![]() |
---|
ZONA LITERARIA
- EL TEXTO SEMANAL
Un lírico capaz de elogiar a la ganzúa
Premio Cultura para el poeta Alberto Szpunberg.
“Alberto es alguien que está recogiendo la herencia de Juan Gelman”, afirmó
Horacio González.
Imagen: Joaquín Salguero
Por el aporte que ha realizado con su descomunal obra –Poemas de la mano mayor,
El che amor, Su fuego en la tibieza, La academia
de Piatock, entre otros libros–, la ministra de Cultura, Teresa Parodi,
homenajeó al poeta de las criaturas despojadas.
Por Silvina Friera
Nada aquerencia tanto como la palabra compañero. Se alza el poeta en estado
de asamblea permanente, levanta los dedos índice y medio en alto, como apuntando
al cielo de Pista Urbana, nuevo espacio cultural, y los separa hasta formar
la “V” de la victoria. Después cierra el puño. Un relámpago de gestos se suceden
en el aire: la “V”, el puño bien cerrado, la “V”... Es el juego limpio que juega
Alberto Szpunberg cuando la ministra de Cultura, Teresa Parodi, le entrega el
Premio Cultura Argentina por el aporte que ha realizado con su descomunal obra
–Poemas de la mano mayor, El che amor, Su fuego en la tibieza y La academia
de Piatock por mencionar algunos títulos–, una distinción que han recibido anteriormente
artistas como Mercedes Sosa, Horacio Salgán, León Ferrari, Eduardo Falú y Luis
Felipe Noé, entre otros. Son muchas las miradas que lo acompañan en este mediodía
que rezonga por los excesos de la lluvia. “Nunca le di la mano a ningún ministro”,
confiesa el poeta que “saca a pasear el bastón” por las callecitas de San Telmo,
el barrio donde vive, y en estado de gracia encuentra en una paseadora de perros
el principio de un poema. “Míreme bien porque creo que soy una de las últimas
lectoras de poesía que les queda –le dice Parodi–. Soy una admiradora casi obsesiva
de la poesía como herramienta para hacer otra música. La poesía tiene tantas
músicas como lecturas y cada uno puede encontrar una. La mayor importancia que
tiene la poesía es la infinita música que tiene la palabra, el roce de la palabra
con la idea.”
Szpunberg (Buenos Aires, 1940), un refucilo de calidez y picardía aleteando
por las pupilas, recibe el diploma y la escultura Los equilibristas de la cordobesa
Victoria Lemme. “Nunca me olvido de un poeta francés maravilloso, que hoy se
lee poco pero hay que recuperarlo, que es Paul Eluard. En un poema dice que
la poesía tiene por meta la verdad práctica. Eso tiene resonancias un poco duras,
pero a veces hay que recordarlo. La poesía también tiene que ver con la verdad
práctica. En función de eso yo quiero hacer mi aporte. Como en estos momentos
está en discusión, charlatanería y mezquindad el tema de la inseguridad, yo
escribí ‘Elogio de la ganzúa’...”, anticipa el autor de Como sólo la muerte
es pasajera, su poesía reunida publicada en 2013 por Entropía. “La llave que
abre/ y la llave que cierra/ son la misma llave/ adentro y afuera// ¿A la calle?,
no hay problema,/ sólo al forzar se falsea;/ la misma llave te deja/ dormidito
en la vereda// Pero ojo al piojo/ que el mal de ojo/ es el cerrojo”, lee Alberto
el inicio de este poema inédito y celebran la ocurrencia a pura carcajadas y
aplausos escritores, artistas y músicos como Horacio González, Juan “Tata” Cedrón,
Tom Lupo, Eduardo Jozami, Adolfo Nigro, Juano Villafañe, Pablo Mainetti, Judit
Said y Dorotea Murh, más conocida como Dolly Onetti, la viuda del escritor uruguayo.
El músico Jorge Sarraute, integrante del mítico Cuarteto Cedrón, donde tocó
el contrabajo, interpreta varias de las canciones que surgieron de las juntadas
en Barcelona –la ciudad del exilio– con Alberto y Luis Luchi (1921-2000) a fines
de la década del 70. Entonces el piano y la voz de Sarraute bucean por las honduras
de los versos de Szpunberg en “Vidalita de la casa dejada”, “Chacarera mezclada”,
“Chacarera de memoria” –“chacarera que se baila, como quien sueña despierto”–
y “Lo fusilaron contra un paredón del bajo Flores”. Las palabras del poeta tienen
aromas y vibraciones; enhebran intimidades que bailan de boca en boca. La uruguaya
Mónica Lacoste, la ideóloga parlanchina de Pista Urbana, es una anfitriona que
derrocha simpatía. “Hoy tenemos la alegría enorme de haber concretado un disparate
total. Sé que los que están acá son parte de esa locura, cosa que me alegra
profundamente”, subraya.
–Habría que debatirlo... –retruca Szpunberg.
–¡Así son los poetas: desagradecidos! –bromea Lacoste.
–Quiero leer algo. Si lo que leo dice algo, mejor –arremete el poeta.
–Le pido que ponga riendas a su corazón, siéntese, por favor.
–Eso es imposible...
“Alberto es alguien que está recogiendo la herencia de Juan Gelman. No es exactamente
lo mismo lo que él hace, pero el trabajo con la melancolía, el lirismo de los
perdidos e ignorados, los grandes idiomas antiguos, el hebreo y el griego como
resonancias en el castellano actual, son planos compartidos”, plantea González.
“La preocupación social está tomada desde pequeños personajes frágiles que tienden
a fracasar y a dejar un testimonio; su fuerza es la del gran fracaso lírico.
Alberto, a su manera, con todas las diferencias del caso, es un continuador
del mismo nivel de fuerza poética de Gelman, entendiéndolo como un pensador
de la naturaleza en su relación con la historia, no como un teórico. En la naturaleza
de Gelman hay aves de todo tipo, en la de Alberto hay gaviotas y sentencias
de sacerdotes extraviados. Finalmente, en los dos hay un impulso de estudiar
la historia a través del punto de vista del más frágil y de las criaturas más
despojadas. Alberto es un gran poeta lírico de la Argentina contemporánea.”
La magia de Szpunberg surte efecto. Todos repiten el estribillo de su “Elogio
de la ganzúa”: “pero ojo al piojo/ que el mal del ojo/ es el cerrojo”... El
poeta regresa a la mesa con el diploma y la escultura y aclara: “Homenaje viene
de homo, hominis, hominaticum –silabea Alberto a Página/12–. Era un ritual en
la Edad Media por el cual la gente se convertía en vasallo del señor. O sea
que entre compañeros no puede haber homenajes. Por eso me irrita la palabra
homenaje. Esto es un encuentro en el que la asamblea permanente es posible,
¿no?; es cuestión de que alguien la convoque. La disponibilidad está, por lo
menos por mi parte. ¿Y por la tuya?”.
31/10/14 Página|12
Textos anteriores de Zona Literaria
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
---|