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Batalla
política y desestabilización institucional.
Claramente
Por Conrado Yasenza*
No olvides nunca
que los menos fascistas
de entre los fascistas
también son
fascistas.
Roque Dalton
Todo el mundo ambiciona por un dólar y una moneda de diez centavos... te
rascaré la espalda y tú acuchilla la mía.
John Lennon
I
La batalla por ponerle freno a los embates desestabilizadores, golpistas y mega-devaluatorios
del sector agropecuario y exportador es impostergable. Sea cual fuere el
resultado no puede tolerarse más la extorsión del sector económico más poderoso
en la historia de la Nación, que en la semana que terminó puso en jaque al
Gobierno Nacional a través de la creación de, como dijo el Ministro de Economía,
Axel Kicillof, un "Banco Central Paralelo" y de el acopio de sus reservas en
silobolsas para esperar a Marzo especulando y operando para que, y a pesar de la
devaluación que robusteció sus ya excesivas ganancias, el dólar trepe a diez
pesos o más. El Gobierno Nacional, aunque se encuentre en una posición de seria
debilidad frente a éste y otros sectores que preparan el Golpe de Mercado - como
lo son los grandes empresarios y las multinacionales concentradoras de la
economía nacional - debe necesariamente, si el objetivo es defender el trabajo,
el salario, la alimentación, la educación, la salud del pueblo argentino -
intervenir con firmeza en la regulación del capital concentrado que desde hace
más de cien años conspira contra los intereses de las mayorías populares. La
Mesa de Enlace, a través del propalador oficial de la mega-devaluación y el
Golpe de Mercado, el Presidente de la Sociedad Rural, Luis Etchehevere, ya ha
jugado fuerte sus mejores cartas sabiéndose capaz de llevar a cabo la
desestabilización. En la intimidad de las usinas del poder real, se afirma que
la Presidenta no termina su mandato institucional, y ese final, ambicionan, se
da este año. Cuentan con un sector minoritario pero poderoso de la sociedad
argentina, dentro del cual las capas medias altas tienen su participación, con
el apoyo de sectores políticos de derecha e izquierda, y con los medios masivos
de comunicación. El Gobierno ha cometido muchos errores - como casi siempre
cuando se hace y labora - y demoró decisiones que hoy pesan, como por ejemplo
intervenir en la desconcentración y transnacionalización de la economía, además
de hacer "la vista gorda" a la reprimarización de una economía que vio como las
fronteras del cultivo de soja se ensanchaban y extendían por todo el territorio
nacional.
Es hora de librar esa batalla; es hora de tomar esas
decisiones que no se tomaron en el momento de mayor apoyo social y popular. Se
podrá decir que no es este el momento, que la relación de fuerzas es escasa,
pobre, dificultosa; que las condiciones de posibilidad no son las mejores.
Bueno, esa es una mirada. Se podrá argumentar, también, que si con las medidas
que se han tomado, algunas muy tibias e ingenuas (creación de Cedines para
blanquear capitales fugados a paraísos fiscales), y otras que habrá que esperar
su evolución pero sobre las que pesa la desconfianza de una experiencia similar
anterior que barruntó el presagio de la insidia (como lo es el volver a convenir
acuerdos de precios con los empresarios de la inacabada “burguesía nacional”,
con los Supermercados trasnacionales, o con los empresarios vernáculos de la
industria automotriz – como el asiduo concurrente a eventos de farándula, el
Presidente de Fiat Argentina, Cristiano Rattazzi), decía entonces, que si con
estas medidas tomadas, los representantes históricos de poder real obligaron al
Gobierno a devaluar, ¿podemos imaginar lo que podría suceder en el país (y con
el gobierno) de implementar medidas más extremas pero necesarias?. Surge, aquí,
en este punto, la voz de la cautela que anticipa el temporal: ¿Administrar
estratégicamente la presión devaluadora y golpista (sostener el Gobierno y la
gobernabilidad), o quemar las naves?
