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Decir
la verdad, que algo quedará
La etapa histórica que estamos atravesando es tan rica como dificultosa. Los
sectores e intereses en pugna son los de siempre, pero el escenario donde se
desarrollan los acontecimientos y los representantes de aquellos sectores, han
variado. Si Clarín - tomado como símbolo, no como excluyente - miente porque
sabe que algo queda, nosotros debemos decir la verdad, y alistarnos para
enfrentar las consecuencias.
Por Hugo Biondi*
Podríamos constituir una paráfrasis de aquella expresión de Julio César,
recogida por Plutarco, “a la mujer del César no le basta con ser honrada, debe
además parecerlo”, y aplicarla a la Argentina actual y los desafíos del
Kirchnerismo.
En efecto, el Gobierno de Cristina no solo debe saber hacer, sino también saber
decir.En su Blog “Recursos y Habilidades”, el Doctor José Ramón Moreno Miranda
establece las diferencias entre tres términos cuyos significados debemos
rescatar para aplicar a nuestra propia realidad histórico-cultural presente.
Porque la creación de escenarios donde la sociedad abreva para forjar
subjetividad y sentido común, depende en gran medida de la imposición del
discurso cuyos elementos componentes son el Qué y el Cómo. Por eso será esencial
saber qué significan y cómo se aplican cada uno de estos conceptos. Repasemos
brevemente:
La retórica es el arte de bien decir, de dar al lenguaje escrito o hablado la
eficacia necesaria para deleitar, persuadir o conmover. Podemos decir que en un
sentido general, retórica es cualquier proceso comunicativo ordenado que tenga
como fin la persuasión. La retórica es la capacidad de defender por medio del
discurso público una opinión propia, intentando influir así en la forma de
pensar y de actuar de los demás, provocando una reflexión inducida en quien nos
escucha y así construir en cabeza ajena el edificio que queremos llevar a
término, para que llegue, en definitiva, a las conclusiones que previamente
hemos previsto.
La oratoria es la materialización de esa capacidad persuasiva presentada por la
retórica y se concreta como un género literario específico, por ejemplo, en
discursos, conferencias o sermones, En pocas palabras, se denomina oratoria al
arte de hablar con elocuencia. La retórica es la teoría, la oratoria, la
aplicación de la teoría retórica en un discurso concreto.
La dialéctica posee al menos dos significados. En el mundo griego, la Dialéctica
era el arte de discutir y se oponía a la retórica o arte que enseñaba a hablar
bien ante un auditorio. Sócrates por ejemplo, practicaba el arte de la
Dialéctica (el diálogo) con sus discípulos para ayudarles a alcanzar las
esencias de las cosas. En Marx y Hegel, la dialéctica designa tanto el proceso
peculiar con el que se desenvuelve la sociedad a lo largo de su propia historia,
como el modo en que se debe pensar para captar adecuadamente dicho proceso. La
dialéctica marxista afirma además que cada pensamiento, cada idea y cada
circunstancia en el mundo tienen un contrario, y que la unión con él forma un
todo mayor y más complejo.
Ahora bien, ¿Qué ha sucedido en esta última década en la Argentina en este
sentido? El Kirchnerismo ha establecido con el tejido social una relación
poderosa. Supo anticiparse con la política de derechos humanos, la ley de
medios, o la 24714 de Asignación Universal por Hijo. Tomó iniciativas de fuerte
impacto cultural como el Bicentenario y Tecnópolis, subsidios y protección a la
Cinematografía nacional o la creación de Universidades en el conurbano
bonaerense.
También supo equivocar el rumbo cada vez que recurrió a sus vicios políticos más
negativos, como cuando aplica sesgadamente la lógica amigo-enemigo, o cuando se
encierra y concentra poder, o cuando demuestra poca sensibilidad para escuchar
voces que no sean las propias.
Claro que hay más de un atenuante para entender razones sobre lo último
señalado, entre las que figura la complejísima idiosincrasia de nuestro Ser
Nacional, pero el principal, el insoslayable es que el Kirchnerismo está
disputando Poder, el verdadero Poder.
Cómo no aceptar tropezones y hasta caídas entonces.
El Gobierno Nacional zigzagueó a lo largo de todo su mandato entre elaborar
iniciativas de largo plazo que no forman parte de las necesidades inmediatas y
batallar TODOS LOS DIAS contra la tiranía de los multimedios opositores, que
mienten y manipulan de un modo cada vez más grosero pero que generan, que dudas
caben, estímulos y tendencias que devienen en demandas de la opinión pública.
Bueno, más o menos como en todo el mundo, verbigracia el terrible enfrentamiento
entre Obama y la Cadena Fox.
Pero resulta que en el Aquí y Ahora nuestro, hay un Pasado aprendido y un Futuro
posible.
