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Gobiernos
populares, movimiento nacional y clases medias, un debate pendiente
Tercera parte
Por Omar Auton
El período que va desde la contrarrevolución oligárquica de 1955 hasta la que
fue su continuidad y superación, el 24 de marzo de 1976, marcará a fuego las
décadas posteriores y una vez más demostrará el efecto del aparato cultural y
sus consecuencias en las clases medias. La dictadura de Aramburu y Rojas al
mismo tiempo que intervenía sindicatos, encarcelaba dirigentes obreros y reabría
el tristemente célebre penal de Ushuaia, designaba como interventor en la
Universidad de Buenos Aires al socialista José Luis Romero y como secretario de
la intervención a Ismael Viñas, ambos pusieron en marcha un proceso de
depuración que arrojó de sus cátedras a Juan José Hernández Arregui, José María
Rosa y otros, mientras la Sociedad Argentina de Escritores saludaba efusivamente
el golpe y Jorge Luis Borges asumía como director de la Biblioteca Nacional.
Como es muy común hoy, y lo fue entonces, hablar de la “verborragia autoritaria”
del peronismo, recordemos algunas frases célebres de nuestros hombres de letras,
Borges clamaba “durante años de oprobio y bobería, los métodos de la propaganda
comercial y de la “litterature pour concierges”, fueron aplicados al gobierno de
la República. Hubo así dos historias: una de índole criminal, hecha de cárceles,
torturas, prostituciones, robos, muertes, incendios, otra de carácter escénico,
hecha de necedades y fábulas para consumo de patanes” (1), Martínez Estrada no
le iba en zaga “Recogió con la prolija minuciosidad de hurgador en los tachos de
basura, los residuos de todas las actividades nacionales, en los órdenes
espiritual y material…se llama a esos elementos que él recolectó la hez de
nuestra sociedad y nuestro pueblo” (2), el inefable Luis Franco, protegido de
Gainza Paz en La Prensa, expresaba “Solo el analfabetismo político y sindical de
nuestras masas, su falta no digamos ya de una conciencia y una voluntad
revolucionaria, sino de un claro sentido de clase, puede explicar que una
mujercita vestida de Dior, Patou y los joyeros suizos, haya podido servir de
abanderada de nuestro proletariado” (3) o el historiador Tulio Halperín Donghi,
maestro de nuestros académicos aún hoy, “Después de la revolución de junio, fue
la interpretación conservadora del fascismo la que empezó a triunfar…Perón ante
la experiencia de los hechos, estableció el fascismo posible, es decir
estableció la máxima dosis de fascismo que la Argentina de posguerra era capaz
de soportar” (4), no se quedaba atrás Carlos Astrada antiguo fascista, devenido
luego peronista y que terminó maoísta “El pueblo-el proletariado- había sido
víctima de un ominoso paternalismo, el cual le impidió adquirir una ideología
orientadora. Fue fraudulentamente “enfervorizado” por un seudo jefe, con
aparatosidad de revolucionario, el que ante la primera amenaza, por sugestión de
la oligarquía castrense y por propia cobardía huyó al extranjero a disfrutar de
los cuantiosos bienes mal habidos por intermedio de sus testaferros” (5). Todo
ello amparados en los libertadores que habían asesinado cientos de compatriotas
en el bombardeo de la plaza de mayo de junio del 55 y volverían a derramar
sangre de trabajadores y militares un año después, de aquellos polvos estos
lodos.
No es posible olvidar que varias generaciones de argentinos se formaron en esta
escuela y que una parte considerable de ellos se habían beneficiado con la
estrecha asociación entre el litoral agroexportador y la metrópoli europea, su
librecambismo y su “europeísmo” no era superficial, como no lo era su rechazo
por todo lo nacional y su desprecio por los “cabecitas negras”.
Sin embargo no era posible volver al pasado, como lo dije en otra parte de este
trabajo, la alianza con Gran Bretaña había saltado por los aires en 1930 y era
imposible reconstituirla, luego de los interregnos radicales con Frondizi e
Illia, agobiados y acosados por los planteos del generalato más reaccionario, en
junio de 1966 asume Onganía y a poco de tomar el gobierno desata sobre la
Universidad de Buenos Aires la represión más brutal que esta tenga memoria hasta
ese entonces, “La Noche de los Bastones Largos” termina con la insularidad
democrática de los claustros. La clase media se conmueve al comprobar que la
oligarquía abandonaba su tradicional alianza con ella, de la mano del cesarismo
que combinaba a Primo de Rivera y Alvaro Alsogaray, la Argentina se incorporaba
a la nueva división del trabajo, las grandes empresas multinacionales
rediseñaban la economía mientras el dictador, apaleaba estudiantes, ordenaba a
la policía cortar las melenas y afeitar las barbas de la juventud bohemia y
prohibía la ópera “Bomarzo”, por primera vez el calabozo o la brutalidad
policial no se detiene en los trabajadores o delegados de fábrica.
