ZONA
LITERARIA - EL TEXTO SEMANAL
“Hacen falta muchos escritores
para hacer un escritor”
Entrevista a María Teresa
Andruetto por Rolando Revagliatti
María Teresa Andruetto nació el 26 de enero de 1954 en Arroyo
Cabral, provincia de Córdoba, la Argentina. Reside en un paraje
sobre la ladera oriental de las Sierras Chicas de esa provincia,
en el barrio Cabana, perteneciente a la ciudad de Unquillo.
Obtuvo por concurso la Beca Secretaría de Cultura de la Nación
Argentina, la Beca Creación del Fondo Nacional de las Artes,
la Beca Anual para Proyectos Grupales del citado Fondo, la Beca
de la Internationale Jugendbibliothek (Munich). Ha sido invitada
a cátedras de literatura, de literatura y género, de literatura
infantil en diversas universidades y espacios de formación de
grado y de postgrado de su país y el extranjero, así como a
leer sus ponencias y reflexiones en Congresos e Instituciones
de la Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Colombia, México, Estados
Unidos, España, Alemania, Suiza e Italia. Ha dirigido colecciones
informativas y de literatura juvenil y dirige actualmente una
colección de rescate de narradoras argentinas. Para niños y
adolescentes publicó “Stefano” (novela), “Veladuras” (nouvelle),
“El anillo encantado” (cuentos), “Huellas en la arena” (cuentos),
“La mujer vampiro” (cuentos), “Benjamino” (cuento ilustrado),
“La niña, el corazón y la casa” (novela), “Solgo” (cuento ilustrado),
“El país de Juan” (novela), etc. De su bibliografía para adultos
citamos las novelas “Tama”, “La mujer en cuestión”, “Lengua
madre”; publicó el libro de cuentos “Cacería”, la pieza teatral
“Enero”, los poemarios “Palabras al rescoldo”, “Pavese y otros
poemas”, “Kodak”, “Pavese/Kodak”, “Beatriz”, “Sueño americano”,
la antología poética personal “Tendedero”. Parte de su narrativa
ha sido editada en italiano, alemán, portugués, gallego, esloveno,
turco y chino. Ha sido incluida en antologías nacionales, latinoamericanas,
francesas, italianas, españolas, portuguesas, norteamericanas
y lituanas. Recibió, entre otros, el Premio Hans Christian Andersen
2012, el Premio Iberoamericano a la Trayectoria 2009, el Premio
Cultura 400 Años de la Universidad Nacional de Córdoba en 2012,
el Primer Premio Novela Fondo Nacional de las Artes 2002 y fue
finalista del Premio Clarín de novela 2007 y del Premio Novela
Rómulo Gallegos 2010. Su sitio de autora es
www.teresaandruetto.com.ar
1
- ¿Siempre viviste en esa provincia tuya que limita con otras
siete, la segunda más poblada de nuestro país? ¿Cómo fue tu
“derrotero residencial y paisajístico” en las sucesivas etapas
y cómo tus transiciones y el propio transcurrir?
MTA – Salvo un período de casi dos años (1976/1977) que pasé
en la Patagonia y tres meses del año 1993 cuando cursé una beca
en Munich, he vivido siempre en Córdoba, primero en la llanura
profunda, en Oliva, el que considero mi pueblo, también sede
de la Colonia de Alienados Doctor Emilio Vidal Abal, todo lo
cual (la melancolía, la inmigración, italiana sobre todo pero
además siria y española, la locura) marcó mi escritura y mi
percepción del mundo. A los diecisiete años me trasladé a la
capital provincial para estudiar en la universidad, hasta poco
antes del Golpe de Estado del ‘76. Para esa fecha ya estaba
en la Patagonia. En algún momento de 1977 regresé a Córdoba,
viví ahí bastante malamente hasta fines de 1983; después de
eso, me quedé en las sierras chicas, veinte años en Villa Allende
y desde hace catorce en Cabana.
2 – ¿Podrías establecer para nosotros cuál ha ido siendo tu
formación literaria, además de tu paso por la Universidad Nacional
de Córdoba? ¿“Sigue siendo” tu formación literaria?...
MTA – Estudié Letras Modernas en la Universidad Nacional de
Córdoba, entre 1970 y 1975. Después, la vida, lo que aprendí
trabajando en algunos periódicos y revistas de escasa circulación.