El segundo término de la pregunta da paso a la otra mirada posible: Quizás, sea
este el mejor momento para recuperar el apoyo de sectores sociales que avizoran
un panorama de ajuste y restauración neoliberal-capitalista con el consecuente
deterioro de la vida de un amplio porcentaje de la población nacional. Es la
hora de la movilización y recuperación de la política, con inteligencia,
creatividad y arrojo (dejando de lado una formulación lingüística que abreva
demasiado en el consignismo). La discusión, la conjura, no transcurre
exclusivamente por los carriles de una compulsa por maximizar ganancias y renta;
lo que está en discusión es el poder, y con ello el tipo de sociedad que
intentamos construir desde hace casi doce años. Detrás del accionar especulativo
y la devoción extorsiva están los que quieren un país con un 25 por ciento de
desocupados, salarios de hambre con precarización laboral y un 50% de pobreza y
marginación. Eso es lo que persiguen los que quieren una mega devaluación del
300%. Acuden a mí las palabras de un dirigente radical de fuste, Juan Carlos
Pugliese: "Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo". Duele el
país.
Quizá, y no es poca cosa, el Gobierno podría dar su primera batalla vital para
el aciago momento que vivimos: Intervenir en el comercio exterior de granos. El
dilema está planteado, las estrategias desplegadas y la batalla es ya un hecho.
Y para librar esta batalla habrá que ser inteligentes y tejer nuevas alianzas –
o reactualizarlas - con aquellos sectores políticos cercanos a la idea de
fortalecer gobiernos de corte popular, para utilizar una expresión veloz, y con
las distintas organizaciones sociales a las que en los últimos años se ha
desatendido.
II.
Dos momentos históricos del embate a través de precios
Dos momentos históricos nos retrotraen a la batalla por los precios: 1953 y el
discurso de Juan Domingo Perón anunciando la pelea que daría contra la
especulación, mientras el pueblo reunido en la plaza, le pedía leña ante el alza
de los precios: “Hace pocos días dije al pueblo de la República, desde esta
misma casa, que era menester que nos pusiéramos a trabajar conscientemente para
derribar las causas de la inquietud creada a raíz de la especulación, de la
explotación del agio por los malos comerciantes… ha habido siempre falsos
mirajes producidos por los intereses. El que no quiere molestarse en nada dice
que el Gobierno haga bajar los precios: el comerciante que quiere robar dice que
lo que corresponde es dejar los precios libres. En esto, cada uno trabaja en
cierta medida por su cuenta. He repetido hasta el cansancio que en esta etapa de
la economía argentina es indispensable que establezcamos un control de los
precios, no sólo por el gobierno y los inspectores, sino por cada uno de los que
compran, que es el mejor inspector que defiende su bolsillo. Y para los
comerciantes que quieren los precios libres, he explicado hasta el cansancio que
tal libertad de precios por el momento no puede establecerse…”; y enero de 1984
con Bernardo Grinspun, primer Ministro de Economía de Alfonsín –quien intentó
demostrarle al pueblo y a los empresarios que en la Argentina, desde 1945 en
adelante, el Producto Interno Bruto crecía si crecía el consumo. Grinspun, entre
otras medidas, contempló dentro de su plan económico la determinación del tipo
de cambio, el establecimiento de un sistema de control de precios industriales y
la reducción de las tasas de interés reguladas.
Los desenlaces finales de estos dos episodios históricos distan mucho de la
actualidad nacional: Muertos luego de aquel discurso de Perón y bombardeos a la
Plaza en 1955; y entrega anticipada del mandato de Alfonsín en medio de
levantamientos militares (el Partido Militar gozaba de una aceptación y un poder
que todavía aterrorizaban) y un gobierno de extrema debilidad política ante un
frente interno de caos económico y un frente externo, protagonizado por el
neoliberalismo impulsado por Margaret Thatcher y Ronald Reagan, de acción
directa sobre la región.
