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En
casa, con Juan Gelman
Toda antología es una puerta de entrada a una casa que tiene otras puertas que
nos conducen a otras puertas de entrada y de salida. Son los mundos que en
definitiva es el mundo. En estos días vienen al caso dos de esas puertas de
entrada al mundo: Los nuevos. Selección de cuentistas, y El pan duro. Dos libros
en los que descubrí a varios de los poetas que me acompañan, con más o menos
frecuencia de lecturas, hasta el día de hoy.
Por José María Pallaoro*
Un adolescente, y su encuentro con la poesía del más grande poeta argentino de
la segunda mitad del s. XX.
Nadie recuerda esa librería. De todos mis amigos, aquellos para quienes la
lectura es parte fundamental de sus vidas y rondan un poco para arriba, un poco
para abajo mi edad, nadie recuerda la librería de 42 entre 1 y 2 de La Plata.
Cursaba los últimos años del secundario y cada tanto, cuando las monedas
ahorradas al colectivo o al tren pesaban en el bolsillo, visitaba esa librería
en un intento de encontrar, de descubrir tesoros. Y siempre ocurría. En estos
días vienen al caso dos encuentros fundamentales. Uno, Los nuevos. Selección de
cuentistas y poetas, Centro Editor de América Latina, 1968. Otro, El pan duro,
Grupo de poesía, Ediciones la Rosa Blindada, 1963. En estos dos libros descubrí
a varios de los poetas que me acompañan, con más o menos frecuencia de lecturas,
hasta el día de hoy: Raúl Gustavo Aguirre, Edgar Bayley, Francisco Urondo, Juana
Bignozzi, Hugo Gola, Alberto Szpunberg, Mario Trejo, Alejandra Pizarnik. Y por
supuesto, Juan Gelman. Toda antología es una puerta de
entrada a una casa que tiene otras puertas que nos conducen a otras puertas de
entrada y de salida. Son los mundos que en definitiva es el mundo.
Mi padre, en su juventud había sido ebanista, construyó con madera de itín, allá
por 1963, una pequeña biblioteca o repisa de tres estantes que se convirtió, una
década después, en mi biblioteca. La repisa, creo que es correcto el término ya
que en su tercera y segunda tabla sumando desde abajo no entraba un libro parado
y tenía que acostarlos. A los quince años me sentí orgulloso de la tabla y media
de libros míos, que había leído o que estaba por leer y donde yo era el hacedor
de esos mundos por descubrir. Hoy, en mi taller, donde trabajo luego de volver
del trabajo, esa repisa está cubierta con más de un centenar de libros, muy
cerca del pequeño escritorio y de la computadora portátil, a un par de metros de
la pared amurallada de libros, revistas y diarios. Comienzo a revisar esas
antologías y algunos libros individuales de Gelman.
En Los nuevos. Selección de cuentistas y poetas, encontramos seis poemas de
Gelman. Los primeros cinco extraídos de los libros Violín y otras cuestiones
(“Un viejo asunto”), El juego en que andamos (“Límites”), Gotán (“El árbol” y
“Camilo Cienfuegos”). El último de los poemas es “Foto”, incluido en la revista
Zona de la poesía americana (editada por, entre otros, los poetas Edgar Bayley,
César Fernández Moreno, Francisco Urondo y Alberto Vanasco), Buenos Aires, año,
II, número 4, noviembre de 1964. El interés por este poema es que no fue
recogido en libro individual ni en la obra poética de Gelman, por lo menos en
las ediciones que poseo. Transcribo el poema:
FOTO
puse tu fotografía tu rostro en sombras sobre mi mesa
estás despeinada y dulce estás lejos
estás en ese agosto pensando en quién en qué sonriendo apenas
te describo para tenerte
como hace miles de años los hombres a los animales que querían cazar
pero nunca te sacaré de ese agosto junto al agua
o casas semiborradas al fondo o como objetos misteriosos
alrededor de tu pelo donde el sol se empecina sobre ti
como si fuera mi mano
Sabemos que el poema se publicó en la revista Zona…, que es anterior a noviembre
de 1964, que no está en ninguno de los libros publicados por Gelman hasta ese
momento. También sabemos que Gelman solía repetir títulos de los poemas. En
Velorio del solo (1961), capítulo (o sección) Casos, encontramos un poema
titulado “Foto” y otro con titulo similar: “Fotografías”. Transcribo los dos
poemas, extraídos de ediciones Caldén, Buenos Aires, 1970, que incluye cuatro
libros de Gelman: Violín y otras cuestiones, El juego en que andamos, Velorio
del solo y Gotán.
