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Las
pequeñas patrias de la Argentina
Por Pedro Patzer
El país de los de tierra adentro, que como decía María Elena Walsh, son los de
cielo afuera: “Cuando una es de tierra adentro/ también es de cielo afuera. Si
viene pa’ Buenos Aires un calabozo la espera y pregunta dónde está el cielo de
la ciudá’”
El país de las casas de adobe, donde pervive el aire del Tawantinsuyo, y el país
de los conventillos y sus patios de sainete.
El país de los galopes lejanos y el país del motor de la chata que enciende el
amanecer del pueblo.
El país de la vidalita, en la que la pequeña vida se canta y el país del ombú,
en el que el trovero enumera milongas perdidas.
El país de las manos de las tejedoras, en el que se recupera el ancestral color
del continente, y el país de las manos del zafrero pelando la caña, patria en la
que una sagrada zamba vence al acecho del diabólico familiar.
El país del molino viejo, donde el tiempo parece ser hijo de la lerda brisa
campera, y el país del viento de agosto, en el que la polvareda levanta su
imperio en el cielo de Río Cuarto.
El país de los galpones en el que archivan graves voces encendiendo nocturnas
leyendas y el país del caldén donde la soledad de la llanura se hace madera.
El país de la coca, patria de los apunados y el país del payé, patria de los
supersticiosos
El país de los inmigrantes, que fundaron la cultura de la nostalgia, y el país
de los exiliados, que forjaron la cultura de la esperanza
El país del sapucay, ese alarido de resistencia de una cultura, y el país del
silencio de los Onas, que han desaparecido y con ellos su lengua
El país del hachero talando desesperadamente el mundo de sus hijos y, el país
del sojero que se enriquece empobreciendo la tierra
El país de los pescadores, entre parábolas de apóstoles e himnos de ahogados y
el país de los niños de la sequía que coleccionan huesos y bailan su
desesperación en el misachico
El país del piano de Marta Argerich y el país del retumbar del kultrún de la
machi mapuche en pleno machitún
El país de la vendimia: “La vendimia de la cueca yo la aprendí cosechando, la
vida es como un racimo se goza gajo por gajo” (Armando Tejada Gómez) y el país
del río robado, la patria del río Atuel - Salado, el país de la ausencia del río
que ha fundado soledades en el oeste pampeano aunque también ha edificado la
lírica del cancionero de los ríos: “hay un río que algunos creen perdido, sin
embargo es el río que nos ha encontrado”
El país de los “civilizados” que le cortaban las cabezas a los “bárbaros” y el
país de los “caudillos salvajes” que murieron en la pobreza luchando por la
unión latinoamericana: “Nuestro programa es la práctica estricta de la
constitución jurada, del orden común, la paz y la amistad con el Paraguay, y la
unión con las demás repúblicas americanas” (Proclama de Felipe Varela)
El país de la taba y el de las calesitas, el país de los perros de terminal y el
de los gallos de paraje, el país de la matera de campo y el país de los
cafetines de Discépolo
El país del otoño porteño en la poesía de Juan Gelman (“Debí decir te amo./Pero
estaba el otoño haciendo señas,/clavándome sus puertas en el alma”) y el país
del invierno en el salitral en los versos de Edgar Morisoli: “Cuando el pampero
sopla/ sobre la soledad hialina del inmenso/ Salitral del Potrol, toda la
música/ es suya”
El país del circo criollo de los Hermanos Podestá y el país del cine de Raymundo
Gleyzer
El país de los trenes, y sus milagros puebleros, y el país de los camioneros y
las inscripciones en sus camiones: “El amor es una cosa esplendorosa...¡hasta
que te sorprende tu esposa!”
El país del cardón y sus solitarias bagualas andinas y el país del abrazo de
Estela de Carlotto y su nieto, abrazo puente, abrazo memoria, abrazo porvenir.
Pan y Cielo, el blog de Pedro Patzer
www.pedropatzer.blogspot.com.ar