Se inicia una etapa a la que se ha dado en llamar de “la nacionalización de las
clases medias”, los hijos de los comandos civiles se hacen nacionalistas o
peronistas, los libros de Jauretche, Hernández Arregui, Ramos o “Pepe” Rosa
empiezan a venderse como agua, mezclados con la sorpresa de la Revolución Cubana
y el Concilio Vaticano II, muy especialmente luego de la reunión de la CELAM en
Medellín. Los sectores medios rompen con la historia de sus padres, este
parricidio político empuja al peronismo a muchos jóvenes, junto a la fenomenal
crisis económica que los deja sin presente y sin futuro, los excedentes de la
renta oligárquica ya no alcanzaban para asegurar a los profesionales liberales,
maestros, profesores universitarios y empleados de servicios un lugar bajo el
sol.
Sin embargo el aparato cultural de la vieja Argentina no les dejaba comprender
en profundidad el fenómeno de los movimientos nacionales en los países
atrasados, atosigados de libros de Althusser, Marta Harnecker o Theotonio Dos
Santos, herederos del socialismo antinacional que de Juan B. Justo había pasado
a Guevara o Regis Debray sin solución de continuidad, se sentían demiurgos del
porvenir socialista de América, compartían la visión de Astrada sobre las masas
trabajadoras y sus dirigentes, pero desde “la izquierda” y se fabricaron un
peronismo a medida de sus veleidades revolucionarias, el sueño terminaría en un
baño de sangre.
No es pretensión de este trabajo tener “la verdad” sobre lo ocurrido en esos
años, por otra parte como un joven más de esa clase media en ebullición, viví
esa época y por lo tanto no tengo una posición objetiva, si ello es posible,
creo que hubo múltiples factores, a resumir: 1)La crisis terminal de la
Argentina agroexportadora y el divorcio de oligarquía y sectores medios ante la
reducción de la renta diferencial; 2)El fracaso de los ensayos, frondizista y de
Arturo Illia y la recurrencia de los golpes militares; 3)La reconversión
económica del país encabezada por Krieger Vasena y Alsogaray, arrasando con las
conquistas obreras y las pretensiones de los sectores medios; 4) la violencia
desatada por la dictadura sobre las universidades y estudiantes en Buenos Aires,
Corrientes, Rosario y Córdoba, por primera vez no eran solamente los “cabecitas
“ y trabajadores peronistas los reprimidos; 5)El oscurantismo vergonzoso de
Onganía en su intento de emular a Franco; 6)La rebeldía mundial de la juventud
frente a La Guerra de Vietnam y también frente a la represión de la URSS en
Polonia y Checoslovaquia; 6)La multiplicación de las guerras de liberación del
Tercer Mundo en África , Asia y América Latina, especialmente el triunfo de
Fidel Castro en Cuba y la muerte del Che en Bolivia, todo ello conducía a una
revalorización de la década de gobierno del peronismo y de la figura del mismo
Perón
Factores internos y externos, coyunturas históricas, lo cierto es que miles de
jóvenes se lanzaron a una militancia política que invadía todos los terrenos, se
discutía en la mesa familiar y muchos de esos jóvenes enrostraban a sus padres
su pasado “gorila”, y hasta en los bailes y fiestas los acercamientos entre
muchachos y muchachas en el atávico juego de conquista empezaban con un ¿Vos
donde militás?, aunque a muchos jóvenes de hoy les parezca increíble.
Un sector importante derivaba hacia la lucha armada, ellos con su sacrificio
personal y su heroísmo harían la revolución para liberar a los trabajadores,
eran “la vanguardia esclarecida”, lejos estoy de ser peyorativo con lo sucedido,
me tocó presenciar la angustia de hombres como Jauretche que desesperaba al ver
como muchos jóvenes tomaban por un camino sin retorno, mucha tinta existe para
definir o explicar este voluntarismo propio de las clases medias, en la Rusia
Zarista (“Los Justos” de Albert Camus) o en la España de Alfonso XIII, “La moral
revolucionaria fundada en la abnegación individual y en el papel absoluto que la
integridad personal desempeña en la revolución, es de modo característico una
ideología mística. Mediante tal operación psicológica la pequeña burguesía se
eleva sobre la sociedad materialista y pretende superar el egoísmo de las masas
sumidas en la rutina. El terrorismo viene a resultar nítidamente un ideal
aristocrático llevado a su fase heroica. En la Argentina del período que
consideramos, contribuye a reforzar el aparato represivo, a despertar el
contraterrorismo de los servicios ligados a las fuerzas de seguridad y a inducir
a la pasividad a la clase obrera” (6), se podrá disentir o no con la primera
parte del análisis de Ramos pero es incontrastable lo cierto de sus
consecuencias.