FOTO
En la fotografía que tus ojos vuelven dulce
hay tu rostro de perfil, tu boca, tus cabellos,
pero cuando vibrábamos de amor
bajo el oleaje de la noche y el clamor de la ciudad
tu rostro es una tierra siempre desconocida
y está fotografía el olvido, otra cosa.
FOTOGRAFÍAS
Mirando en viejas fotos mi rostro en que no estás,
la mejilla en que estás como dolor, olvido,
pienso qué harán en China ahora
con tanta tristeza como se me caía,
o crecerá como otro otoño humano
lleno de oros, de dulzura,
con un fuego en el medio como tu nombre, o sea
crepitarás entre los lotos de Hangchaw bajo setiembre
como cuando encontré la justicia en el mundo
y era como tu rostro,
mejor dicho: te amo
Estos dos poemas no tienen diferencia con reediciones posteriores. Tomo por caso
dos: Obra poética (Corregidor, 1984) y Velorio del solo (que incluye El juego en
que andamos y Gotán, Página/12 – Seix Barral, 2011). Dejamos para otra
oportunidad el comentario o análisis de estos tres poemas, más que interesantes,
no solo por sus similitudes, sino porque éstas están dadas a partir que el
poeta, para nosotros, está observando la misma fotografía.
La antología de El pan duro, editada según pie de imprenta en octubre de 1963,
reúne a nueve poetas: Juana Bignozzi, Hugo Ditirambo, Juan Gelman, Luis Alberto
Navalesi, Guillermo Harispe, Rosario A. Mase, Héctor Negro, Julio César Silvain
y Alberto Wainer. Salvo los cuatro primeros, los demás, hasta ese momento,
seguían formando parte del grupo El pan duro. Entre 1956 y 1963 publicaron diez
libros. El primero de ellos, Violín y otras cuestiones. Hasta el momento de la
antología El pan duro, Gelman (fundador del grupo del que formó parte hasta
1959) publicó tres libros más: El juego en que andamos, 1959; Velorio del solo,
1961 y Gotán, 1963, y se encontraba preso, junto a José Luis Mangieri y
Navalesi, por los resabios del plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado),
durante la dictadura del abogado José María Guido (que tuvo en su equipo
económico a personajes nefastos que se repiten de manera hereditaria en nuestra
historia como Federico Pinedo y José Alfredo Martínez de Hoz). El libro está
dedicado a Gelman, Mangieri, Navalesi, y además a José Pastafiglia y Lázaro
Kanonich.
En la antología hay diez poemas de Gelman, ocho de ellos formarían parte de
Cólera buey, cuya primera edición argentina es de 1971, y si no me equivoco, hay
publicada una antología de este libro en Cuba en 1965, con prólogo de Mario
Trejo; los dos restantes no fueron, hasta donde sé, recopilados posteriormente
en libro. Lo curioso de estos dos poemas, “Sí” y “Sucede”, es que en Cólera buey
aparecen dos textos con el mismo título (ya dijimos que Gelman suele repetir
títulos de poemas). Transcribo los poemas de la antología de El pan duro:
SÍ
los pequeños anísculos legislan
dictan el código de la poesía
disponen cuidadosos sus artículos
y los metros y los tonos convenientes
a ustedes grandes asnos
les está prohibido conocer
los pájaros los vientos las señales
los otros vivos de los ritmos futuros
llévenlos a la mar y corténles el cuello
por no ver tanta mar en esa mar
aterran los abismos
de las cajitas de los grandes asnos
adminículos calvos musicardos
colísimos asnísimos en sí
perfectamente nada en sus balcones
tejen sus telas discursivas
sin presentir sin advertir
las esmeraldas de la luz que estallan en sus babas
a veces me dan pena
estos (y otros) clientes del pasado
sus muertes les permiten
hablar con gran autoridad
SUCEDE
la desconocida que se arrojó a la calle desde el séptimo piso
me amaba hacía mucho y además
amaba cuatro flores
y un antiguo sombrero de verano
la desconocida dialogaba con ciertos edificios solamente
la habían visto mover su gran mujer como un escándalo una fiesta
algo caía de sus huesos como las hojas en otoño
su nostalgia de mí seguramente
lo supe al verla descansando por fin sobre el asfalto
con una cara tan igual a la mía cuando hablo del país
ninguna flor podrá crecerle nunca
y lo que hubo fue un gran lío de tránsito
uno que dijo se hizo moco
y la columna de aire que tiembla en esa esquina
y seguirá temblando los siglos de los siglos
como cuando la desconocida iba bajando
con un sombrero y cuatro flores
en representación de tanto olvido
Colera buey se inicia con una breve introducción de Gelman (que no encontramos
en la Obra poética ya citada). Dice gelman: “Este volumen reúne un poema al
comandante Guevara y los restos de nueve libros inéditos escritos en un momento
muy particular de mi vida.” Ese momento particular va desde 1962 hasta 1968. Y
la selección de poemas de esos nueve libros los ha convertido en este “volumen”