Tres casos concretos en la actualidad
El primer caso lo protagonizó el tan mentado caso del tomate: El Secretario de
Comercio, Augusto Costa, y el Ministro de Economía, Axel Kicillof, mediante la
herramienta de detección o alerta temprana de irregularidades en el acuerdo de
los precios, pusieron en claro dos aspectos contundentes del poder de “fuego” en
la suba de precios: 1- La importancia de ir monitoreando y manteniendo contactos
permanentes con los representantes de toda la cadena de valor. Esto es vital:
Para tomar cualquier medida que pueda ser efectiva hay que conocer en detalle la
estructura de costos en la producción de bienes; 2 - La puesta en evidencia,
mediante el anuncio en potencial, por ejemplo, de la importación de tomates del
Brasil, de cuáles son los sectores que violan acuerdos y atentan contra los
intereses populares. En este caso hay que citar el caso del Sr. Alfredo Coto,
presidente de la Asociación de Supermercados Unidos, quien firmó el convenio
voluntario de precios acordados y luego inició una operación de
desestabilización anunciando que por problemas climáticos el precio del tomate
subiría. Pero los productores, amenazados en sus posibilidades de colocar sus
productos y verlos finalmente pudrirse a la vera de un camino (como lo he visto
personalmente en las quintas de Abasto, San Ponciano, en la zona de La Plata)
denunciaron que no faltaba el tomate y que no existía tal problema climático y
el tomate no sólo apareció sino que se estabilizó su precio. He allí la
visibilización del accionar desestabilizador del Sr. Coto.
El segundo caso es el de Shell y su CEO en Argentina: El titular de Shell
Argentina, Juan José Aranguren, coordinó el embate final para obligar al
Gobierno Nacional a devaluar: Shell debía vender divisas por exportaciones
(3.000.178 dólares) y comprar divisas para importaciones (3.561.454 dólares).
Esta operación se concretó a un precio de 8,70 pesos, un peso con 40 centavos
por encima del valor con el que se operaba en los momentos previos (7,30) a que
apareciera en las pantallas la oferta. La compra de 1.561.000 dólares fue
realizada por Shell y Aranguren a través del HSBC, banco operador para el
comercio exterior de la empresa en el país. Para profundizar la acción
desestabilizadora, el lunes 3 de Febrero pasado el CEO de Shell, Aranguren,
anunció un aumento unilateral del 12 por ciento en las naftas. Y justificó la
medida con una ironía que dobla la apuesta en su desafío al Gobierno: “Nuestros
costos aumentaron un 23% y sólo hicimos un traslado parcial a los precios del
12%". Si con un 12% de aumento estamos conspirando, no me quiero imaginar con un
aumento mayor".
El tercer caso es el del aumento en los precios de los materiales para la
construcción que afecta seriamente las posibilidades de éxito del plan
Pro.Cre.Ar y que atenta directamente contra los ciudadanos que aspiran a tener
(y construir) su primer vivienda propia. Easy, Sodimac e Híper Pehuelche
Patagónica (propiedad del diputado nacional santacruceño por el radicalismo,
Eduardo Costa) fueron quienes aumentaron sus precios y se negaron a convalidar
el acuerdo que Economía propuso para el sector.
III.
Aún con todo lo escrito y dicho, las acechanzas cifran sus expectativas en un
punto central de vulnerabilidad: Sin la concientización social de la grave
situación que atraviesa la democracia argentina, y sin la organización popular,
militante, movilizada y alerta, pronunciándose en las calles y en cuanta tribuna
periodística no monopólica o red social lo permita, la batalla política
comenzará "renga". Es menester, también, exhortar a las organizaciones
sindicales afines (y, si se pudiera, a algunos representantes gremiales que
otrora supieron entender el campo nacional y popular) y sus cuadros, a sumarse a
la batalla política y la movilización en defensa de los intereses populares y no
corporativos. Como exhortaba Antonio Gramsci: “Instrúyanse, porque necesitaremos
toda nuestra inteligencia. Conmuévanse, porque necesitaremos todo nuestro
entusiasmo. Organícense, porque necesitaremos toda nuestra fuerza.”
De las decisiones que tome el Gobierno, de nuestro compromiso con esa sustancial
corporización militante en las calles y plazas, dependerá el futuro más
inmediato de nuestro futuro posible.
*Periodista. Director de la Revista La Tecl@ Eñe. Cultura y Política
http://lateclaene.wix.com/la-tecla-ene