Malvinas y el Retorno a la Democracia
Mucho se ha escrito y son muy recientes, además, las terribles consecuencias en
todos los aspectos de la última dictadura cívico-militar, la
desindustrialización del país, el exilio por razones políticas o económicas de
miles de argentinos, el retroceso en materia educativa y cultural, la masacre de
miles de compatriotas o su encarcelamiento. El modelo de inserción en la
globalización neoliberal comienza el 24 de marzo de 1976, no en los noventa, e
implosiona en el 2001 como antes había ocurrido en México, Brasil, los tigres
asiáticos o Turquía. Es hora que muchos de nuestros analistas dejen de
ocultarlo.
El modelo de dólar barato y apertura es de Martínez de Hoz, en esos años
cerraron miles de pequeñas y medianas industrias, Fiat y Peugeot se fueron del
país dejando su franquicia en manos de Sevel de la familia Macri y Citroen cerró
sus puertas, miles de trabajadores se convirtieron en cuentapropistas, mientras
el “medio pelo” ya descripto viajaba a Uruguayana en “tours” de compras y los
sectores más pudientes a Miami, dando nacimiento al “deme dos”.
Solo el movimiento obrero, el que no tenía “conciencia de clase”, enfrentaba a
Videla y compañía, en el cordón del gran Rosario, en la defensa de los convenios
colectivos, lo que le costó la vida a Oscar Smith o en paros como el del 27 de
abril de 1979.
Algunos atribuyen a Napoleón la frase que “La bayonetas sirven para muchas cosas
menos para sentarse a gobernar sobre ellas”, más allá de lo correcto de su
autoría nuestra historia prueba lo certero de su aserto, la salida de Martínez
de Hoz del gobierno preanunciaba la agonía de la dictadura, la resistencia
sindical crecía, tuvo su punto culminante con el paro y movilización del 30 de
marzo de 1982 y la derrota en la guerra de Malvinas aceleró su final. Sin
embargo no fue una derrota en términos que la movilización política obligara a
convocar a elecciones como ocurrió en 1973, es mas muchos políticos acompañaban
a los militares y la UCR no solo asistía a las reuniones que convocaba la
dictadura por ejemplo en la confitería El Molino, sino que había proporcionado
centenares de intendentes a lo largo y a lo ancho del país.
La campaña electoral del candidato radical exacerbó todos los prejuicios y caló
hondo en el imaginario más gorila de sectores importantes de la clase media, más
allá que el peronismo no terminaba de lamer sus heridas y resolver su crisis o
de los errores en la elección de sus candidatos, Alfonsín y todo el aparato de
los medios de comunicación exhibieron al conjunto del movimiento nacional como
sinónimo de la violencia.
Cabalgando sobre la tragedia de los años “de plomo” se instaló el peligro de un
retorno a ella, ocultando la colaboración del partido de Yrigoyen con la
dictadura, desde Balbín que llamó a terminar con “la guerrilla industrial” poco
antes del golpe, hasta el propio Alfonsín que acostumbraba almorzar con su
compañero de promoción en el liceo militar, Albano Harguindeguy, jefe de la
policía con Isabel Perón y ministro del Interior de Videla.
El gobierno de la UCR, fue la ratificación de la falta de capacidad de las
clases medias para reencauzar los destinos del país, luego de algunas
bravuconadas con Grinspun contra el FMI, Alfonsín viajó a EE.UU y regresó con el
Plan Houston para el petróleo y la economía de guerra para el pueblo argentino
mientras intentaba dividir al movimiento obrero mediante el proyecto de Ley de
Asociaciones Profesionales. Cuando luego de su derrota electoral en 1987, el
establishment económico y los medios de comunicación comenzaron a jaquear su
gestión el gobierno descubrió su soledad política y el golpe económico de 1989
que lo obligó a abandonar el gobierno antes de tiempo fue tanto una destitución
como un aviso a quién lo sucediera acerca del donde radicaba el verdadero poder
en la Argentina. Podía instrumentarse a sectores de clase media para debilitar a
un gobierno, movilizarlos mediante la exasperación, pero no tenían ninguna
capacidad para enfrentar al poder económico cuando este decidía desembarazarse
de ellos.
Menem, los 90 y la crisis de fin de siglo.
La campaña electoral de 1989 fue feroz, desde el poder económico que había
provocado la hiperinflación y el desastre del final del gobierno radical en una
alianza, ya visible, con los grandes medios de comunicación masiva, se atacó al
candidato del justicialismo, el riojano Carlos Menem, con ensañamiento, se lo
ridiculizaba por su aspecto físico, provenir de una provincia pequeña y pobre y
la endeblez de su discurso.
