Las
enfermeras argentinas durante el primer peronismo: Servir a la humanidad*
Por Dr. Francisco José Pestanha **
Lic. Melina Aversa ***
Suele sostenerse con excesiva liviandad que el primer peronismo emergió a la
vida del país a consecuencia de la aguda crisis por la que atravesaba el régimen
político, económico e institucional erigido con posterioridad al pronunciamiento
cívico-militar de setiembre de 1930 y de las particulares condiciones
internacionales de post guerra.
Solo eventualmente, un reducido núcleo de autores, han hecho especial
referencia al contexto sociocultural de la época y a la importancia que éste
tuvo en el surgimiento del movimiento político y cultural, que, una vez en el
poder, asumió una impronta que puso en jaque al orden emergido con posterioridad
al derrocamiento de Hipólito Yrigoyen. Proponemos entonces a partir de una
ligera lectura de ese contexto, obtener algunas nociones vinculadas a los
principales aspectos filosóficos culturales que nutrieron las realizaciones de
este período conocido como el primer peronismo, y en especial, la obra vinculada
a la salud pública.
Uno de los pensadores que se concentro especialmente en este tópico es Juan W.
Wally en un trabajo escasamente difundido: Generación de 1940, Grandeza y
frustración, publicado por la Editorial Dunken en el año 20071. Allí dicho autor
analiza meticulosamente la labor artístico – cultural de una generación que
define como la “generación argentina de 1940”. Entre las características que el
ensayista resaltará de dicha generación encontramos dos que resultan
significativas para el presente análisis:
I.- Revolución estética: En las décadas previas a los acontecimientos de octubre
de 1945 se expresará un vigoroso y pluralista movimiento cultural donde se
manifestaran - entre otras - la cuestión de la identidad colectiva. Una “nueva
sensibilidad” recorrerá las obras de los artistas quienes apelando a un
vanguardismo rupturista o simplemente a formas tradicionales, se pronunciaran
enunciando desde crudas descripciones de una realidad angustiante, hasta nuevos
anhelos y esperanzas colectivas.
II.- Nativismo cultural: “Una revalorización de la cultura hispano criolla – ya
iniciada principalmente por Manuel Gálvez y Ricardo Rojas -, y más concretamente
a partir del rescate del prototipo gaucho del Martín Fierro por Leopoldo
Lugones”2 recorrerá las obras de esta progenie y nutrirá su producción.
La revolución estética y el nativismo cultural se pronunciaran a través de una
innumerable cantidad de artistas y autores en todos los campos del quehacer
artístico. Aunque resulta imposible enunciar taxativamente a todos sus
referentes, algunas referencias pueden acercarnos a la magnitud del
fenómeno: (…) “los bellos paisajes de La Boca y sus protagonistas, en Benito
Quinquela Martín y los motivos camperos de las caricaturas de Florencio Molina
Campos”3, que conectarán la belleza visual con el sentimiento popular. Esta
nueva sensibilidad de minorías y mayorías se verá reflejada, también, en el
desarrollo de la música popular argentina:”(…) la mención de Carlos Gardel,
Ignacio Corsini, Agustín Magaldi, Azucena Maizani, Rosita Quiroga, Esteban
Celedonio Flores, Francisco Canaro, Pascual Contursi, Enrique Cadícamo, Enrique
Santos Discépolo, entre tantos otros, nos exime de mayores comentarios. El
teatro nacional tuvo a Armando Discépolo, Alberto Vacarezza, Samuel Eichelbaum,
Luis Arata, entre otros destacados cultores. Juan Alfonso Carrizo y Carlos Vega
hurgarán en las raíces de nuestro folklore. Carlos Gilardi, Luis Gianneo y Juan
José Castro seguirán la línea de las dos generaciones anteriores en la expresión
del llamado “nacionalismo musical”4.
No obstante, el devenir de esta generación expresará coincidencias y
disidencias y, además, expectativas políticas no siempre concordantes.