En el año 1984, al terminar la dictadura me integré a un grupo
de personas interesadas en los libros para niños y fundamos
el CEDILIJ (Centro de Difusión e Investigación de Literatura
Infantil y Juvenil), donde estuve hasta 1995. Ese fue para mí
un espacio formidable de formación grupal y a la vez de enseñanza
de literatura, construcción de lectores y aprendizaje acerca
de la relación entre literatura y escuela. En esa institución
di clases en seminarios y cursos de capacitación a docentes,
fui secretaria de redacción de la revista “Piedra Libre”, en
su tiempo una de las dos revistas especializadas en Literatura
Infantil en Hispanoamérica, coordiné talleres con adolescentes,
coordiné un ateneo de discusión, entre otras actividades. A
partir de 1983 di clases de literatura en escuelas secundarias
y luego en institutos de formación docente (maestros de grado,
maestros de nivel inicial, profesores de teatro) y coordiné
talleres literarios en ámbitos diversos, con niños, adolescentes,
adultos; además en geriátricos, y a jóvenes en situación de
riesgo en instituciones carcelarias y clubes. También di clínicas
de escritura de cuentos, poemas, novelas, todo lo cual fue,
a la vez que un espacio de docencia, un intenso espacio de aprendizaje.
A mis sesenta años, me considero en permanente proceso de formación
literaria, sigo leyendo literatura y sobre literatura como antes,
como siempre, como una estudiante.
3 – Entre 2005 y 2013 has escrito libros en co-autoría: “La
escritura en el taller”, “El taller de escritura en la escuela”,
“Ribak/Reedson/Rivera. Conversaciones con Andrés Rivera” (con
Lilia Lardone) y “Mujeres, artes & oficios” (con Silvia Barei).
Los títulos traslucen: así y todo, María Teresa, ¿nos podrías
ofrecer un más definido acercamiento a cada uno de ellos? Y
también, explicar ¿cómo se han organizado las responsables,
cuáles han sido los acuerdos de ejecución y las condiciones
de producción?
MTA – “Mujeres, artes & oficios” no es en rigor un libro escrito
en co-autoría; se trata de la reunión de mis poemas de “Palabras
al rescoldo” y de una serie de poemas de la poeta cordobesa
Silvia Barei que giran en torno a la vida doméstica. Los reunimos
en un volumen, con reproducciones de obras de artistas plásticas
argentinas, a instancias de una editorial. Los otros tres títulos
sí responden a proyectos de co-autoría. Con Lilia Lardone somos
amigas y ambas hemos coordinado talleres literarios; en cierta
ocasión alguien nos preguntó por qué no llevábamos nuestras
experiencias a un libro y así hicimos, a lo largo de un año
preparamos esos dos libros: uno, concebido como de apoyo a un
maestro o profesor que quiera organizar un taller en la escuela;
el otro, dirigido hacia un posible coordinador de taller por
fuera de la escuela. El tercero, “Ribak/Reedson/Rivera. Conversaciones
con Andrés Rivera” es, en efecto, un libro de conversaciones
con el querido, admirado escritor que nos distinguió con su
amistad y nos permitió entrar en su pensamiento, su historia
personal, sus sentimientos, en sucesivos encuentros grabados
a lo largo de un verano. Facilitó la tarea que lo conociéramos
y nos conociera mucho, que hubiera un piso afectivo común. Como
las dos habíamos leído profundamente su obra, buscamos en ella
fragmentos que nos pareció que dialogaban con sus conversaciones.
4 – Dos son los volúmenes en el género ensayo que has publicado
“en solitario”: “Hacia una literatura sin adjetivos” (2009)
y este año, a través del Fondo de Cultura Económica, “La lectura,
otra revolución”. También estos títulos transparentan. Así y
todo, nos podrías ofrecer un más definido…
MTA – Son libros que reúnen conferencias leídas en diversos
congresos, en Argentina o fuera del país. Ensayos escritos a
partir de proposiciones concretas, que me han llevado a pensar
sobre algunas cuestiones como la lengua, los procesos de escritura,
la voz narrativa, la relación entre literatura y escuela, entre
literatura y memoria y entre literatura e identidad… Los ensayos
han circulado antes en espacios virtuales, revistas y actas
de congresos, y en cada caso una editorial me propuso organizarlos
para un libro.