El candidato era el gobernador de Córdoba Eduardo Angeloz, que prometía usar un
gran lápiz rojo para tachar todo lo que pudiera de la estructura estatal, si
bien era radical se mostraba en las antípodas del discurso de su predecesor.
En realidad la campaña anti Estado nunca había cesado, desde Martínez de Hoz con
su slogan “Achicar el Estado es Agrandar la Nación” hasta los proyectos
alfonsinistas de desguazar ENTEL y vender Aerolíneas Argentinas a la línea de
bandera SAS (Scandinavian Airlines). El propio peronismo había rechazado en el
Congreso la venta de la aerolínea pero no por defensa del rol del Estado, sino
porque se hacía por venta directa y no por licitación pública. Hasta en la
campaña electoral el partido de Alvaro Alsogaray, tradicionalmente muy
minoritario se había permitido llenar para un acto el estadio de River Plate, un
día de semana, bajo la lluvia y cobrando una entrada.
Con la clase trabajadora debilitada por la desocupación y la tercerización, el
movimiento obrero dividido, el peronismo que renegaba de su componente plebeyo y
en su “renovación” intentaba mostrarse moderno, pulcro y políticamente correcto,
las viejas banderas de independencia económica parecían muy lejanas. Había que
buscar un culpable de la crisis recurrente, la inestabilidad económica, la
inflación galopante, la campaña periodística era asfixiante, liderada por
Mariano Grondona y Bernardo Neustadt que le hablaban a “Doña Rosa” desde la
pantalla de televisión, y la clase media encontró la causa de sus males: El
estatismo y los empleados públicos, haraganes, incapaces y corruptos.
Si bien su candidato (Angeloz) fue derrotado, el relato acerca de las causas de
la crisis estaba instalado, por otra parte la caída de la Unión Soviética
auguraba el fin del mundo bipolar y el triunfo definitivo del capitalismo
liberal, si alguna duda quedaba Menem afrontó en sus dos primeros años de
gobierno una nueva híper, como advertencia, mientras el nuevo gobierno parecía
no definir su rumbo, finalmente asume Cavallo y una multitud porteña y de clase
media llena la Plaza de Mayo convocada por Neustadt desde su programa de radio
bajo la consigna “La plaza del SI”, reclamando terminar con el “estatismo”,
privatizaciones, apertura de la economía, etc.
Nuevamente un importante sector se acomodó rápidamente a los nuevos tiempos,
comerciantes y empresarios se transformaron en importadores, los profesionales y
la clase media y alta, disfrutaban de la inundación de productos importados
accesibles a raíz de la relación “un peso, un dólar” y se volvió a viajar, esta
vez masivamente. Los argentinos veraneaban en Brasil o el caribe, esquiaban en
Aspen, hacían tours por Europa, o compraban en Miami, hasta sectores
trabajadores con ingreso fijo alcanzaron este estilo de vida.
Es bueno aclarar que no estoy haciendo un análisis económico o político de la
acción de estos gobiernos, eso queda para otros trabajos, solamente intento
seguir y estudiar el comportamiento de los sectores medios, su recurrencia a
acompañar políticas que inevitablemente iban a terminar perjudicándolos, cabe
aquí reflexionar acerca del poder del aparato cultural y su instrumento moderno
de los medios de comunicación, para determinar la conciencia de un sector que
por su clásico individualismo no tiende a construirla o crearla en forma
colectiva. La clase media adquiere visiones y pensamiento político o económico
solamente a través de la mediatización de los agentes de los sistemas de
formación e información, los programas escolares, o universitarios, los grandes
diarios o las cadenas de televisión le llevan ideología “a domicilio” y como no
tienen como los trabajadores fabriles o de servicios, un ámbito de compartir y
elaborar esa “información” en forma colectiva y a partir de su experiencia como
sector, no logran “procesar” los datos ni interpelar críticamente el relato de
los sectores dominantes y esta información opera además sobre una conciencia
preparada para esta absorción acrítica.
La campaña antisindical y antiperonista del alfonsinismo obtuvo resultados
electorales por los errores del peronismo, por estar aún fresco lo acontecido en
los años setenta, pero fundamentalmente porque reactivó el tradicional rechazo
del “medio pelo” hacia los “cabecitas negras”, les ofreció una alternativa
educada, “bien”, frente a la barbarie peronista. Cuando Menem desarmó lo que
quedaba del estado empresario, la clase media ignoró los cierres de empresas y
el drama de sectores enteros que quedaban excluidos y lo idolatró, festejaba sus
partidos de futbol o básquet con las selecciones nacionales, sus errores
discursivos, la frivolidad de algunas conductas. Tan fue así que en 1993 el
peronismo triunfa en las elecciones en la Capital Federal, cosa que no había
logrado ni el General Perón, llevando como candidato a un riojano, Erman
González, derrotando a una intelectual como Marta Mercader.
