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Política
y quantum mediático
Por Conrado Yasenza*
Jorge de la Vega: Psicomatización
Opiniones escuchadas, oídas, leídas en los últimos meses, días, horas, dan
cuenta de una editorialización que impregna la vida cotidiana como una especie
de emanación mediúmnica mediante la cual los ciudadanos forman algo parecido a
sus representaciones del mundo real. Quizá sea el secreto más preciado que
esconde el oficio periodístico, que recobra bríos que permanecieron en estado de
latencia para “pasar al frente” en su pelea por los difuminados espacios de
poder; membranas que rodean al núcleo para excluirlo. Hay ruidos, demasiados, y
aturden. Esos aturdimientos favorecen un clima en donde lo espectacular es un
valor en sí, preciado y sobrevaluado. El retorno de aquello que nuca se fue, el
predominio de lo televisivo que entiende la política como un espectáculo, y es
entonces que a esos sets de potentes luminarias y refrigeraciones que perecen no
descansar nunca, acuden políticos, encuestadores, sociólogos- encuestadores,
opinólogos, políticos casi en retirada, otros retirados hace tiempo, y también
momias políticas. Estamos, o nunca nos fuimos, en la era del Homo Videns, esa
relevancia de la mercadotecnia moderna, las extensiones gráficas de la
videopolítica constituida en paradigma de la política contemporánea. La
televisión como el principal medio de comunicación entre el ciudadano y el
político. Un subproducto del imperio del marketing que indica qué mide y qué no
socialmente. El pueblo soberano opinando acerca de todo, con el control remoto
en la mano, un ojo puesto en la computadora, celular (android), tablet o el
dispositivo con que cuente. Un ciudadano orwelliano, observador y observado,
informado y editorializado minuto a minuto. ¿Y la prensa gráfica? Corre detrás
del avance de la técnica, de las conectividades, de internet, del poder de
llegar a millones. Trata de adecuarse para ir reemplazando plataformas.
Titulares bien gancheros y copetes seductores para estar “informados”
rápidamente; cuerpos de notas excesivamente jibarizados. Un periodismo
subsidiario de Neustadt y los 90 que , como decíamos ayer nomás, entiende la
política como espectáculo que hay que vender porque de lo contrario no se come,
en el plano del chiquitaje, ni se sostienen, en un plano global, las grandes
corporaciones que condicionan la microfísica del poder en quantum paradojal cada
vez más concentrado.
Y sólo nos estamos refiriendo aquí a aquellos ciudadanos que medianamente se
informan. El panorama en el universo de compatriotas excluidos de un menú
variado de opciones informativas, complejiza la situación de orfandad ante el
poder de distorsión y desinformación.
Allí tal vez resida esa originaria imbricación entre la política y el periodismo
como batalla ideológica constante y de variaciones que hacen posible pasar de un
estado discreto a otro espectacularizado, sin perder su potencia de sistema
físico y político. Allí, en esa enredadera que se enamora de los muros y que
enamora a través de ellos, la política es expuesta en su dimensión de luz y
oscuridad, de representación y corporativismo. Algo un poco más complejo: La
política, cuando su sujeto es el Estado, tiene fenómenos de participación y de
representación que nada tienen que ver con el purismo y que dejan siempre afuera
a alguien. Dice el periodista Martín Rodríguez: El periodismo que basa su éxito
de modo exclusivo en exponer las miserias de la política, atenta contra la
sociedad civil, a la cual dice defender. Bien, el problema es que ese es el
periodismo que impera, esa constelación rara que combina lucha ideológica, rosca
política, mucho dinero en pocas manos, lo que equivale a decir mucho poder en
unidades mínimas de comunicación que de tan mínimas se unen. Esto quiere decir
también estructuras comunicacionales que se arman y desarman según cómo soplen
los vientos de los ciclos políticos y el conteo de los votos en un truco de
resultado incierto. Conglomerados informativos que dependen mucho de esa
partida. Los clarines pueden tocar diana nuevamente, o pueden volver a ser
amigables y en ese retruécano de idas y venidas ya algunos jugadores hacen sus
apuestas. Porque se sabe desde hace más de un siglo: El periodismo es
independiente sólo del mismo periodismo. No tengo ideales de romancero burgués
con respecto a la empresa comunicacional. Es una cuestión de cómo cae la taba.
Sí creo en personas que ejercen el oficio con coherencia, dignidad y
profesionalismo atravesando los tiempos políticos. Lo demás abarca el dilema de
los productos culturales o creativos, llamados industria cultural, integrados al
universo global del capitalismo que alitera identidades y subjetividades: "el
ruido con que rueda la ronca tempestad".
