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Juana
Azurduy, mujer revolución
Por Pedro Patzer
La justicia poética hizo que cerca de Potosí , y de su Cerro Rico que
empobrecieron los reyes midas de la conquista, naciera una hija de la Pachamama,
símbolo de la emancipación continental: Juana Azurduy
Asuntos fundamentales de nuestra Indoamérica son femeninos: Mama Pacha,
telesiada, chicha, vidala, zamba, chacarera, cueca, tonada, baguala, milonga,
Kacharpaya, copla, piedra, montonera, mazamorra, siembra, cosecha, cordillera,
vasija, querencia, salamanca, pampa, América. De hecho, uno de los nombres de la
revolución de nuestra tierra tiene nombre de mujer: Juana Azurduy
La Azurduy nació un 8 de marzo, día de la mujer (otra metáfora poética de la
Historia) aunque esa fecha se eligiera conmemorando a las mártires obreras de
Nueva York, los latinoamericanos debemos resignificarla, y celebrar el día de la
mujer por el nacimiento de la gran Juana. ¿Cuantas alabanzas y cantos de
independencia han pasado de comarca a comarca a través de las Juanas? ¿Cuantos
oficios y sabores se han transmitido a través de sus manos, cuántos de sus
fervores han corregido la resignación de los hombres, cuántos brazos de Juanas
han contenido a los huérfanos de la rebelión de Tupac Amaru, cuántas Juanas han
interpretado la llamada ancestral de la América descalza, y han entregado sus
hijos a la pasión continental? Juana Azurduy fue la primera ama de casa del
continente, si es que entendemos por casa a la Patria Grande. ¿Qué mujer antes
que la Azurduy hubo amado a esta tierra de esa manera? Pariente de los vientos
aborígenes y del balbuceo de siglos de los andes, el cóndor la trajo del primer
cielo, aquel que no tenía a la cruz del sur sino la huella del guanaco sideral.
Si bien Juana era hija de don Matías Azurduy, un hombre acomodado, llevaba en su
sangre los ríos ancestrales de su madre, doña Eulalia Bermúdez, una chola de
Chuquisaca. ¿Cuántos ecos de ceremonias indias, cuántos idiomas originarios,
cuántos dioses de maíz y cerro retumbaban en el corazón de la Azurduy? ¿Habrá
sido el corazón de la Juana un legüero de siglos, una caja en busca de la copla
latente, el cántaro que combate a la sed que no quitan los ríos ,un fusil de los
otros disparos: los que no matan, los que todo lo nacen? Oriunda del cósmico
romance entre Pachamama e Inti, Juana Azurduy se ha convertido en madre de la
estirpe de mujeres de la Indoamérica que amamantaron las rebeliones de los
postergados “Las mujeres tenían prohibido meterse en los masculinos asuntos de
la guerra, pero los oficiales machos no tenían más remedio que admirar el viril
coraje de esta mujer” (Eduardo Galeano).