Dos modelos….dos métodos
Del pasado aprendido (es decir, es un deber aprenderlo) hay varios métodos que
el peor Capitalismo aplicó para imponer su proyecto; de ellos quizás los mas
notorios y eficientes hayan sido el Consenso de Washington y la Doctrina del
Shock. El primero fue referenciado en una nota anterior, veamos pues,
sucintamente, el segundo.
Se trata del sistema aplicado de la doctrina de choque económico a partir de la
década de los setenta desde América del Sur hasta Nueva Orleáns, aunque aquí se
efectivizó después del huracán Katrina, ocurrido en agosto de 2005,
La periodista canadiense Noami Klein describe detalladamente en el libro que
lleva aquel nombre, cómo los tecnócratas de la doctrina tienden a buscar una
pizarra en blanco en la cual plasmar su ideal de crear economías de libre
mercado, en el que inevitablemente se requiere una violenta destrucción del
orden económico preexistente. Plantea similitudes entre la crisis económica y la
doctrina original de la terapia de choque, una técnica psiquiátrica donde se
aplicaron choques eléctricos a los pacientes con enfermedades mentales.
En el capítulo I denuncia los experimentos encubiertos realizados por el
psiquiatra Ewen Cameron en connivencia con la CIA, donde la terapia de choque
fue un éxito parcial en la distorsión de los pacientes y regresión original de
la personalidad, pero ineficaz en el desarrollo de una mejor personalidad de
reemplazo. Incluye además reseñas sobre cómo los organismos gubernamentales
dependientes de empresas Multinacionales, se aprovechan de algunas de las
lecciones aprendidas para crear más eficaces técnicas de tortura, con el firme
propósito de quebrar voluntades. Aquí el ejemplo que lo ilustra es la dictadura
de Augusto Pinochet, aunque el Proceso de Reorganización Nacional, y su ministro
estrella Martínez de Hoz, supieron sembrar la semilla en la Argentina.
En el capítulo III campea más contundentemente nuestro país, aunque Klein no lo
referencia. Este pasaje del libro se refiere a los intentos de aplicar la
doctrina de choque sin la necesidad de violencia extrema en contra de amplios
sectores de la población.Los ejemplos son “la terapia de choque leve” de
Margaret Thatcher (explica cómo se hace posible en el marco de la Guerra de
Malvinas), y la reforma del mercado libre en Bolivia, posible gracias a una
combinación de una preexistente crisis económica y el carisma de Jeffrey Sachs,
un economista estadounidense que asesoró al gobierno del altiplano.
Pero resulta que el modelo más exitoso según estos principios, el más obediente
a estas reglas cuyos entes administradores son el FMI y el Banco Mundial, fue la
Argentina del menemato. De hecho, Domingo Cavallo recibió una condecoración de
manos del propio Sachs.
La fórmula fue infalible: Electroshock a una sociedad previamente decepcionada
del presidente Alfonsín, a quien le tendieron todas las trampas posibles y lo
arrinconaron con un golpe económico, atemorizada por la escalada inflacionaria,
y embrutecida por los mensajes individualistas de los medios de comunicación.
Campo orégano para la reforma del mercado. Y encima bajo una presidencia de
signo peronista. Bingo.
El estado nacional dejó de garantizar los derechos esenciales de la sociedad
(salud, educación, trabajo,) y de impulsar el desarrollo económico y social,
para concentrarse pura y exclusivamente en la cohesión social. Sino la represión
lisa y llana. También se operaron reformas educativas para hipotecar el futuro
de las naciones en vías de desarrollo y se dejó a la población a merced de los
medios de comunicación transnacionalizados que han jugado (y lo siguen haciendo
porque fueron participando en las inversiones) un papel fundamental en el
proceso de propagandización del pensamiento único.
Su influencia es tal, que hoy los políticos enrolados en la oposición trabajan
para los medios, son sus “repetidoras” institucionalizadas. El modelo que
proponen no lo pueden exponer abiertamente (pero sí repiten sus recetas), y el
método es tan pobre como lo señalado.
Pero resulta que el extraordinario peronismo (dicho esto en su más clara
acepción) tenía guardado el remedio para la enfermedad que ayudó a ocasionar.
Luego de que el país estallara por los aires en 2001, el Kirchnerismo vino a
aplicar su modelo y su método. Contra corriente, contra natura y contra poderes;
por eso cuesta tanto, y por eso nos reclama.