De La Rúa, La crisis del 2001 y “Piquete y cacerola, la lucha es una sola”.
Frente a las elecciones de 1999, ya las sombras de una nueva crisis aparecían en
el horizonte, el colapso mexicano, ruso, en Turquía, Brasil y Malasia, acobardó
al capitalismo financiero que buscó refugios que consideró más seguros en los
países centrales. Al cesar el flujo de capitales la convertibilidad se hizo
insostenible y la búsqueda de recursos incrementaba peligrosamente la deuda
externa.
El candidato del peronismo, Eduardo Duhalde sostenía que era necesario salir de
la convertibilidad, lo que aterraba a los sectores medios, acostumbrados a una
década de estabilidad y libre disposición de dólares para viajar, hacer compras
o tomar créditos. El candidato radical (una vez mas) De la Rúa en cambio
sostenía que el sistema podía sostenerse, que bastaba con combatir la corrupción
del “régimen menemista” y el despilfarro estatal para resolver la situación,
obviamente resultó triunfador.
Una vez más la realidad demostró que la fórmula de resolver la crisis sin
transformar la realidad no alcanzaba, si no había alcanzado con Illia o
Alfonsín, menos en este fin de siglo cuando la misma era mucho mayor, De la Rúa
sobreendeudó al país, esquilmó los ahorros de gran parte de los sectores medios
y tuvo que huir del gobierno apresuradamente.
Mientras se sucedían los presidentes provisionales, uno de ellos declaraba el
cese de pago de la deuda externa y la angustia e incertidumbre llenaban los
consulados de argentinos desesperados por huir a países “más serios y estables”
como España o Italia, las calles porteñas vivían momentos “revolucionarios”, a
los miles de desocupados, víctimas de décadas de destrucción del aparato
productivo, eficientizaciones “manu militari” de la economía, planes de ajuste
del estado empresario, se agregaban ahora hombres y mujeres, empleados y
profesionales, lo más conspicuo de la clase media que había perdido sus ahorros
(muchos de ellos en dólares) por el corralito delarruista, al grito de “Piquete
y Cacerola, la lucha es una sola”, importantes sectores porteños abandonaban su
tradicional desprecio por el criollaje moreno, peloduro y mal entrasado y se
reunían en asambleas barriales o cortes de calles, denostaban a la “clase
política” y se asumían víctimas de los engaños de esta. Por todo el país
aparecían clubes de trueque y circulaban varios signos monetarios sin que nadie
cuestionara la falta de seguridad jurídica.
No duró mucho esta ilusión, bastó que se fuera saliendo del corralito, que se
fuera normalizando la situación económica, que luego de las elecciones en 2003
se restaurara la autoridad política y presidencial para que el romance estallara
en mil pedazos y se reclamara al nuevo gobierno mano dura ante los marginales
que cortan calles, se denostara a los cartoneros y se responsabilizara a cuanto
morocho, joven y con zapatillas resorte y buzo con capucha anduviera por la
calle, de la “creciente inseguridad”.
Antes de intentar una reflexión, un análisis de todo lo expuesto hasta aquí, en
forma parcial y cuestionable seguramente, y a fin de acercar algunas
conclusiones y evitar que la lectura de este trabajo culmine en un simple
desarrollo histórico, por otra parte incompleto, corresponde explicar porque no
se incluye en él lo sucedido en los últimos diez años.
Personalmente no encuentro en el período 2003-2013, elementos nuevos, diferentes
a los ya expuestos en los diferentes momentos históricos descriptos. Los
gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner han recuperado la
ideología y doctrina del peronismo fundacional y del Modelo Argentino presentado
por el General Perón en 1974, más allá de las diatribas de algunos nostálgicos y
de los resentidos por haber quedado fuera de los cargos o los honores, no puede
acusarse a estos gobiernos de haber tomado una sola medida o iniciativa
contraria a las clásicas banderas del justicialismo.
Es mas podemos decir que hay cierta actualización del pensamiento peronista al
incluir como elemento estratégico la cuestión de los Derechos Humanos o la
ampliación de las políticas de inclusión como por ejemplo el matrimonio
igualitario comparable, creo, con la eliminación de la figura de hijos bastardos
o ilegítimos, para los hijos extramatrimoniales, en los primeros gobiernos.
Sin embargo cuando a partir del año 2008 con la cuestión de las retenciones al
campo, quedó en claro que el gobierno se proponía transformar las estructuras
económicas y de apropiación de la riqueza, recuperar el rol del Estado en la
regulación de la economía, avanzar en las políticas de empleo y redistribución
mediante el fortalecimiento de los sindicatos y las paritarias, y muy
especialmente perseguir la fuga de esa riqueza a través de auto préstamos y
remisión de utilidades de las grandes empresas, se reinstaló el conflicto de
intereses en la sociedad argentina.