5 – ¿Hay otros en el mismo género o de narrativa o de poesía
o de dramaturgia que preveas, más o menos en lo inmediato, socializar?
MTA – Acaba de salir “Trece modos de mirar a un niño”, un poema
en homenaje al poema antológico de Wallace Stevens, en una colección
infantil y, en abril próximo, la novela “Los manchados”. También
están saliendo traducciones de mis libros a otras lenguas y
ediciones en castellano en otros países de Latinoamérica. En
cuanto al teatro, hay varias obras circulando o en preparación
que diversos teatristas programaron a partir de mis cuentos
o novelas.
6
– Es una iniciativa tuya
www.narradorasargentinas.com.ar
y sos co-directora del blog de ese Sitio y de una colección.
Invitaría a adentrarse en la propuesta, María Teresa, si nos
introdujeras en ella.
MTA – Desde hace ya muchos años me interesa revisar la tradición
o diversas tradiciones en la narrativa de mujeres en Argentina,
tal vez en el deseo de insertarme ahí de algún modo; algo así
como el rastreo de posibles madres de escritura, un gesto de
agradecimiento a varias de ellas. Y empecé a colaborar con artículos
sobre narradoras argentinas para el diario “La Voz del Interior”.
Después alguien me sugirió que colgara las notas en un blog.
Más tarde invité a otras mujeres (Juana Luján y Carolina Rossi)
a organizar una colección de rescate de narradoras argentinas
y le propusimos el proyecto a EDUVIM / Editorial Universitaria
de Villa María. Se trata de una modesta contribución, no más
de dos o tres títulos al año. Hemos publicado la narrativa completa
de Andrea Rabih, una novela que dejó inédita Libertad Demitrópulos,
otra también inédita de Paula Wajsman, hemos reeditado un libro
de cuentos de Fina Warschaver, la primera novela de Elvira Orphée,
está al salir un libro de cuentos de la gran Amalia Jamilis…,
todos con un prólogo que explora esa obra.
7 - ¿Ya habrás terminado de procesar -transcurridos dos años-
que te fue otorgado el más prestigioso premio a nivel mundial
de la literatura infantil y juvenil?...
MTA – Sí, ya me acomodé. Agradezco mucho ese premio, tan inesperado.
Me trajo traducciones a lenguas inimaginadas, muchos nuevos
lectores, numerosas invitaciones a ferias y congresos internacionales.
Igual siempre supe que era algo que sucedía desde mi persona
hacia afuera y que debía cuidar que no dañara mi relación más
íntima con la escritura. A esta altura puedo decir que por fortuna
ha sido así.
8 – Has traducido, además de cuentos, poemas de la escritora
ítalo-brasileña Marina Colasanti, y has antologado a la poeta
uruguaya Circe Maia.
MTA – Se trata de gestos de amor, amores de lectora. La traducción
de los textos de “Ruta de colisión” (Ediciones del Copista,
2004) sucedió de modo azaroso; era en principio algo para mí,
para compartir con los míos, en casa; después Marina misma me
instó a que lo ofreciera a un editor; tardé varios años en conseguir
que alguien se arriesgara a editarla, son poemas deliciosos…
Me ha dado tantas satisfacciones ese libro. Primero y sobre
todo, fue el comienzo de mi amistad con ella, quien al cabo
de los años tradujo mis novelas al portugués; la invitaron al
Festival de Poesía de Rosario, al Festival de Poesía de Córdoba,
nos vimos en tantos lugares… Tengo en la memoria un patio colonial
con ella leyendo sus poemas, magia pura, y tantos de nosotros
acompañándola. Antes y después hubo muchos lectores, muy buenas
críticas y el libro incluido en la Colección Juan Gelman.
Del mismo modo sucedió mi encuentro con Circe Maia, a quien
no he dejado de leer desde que la descubrí, como todo en la
vida, también de modo azaroso, en los primeros años ochenta.
Leía sus poemas a mis alumnos de taller, hasta que, después
de mucho tiempo, uno de esos alumnos se convirtió en editor
y me propuso que preparara una antología. Entonces viajé a Tacuarembó
a conocerla, a conversar con ella, para incluir esa conversación
en “La pesadora de perlas” (Viento de Fondo, 2012). Ella es
de una profundidad y de una sencillez extraña, extrema…; fueron
días inolvidables.
