“Un
mundo de bondad es impensable a juzgar por ciertos e inciertos comportamientos
humanos”
Entrevista a Gabriel Impaglione por Rolando Revagliatti.
Gabriel Impaglione nació el 15 de enero de 1958 en Villa Sarmiento, partido de
Morón, provincia de Buenos Aires, la Argentina. Reside en la ciudad de Lanusei,
provincia de Ogliastra, isla de Sardegna, Italia. Es el responsable de la
revista de poesía “Isla Negra”, la que se distribuye como adjunto a sus miles de
suscriptores, y de
http://revistaislanegra.fullblog.com.ar y de
http://revistaislanegra.wordpress.com. Ha sido traducido al francés, ruso,
catalán, italiano, gallego, inglés, búlgaro, portugués, sardo, turco y rumano.
Es co-fundador y organizador del Festival Internacional de Poesía “Palabra en el
Mundo” y miembro fundador del Movimiento Poético Mundial que integra más de un
centenar de festivales de poesía y cientos de organizaciones literarias y poetas
de innumerables países. Su quehacer fue incluido en antologías de España,
Canadá, México, Chile, Italia, Argentina y Francia. Algunos de sus libros
cuentan con ediciones electrónicas. De entre los que aparecieron en soporte
papel, elegimos citar “Echarle pájaros al mundo” (1994), “Letrarios de Utópolis”
(México, 2004), “Prensa callejera”(Buenos Aires, 2004), “Carte di Sardinia”
(Italia, 2006), “Racconti fantastici, d’amore e di morte”, en co-autoría con
Giovanna Mulas (España, 2007), “Medanales, crónicas y desmemorias /y otros
enigmas” (Buenos Aires, 2009), “Parte de guerra” (Venezuela, 2012) y “Giovannía”
(Venezuela, 2012).
1 – ¿Así que naciste en esa localidad del Partido de Morón que suele confundirse
con zonas de las ciudades de Haedo y Ramos Mejía, y que linda con El Palomar,
Caseros y Ciudadela? Se me da por imaginarte un pibe inquieto, curioso, atrevido
y hasta con carisma de líder sarmientino. ¿Me equivoco?... ¿Y de muchacho?...
GI – Villa Sarmiento, esa zona difusa, como decís, que para mí tiene identidad
de reivindicación. Nací en una clínica que creo ya no existe, la Peralta Ramos o
algo así, pero en esa ciudad no pasé sino esos días de establecida rutina
natalicia. Mis padres vivían en Ramos Mejía (del otro lado de las vías) y hacia
allí fuimos los tres en ese enero del ‘58. Vivíamos por la calle Necochea, a
pocas cuadras de la estación. No puedo precisar cuanto tiempo estuve allí; toda
la información que pueda ofrecerte sobre esta etapa surge de fuentes confiables
familiares, mis recuerdos no existen o apenas, con vaguedad, me sugieren cosas
que asocio a veces equivocadamente. Tengo imágenes de muros bajos en las casas
asomadas a las calles arboladas, veredas anchas, un camioncito metálico de
bomberos, a cuerda. Creo que luego fuimos a vivir a Ituzaingó. Mi familia hizo
varias mudanzas. Algo del desarraigo y de andante proviene desde entonces. Villa
Sarmiento es una reivindicación cuando la nombro, una referencia necesaria. Cada
tanto me llegan noticias de ese “pago” de luz primera a través de la escritora
Gloria Arcushin que dirije (no sé si aun lo continúa) el taller literario de un
centro cultural en el que realizan hermosas actividades (de las que me llega el
convite afectivo). La confusión de ciudades que comentás en tu introducción a la
pregunta con referencia a mi natal Villa Sarmiento, sea la parábola que explique
mi colección de domicilios... Ramos Mejía, Ituzaingó, Reta, Merlo, capitalino
barrio de Floresta, San Antonio de Padua, Luján, Roma, Nuoro, Lanusei, y muchas
escalas por sitios “impensables”.
