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Hernández
Arregui: miradas encendidas sobre su obra
Por Pablo Adrián Vázquez. Miembro de Número del Instituto Nacional Manuel
Dorrego
En conmemoración de un nuevo aniversario de su fallecimiento, el 22 de
septiembre de 1974, la figura de Juan José Hernández
Arregui es paradigmática. Son innegables su formación académica, su adhesión
al revisionismo y su militancia popular. Esto no obsta a que, como “intelectual
peronista”, no esté sujeto a polémicas con el campo liberal, el “nacionalismo de
la derecha”, con la izquierda nacional y otras expresiones socialistas.
Rosendo Fraga, desde su liberalismo, apuntó: “En su crítica a la Generación del
Ochenta, no aceptó matices, lo cual lo llevó a no valorar la importancia que
tuvo la construcción del Estado nacional... Tampoco reconoce demasiado la
importancia del sistema de educación pública establecido por Roca en su primera
presidencia, a partir de la ley 1420”. Agregó: “Tiene asimismo una mirada
crítica hacia la inmigración, reivindicando al criollo frente al extranjero”. Y
añadió: “Este tipo de pensamiento hoy puede parecer reaccionario (?), pero
respondía a un momento en el cual lo ‘nacional y popular’ estaba identificado en
el imaginario social, entre el ‘cabecita negra’ peronista y la clase media
antiperonista…”.
Aún más a la derecha reaccionaria, Vicente Massot apuntó: “De todos los
‘marxistas de Indias’, Hernández Arregui quizás haya sido el que mayor énfasis
puso en lo que podría denominarse la especificidad nacional… Igual que Puiggrós,
Ramos, Cooke, y tantos otros, a Hernández Arregui también le interesó el
peronismo como instrumento revolucionario, y en su afán por nutrir a ese
fenómeno de masas de unos componentes socialistas… convirtió el estudio de la
historia en una ideología a tono con sus preferencias” Su sentencia sobre él
–con la cual no coincido– fue lapidaria: “En calidad de historiadores nadie los
tomaría hoy en serio (?). El tiempo ha caído como una pesada losa sobre sus
obras (?). Como ideólogos, en cambio, resultan imprescindibles; la década del
setenta y la guerra civil que estalló entre nosotros (?) no se podría explicar
sin el concurso de sus ideas”.
Pero si las críticas del “socialismo antinacional” no tuvieron mayores
repercusiones, será en la “izquierda nacional” y en la “nueva izquierda
antiburocrática”, enraizada con los movimientos sociales no oficialistas, donde
habrá chispazos.
En su obra La formación de la conciencia nacional, Arregui analizó a “la
izquierda nacional” –término creado por él, según el autor– definiéndola como
“la teoría general aplicada a un caso nacional concreto, que analiza a la luz
del marxismo, en tanto método de interpretación de la realidad, teniendo en
cuenta las peculiaridades de cada país”. Polemizó con el Colorado Ramos por la
figura de Roca: “La tesis algo estrepitosa del autor está en su reivindicación
del Gral. Julio A. Roca, en quien ve la personificación… del federalismo
popular, que en diverso sentido encarnaron Rosas y los caudillos, opuestos al
poder de Buenos Aires. Roca habría sido una especie de fórmula transaccional
entre el país y la ciudad puerto, obligada a conceder parte de su hegemonía ante
el peso político y militar de las provincias. La tesis en sí misma no es falsa.
Es exagerada. Puede aceptarse que dentro de la oligarquía nacional en formación,
Roca representó su tendencia más argentina… (Pero) en última instancia fue
absorbido por la oligarquía y nunca dejó de ser su representante”.
Ramos, en su crítica a dicho trabajo, señaló:“Se trata de una obra maciza, donde
la formación universitaria del autor está subordinada al hábil oficio del
escritor y en la cual el aparato erudito que tanto conmueve a los profesionales
del papel no obstaculiza al punzante, por momentos apasionado, hombre vivo que
maneja la pluma…”.
En cambio, Miguel Mazzeo acusó: “Juan José Hernández Arregui viene siendo carne
de folklore y de una operación impúdica (?) que exhibe una dilatada
arbitrariedad en el manejo de la relación entre los objetos significados y los
símbolos. Viene siendo fetichizado desde la condición posibilista afín a un
proyecto que ni siquiera aspira a integra subordinadamente a los trabajadores.
Esta clave de expropiación condena a Hernández Arregui a la promiscuidad con
liberales, conservadores, en fin, con burgueses periféricos, antinacionales por
complexión”… ¡La polémica queda abierta!
En estos años, finalmente, autores como Norberto Galasso, Carlos Piñeiro Iñíguez,
José Luis Muñoz Azpiri (h), Aritz Recalde, Francisco Pestanha, Hugo Chumbita,
Roberto Baschetti, Hernán Brienza y otros rescatan los trabajos de Arregui,
actualizándolos desde nuevas miradas sobre el viejo problema de la liberación
nacional.