en secciones. El poema dedicado a Ernesto Guevara, el Che, corresponde a la
sección 8, según orden del índice, y se llama Pensamientos, escrito en octubre
de 1967. La selección de textos de los nueve libros (ahora secciones), son: El
amante mundial (1962), Cólera buey (1963), Partes (1963), Rostros (1963), Otros
mayos (1963), Perros célebres vientos (1963), Sefiní (1964-1965), Traducciones
I. Los poemas de John Wendell. Los poemas de Dom Pero (1965-1968) y Traducciones
II. Los poemas de Yamanokuchi Ando (1968).
Gelman ha dicho en diferentes oportunidades que es de escribir mucho y corregir
poco, más que nada tachar, y que los poemas que no lo convencen van a parar, por
lo general, al cesto de papeles. Creo recordar haber leído que entre el período
que va desde El amante mundial hasta Sefiní, es decir, 1962-1965, escribió más
de dos mil poemas (Gelman debió exilarse en 1975; en 1976 la dictadura militar
allana la casa de Gelman y robó muchísimos poemas de este período). Apenas cerca
de cien de esos dos mil poemas son los que se recopilan en el libro. Vayamos
ahora a los poemas “Sí” y “Sucede”, los que aparecen como definitivos en Cólera
buey. “Sí” se encuentra en la sección 2, la que da nombre al volumen. Y dice
así:
SÍ
celebrando su máquina
el emperrado corazón amora
como si no le dieran de través
de atrás alante de su porfía
alante de ala de volar
que no otra cosa intenta
molestándole piedras
como especie de pies pies
que piesan en vez de alar o cómo
sería el mundo el buey lo que se hija
si no nos devoráramos
si amorásemos mucho
si fuéramos o fuésemos
como rostros humanos
empezando de a dos
completos en el resto
Este es un poema más que interesante por diversos motivos. De la línea 2 y de la
línea 4 de la primera estrofa surgen los títulos de dos libros muy posteriores
de Gelman: El emperrado corazón amora (2011) y de atrásalante en su porfía
(2009). Además, en el “Sí” de El pan duro, es evidente la mirada crítica de Juan
Gelman hacia el partido del que formaba parte hasta ese momento y del cual se
separó en 1964. El Partido Comunista Argentino bajaba línea sobre cómo se tenía
que escribir poemas, hacer literatura; desde el buró político abogaban por una
poesía completamente comprometida con lo social y político. Gelman no estuvo de
acuerdo, y más allá de las discusiones internas que mantuvo con el partido, y de
no haber dejado nunca de ser un poeta comprometido, les respondió bellamente:
“los pequeños anísculos legislan
dictan el código de la poesía
disponen cuidadosos sus artículos
y los metros y los tonos convenientes
a ustedes grandes asnos
les está prohibido conocer
los pájaros los vientos las señales
los otros vivos de los ritmos futuros”
En “Sucede” ocurre algo parecido. Ya leímos el texto de El pan duro, ahora nos
toca el de Cólera buey, incluido en el capítulo 3, Partes:
SUCEDE
asaetado el delirante
contento de prez
alza la cola el vuelo su caballo
repite su color
¡ah gran caballero delitento
toda colez para al alzor!
¡qué amor para estos días!
¡qué repeteado su vuelísimo!
¡acaballáramos el tiempo y es lo mismo!
¡piafáramos paciencia
como pacallos que mismáramos
todos los animales de la sed!