Siempre inquieto y curioso, a pie o en bicicleta, en aquellos años de
exploraciones inaugurales. Y la pelota. Y la gloriosa camiseta de mi
Gimnasia/Lobo querido. Nos sabíamos todos los potreros del barrio, las horas de
rito, las cuentas pendientes que a veces se resolvían en guerrillas de terrones
semihúmedos (esos que estallan cuando dan en el blanco, pero casi no duelen).
Mas, así como tenía una intensísima vida social (callejero), que disfrutaba,
también amaba encontrarme un rincón donde leer, dibujar, escribir... Tuve una
familia muy apegada a los libros. Abuelos, padres, tíos..., en casa se compraban
casi junto al diario y había una gran biblioteca. Pasaba mucho tiempo con mis
abuelos. Abuela Sara me hacía elegir un libro de poesía antes de ir a dormir;
también la abuela Amelia: dos grandes lectoras. Sara escribía: letras de tango
que mi abuelo Humberto musicalizaba. También poesía y novela. Sé que hay
materiales suyos en los archivos de la Biblioteca Nacional o en la Sociedad
Argentina de Autores y Compositores de Música. El abuelo Humberto fue un pionero
de la telegrafía sin hilos y escribió libros técnicos (este hincha de Gimnasia
nacido en Massarino, Sicilia, llegó con pocos años all’Argentina en 1904) y
compuso centenares de tangos. Tenía un inmenso piano de cola que yo aporreaba
cada tanto.
Mi quinto grado lo cursé en la escuela rural de Reta, localidad balnearia del
partido de Tres Arroyos. Allí pasé varios veranos en casa de la abuela Amelia (y
semanas santas y escapadas en cualquier momento del año). Éramos también muy
compinches con Amelia. Es como que siempre estuve en Reta: Atlántico por un lado
y vastedad de girasoles y trigo por el otro. Grandes amigos. (Una punta de años
después en los cuentos de “Medanales…”, instalo aquel territorio fantástico, con
los modismos campesinos como herramienta contracorriente, de valoración
identitaria. Eso somos, eso me siento también.) ¿Y qué más confluía en la
niñez?: el fútbol, ininterrumpidamente, y siempre como arquero.
¡Con la adolescencia llegan tantos pájaros! Bandadas multicolores que abren
huecos en lo que se suponía un mundo conocido y entonces resulta que crece el
mapa.
Comienzo a intuir a los poetas de la Generación del ’27, me llegan nombres como
los de Raúl González Tuñón, Elvio Romero, Pablo Neruda, algunos franceses... En
simultánea, en cuadernitos intentaba lo mío con las palabras: balbuceos. Pura
sabiduría de quien no sabe nada.
En 1978 aparezco en Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut, y allí “resido” por
dieciocho meses como colimba en el ejército. Nunca participé de misas, que eran
obligatorias. Recuerdo que esto me llevó cada vez, por todo el tiempo que
duraban los oficios religiosos, a “pasear” con un sargento que me hablaba de
dios y de la familia..., yo con cara de escuchar, buscaba con los ojos en la
tierra pedregosa alguna punta de flecha, algún güesito fósil, que me habían
dicho que cada tanto algo se encuentra. Con posterioridad entendí la verdadera
dimensión de aquellas caminatas. No lograron endurecerme —ya las “durezas” de la
vida se me fueron inscribiendo en mi proletario sello de familia—.
Hasta algunos años después de mi salida de la “colimba” solía calzarme la
mochila para andar de travesías, solo o con algún amigo, sin urgencias ni
destino fijo. Aparecí en Bolivia una vez; otra, llegué a la provincia de
Tucumán; otra, en Carmen de Patagones, la ciudad más austral de la provincia de
Buenos Aires. Me gustaba hablar con la gente. Rebuscármelas con menos de lo
indispensable. Conocer más la realidad. Entender la historia y cómo
transformarla. No es caprichoso este sintético repaso. Creo que todo esto fue el
alimento de aquello que comenzó a aparecer luego en mi poesía. El sufrimiento y
la pobreza, la soledad y la contemplación, los diversos rostros, los gestos, las
latitudes, sus geografías y silencios... me llevaron a la poesía porque tuve la
fortuna de encontrar muy temprano la que me hablaba de todo ello. De esas
materias el pibito curioso y andariego al que le creció la barba junto a la
cuestión de clase que, aunque algunos se molesten, sigue vigente en el planeta,
dolorosamente.