Adherimos a la hipótesis de que la influencia de los aspectos resaltantes de su
obra, resultó decisiva para los acontecimientos sociales y políticos que
acontecieron a mitad del siglo pasado. Así creemos que una profunda convulsión
estético – cultural precederá a la revolución política, a la vez que le otorgara
sentido a través de la labor interpretativa de un protoperonismo constituido –
entre otros – por agrupaciones como F.O.R.J.A (Fuerza de Orientación Radical
para la Joven Argentina) y por la literatura anti imperialista de la época como
la de Manuel Ugarte, José Luis Torres entre otros.
En medio de la convulsión artística motorizada por la progenie en estudio la
filosofía, por su parte, intentara dar cuenta de este florecer cultural y
formular sus aportes. No resulta casual que circulara por todo el pensamiento
filosófico de la época el interrogante sobre “que es la Argentina”, incógnita
que nos vinculaba a su identidad, no sólo como un impulso hacia la búsqueda de
una tradición (como indagación en la configuración ontológica de nuestro pasado)
e inscribirse en ella, sino como una delimitación de un universo de pertenencia
y de sustento para el futuro. No resulta extraño además que en todo ese florecer
cultural y filosófico se planteen universales vistos - al decir de autores
como Arturo Jauretche - por los propios ojos y un destino americano mestizo
capaz de asumir como propios esos universales.
Como bien enseña Gerardo Oviedo, ese pensamiento filosófico argentino
implicaba (…) “un estado crítico de autorreflexión sobre los destinos
emancipatorios de esta nación sudamericana y del continente. Cierta conciencia
de si. Una autorreflexión histórico intelectual, no sólo como un modo de encarar
la prosecución de una tradición, sino como práctica para esbozar un horizonte de
comprensión sobre nuestras expectativas vitales como mundo cultural y comunidad
política”5 Coriolano Alberini citado por Oviedo, advertirá en sintonía que (…)
“los pueblos de vocación ciudadana poseen una manera propia y espontánea de
sentir la vida que se corporiza en creencias que llegan a expresar
intuitivamente una axiología colectiva” 6 .Carlos Astrada, también mencionado
por Oviedo, se expresará manera similar7.
La cuestión de la salud durante el primer peronismo no solo resultó un propósito
de relevancia que se incorporó como un asunto de estado a un gobierno que asumió
una fortísima impronta social. Fue, además, consecuencia de esa “nueva
sensibilidad” que recorrerá todos los ambientes culturales de la época y que se
extenderá hacia los científicos.
Entre otras cuestiones abordadas en dicha materia, llamará especial atención el
impulso hacia la profesionalización y la dignificación de la labor de enfermería
por parte la Secretaría de Salud Pública – a partir del año 1947 – a cargo del
injustamente olvidado Ramón Carrillo, hasta su consolidación institucional en
1950 con la creación de “Escuela de Enfermeras 7 de mayo” de la Fundación Eva
Perón8
Ya en 1951 bajo el lema “Nuestro destino es servir a la humanidad” (aquí aparece
el universal) se publicitaba la “Escuela de Enfermeras 7 de mayo” de la
Fundación Eva Perón. No obstante, bien puede referirse a la importancia que
cobro el “Plan Analítico de Salud Pública” (1947) elaborado por el mismo
Carillo. Dicha obra significó una novedosa revalorización de la figura de la
mujer enfermera, quien hasta entonces cumplía un rol de “cuidadora” y
desempeñaba tareas domésticas en los hospitales. Se estableció allí, además, la
necesidad primordial de la capacitación como instrumento vital de una profesión
destinada no solo a acompañar tratamientos médicos, sino también, a contribuir
con el cuidado integral de los pacientes, tal como se conoce en la actualidad.
