y
también sigue resonando la tan mentada frase del torvo dirigente radical César
Jaroslavsky: “Clarín ataca como partido político y se defiende con la libertad
de expresión.”
Un grupo que silenció los crímenes de lesa humanidad de la dictadura cívico
militar 1976-1983; que se asoció al poder de la muerte, transformándose no en
verdugo sino en la misma muerte – las balas de tinta – para apropiarse de Papel
Prensa ; que derrocó con un golpe de mercado al gobierno de Raúl Alfonsín, que
obtuvo con la ola privatizadora menemista el canal 13 de Televisión abierta para
desde allí tejer los puentes que lo llevaron a hacerse de radios y así edificar
su imperio a través de la red de televisión por cable; el grupo que logró que el
gobierno interino de Eduardo Duhalde aprobara en el Congreso de la Nación la
“Ley de Bienes Culturales” para con su sanción evitar la quiebra y salvarse
mientras el país agonizaba; el mismo que en estas últimas semanas agitó
nuevamente el trapo blue para darle vigor a la ola de corridas cambiarias que ya
registra 75 meses de continuidad.
En definitiva, quizá a partir de mañana, nos encontremos con un poder de
toxicidad, que se absorbe a diario en bares o salas de espera de consultorios
médicos u oficinas comerciales, un poco menos concentrado. Quizá a partir de
mañana se pueda respirar mejor.
Para quienes luchan y lucharon durante años por una ley de Medios (recordar a
Raúl Alfonsín también) que terminara con el decreto de la dictadura cívico
militar (22.285); por quienes luchamos desde hace un poco menos pero vimos todo
el proceso desde su sanción en el Congreso hasta hoy, digo: Sí, termina un
ciclo, se cierra este duro tiempo político en el que un grupo empresario
condicionó y derrocó sistemáticamente a los gobiernos elegidos por el pueblo.
Para todos los periodistas que viven trabajando en procesos abiertos e
inconclusos, el Martes 29 de Octubre de 2013 es ya un día histórico, luego de 4
años de espera. Y para la población toda también: Ese pueblo que tarda a veces
pero que se subleva ante el imperio del terror, el miedo y la desinformación.
La Defensora del Público Cynthia Ottaviano, lo expresó con estas justas y bellas
palabras: “La Corte Suprema de Justicia de la Nación escuchó y vio lo mismo que
nosotros, lo mismo que la gran mayoría de los legisladores, gobernantes y el
pueblo argentino. Hoy, David volvió a ganarle a Goliat”
*Periodista. Dtor. de la Revista La Tecl@ Eñe
http://lateclaene.wix.com/la-tecla-ene
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