Del mismo modo que la Madre Tierra y el sol nativo la engendraran, el amor de
Juana Azurduy y Manuel Asencio Padilla fecundó hijos de la resistencia,
criaturas de la liberación americana, tal es así que perdieron a cinco de sus
seis hijos en la guerra de la Independencia. De todas formas, Juana y Manuel
tuvieron miles de hijos culturales, hijos del gran canto americano, como el
poeta cubano José Martí: “Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su
aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó
la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden
universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le
pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el cielo, que van
por el aire dormido engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de
despertar”
Juana Azurduy y Manuel Padilla combatieron el avance español en la región de
Chuquisaca y las selvas de Santa Cruz de la Sierra. Parece que las selvas de
esta parte del mundo tienen como destino cobijar a los hombres y mujeres de
corazones libres. ¿Serán las selvas latinoamericanas santuarios revolucionarios,
serán las selvas de aquí, templos donde el corazón humano busca el eco de la
canción más libre, donde el pájaro del alma libertadora hace nido? Como a todos
los que luchan por la libertad, a Juana y Manuel intentaron humillarlos, les
arrebataron lo que los verdugos creyeron era todo: tierras, posesiones, sin
embargo nunca pudieron quitarles ese sueño loco, esa riqueza que nadie puede
robarle al humano cuando descubre el sentido de su vida, su manera de dignificar
la existencia, no pudieron despojarlos del pan revolucionario. Tal es así que
intentaron corromper Manuel , a lo que la gran Juana respondiera: “La propuesta
de dinero y otros intereses sólo debería hacerse a los infames que pelean por su
esclavitud, mas no a los que defendían su dulce libertad, como él lo haría a
sangre y fuego” La lucha y dignidad de Manuel y Juana fue un ejemplo fundamental
para nuestros libertadores, Simón Bolívar, manifestó: “Este país no debería
llamarse Bolivia en mi homenaje, sino Padilla o Azurduy, porque son ellos los
que lo hicieron libre”
Juana Azurduy , protagonista de la guerra de la independencia, comandó a los
guerrilleros que liberaron al flagelado Potosí de la angurria de oro de los
conquistadores españoles, por su coraje y su heroísmo el gobierno de Buenos
Aires le otorgó, en 1816, el grado de teniente coronel,que hizo efectivo el
revolucionario Belgrano al entregarle el sable correspondiente. Sable que la
valiente Juana utilizara en la Batalla de Villar, donde fue herida y tomada
“cautiva” por los españoles. Su Manuel consiguió liberarla, aunque él no pudo
escapar de la muerte. A Manuel le tocó morir en plena primavera americana, no
obstante Padilla fue una semilla lanzada en el viento de Abya Yala. Wikipedia
indica que Manuel murió el 14 de septiembre de 1816, sin embargo los corazones
rebeldes de este continente: los corazones que cantan justicia en Chiapas, que
resisten en Honduras, que sueñan en Venezuela y Ecuador, que levantan las
banderas de los de abajo en este sur del sur, anuncian que don Manuel permanece
vivito y revolucionando.
Como San Martín, Belgrano y todos los que pelearon por la emancipación
continental, Juana Azurduy terminó en la más absoluta la pobreza: "A las muy
honorables juntas Provinciales: Doña Juana Azurduy, coronada con el grado de
Teniente Coronel por el Supremo Poder Ejecutivo Nacional, emigrada de las
provincias de Charcas, me presento y digo: Que para concitar la compasión de V.
H. y llamar vuestra atención sobre mi deplorable y lastimera suerte, juzgo
inútil recorrer mi historia en el curso de la Revolución. (...) Sólo el sagrado
amor a la patria me ha hecho soportable la pérdida de un marido sobre cuya tumba
había jurado vengar su muerte y seguir su ejemplo; mas el cielo que señala ya el
término de los tiranos, mediante la invencible espada de V.E. quiso regresase a
mi casa donde he encontrado disipados mis intereses y agotados todos los medios
que pudieran proporcionar mi subsistencia; en fin rodeada de una numerosa
familia y de una tierna hija que no tiene más patrimonio que mis lágrimas; ellas
son las que ahora me revisten de una gran confianza para presentar a V.E. la
funesta lámina de mis desgracias, para que teniéndolas en consideración se digne
ordenar el goce de la viudedad de mi finado marido el sueldo que por mi propia
graduación puede corresponderme".
Sabemos de los sendos cantos de cuna indios y campesinos entonados por madres
que hacen dormir a sus hijos, la vida de Juana Azurduy es un canto de cuna, que
nos ayuda a despertar a la Historia, que nos ayuda a florecer al amanecer
americano, al destino que no es un decreto de los dioses sino una construcción
de los hijos de la Pachamama y sus revoluciones.
¿Quién dijo que la Historia no escribe Poesía? Juana Azurduy nació el 8 de marzo
(día de la mujer) y murió un 25 de mayo (día en que los argentinos conmemoramos
nuestra revolución) El poema de la Historia es clarísimo: Juana Azurduy es la
mujer revolución
Pan y Cielo, el blog de Pedro Patzer
www.pedropatzer.blogspot.com.ar
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