Cabe señalar que en la época no se contemplaban derechos laborales ni
remuneración alguna, puesto que la tarea de enfermería se consideraba como una
actividad benéfica y/o voluntaria. El Hospital Rivadavia, la Maternidad Peralta
Ramos, dependientes de la Sociedad de Beneficencia9, y la Cruz Roja Argentina
fueron los lugares emblemáticos donde se desempeñaban las jóvenes aspirantes que
ingresaban a la enfermería, como actividad puramente vocacional y de servicio al
prójimo; como un rol caritativo y de fuerte anclaje social. Es decir que en
aquellos años existían dos grandes centros formadores de las auxiliares: La
Escuela de la Cruz Roja y la Escuela de la Sociedad de Beneficencia, que
posteriormente pasó a la órbita de la Fundación Eva Perón10
María Eugenia Álvarez fue la Directora de la “Escuela de Enfermeras 7 de mayo”
entre 1951 y 1955 y además, enfermera personal de Eva Perón – “La enfermera de
Evita” – como la historia argentina la señalaría años después al identificarla
como una de las mujeres más cercanas a Eva en sus horas más críticas. Su
testimonio en el Programa de Historia Oral del Instituto Nacional de
Investigaciones Históricas Eva Perón, refleja esta cuestión:
“El Hospital Rivadavia era sólo de mujeres por eso mi formación, y carrera, se
especializó en el cuidado de pacientes mujeres. Luego de finalizar los estudios
continué en el hospital. Hacia el horario de todo el personal, de seis de la
mañana hasta las siete de la tarde, en la zona 15, pabellón Cobo, sala 15. A los
veinte años continuaba siendo ayudante de enfermería, es decir que cumplíamos la
función de mucamas porque las Damas de Beneficencia no contrataban mucamas,
guardaban la platita para otra cosa, así que estaban las enfermeras que
trabajaban de enfermeras y las ayudantes que hacíamos de mucamas, desde cambiar
al paciente hasta limpiar las persianas de metal”.
Hasta que no fui mayor de edad no tuve salario fijo. Me nombran justo cuando
vino el General Perón porque por esos momentos cumplí los 21 años y enseguida me
nombraron. En realidad me nombraron en 1945 pero había terminado mis estudios
seis meses antes de cumplir la mayoría de edad y trabajé sin recibir nada. Nadie
tuvo la culpa, no se acordaron las pobres monjitas. Lo que sé es que estudié
para ser enfermera, que era lo que quería a pesar de no recibir remuneración.
(…) [Cuando] el General Perón ya era Presidente, por supuesto. Llegaron
finalmente las ocho horas, los nombramientos, los sueldos, los francos, porque
perdón, pero nosotros teníamos un franco una vez al mes. Todos seguimos
trabajando normalmente a pesar del cambio político. Seguro que había comentarios
pero nosotras trabajamos en nuestra tarea de enfermeras apolíticas” 11
Antes del desempeño de Álvarez como responsable de la Escuela, Teresa Adelina
Flora, ocupó el cargo administrativo de la organización siguiendo los
lineamientos formulados por Carillo. La investigación “La Escuela de Enfermeras
de la Fundación Eva Perón” retoma este proceso que se gesta a partir de 1947
hasta 1950 cuando finalmente la Escuela de Enfermeras 7 de mayo se integra a la
Fundación y se consolida con una estructura y una centralización bien definida,
gracias al amparo que le brinda esta última.
“Con la intervención de la Sociedad de Beneficencia, el Dr. Armando Méndez San
Martín decide transformar su escuela de enfermeras en una institución más acorde
con las proyecciones asistenciales. Para ello encargó la tarea a Teresa Adelina
Flora, hasta ese momento secretaria de la Escuela de Enfermeras del Hospital
Peralta Ramos. Se concentraron todas las escuelas de enfermeras existentes y
crearon nuevos planes de estudios que perfeccionaron la enseñanza. En menos de
un año se organizó la nueva Escuela de Enfermeras que lleva el nombre` Escuela
de Enfermeras 7 de mayo`.
Teresa Adelina Flora se ocupó de la organización administrativa mientras que la
organización de la metodología y didáctica fue trabajo de un grupo de médicos
que delinearon los planes de estudio en los cuales se reflejan algunas metas que
proponía Carrillo.