En cuanto a la traducción, mi experiencia es muy pequeña, no
me considero, no soy una traductora.
9 - ¿Qué es lo que más te preocupa en la traducción de tus propias
obras?
MTA – Me preocupa todo: el sentido, el lenguaje y muy particularmente
el tono. He sido, sin embargo, muy afortunada: al portugués
fui traducida por Colasanti, quien tiene un manejo muy fino
de la lengua, al italiano por una traductora excepcional como
es Ilide Carmigiani, recibí muy buenos comentarios de las traducciones
al alemán, especialmente de la compleja traducción de “La mujer
en cuestión”, y al esloveno… En cuanto al resto, las traducciones
al chino, al turco, desconozco los resultados, aunque no dejo
de preguntarme, sobre todo en las versiones al chino, hasta
dónde se habrá podido trasmitir lo que escribí.
10 – Entiendo que “Beatriz” es un homenaje a Beatriz Vallejos
(1922-2007). Seguramente la has conocido personalmente. ¿Cómo
está estructurado tu libro?
MTA – Beatriz es también un gesto de amor, en este caso hacia
la persona y la poesía de Beatriz Vallejos. Aunque nos hablamos
muchas veces por teléfono, nos mandamos libros, tarjetas y cartas,
nos vimos sólo en dos ocasiones. Una en su casa de Rincón, provincia
de Santa Fe, cuando ella estaba todavía muy bien, un fin de
semana precioso. La otra, unos años más tarde, en un departamento
de la ciudad de Rosario, a donde fue cuando ya no podía vivir
sola. El libro refleja esos dos encuentros, ese “Ayer” cerca
del río Ubajay, y ese “Hoy” en Rosario, y luego una coda, a
la manera de una elegía con cierre musical.
11 – ¿Y Pavese? Otro poemario tuyo lleva el apellido del gran
piamontés. ¿Pavese en tu escritura (no sólo poética)? ¿“Pavese
/ Kodak” es en un volumen la segunda edición de cada uno de
dichos libros? ¿En estas segundas ediciones has hecho correcciones
o añadido textos?
MTA – No hice correcciones en la reedición de esos libros; los
reuní en un volumen porque las primeras ediciones, pequeñas,
ya no se conseguían. En cuanto a Cesare Pavese es un mojón para
mí, por su escritura, ciertamente, pero también por un pequeño,
modesto mito familiar: mi papá era de un pueblo vecino a Santo
Stefano y recordaba un encuentro con él, una breve conversación,
en la calle. Luego en Pavese hay muchas marcas de “lo piamontés”,
la cultura de mis abuelos maternos en Argentina, cierto modo
de hacer y de sentir que se me vuelve muy familiar, que me conmueve.
12 – Ya los lectores de este reportaje se encontrarán con una
muestra de tu poética. Además de la construcción de la identidad
individual y social, las secuelas de la dictadura en nuestro
país y el universo femenino, ¿qué otros ejes insisten, irrumpen,
aunque más no sea de modo tangencial, en tu narrativa? ¿Qué
tratamientos son los que preponderan en ella? ¿Qué hay detrás?
MTA – Me interesa mucho la oralidad, lo conversacional, la diversidad
de voces. El amor también o el desamor, dos caras de la misma
cosa, ese pequeño mundo íntimo que nos sostiene o nos destruye
o las dos cosas al mismo tiempo.
13 - Oigamos a un novelista, Milan Kundera, en su “La vida está
en otra parte”: “La imagen fantástica que has depositado en
el poema ¿puede haber sido el resultado de tus meditaciones?
De ninguna manera: se te ocurrió de repente, inesperadamente;
el autor de esa imagen no eres tú, sino mas bien alguien dentro
de ti; alguien que hace poesía dentro de ti. Ese alguien que
hace poesía es la poderosa corriente del inconsciente que atraviesa
a cada hombre; no es ningún mérito tuyo particular el que esta
corriente, dentro de la cual todos somos iguales, te haya elegido
a ti como instrumento.” Y oigamos ahora una reflexión, algo
que añadir, María Teresa.
MTA
– Aceptaría la idea de alguien que escribe dentro de uno, si
pudiera quitarle a esa idea toda sensación de trascendencia.
Los escritores trabajamos con un material prestado, la lengua.
Creo que en los mejores escritores, en los momentos más luminosos
de esos escritores, quien escribe es una sociedad, un pueblo.