Bueno, Rolando, eso de carisma de lider sarmientino... me ha hecho reír.
Gracias. Sobre tu expresión: tengo a mano dos fragmentos de escritos del
sanjuanino que pintan de cabo a rabo al prócer del establishment: se trata de
una carta de Domingo Faustino Sarmiento a Mitre del 24/09/1861: "Tengo odio a la
barbarie popular... La chusma y el pueblo gaucho nos es hostil... Mientras haya
un chiripá no habrá ciudadanos, ¿son acaso las masas la única fuente de poder y
legitimidad? El poncho, el chiripá y el rancho son de origen salvaje y forman
una división entre la ciudad culta y el pueblo, haciendo que los cristianos se
degraden... Usted tendrá la gloria de establecer en toda la República el poder
de la clase culta aniquilando el levantamiento de las masas". Y como si ésta no
bastara: "La invasión de las Malvinas por parte de los ingleses es útil para la
civilización y el progreso" (“El Progreso”, 28/12/1842). Hay más, pero me parece
un abuso. Por eso lo de líder sarmientino lo cambio por un “referente natural”,
para aludir a esa particularidad que has entrevisto en mi condición humana. En
realidad, de pibito he tenido el imput de la iniciativa. Esto me ha llevado por
la vida a tomar otras responsabilidades, encarar proyectos con grupos o
instituciones, asumir la representación de mis pares, discutir en primera fila y
ponerle el pecho a las realidades adversas.
2 – Enfoquemos sobre tus primeras y segundas incursiones en el periodismo.
GI – Empujado no sólo por la necesidad sino también por el estímulo del bello
oficio, desde mis jóvenes años de estudiante comencé a trabajar en medios
zonales del Gran Buenos Aires y localidades de las provincias. ¡Oh, la linotipia
y las máquinas de impresión planas, armatostes artesanales, monstruos de
multiplicar! Fui corresponsal para agencias y diarios —“La Voz del Pueblo”,
radio LU24, de la bonaerense ciudad de Tres Arroyos, entre las más gratas
incursiones—. Y cuando aparecen las emisoras de FM produje programas que
contribuían al desarrollo del potencial de las comunidades. Combatí los
monopolios y la centralización comercial de la información, útil apenas para
hacer negocios. Ejercí el cuentapropismo fundando pasquines —revista
“Realidades”, periódico “El Correo”— de fugaz tránsito por los kioscos. Ensayo o
error o mala vena para los números.., hasta arribar al periódico “La Provincia”,
que desde la ciudad de Merlo se mantuvo durante los ochenta. Los maremotos
económicos me obligaron a desistir de la jamás rentable empresa, y luego de una
experiencia cooperativa en “La Gaceta de los ‘90”, con los compañeros de un
frente de izquierda local que propugnaba encendidos sueños, me dejé contratar
por una televisora por cable de la ciudad de Luján, en la que fui jefe de
redacción del noticiero y presentador del informativo. Produje allí durante
varios años dos programas de entrevistas sobre el hombre, la cultura y el mundo
—“El Unicornio” y “En la Boca del Lobo”— que obtuvieron suceso y premios
provinciales y nacionales. Estos programas también los produje en una televisora
de San Antonio de Padua, donde asumí las mismas responsabilidades que en Luján.