Los cursos de enfermeras tenían una duración de dos años y su plan de estudios
incluía doce materias que conformaban el ciclo de grado. El Programa consistía
en las siguientes asignaturas:
Para Primer Año: Higiene y Epidemiología, Anatomía y Fisiología, Semiología,
Patología general y terapéutica, Defensa nacional y calamidades públicas.
Para Segundo Año: se dictaban primeros auxilios, enfermería médica y quirúrgica
obstétrica, ginecología y puericultura, dietética y medicina social. Se
completaba con la formación de un posgrado que se llevaba adelante con prácticas
hospitalarias.
Por otra parte, las alumnas recibían clases de conducción de vehículos. Esto se
debe a la dotación de la Escuela de Enfermería compuesta por unidades del cuerpo
de emergencias en motocicletas, ambulancias hospitalarias, ambulancias equipadas
para operaciones de urgencias, unidades Jeep con equipo de oxígeno y anestesias;
además de los camiones para el traslado del personal médico y enfermeras” 12
A partir de la revisión historiográfica y el testimonio de sus protagonistas se
infiere que la cuestión de la enfermería argentina, como parte fundamental de la
medicina integral, no había sido contemplada ni valorada como tal hasta las
reformas introducidas por el peronismo a través del Dr. Ramón Carrillo y su Plan
Analítico. Asimismo, es destacable el rol desempeñado por el Estado como garante
de los derechos de esas trabajadoras, hasta el momento despojadas de
remuneraciones sociales y formación académica eficiente para el desarrollo de
tal labor. De esta forma, el Estado reivindica y fomenta la medicina preventiva
en sus múltiples aspectos, dado que mejora, al mismo tiempo, el sistema de salud
que beneficiará la calidad de atención de sus pacientes.
La indudable composición femenina de la enfermería nos remite además a un primer
peronismo que resultó impulsor de los derechos legítimos de la mujer. Su primer
gran logro se instituyó 23 de septiembre de 1947 cuando en un acto frente a la
sede de la CGT, el Coronel Juan Domingo Perón, firmó el decreto presidencial que
le dio valor institucional a la ley 13.030, que otorgó el acceso al voto a las
mujeres de todo el país y que, finalmente, hizo realidad el sueño de muchas
mujeres mas allá de su filiación partidaria como Alicia Moreau de Justo,
Alfonsina Storni y, en especial, de su insoslayable compañera Eva Duarte de
Perón, quien lucho fervientemente en pos de este propósito democrático.
Ya por octubre de 1944 manifestaba Perón al inaugurar la División del Trabajo y
Asistencia de la Mujer: “dignificar moral y materialmente a la mujer equivale a
vigorizar la familia. Vigorizar la familia es fortalecer la Nación, puesto que
ella es su propia célula. Para imponer el verdadero orden social, ha de
comenzarse por esa célula constitutiva (…) de toda agrupación humana que es la
familia”. Mediante estas simples reflexiones el ex presidente de los argentinos
advirtió ya en su tiempo, que había llegado la hora de la dignificación moral y
material de la mujer, presupuesto indispensable para fortificar la familia y de
esta forma robustecer la Nación.
El 4 de mayo de 1950, Eva Perón pronunció un discurso con motivo del almuerzo
ofrecido en su honor por el partido peronista femenino distrito Capital Federal.
Allí entre otras consideraciones recomendó a las mujeres:
“…ser tolerantes, porque hay que tolerar para que nos toleren: deben ser
persuasivas y llevar adelante la doctrina, y no solo predicarla, sino
practicarla con amor, con espíritu de abnegación y de renunciamiento”. Dijo
además: “…Sacrifiquémonos; no pensemos en horarios ni en nada. Estamos luchando
por el ser o no ser de la Patria y, cuando las fuerzas físicas se debiliten,
levantamos nuestros ojos hacia la figura de nuestro Líder…”. Por ultimo señaló:
“Empecemos por ser disciplinadas. Seamos unidas; yo quiero que la mujer
Argentina logre algo, que llegue, que triunfe. Aspiro a que las mujeres tengan
un arma poderosa en su unidad y que sean organizadas: así triunfaremos, si no,
no”13.