Encabezados por los monopolios de prensa, cabeza del iceberg del poder económico
concentrado, reaparecen las viejas muletillas “Falta de Libertad de Prensa”,
“Inseguridad Jurídica”, “Aislamiento internacional”, “Corrupción”, tan repetidos
son los argumentos que si antes, como vimos, se hablaba de las joyas o trajes de
Evita, ahora se habla de las carteras de Cristina, la fortuna de Perón en bancos
suizos, convertida hoy en fabulosas fortunas medidas por su peso en balanzas o
escondidas en bunkers, solo falta la invención de algún escándalo sexual como el
de las “muchachas de la UES” o Nelly Rivas, el poder económico mediático sabe
irritar la pacatería hipócrita del medio pelo.
Ahora bien si el gobierno no tomó una sola medida que perjudique a la clase
media, al contrario, el presupuesto educativo es el más alto de la historia, la
venta de autos bate récords año tras año, los centros de turismo colapsan en
cada temporada o fin de semana largo, los barrios cerrados y countries se
multiplican en los alrededores de la Capital Federal y el turismo al exterior es
mayor que el que llega al país, ¿Por qué ha resurgido un discurso opositor, con
una carga de odio y resentimiento llamativo?, ¿se justifican expresiones como
“Que se muera esa yegua”, o golpistas como “se tiene que ir ya” un gobierno que
asumió hace poco más de un año con el 54% de los votos, por el hecho de haber
impuesto restricciones a la venta de dólares, más allá de las acertadas o
desacertadas explicaciones del gobierno?
Vemos resurgir un odio de clase preocupante que se expresa en frases como “Nos
sacan la plata a nosotros para dársela a esos negros borrachos e ignorantes”,
esos compatriotas son los mismos que motivaban antes el citado “piquete y
cacerola…”, sin embargo en los medios de comunicación se denuncia en letras de
molde que la crispación, violencia verbal y agresividad es culpa… ¡del gobierno!
Creo que es verdad que hay una división en la sociedad, que hay un
enfrentamiento, pero la causa no es ni las carteras de la presidenta, ni su
estilo discursivo, la causa es la misma de 1945 o 1974, y consiste en que cada
vez que un gobierno nacional y popular se decide a enfrentar las verdaderas
causas del atraso, como son el parasitismo, la apropiación de la renta
agropecuaria, la concentración del poder económico, la dependencia de las
grandes transnacionales petroleras, comerciales o financieras, y
concomitantemente se pone en marcha un proceso de inclusión social,
redistribución de la riqueza, empoderamiento de las clases populares,
industrialización y soberanía política y económica, la oligarquía o
establishment o como se lo quiera llamar se pone en pie de guerra y trata de
instrumentar a un sector de la clase media como infantería, frente al pueblo
argentino.
Ahora bien, si esto no es nuevo ni mucho menos, si en los casos en que la
reacción tuvo éxito como en 1955 o 1976, la clase media también sufrió las
consecuencias y en la última dictadura incluso con la vida de muchos de sus
hijos, ¿Por qué se presta una y otra vez a esa actitud?
Algunas reflexiones a modo de conclusión
Hace unas semanas conversando con un dirigente sindical brasileño de la CUT
(Central Unica de Trabajadores), me contaba de la vigorosa incorporación de
millones de compatriotas a la clase media, como fruto de los gobiernos de Lula,
le pregunté si esos sectores apoyaban al gobierno, y su respuesta fue:
“Nooo, todo lo contrario, nunca les fue tan bien a los sectores medios, pero
ellos no soportan a los recién llegados, los irrita que gente que antes eran
pobres o trabajadores vayan a las mismas tiendas o a sus restaurantes, que antes
eran exclusivos y eso lo usan los medios de prensa que bombardean con la
corrupción como caballito de batalla”, todo parecido no es mera coincidencia.
Esta mención viene a cuento de un primer factor a tener en cuenta, las clases
medias en todo el mundo constituyen un sector que permite lecturas diferentes
según como se lo aborde, sin caer en la simplificación del marxismo, no se puede
negar que la inserción en el aparato productivo de las burguesías y de los
trabajadores industriales o de servicios dota a estos sectores de cierta
identidad, de notas comunes, basadas en sus intereses más primarios que
podríamos definir en la pregunta ¿Cómo se distribuye la riqueza emergente del
esfuerzo de una sociedad determinada?, esto más allá de los cambios que se han
producido en el mundo del trabajo. Lo que señalan los autores es precisamente
que algunos de esos cambios (trabajo a tiempo parcial, contratos por tiempo
determinado, tercerizaciones, externalizaciones) precisamente conducen a que los
trabajadores involucrados pierdan esa sensación de pertenencia, Richard Sennet
ha hecho investigaciones muy sustanciosas en la materia (7).