Este es el desafío frente a la sumisión de la razón y la expresión creativa
humana a los cánones de la producción capitalista en serie de, justamente,
productos culturales homologados, globalizados y consumibles en cualquier punto
del planeta. Releía aquello de "la razón ha devenido en razón técnica e
instrumental y con ello nos hemos convertido en seres unidimensionales",
consumibles, líquidos, intercambiables bajo la lógica del consumismo capitalista
que globalizó la técnica como la nueva razón del ser. ¿Habrá triunfado la
racionalidad de la técnica, del cálculo, de la razón que vigila y controla, que
reduce la realidad a materia controlable y consumible? ¿Habrá triunfado la razón
telemática que supone que la realidad, sus hechos sociales, pueden ser
estudiados si son cuantificables, medibles empíricamente? ¿Y cómo pensar estas
nociones, desde el concepto de industrias culturales expresado en la gestión del
kirchnerismo? ¿Un conjunto de productos con "valor agregado" que sirvan de
conductores para el conocimiento del país y desde allí las posibilidades de
expansión economicista, o perspectivas de "negocios"? Es preciso navegar estos
mares aunque sabemos que los dioses, reunidos en asamblea, decidieron que Odiseo
debía volver a Ítaca para advertir a Telémaco que expulsase de su casa a los
molestos pretendientes de su madre.
Y entre tanto, en el fragor de reyertas, escaramuzas y batallas culturales,
ideológicas, periodísticas, los límites de las prácticas reales del oficio se
empantanan en esa voz que es el ruido con que rueda la ronca tempestad. Quedan
los debates para cuando la estrategia y la oportunidad así lo permitan. Dar dos
pasos hacia atrás para luego avanzar uno. En el camino vemos cómo las
instalaciones hacen de zonda que rastrea el humor social, ese humor tan
emparentado con el sentido común – siempre me gustó esa voz popular que dice: el
peor de los sentidos -, ese que esconde bajo la alfombra el leviatán que
llevamos dentro, ese que aconseja hacerse amigo del juez, ese que odia porque
teme, teme demasiado, casi hasta el extremo de la muerte. Odio y temor son las
puntas de un lazo que los aparatos comunicacionales unen y amplifican.
Errores de comunicación, omisiones que se convierten en goles en contra,
negaciones de realidades que de tanto negarlas estallan en el rostro amigo, en
la bandera que se sostiene a pesar de las incomodidades, de las filtraciones, lo
resbaladizo de la humedad y el peligro de una niebla que intervino organismos
que dejaron de mirar para cuidar.
Están ahí, una vez más, los riesgos de la justicia mediática, esa idea difícil
de definir, esa idea que es un hecho por el que espera una imagen construida
desde los medios. Esos hechos que indican que a todos nos espera una imagen ya
construida. Hechos, datos duros, realidades que se transforman en una
imposibilidad de abordajes. Y la lista es entonces una sábana corta pero que se
ensancha: Inseguridad, minería, pueblos originarios, manejo de la deuda y
disputas con buitres sin fondo, violencias sociales, despenalización del aborto,
reforma tributaria, desconcentración económica, trabajo no registrado y trabajo
en negro, expansión de la frontera sojera; esa designación militar que introduce
una herida en la historia de los Derechos Humanos, globos lanzados al cielo del
temor y el disciplinamiento social sobre jóvenes excluidos; una Universidad de
Defensa que se cocina entre intrigas palaciegas. Debates que debemos dar como
militantes y como periodistas, observando el clima político y social circulante,
que es un clima de permanente campaña electoral hacia 2015.
Ya hemos dicho que no hay purismo en la política, que el clima cultural pone de
manifiesto luces y sombras, que saca a la política de la cocina y la exhibe.
Incluso a riesgo de espectacularizarla para derrapar en un circo televisivo que
minuto a minuto construye su discurso antipolítico y lo esparce a través del más
eficaz vector: el sentido común.
No sólo se trata de pragmatismo sino de sostener aquellas banderas levantadas en
el 2003. De lo contrario se estará realizando el trabajo que a la derecha le
resulta bien fácil de aprovechar y administrar porque opera desde ese vector que
inocula miedo e incertidumbre (ya contamos los goles hechos en contra), desde
imágenes y discursos ya preconcebidos, o desde la "transferencia de memoria" a
nivel global.
El kirchnerismo deberá enfrentar estos debates o de lo contrario una imagen que
desde hace tiempo espera, cooptará la potencia de una expresión política
transformadora para ordenar la tropa dentro del histórico corsé pejotista para
desensillar hasta que aclaré. O no.
*Periodista. Dtor. de la Revista La Tecl@ Eñe
http://lateclaene.wix.com/la-tecla-ene