Las voces de los otros, haciendo eco en un hombre, una mujer,
que toma esas voces y las devuelve enriquecidas al lugar de
origen.
14 - ¿Viste que uno en ciertos casos quiere a personas que no
valora o valora poco, y que en otros casos valora a personas
que no quiere? ¿Esto te perturba, te entristece, te desacomoda?
¿Cómo “lo resolvés”?
MTA – Sí, hay de todo, pero al menos yo, a las personas que
valoro termino de algún modo queriéndolas, y a las personas
que quiero, más temprano que tarde las valoro. Me dejo llevar
por la brújula del amor, pero ese amor creo yo, no es ciego.
15 - De un suceso o personaje histórico, un escritor construye
una novela o un cuento o una pieza teatral o…; de la novela
o…, un cineasta filma un largometraje; del largometraje, un
poeta concibe un soneto; del soneto, otro cineasta concreta
un cortometraje; del cortometraje, otro artista… ¿Qué te provoca
compartir con nosotros lo que acabo de formular?
MTA - Los escritores somos grandes recicladores. Cada obra está
alimentada por otra que estuvo antes y esa por otra y así, y
si tenemos suerte, esa obra servirá de alimento a otras que
vendrán más tarde. Eugenio Montale dijo alguna vez que hacen
falta muchos hombres para hacer a un hombre…; en fin, hacen
falta muchos escritores para hacer a un escritor.
María Teresa Andruetto selecciona para acompañar esta entrevista,
en noviembre de 2014, seis poemas de “Sueño americano” (Caballo
Negro Editora, 2009):
Lección de piano
Brilla el asfalto como un vestido de seda
bajo las luces de un teatro. Otra vez marzo
en la avenida que lleva a la maestra de piano.
La llovizna humedece los silos, la alameda,
la resaca de la noche en el billar. Alguien
seca al sol las fachadas de laja en las casas
del centro. Levantan puntos de media,
las chicas de Los Vascos y el verano
peina el pelo en colas de caballo. Cuando
sea grande, seré concertista, dice a todos
la niña que va a piano. Serás profesora,
dice la madre a la vuelta de los años. Piensa
en eso la niña mientras muerde la madera
del piano. Va su pensamiento lejos del pueblo,
más allá de la maestra y del verano.
Películas
En mi pueblo había un cine. El dueño saludaba
a los vecinos como un cura a la entrada de su iglesia
y era el cine, en verdad, como una iglesia
a la que íbamos, por la tarde, los domingos. Estaba
sobre la ruta, frente a los trenes que cruzaban
la llanura. Por el veredón paseaban las parejas
con cucuruchos de helado y escuchaban los hombres
el partido en pantalón de baño y camiseta. En el atrio
había un kiosco y en el kiosco una mujer vendía
titas y rodhesias. Con vestidos de piqué, los domingos
por la tarde las dos íbamos al cine, a ver a Marisol,
a Doris Day, a Joselito. Un día no llegaron
las películas y pasaron un drama en blanco y negro.
Recuerdo a la salida la cabeza borracha, el veredón
donde arrastraban su tedio las parejas, los hombres
traspirando sus camisetas de tira y los camiones
que rugían por la ruta, con las luces encendidas,
las primeras de la noche que llegaba.
Patricia Lee
Flota Patricia Lee sobre la vereda, como un poema
de Rimbaud. Es de oro la luz y sin embargo ella sabe
que puede no alumbrar. Cuando era chica quería ser
poeta. Tenía al niño genio de la mano, pasaba con él
su temporada en el infierno. Saludaba el ojo bizco
camino del templo a los vecinos, pensando
que su palabra no era para esa gente. Algún día volveré
y seré millones, se decía, cantaré en estadios,
estudios, festivales, y aplaudirán los músicos del mundo,
no esta gentuza de pueblo. Cuando era chica quería ser
famosa. Más tarde quiso ser la monja de Calcuta.