Los sectores medios por excelencia, profesionales, comerciantes, pequeños
empresarios, docentes, estudiantes, trabajadores independientes, tienen una
sensación de pertenencia mas virtual, quizás compartan costumbres, vivan en
determinados barrios, pero no interactúan entre ellos cotidianamente, sus
escalas de valores por lo general se forman a través de escuelas, universidades,
y de los medios de comunicación.
Mientras que los trabajadores, como lo dijimos antes, comparten con sus pares su
vida cotidiana, muchas veces están más tiempo en el trabajo que en su casa o con
su familia, los sectores medios en general se vinculan mas por situaciones que
comparten (clubes, barrios, grupos de ex alumnos, círculos profesionales) pero
que no los lleva a socializar experiencias y desde allí construir ideas. Esta
situación los hace más permeables a hacer propias las ideas, los valores, que
instalan los medios de comunicación masivos (hoy en muchas casas hay un
televisor en cada ambiente o al menos dos en la casa), y más aún si son
compatibles con los que han adquirido en el ciclo educativo.
Un segundo factor es que estos grupos definen su identidad mas por rechazo o
admiración, que por signos propios, así tanto en Brasil como en nuestro país, la
aparición de nuevos sectores, de recién llegados, que disponen de poder
adquisitivo, pero no exhiben los “modos de ser”, provocan la burla, la broma,
como expresión del disgusto, muchos comercios, marcas de ropa o restaurantes han
visto alejarse su clientela cuando estos “advenedizos” se acercan a ellos,
precisamente porque eran marcas que identificaban a la clase media.
Al mismo tiempo manifiestan una admiración extrema por las formas de vida y
costumbres de las clases tradicionales o “superiores”, lo que los lleva muchas
veces a exhibir modos de vida superiores a sus ingresos con tal de parecer,
aunque no sean.
En general los sectores medios no cuestionan la opulencia y hasta el lujo de las
familias tradicionales, a nadie se le ocurre preguntar como construyeron esas
fortunas, pero basta que un nuevo empresario, o un político y ni que hablar si
se trata de un dirigente sindical, muestre que mejoró su nivel de vida para que
suscriba las peores acusaciones de corrupción, de ahí para que se indigne de lo
que supuestamente se adquiere con el producto de sus impuestos (aunque suele ser
el sector de más alta evasión) hay un solo paso, para finalmente concluir, “esto
solo pasa en este país”, “la culpa es de los políticos” o la tristemente célebre
“hace falta una mano fuerte”.
No se puede ocultar que el fascismo instrumentó a sectores medios como brazo
armado de los terratenientes e industriales italianos contra el campesinado y
los trabajadores, por Hitler contra la República de Weimar(por eso es una
aberración que se hable de fascismo en el peronismo, el fascismo fue siempre la
expresión terrorista del capital, en un régimen policial e instrumentando a la
pequeña burguesía contra trabajadores y sectores populares, nunca al revés), por
la oligarquía minera para colgar a Villarroel en Bolivia o para derribar a Perón
o empujar al suicidio a Getulio Vargas. El golpe y asesinato de Allende en Chile
se montó a partir de los cacerolazos de las clases medias por el
desabastecimiento producido por el imperialismo. Pero sería gravísimo ignorar u
ocultar que la propia República de Weimar, o Allende eran la expresión de los
sectores medios, que Perón o Villarroel como militares estaban más cerca de ese
pensamiento que del de un obrero industrial o un peón de campo o que como ya
mencioné, los principales pensadores del movimiento nacional eran de clase
media.
En los países como el nuestro la aparición de movimientos nacionales agrupa a
los trabajadores, pero también a importantes sectores medios e incluso a la
burguesía industrial interesada en el desarrollo nacional, cualquier posición
“de clase” es antinacional en la medida que contribuye a fragmentar ese frente
nacional, por ello debemos reflexionar acerca de los errores o desaciertos que
contribuyen a alejar a muchos de ellos.
En primer lugar salvo Yrigoyen con su apoyo claro a la reforma de 1918, nunca se
asumió con seriedad el debate acerca del rol de la Universidad, si bien es
cierto que fue el peronismo quién eliminó el examen de ingreso y los aranceles,
también es cierto que en su momento la dejó en manos de trogloditas como
Ivanissevich u Ottalagano, el claustro universitario osciló entre el liberalismo
(incluso de izquierda) y los que el propio Perón llamaba “los piantavotos de
Felipe II”, a la reacción gorila y antinacional de los José Luis Romero o Malek,
el peronismo opuso el hacha de sílex del nacionalismo preconciliar.