Tolerancia, sacrificio, organización, capacitación y solidaridad fueron los
bastiones sobre los cuales se asentó la definitiva incorporación de la mujer a
la vida institucional del País. Pero a la vez, el reconocimiento de los derechos
de trabajadores y trabajadoras, resulto el puntapié inicial para la
revalorización de una actividad primordial en Salud como la de la enfermería.
Dicha revalorización encontrará fundamento en una “nueva sensibilidad” que
cruzará los espíritus de las generaciones predecesoras, sensibilidad además que
llevará a médicos como Carrillo a implementar un inedito regimen de salud
preventiva que con el tempo mejorará sustancialmente la calidad de vida de todos
los argentinos.
1 Wally, Juan W: “Generación Argentina de 1940: grandeza y frustración” de.
Editorial Dunken. Año 2007.
2 Wally; Juan W: ibídem
3 Wally; Juan W: ibídem
4 Wally; Juan W: ibídem
5 Oviedo, Gerardo. Historia Autóctona de las ideas filosóficas y autonomismo
intelectual: sobre la herencia del siglo XX, disponible en www.labiblioteca.edu.ar consultado
el 08-12-2013
6 Alberini, Coriolano. “La cultura filosófica argentina” citado por Oviedo
Gerardo; “Historia Autóctona de las ideas filosóficas y autonomismo intelectual:
sobre la herencia del siglo XX”, disponible en www.labiblioteca.edu.ar consultado
el 08-12-2013
7 (…) “El pueblo auténtico es una unidad de destino prospectiva, dinámica,
deviniente en pos de estructuras que lo interpreten y le dan forma consistente
de comunidad histórica, de fines claramente marcados y de medios excogitados con
acierto. El pueblo cuando existe políticamente de verdad, es siempre la
evolución o la revolución económica, social y política y así crea sus propias
estructuras, dentro de las que ha de encauzar su vida y sus realizaciones".
8 Ramacciotti y Valobra: “La profesionalización de la Enfermería en Argentina:
Disputas políticas e institucionales durante el Peronismo” en Revista de
Historia de la Medicina y de la Ciencia Editorial Asclepio, 2010.
9 El 6 de septiembre de 1946 y mediante el decreto Nro. 9414/46 es intervenida
la Sociedad de Beneficencia de la Capital Federal. El 28 de septiembre de 1948
mediante la ley nacional Nro. 13.341, todos sus bienes, conjuntamente con su
personal, derechos y obligaciones, se transfieren a la Dirección Nacional de
Asistencia Social. Así la Escuela de Enfermeras que funcionaba en la maternidad
Peralta Ramos -hospital controlado por la Sociedad de Beneficencia- pasó a estar
bajo la égida de la Dirección Nacional de Asistencia Social. Entonces, la
Escuela pasó a denominarse “7 de mayo” en homenaje a la fecha en que había
nacido Eva Perón
10 Cipolla Damián, Martínez Romina y Macek Laura: en Revista de historia
bonaerense, Año 18, Nº 38, 2011
11 Álvarez M. La enfermera de Evita, INHEP, Bs.As, 2010
12 Della Sánchez de Rozier: 18 de mayo de 2009, entrevistada por Cipolla Damián,
Martínez Romina, Macek Laura. ibídem
* Texto publicado en el libro: “La enseñanza de la enfermería en la Universidad
Nacional y Popular. el caso de la Universidad Nacional de Lanús”. Ramón Álvarez
y Silvia Cárcamo editores – autores. Editorial Universidad Nacional de Lanas-
EDUNLA.
** Profesor Titular Ordinario del Seminario de Pensamiento Nacional y
Latinoamericano de la Universidad Nacional de Lanús. Director del Departamento
de Planificación y Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Lanús
*** Licenciada en Periodismo. Universidad Nacional de Lanús.