La
resistencia del guaraní
Por Carlos Del Frade
(APe).- El 2 de febrero de 1989 terminaba la dictadura de 35 años de Alfredo
Stroessner en Paraguay. Para las biografías que circulan por internet, “durante
los años ochenta, Brasil y Argentina regresaron a la democracia y el pueblo
paraguayo aprovechó ese clima político para salir a las calles a manifestarse.
Tales manifestaciones fueron lideradas por el Acuerdo Nacional (PLRA, Febrerista)
y los sindicatos, pero fueron reprimidas violentamente, a pesar de ser
pacíficas. Por ello, Stroessner fue abandonado por sus antiguos aliados, como
Estados Unidos, y la economía empeoró.
En 1987, se realizó la Convención del Partido Colorado y la facción stronista de
su partido pensaba escoger como candidato a su hijo mayor, Gustavo Stroessner,
debido a los rumores de que el ya anciano dictador padecía una enfermedad, pero
lo escogieron a él. En las elecciones fraudulentas de 1988 obtuvo el 88,8% de
los votos.
Ese mismo año recibió en Paraguay al papa Juan Pablo II. Debido a lo brutal de
su dictadura, la facción más tradicionalista de su partido, los militares y en
especial la Iglesia católica, empezaron a demostrar su malestar hacia el
régimen: en la madrugada del 3 de febrero de 1989, su consuegro y hasta entonces
mano derecha, el general Andrés Rodríguez Pedotti, con el respaldo de Estados
Unidos, encabezó un golpe de Estado. Fue detenido por unos días hasta que fue
enviado al exilio a Brasilia, junto a su hija Graciela, su hijo Gustavo y la
esposa de este último María Eugenia Heikel”, sostienen esas páginas.
Recién en el año 1992, tres años después del fin de la dictadura, el idioma
guaraní fue, por fin, reconocido como el idioma nacional.
Tanto Stroessner como la prohibición del guaraní fueron herencias del genocidio
cometido durante la llamada guerra de la triple alianza o, mejor dicho, la
guerra de la triple infamia que este primero de mayo cumplirá 150 años de su
declaración de parte de las burguesías argentina, brasileña y uruguaya.
Para el investigador Manuel Fernández, autor del ensayo “Breve historia del
guaraní”, la población de Paraguay, “de 1.300.000 a inicios de esa guerra, se
redujo a unos 200.000 al final de ella, y de ésta, sólo el 10 % era masculina,
casi todos ellos ancianos y niños que no pudieron ir al frente. También perdió
gran parte de su territorio, que pasaron a formar parte de la Argentina y el
Brasil, zonas que hasta hoy son guaranófonas. Fue así como Paraguay, de la gran
riqueza, pasó a la extrema pobreza.
“Terminada esa guerra, y bajo el dominio económico de los extranjeros
(argentinos, brasileños e ingleses) que plantaban su capital en el territorio
paraguayo para destrozar sus recursos naturales y utilizar mano de obra femenina
barata, el guaraní es nuevamente perseguido, por no ser el idioma de los nuevos
amos de las tierras. El argentino Domingo F. Sarmiento fue el asignado a revisar
el programa escolar, de manera que "la lengua salvaje" quede fuera de él, y
Paraguay pueda incorporarse de nuevo a "la civilización".
“Como era de esperarse, la población no acompañó a la pequeña elite gobernante,
que estaba vendiendo su tierra y pisoteando su lengua. Siendo el guaraní el
único recurso no destruido por la guerra, continuó coleando entre los continuos
ataques de que era blanco: el adjetivo "guarango" significaba "salvaje que habla
guaraní". Como resultado, los hablantes del guaraní en general detestaban esa
escolaridad foránea y nuevamente el guaraní retomó la férrea oralidad de la que
siempre fue orgulloso…En 1989 Paraguay sale de una larga dictadura, y la
siguiente Constitución Nacional (1992) ya reconoce al guaraní como idioma
oficial del país, en un mismo nivel que el español. Inmediatamente se implanta
su uso obligatorio en la educación escolar básica, y luego en el nivel medio,
con una educación bilingüe. El guaraní ha sido debidamente reconocido”,
terminaba diciendo Fernández.
A ciento cincuenta años del inicio del genocidio que significó la guerra de la
triple infamia, el guaraní resiste porque, entre otras, como dice Roberto Romero
en su estudio “Protagonismo histórico del idioma guaraní”, guaraní quiere decir
“pueblo libre”.
Fuentes: “Breve historia del guaraní”, de Manuel Fernández; Agenda
Latinoamericana 2015; y “Protagonismo histórico del idioma guaraní”, de Roberto
Romero.
Agencia de Noticias Pelota de Trapo
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