Cuando se analiza ese período, al igual que hoy, se comete el error de
generalizar y afirmar que la inteligencia argentina, los intelectuales, eran
todos antiperonistas, Manuel Ugarte, Leopoldo Marechal, Elías Castelnuovo,
Homero Manzi, Alberto Vacarezza, Manuel Gálvez, Arturo Cancela, Ernesto Palacio,
José Gabriel, César Tiempo. Además de los mencionados Raúl Scalabrini Ortiz,
Arturo Jauretche o José María Rosa acompañaron la revolución justicialista y
muchos de ellos pagaron caro este compromiso. Sin embargo mientras esto ocurría
y Jorge Abelardo Ramos escribía en Democracia al lado del propio Perón que lo
hacía bajo el seudónimo de “Descartes” (Ramos lo hacía como Víctor Almagro),
Visca un diputado peronista que presidía una comisión parlamentaria ordenaba
secuestrar su libro “América Latina, un país”, suerte que también corrieron
otras obras de intelectuales nacionales o Apold establecía la afiliación
obligatoria de los empleados públicos al partido Peronista, la reacción gorila
celebraba estos dislates.
Nada de esto justifica la actitud de otros intelectuales como Cortázar que se
fue a París y antes de adoptar la ciudadanía francesa dijo “Abandoné Buenos
Aires porque los bombos peronistas me impedían escuchar los cuartetos de Bela
Bartok” y más tarde “Prefiero ser nada en una ciudad que lo es todo (París)a ser
todo en una ciudad que no es nada(Buenos Aires)” algo parecido a lo de Silvina
Bullrich “París es mi hogar, Buenos Aires mi oficina”, más tarde el primero se
volvió admirador de la revolución cubana y con esto recuperó el respeto del
progresismo.
El peronismo debe reexaminar la cultura aristocrática y la historia liberal
oligárquica, pero además avanzar en la reorganización de las instituciones
culturales, los planes de estudio en todos los ciclos escolares, no casualmente
Macri quiere eliminar el estudio de la Historia Argentina en los dos últimos
años del ciclo secundario, aplicar a fondo la Ley de Medios Audiovisuales en lo
referente a multiplicar los canales de expresión de la verdadera cultura
nacional y federal. Es hora de llamar a concurso para la cobertura de los cargos
docentes en las universidades, terminar con los docentes ad honorem y abrir sus
puertas a docentes y bibliografía que expresen una visión antitética al modelo
liberal oligárquico imperante, no propongo echar a nadie, propongo alternativas
de cátedras para fomentar la auténtica libertad de pensamiento y de debate.
Lejos esta este trabajo de agotar una cuestión tan rica y tan estratégica como
es el vínculo entre los sectores medios y los gobiernos nacionales y populares,
como evitar nuevos divorcios y que la reacción oligárquica y antinacional siga
usando a algunos sectores como vanguardia de las restauraciones conservadoras,
creo que debemos profundizar en los orígenes históricos, económicos y sociales,
apenas esbozados en estos artículos, de la clase media, dar la gran batalla
cultural para terminar con el monopolio de los medios de comunicación que son a
su vez expresión del poder económico concentrado nacional y extranacional,
debatir a fondo y con coraje la organización y los planes de estudio en
primaria, secundaria y muy especialmente la Universidad para que dejen de formar
abogados, economistas, contadores, politólogos o sociólogos, etc. alejados del
interés nacional, hay que asumir los errores cometidos, las tareas inconclusas y
las omisiones. El Peronismo solo será capaz de seguir avanzando en este proceso
de transformaciones, profundizarlo e institucionalizarlo para que no haya nunca
más 1955 o 1976, si sabe atraer a las clases medias y retenerlas, al menos a
sectores importantes de ellas y a su vez la clase media deberá entender que no
tiene destino y solo momentos aciagos le esperan en caso de una restauración.
Bibliografia.-
1) Revista “Sur”; Nro. 237; noviembre/diciembre de 1955
2)”Que es esto”; Ezequiel Martínez Estrada; Edit. Lautaro; págs. 28 y 44; Bs As;
1956.
3)”Biografía Patria”; Luis Franco; Buenos Aires; Edit. Stilcograf; 1958
4) Revista “Contorno”; Buenos Aires; Julio de 1956
5)”Paternalismo y resurrección del Viejo Vizcacha” en “Frente Argentino”; Carlos
Astrada; Buenos Aires; Abril de 1964; n° 1.
6) Revolución y Contrarrevolución en la Argentina; Volumen II; Edit. Distal;
Buenos Aires 1999; Pag. 401.
7)”La Corrosión del Carácter”; Richard Sennet, Edit. Anagrama; Barcelona; 2000
“La Cultura del Nuevo capitalismo”; Richard Sennet; Edit. Anagrama; Barcelona;
2006