En lo que respecta a los otros ocho poemas que aparecen en la antología El pan
duro y que se incorporan a la edición definitiva de Cólera buey, podemos marcar
algunos datos por lo menos curiosos. El poema “Ars poética” pasa a llamarse
“Pars poética” formando parte del capítulo Partes. Del capítulo 5, Otros mayos,
aparecen tres poemas, uno de los cuales pasa de titularse “Esta carta” a
denominarse simplemente “Carta”. Hay cuatro poemas más que se incluyen en Cólera
buey: “Épocas”, “Los amigos”, “Constancias” y “Gotán” (entre comillas en el
original). El poema “Gotán” de El pan duro fue corregido posteriormente por
Gelman. La versión de la antología es así:
“GOTÁN”
yo no escribí ese libro, en todo caso
me golpeaban me sufrían muchísimo
me sacaban palabras como sangre
yo no escribí ese libro, entiéndalo
así, estará mejor o muy peor
visto no más que la poesía
gira en sus propios brazos, nada
teniendo al fin que ver con ella
a ver testículos los míos vuelen
pero a ver sí se dejan de doler
hay que dejarme solo furia
bajo mis capas de tabaco
hay que dormirme el corazón
el dulce no da más
bestias de amor que me lo comen
yo nunca escribí libros
Gelman ha expresado que él escribe poemas, por eso ese “yo nunca escribí libros”
cobra un significado especial. Si Gelman escribió libros o solo poemas que luego
formaron parte de libros es un tema que supera este trabajo, aunque sería
interesante intentar analizarlo en algún momento. Veamos ahora el poema “Gotán”
como aparece en el capítulo 2, Cólera buey, que también da nombre al volumen.
“GOTÁN”
yo no escribí ese libro en todo caso
me golpeaban me sufríanme
sacaban palabras
yo no escribí ese libro entiéndanlo
así, estará mejor o muy peor
visto nomás que la poesía
gira en sus propios brazos nada
teniendo al fin que ver con ella
a ver testículos los míos vuelen
pero a ver sí se dejan de doler
hay que dejarme solo furia
bajo mis capas de tabaco
hay que dormirme el corazón
el dulce no da más
bestias de amor que me lo comen
yo nunca escribí libros
Posiblemente, el poema publicado en la antología del grupo de poesía El Pan
duro, haya surgido de una versión no corregida por Gelman, leída y entregada a
alguno de sus compañeros de militancia, y se haya editado sin el consentimiento
de Gelman. Pero esto no podemos saberlo. Los cambios entre un poema y otro están
dados, más que nada, en tachar lo que está de más, lo que es innecesario, y
algún otro cambio formal que da una mejor respiración al texto.
De 1962 es el libro Gotán, que incluye un poema del mismo nombre (en este caso
sin comillas), y que reproducimos por ser uno de los poemas más populares de
Gelman:
GOTÁN
Esa mujer se parecía a la palabra nunca,
desde la nuca le subía un encanto particular,
una especie de olvido donde guardar los ojos,
esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.
Atención atención yo gritaba atención
pero ella invadía como el amor, como la noche,
las últimas señales que hice para el otoño
se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos.
Dentro de mí estallaron ruidos secos,
caían a pedazos la furia, la tristeza,
la señora llovía dulcemente
sobre mis huesos parados en la soledad.
Cuando se fue yo tiritaba como un condenado,
con un cuchillo brusco me maté
voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre,
él moverá mi boca por la última vez.
Para finalizar, en la librería de 42 entre 1 y 2 conocí a un empleado (ahora
lamento haber olvidado su nombre), unos diez años más grande que yo que rondaba
los 20; no era de extrañar que este flaco notara mi asidua concurrencia a la
librería y el tipo de material que elegía, por eso es que fue guardando libros
que acovachada en rincones inverosímiles (en realidad yo
hacía lo mismo, porque no siempre tenía el dinero para la compra). Eran tiempos
de la dictadura cívico-militar. Un día dejó de trabajar. Aunque no mucho después
y aún en dictadura, esperando el colectivo en Centenario y Cantilo de City Bell,
se detiene un auto, y reconozco al muchacho del volante, el flaco de la
librería. Por supuesto, subo y me lleva hasta La Plata. Puso un casete de Silvio
Rodríguez. Digo el nombre del trovador cubano, y el flaco me responde “Yo sabía
que con vos no me había equivocado”. Ahí me cuenta que era guitarrista, que
había tocado con César Isella y también con ¡Silvio Rodríguez! Le paso mi
teléfono, llama un par de veces, aunque nunca más nos volvimos a ver. Aun espero
encontrarlo para decirle lo mucho que le agradezco todos esos libros que guardó
para mí.
City Bell, 16 de enero de 2014.
*Poeta
Fuente: La Tecl@ Eñe Revista Digital de Cultura y
Política
http://lateclaene6.wix.com/revistalateclaene#!jos-mara-pallaoro/c14lk