El
revisionismo histórico, a 40 años de la muerte de Juan José Hernández Arregui
Por Fernando Del Corro. Miembro de número del Instituto Nacional Manuel Dorrego
El 22 de septiembre de 1974, 40 años atrás, falleció como consecuencia de un
ataque cardíaco, en Mar del Plata, el historiador, político y periodista Juan
José Hernández Arregui, autor de obras como Imperialismo y cultura (1957), La
formación de la conciencia nacional (1960), ¿Qué es el ser nacional?” (1963),
Nacionalismo y liberación (1969) y Peronismo y socialismo (1972).
Viene al caso citar la carta que Perón, exiliado en Madrid, le dirigió al propio
Hernández Arregui: “Por todo lo que ustedes hacen allí con la difusión de la
verdad tantas veces oculta, yo deseo, como argentino, hacerles llegar junto con
mi encomio más entusiasta, mi felicitación más sincera. La causa de la
revolución necesita de algunos realizadores, pero no menos de muchos
predicadores, que empeñados en la tarea de persuadir, no cejan en el empeño de
incendiarlo todo si es preciso”.
Es muy útil una reflexión que formulara el, hasta su fallecimiento hace muy
poco, secretario de Derechos Humanos de la Nación, Eduardo Luis Duhalde: “Sus
esfuerzos por compatibilizar su ideología marxista con la propia realidad de la
clase obrera mayoritariamente peronista implicaron un punto de inflexión y
ruptura con las formas de aproximación de la izquierda al peronismo”. Con
Duhalde, precisamente, su hijo homónimo, Juan José Hernández Arregui pasó a
ocupar una tarea importante en dicha Secretaría de Estado.
Tuvo, durante su juventud, grandes formadores como Rodolfo Mondolfo, quien,
exiliado en la Argentina, fue docente en las universidades nacionales de Córdoba
y Tucumán. Precisamente en Córdoba fue donde alcanzó su graduación dorada en
historia con una tesis sobre “Las bases sociológicas de la cultura griega”, en
1944, cuando, desde 1933 ya colaboraba con Amadeo Sabattini. Por ello cuando en
1936 éste se consagró como gobernador de Córdoba, le otorgó funciones en el área
universitaria en las que ya estaba vinculado como secretario de la Universidad
Popular Víctor Mercante de Villa María, ciudad, en la que se había radicado tras
un breve paso por la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.
El fallecimiento de su madre fue lo que lo llevó a trasladarse a Villa María.
Para entonces ya era afiliado a la UCR y, como tal, se sumó a las huestes
sabattinistas, una expresión popular del radicalismo cordobés cuyo líder, en
1946, a raíz de la participación de su partido en la Unión Democrática, se
lamentó: “¡Sí que estamos bien. Caminamos codo a codo con los que nos explotaron
tantos años, nos metieron en la cárcel y nos balearon en Plaza Mercedes. ¡Y por
si fuera poco, nuestro socio es (Spruille) Braden, el embajador
norteamericano!”.
La llegada a la presidencia de Perón, en ese mismo 1946, hizo que renunciase a
la UCR y se trasladase a La Plata y, de la mano de Arturo Jauretche, fue
designado por el gobernador Domingo Mercante como director de Publicaciones y
Prensa del Ministerio de Hacienda. A partir de su llegada a la capital
bonaerense pasó a destacarse como profesor de Historia en la Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP, a partir de 1948, y también
en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, lo cual, esto último, también
me honra el haberlo tenido como lejano, notable y más importante antecesor.
Tras el reemplazo de Mercante por el mayor Carlos Vicente Aloé en el gobierno
bonaerense, Hernández Arregui se concentró en la labor universitaria,
fundamentalmente como director del Instituto de Historia de la UNLP, mientras
practicaba el periodismo en la vieja Radio del Estado, hoy Radio Nacional, con
programas culturales. Ya había practicado el periodismo militante en los diarios
Debate, Doctrina Radical y La Libertad. Pero en 1955 el golpe gorila lo expulsó
de las universidades.
Como exponente de la izquierda peronista siguió su lucha y, en 1964, fue uno de
los fundadores de Cóndor y desde allí profundizó los aspectos políticos de su
actuación lo cual hizo que, en 1972, su departamento recibiera el impacto de dos
kilogramos de gelinita lo que dejó gravemente herida a su esposa. En 1974,
durante la última gestión de Perón como presidente, fue reivindicado como
profesor emérito de la UBA, aunque el fallecimiento de aquél y el asesinato de
Rodolfo Ortega Peña, enterado de que estaba en la nómina de futuras víctimas de
la Triple A se radicó en Mar del Plata donde le falló el corazón, pero no sin
que antes, en sus 61 años de vida nos haya legado la riqueza de sus ideas y sus
luchas, como reclamó Perón en la correspondencia ya citada que le enviase.
Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel
Dorrego
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26/09/14 Miradas al Sur, suplemento Claves de la Historia