Asistieron como invitados Hamlet Lima Quintana, Carlos Carbone, Eduardo Espósito,
Teresa Parodi, Horacio Guarany, Jorge Marziali, Ara Tokatlian, Julio Lacarra,
Federico Luppi, el Chango Farías Gómez, Marián Farías Gómez, Nito Mestre, Gloria
Arcushin, Juan Carlos Baglietto, Juan Alberto Nuñez, Dalmiro Sáenz, Rodolfo
Campodónico, Ricardo Horvath, Martín Dorronzoro, Domingo Cura…, en fin, una
lista de conversadores excepcionales. Con fondo de cámara negra, una mesa, dos
copas, una botella de vino, una hora de charla sin estridencias ni el vértigo
que suele prevalecer en el medio. Por ejemplo, el artista plástico Jorge Hueso
Ricciardulli hacía retratos de los invitados en vivo (un maestro). Colaboré como
corresponsal con la producción de “Protagonistas”, aquel memorable programa de
Eduardo Aliverti. Participaba en actividades junto a los compañeros de UTPBA
(Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires, donde estaba sindicalizado),
mantenía en una radio zonal programas nocturnos (“El Gato con Botas”, “En la
Boca del Lobo”) dedicados a la poesía y las editoriales políticas. Tuve acceso a
instancias imborrables: la jornada de los cien días de democracia en la
Argentina (1984), por ejemplo... ; yo estaba acreditado en el Congreso Nacional,
cubría información para diversos medios, y tuve la suerte de ingresar al
“famoso” balcón de la Casa de Gobierno, y cerquita del primer presidente luego
de la dictadura cívico-militar, y otros funcionarios y parlamentarios, vivir el
acto allí sintiendo aquella multitud en Plaza de Mayo. En otra ocasión, munido
de una credencial ad hoc de funcionario municipal y cierta confusión en la
organización de la seguridad, asistí a la excavación y primeros trabajos de
reconocimiento de cuerpos “NN” en una fosa común en el cementerio de la ciudad
de Libertad. Excede cualquier relato fantástico todo aquello que vi.
Desde finales de los noventa trabajé en la Universidad Nacional de Luján,
contratado como director de Radio Universidad. Varios directores de radios
similares planificamos y concretamos la Asociación de Radios Universitarias, red
que continúa en la actualidad. Además de ser co-fundador, fui el primer
secretario: redactamos los apuntes iniciales para incluir a dicha categoría de
emisoras en la Ley de Radiodifusión. Es con suerte dispar que participé en
diversas iniciativas para unir a los laburantes de medios zonales y a los
agitadores culturales desde los ochenta en adelante. Recordarás que eran tantas
la revistas alternativas en la Patriagrande y que la vinculación entre ellas era
fluida. Pretendimos armar también en esta área una red, con carácter de foro e
intercambio de contenidos y proyectos (anticipo de aquello que con Internet
acontece con naturalidad). El poeta Antonio Aliberti, poniendo el acento en las
propuestas gráficas alternativas, me había hecho un reportaje difundido en la
revista “Pájaro de Fuego”. Todo aquello no excedió el alcance de algunos
intercambios por correo tradicional. El costo del franqueo era una bicoca,
todavía. No se pudo pasar a mayores, a pesar de que eran casi permanentes los
encuentros de revistas subtes por todas partes. El material —“Antimitomanía”,
“El Lagrimal Trifurca”, “Rayos del Sur”, “Celeste”, “Némesis”, “El Zumo Sumo”, “Ayesha”,
“La Rosa Blanca”, “Merlina” “Noesis”, “Nova”, “Ornitorrinco”, “Oeste”…, eran
tantas...— que recibía lo compartía con los amigos. Los poetas santafesinos
Rubén Vedovaldi y Eduardo D’Anna formaban parte del corazón de aquel movimiento;
también Daniel Mourelle, de Buenos Aires y el poeta Eduardo Reboredo, de “Rayos
del Sur”, un amigo que nos dejó temprano; David Ciechanover con su “Oeste”, que
hacía desde Merlo. Ellos integraban junto a otros la vanguardia de aquel
movimiento de revistas subte. En diversas localidades de las provincias había
muchachos y muchachas que armaban trípticos con poesía, lo foto-duplicaban y
repartían: acciones aisladas, módicas, pero que tal vez no lo eran tanto.
3 – Acaba de surgirte, entre otros, ese referente del Oeste del conurbano
bonaerense: el reconocido traductor al italiano y periodista cultural, Antonio
Aliberti, nacido en Sicilia en 1938, quien residiera en la Argentina desde 1951
y falleciera en 2000.