No la maldita, no la artista consumida, no la puta,
sino la que llora al hermano muerto, al marido muerto,
a los amigos. Ya no hay distancia entre los sueños
y la vida. Por eso canta en la noche en los estadios,
los estudios, los rincones de su casa. Canta Patricia Lee
y mientras canta la maldicen los bizcos y los genios,
gritan camino del templo los poetas, Volvé a tu casa,
Patti, volvé a tu casa. Pero Patti Lee,
Patti Lee…
Hostería en las sierras/ Otoño de 2007
“Mi música es para esta gente”
Ludwig van Beethoven
Tras la ventana del hotel caen las hojas amarillas,
flotan semimuertas sobre el agua de la piscina, como
en un cuento de Cheever. En la memoria alguien
arrastra una silla hacia el agua sucia, sin embargo
es de oro esta luz y ella sabe que puede no verla más.
Cuando era chica quería ser pianista. Iba con otra
de la mano, iba con El clave bien temperado
bajo el brazo, hacia una casa de la calle Francia.
Saludaba camino del conservatorio a los vecinos,
pensando que su música era para esa gente.
Alguna vez tocaré preludios en un teatro, se decía,
y aplaudirán los vecinos, la buena gente
del pueblo.
Historia de vida suya, pero remota.
Más tarde quiso ser como la puta de Fassbinder,
ésa que hacía feliz a todo el mundo. No la maldita,
no la estrella incandescente, no la artista consumida,
sino la monja de clausura, la que alivia al peregrino,
la que no le quita a nadie nada. No hay distancia
entre lo íntimo y lo público, las calamidades
históricas convergen con las privadas. La buena
gente asesina a los débiles y mantener abierta
la herida es la única esperanza.
Historia de vida remota, pero suya.
Cuando escribe en la noche, crece el murmullo
de tantos y tantos que vienen llegando, un torrente
que avanza y se dilata, que grita Go Home,
Go Home, necesito un lugar en el mundo. ¡Y ella
que no quería quitarle a nadie nada!
Muchacha de Ucrania / 2003
¿Cómo van en tu tierra las cosas?,
pregunto. Siempre peor, me responde,
es todo una mafia. Mi prima allá abajo
levanta la mano. La chica se llama Alexandra
y va a trabajar a Gerona. Tiene a su padre
en Valencia y a su madre limpiando
un albergue en Milano.
Su hermano,
que cumple catorce, se ha quedado en Ucrania
cuidando la casa. Hablo tres lenguas, me dice,
ucraniano, moldavo y rumano, pero eso no sirve
en España. En el bus van gitanos, letones
y húngaros, y esta chica que tiene a su madre
en Milano. También va una mujer de Trujillo
que no tiene papeles, me lo dijo comprando
el pasaje. Hay un sitio mejor
y está lejos.
(Por la tarde
he llamado a mis hijas.
No estaban)
Yo quería quedarme
cuidando la casa, me dice la chica de Ucrania,
pero es mejor que se quede mi hermano.
Conversando, he olvidado que estoy todavía
en Torino, que el bus no ha arrancado,
que mi prima allá abajo levanta
la mano.
Los hermanos García / 1978-1983
A Juan, Antonio y Mary
Por la ventana que da a la Escuela Alberdi, veo pasar
hacia la noche a chicas como yo y a los muchachos.
Los escucho reír en la vereda, bajo esta ventana pequeña.
Es noche de sábado y los hermanos cocinan puchero
de falda y de quijada. Sé que otros se han escondido
en el Tigre, en la Patagonia o en Longchamps. Algunos
mandan señas, flores sobre la falda, desde Oslo,
Gotinga o Ámsterdam. Yo vivo tras este ojo de buey,
con la quijada contra el marco, mirando a las chicas
y muchachos que cruzan la avenida. Es también sábado
en la pieza del hotel, sobre los techos de esta casa
de citas, junto a la comisaría, donde alquilan
los camioneros sus siestas de amor con los colimbas
o las mujeres de la Humberto Primo. Aquí, tras el vidrio
de esta raja de luz, bajo el ala de unos gallegos venidos
de Inriville, espero que pasen los meses o los años.
García quiere decir Smith y el más común de los mortales
se llama Juan. Sube cada mañana la precaria escalera
con su manojo de llaves y comida y como una lonja
de sol me abre paso entre putas, milicos y viajantes.
Entrevista realizada a través del correo electrónico: Barrio
Cabana, Ciudad de Unquillo, Provincia de Córdoba, y Ciudad Autónoma
de Buenos Aires, distantes entre sí unos 670 kilómetros, María
Teresa Andruetto y R. R., 27 de noviembre de 2014.
Descargar la entrevista en pdf
Fuente: http://actaliteraria.blogspot.com
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