Pancho
Cabral, el juglar enharinado
Por Pedro Patzer
Los ríos chiquitos y la chicha, el Padre Angelelli y el Pujllay, las exhaustas
familias de los mineros de Chilecito, las preguntas de la sed, las respuestas de
la albahaca, las huellas legendarias de Facundo Quiroga y el Chacho Peñaloza, el
sol de la vidala y la noche del vino, patios con la torcaza de la infancia y
solares donde retumban los ecos del kakan, todo esto y muchas otras cosas que La
Rioja es en lo indecible, consigue alcanzar un juglar enharinado, que como
Pancho por su casa, entra en la historia grande de la vidala chayera. Pancho
Cabral, biógrafo de los hombres de albahaca y de las mujeres de agua: “Venga, mi
niña chayera,/ que mi canto espera cuidando al Pusjllay./ Llegue enagüita de
harina/ que estoy en las esquina de mi Tajamar”
Parece que La Rioja se las ingenia para engendrar artistas que se parecen a su
misterio: la provincia de Facundo ha parido a poetas como Ariel Ferraro, Julio
Migno, Héctor David Gatica, Daniel Moyano y a trovadores como Ramón Navarro,
Chito Zeballos y Pancho Cabral, el juglar enharinado: “Los toros calientes de
las albahaca madre son rostros sagrados, eternos murales. Son dioses pequeños,
infinitos, grandes; símbolos añejos, dibujos vencidos, garabatos de agua”
Rescatamos el camino del juglar enharinado porque es un artista más allá de los
escenarios, es un mapa de los secretos países que se desatan en los pequeños
pueblos de La Rioja, un mapa que insiste con la geografía de lo humano: “No se
olviden de los pobres/ Cantará con voz abierta/ repartiendo un pan de agua/
sobre la tristeza nuestra/ Por eso andará en los pueblos/ con aquella voz
secreta/ Que manará/ mana y mana/ de un manantial de pureza” La obra de Pancho
Cabral es una especie de enciclopedia poética de la Rioja más humana, ella nos
permite conocer de las forma más profunda, las cosas más simples y complejas.
Así nos presenta el origen del alma de la pequeña comarca , Amaná: “Juran que
antes fue un cielo para ver,/ chañar y miel/ chañar y miel...Amaná, Amaná, Amaná/
puro diaguita venciendo esa soledad,/ bajo tu cielo perdido un alma en olvido/
ya duerme su paz, Amaná” Sus creaciones nos invitan a conocer, no como turistas,
sino como baqueanos culturales a Aicuña, querencia riojana: “¡Ay nieves de
Aicuñá! Que guardan los hombres,/ como una vidala que no sucedió/” ¿Habrá acaso
algún mapa que consiga enseñarnos tan profundamente Aicuña o Amaná, como los
versos de Pancho Cabral? ¿Habrá algún manual que pueda instruirnos en las artes
de espantar las desgracias, como los consejos de Cabral? “De tres tinajas de
aloja/ yo te haré beber/ para espantar las desgracias/ dueña de mi ser” ¿Habrá
algún libro de plegarias, que nos alcance las oraciones de los chayeros, como la
acerca el Pancho de la chaya? “Bombo nuestro que estás en las fiestas./ Chayado
sea tu nombre./ Hágase tu modo y tu albacal, aquí en las cajas, como en los
vientos” ¿Habrá un cancionero de cuna que nos ayude a dormir al niño adulto de
la chaya perdida? “Se ha dormido Catalino/ y mi canto no es de nadie/ Se ha
dormido como un niño/ Y mi vino entra y sale” ¿Habrá algún informe meteorológico
que nos explique la naturaleza de los vientos, como Cabral retrata a la madre
los vientos, a la Huayrapuca? “Madre nuestra de los vientos, Huayrapuca, ¿me
llegas desde adentro del zonda? Me abrazas con tu calor desde las montañas y
tiñes de ocre las llanuras... Oscureces el horizonte , pasas con ráfagas de
muerte, bramas en los hondos socavones, resecas el agua de los abras, los
recodos montañosos y el verde de los pastos pierde su brillo de esperanza” El
arte de Pancho Cabral es una interpretación de los libros antiguos de la
Pachamama: “La Macha de la Pacha va en su cóndor/ desbocada de altura con su
puna./Abarca todo el sol desde su altura/ y arma lente el color de las vicuñas”
Un bestiario del duenderío: “ojos inmensos, sombrero y fiesta,/ cola de plumas,
sombra de ausencia./ Mikilo grande, chiquito y siesta,/ rayo de luz y
transparencia” Un índice lírico de los ancestrales rituales: “Como pedimos agua
danzaremos, danzaremos en círculo tomados de las manos. En el centro de la rueda
estará el codiciado tinajón de aloja y cada uno levantará su cántaro sobre la
cabeza…¡Inti rupastiani!...el sol está quemando!” El Pancho de la chaya nos
explica, definitivamente, el carácter del agua: “El agua de Yacumana tiene el
alma luminosa y sangre de hierbas.... Cuentan que un enjambre de luciérnagas fue
construyendo su paso húmedo...después ella comenzó a pacificar ardidas acequias,
subió montañas, santificó los vientres del retamo, de las uvas, endulzó los
yuyos, tatuó lo verde en los aromas y desde allí baja, agua de febrero, baja sol
arriba…”
El mundo de las definiciones indica que Pancho Cabral fue integrante de los
míticos Huanca Hua y Andariegos, aunque nosotros elegimos como definición que es
uno de esos artistas que consiguen hacer que su obra se parezca al rostro y a la
voz del corazón de su gente.
Pan y Cielo, el blog de Pedro Patzer
www.pedropatzer.blogspot.com.ar
Pancho Cabral - Ay este azul