De profundis
Antes de la debacle, en un intento desesperado por revertir la situación, el
Presidente Alfonsín designó como Ministro de Economía, en lugar del padre del
Austral, Juan Vital Sourrouille, a Juan Carlos Pugliese. Este dirigente era
reivindicado por todas las fuerzas políticas y tenía experiencia en la Cartera,
ya que fue Ministro del área bajo la presidencia del Doctor Illia. Su casi único
acto de gestión fue reunir a empresarios y solicitarles una tregua. El Maestro
(tal como lo apodaban al hombre de Tandil) sabía que el caos reinante, los
saqueos y el desborde inflacionario tenían en ellos su epicentro. Igual que
luego frente al mismísimo Presidente, y ante similar ruego, los poderosos
actuaron cínicamente. Prácticamente se burlaron en su cara, ironizaron con la
propuesta y prepararon el golpe de gracia. “Les hablé con el corazón, y me
contestaron con el bolsillo”, dijo un abatido Pugliese ante las cámaras.
Esa lección, por suerte, el Kirchnerismo la ha aprendido, aunque muchas otras
las fue transitando con su propia experiencia. El Gobierno Nacional (el de toda
la década) sabe que a “ellos” solo los mueve la ambición, la gula, la
intemperancia. Por eso intenta ser claro en los postulados y firme en las
decisiones. No siempre lo ha conseguido, claro.Pero el concepto de justicia
social con la ampliación de políticas de Derechos Humanos, leyes de género, la
seguridad alimentaria, la asistencia sanitaria y la inclusión educativa, son
baluartes permanentes.
Los logros y dudas fueron mencionados más arriba; detengámonos en el otro tópico
de esta reflexión, el Discurso como método en relación al último punto, la
inclusión educativa.
El 16 de septiembre de 2011, la Presidenta de la Nación encabezó el acto de
inauguración de la Universidad Nacional del Oeste, en la ciudad bonaerense de
Merlo.Sus primeras palabras fueron muy elocuentes:
“Me encanta lo de UNO, Universidad Nacional del Oeste, "Uno para todos", está
bueno, ¿no?Y la verdad que en un lugar muy emblemático también porque este lugar
era el Club de Golf de los ingleses allá en la década de los ´40 y hoy hay
estudiantes argentinos capacitándose en 5 escuelas muy importantes, la Escuela
de Ciencias de la Salud, que va a darnos enfermeros, porque necesitamos mas
enfermeras y enfermeros, necesitamos 4 por cada médico,Este es un sueño muy
importante y en un día también muy especial, un 16 de septiembre donde se
conmemora "La Noche de los Lápices", que es la desaparición de jóvenes
estudiantes y la verdad que recordarlos inaugurando una Universidad Nacional
pública y gratuita es el mejor homenaje”.
En apenas un párrafo incorpora todos los desafíos de un buen discurso.
Ahora bien, esta Universidad del Oeste no fue un hecho aislado, formó parte de
las 9 universidades populares, nacionales, públicas y gratuitas inauguradas
desde el año 2003.Se logró el récord de destinar a la educación 6.47 del PBI,
una cifra nunca lograda en nuestra historia, y la inversión en nuestras
universidades ha crecido el 1.300 por ciento, El Presupuesto 2014 que elaboró el
Gobierno nacional, convertido en ley por el Congreso, apunta a fomentar la
educación universitaria y contempla un incremento, en promedio, del 35 por
ciento de los recursos destinados a las casas de altos estudios.
Este es un terreno muy fértil para instalar en el debate colectivo. Nadie, ni el
acomodaticio e hipócrita discurso de la derecha podría contrarrestar semejantes
frutos.“Solo con educación se crece” es un latiguillo absoluto. Bueno, hay que
transformar estos asertos en sentido común social.
La retórica y su sucedáneo la oratoria, tienen en la Presidenta un supremo
exponente. Algunos ministros y legisladores también son eficaces. En este plano
son superiores en calidad y número a cualquiera de sus adversarios.
La dialéctica en cambio, y en ambos sentidos antes expuestos, ofrece flancos
débiles.El Kirchnerismo no es diestro ni en el diálogo “socrático” ni en la
dinámica “marxista”.No es torpe, ni mucho menos, pero muchas veces es visceral,
otras tantas dubitativo, y eso ante enemigos tan agazapados y siniestros se paga
caro.
Lo cierto es que se han desatado desde el 2003 varios frentes de batalla. Ésta,
la cultural, es cardinal.
Gramsci tenía razón: Puestos en la situación de no tener el poder, de lo que se
trata es de no perder el posicionamiento y dar la pelea en el campo de las ideas
y su popularización
Por eso debe decir la verdad. Con esa bandera no teme ni ofende, y a las
generaciones no contaminadas, a las que aprendimos del dolor, a las que no
pudieron insertarle el chip de la codicia y egoísmo, algo les quedará.
*Periodista, Escritor y Docente. Autor del libro “Sin Renunciamientos” - El cine
según Leonardo Favio-
hugobiondi@hotmail.com.ar
Fuente: La Tecl@ Eñe Revista Digital de Cultura y
Política
http://lateclaene6.wix.com/revistalateclaene
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