GI – Lo conocí siendo yo pebete adolescente. Estudié algunos años en el San
Antonio, colegio de los franciscanos casi enfrente de su peluquería. De él me
había hablado, si no me equivoco, Alberto Macagno, un artista-historietista
paduense que, sabiendo de mis intentos de escribir poesía, me sugirió visitar a
Aliberti. Me armé de coraje y entré en la peluquería cuando no tenía clientes.
Recuerdo su sonrisa, su trato afectuoso, su atención para escuchar. Charlábamos
varias veces por semana. Durante algunos años viví a la vuelta de su peluquería.
Intercambiábamos revistas, me regalaba libros de poesía, cada tanto leíamos
juntos, me hacía conocer a los poetas italianos. Él editaba “Zum Zum”, medio
donde difundía las traducciones de poetas argentinos y de la península.
Escuchaba el concierto de la tarde de Radio Municipal mientras trabajaba. A
veces le buscaba una vuelta más a una palabra porque estaba con una traducción y
él las laboraba finito, con rigurosa paciencia, y entonces me preguntaba qué me
parecía, y yo ¿qué podía decirle a Él? Pero Antonio escuchaba y pensaba.
Examinaba mis balbuceos poéticos. Polemizábamos sobre posicionamientos
políticos. Años después me di cuenta que sufrió mucho todo lo que sucedía en
Argentina, y especialmente la desaparición de Roberto J. Santoro. Era muy amigo
de Gabriel Cacho Millet, entonces franciscano en el San Antonio; quizá el mayor
estudioso sobre la poética de Dino Campana (reside ahora en Roma y cada tanto
hablamos por teléfono), y de un mito proveniente de la escuela del Teatro del
Pueblo, Carlos Rubino, con quien, a inicios de los ochenta comencé a tomar
cursos de arte dramático.
En algún concurso que organizamos con un diario que edité en los ’80, Aliberti
fue miembro del jurado junto a Alberto Luis Ponzo y, si no me equivoco, Elsa
Fenoglio. Recuerdo que en una de esas ediciones el primer premio lo ganó Jorge
Ariel Madrazo, y otro premiado fue el amigo entrerriano Luis Salvarezza, a
quienes conocí entonces. Una tarde, tantos años después y hace tantos años,
visité a Antonio en su peluquería y me puso al día de sus ediciones, sus
actividades y su próximo viaje a Italia. Yo vivía en la ciudad de Luján y los
horarios no me permitían pasar a tiempo por su local. Muy después supe de su
muerte.
4 – Y por entonces tu vinculación con “las tablas”.
GI – Después de unos años de entrenamiento actoral en el Teatro Poético de Padua
con Carlos Rubino, seguí preparándome en La Casona del Teatro, sobre la calle
Corrientes de tu ciudad, con el chileno Franklin Caicedo, fallecido el año
pasado en su Chile, un actorazo y didacta excepcional. Intervine en diversas
puestas y trabajé con varios laboratorios. Inclusive conseguí un bolo
—¡personificando a Bartolomé Mitre!— en una producción de televisión sobre
historia argentina, con guión de Félix Luna, dirigida por Néstor Paternostro.
¡Ah, mis fotos caracterizado de semejante… personaje, en las revistas de
actualidad! En simultánea, integré el grupo Cruz del Sur, de Morón, con el actor
y director Marcos Ríos y su esposa, Ana Guerra, que actualmente dirige el Teatro
Discépolo, fundado por ambos frente a la plaza del municipio de Morón, en una
propuesta escénica dedicada a Martín Güemes, donde interpreté al héroe salteño
(era fortísima la contraposición ideológica entre Güemes y Mitre). Con esta obra
pudimos viajar a la provincia de Salta y dar varias funciones. Mientras, hacía
un laboratorio sobre Chejov y comenzaba las primeras lecturas de mesa del
“Hamlet” de Shakespeare que desembocarían en una puesta de Stoppard (¡qué
matete!). El motivo principal que me indujo a formarme como actor fue el de
imbuirme de los “entretelones”, apuntando a la creación de dramaturgia. Pero no
he pasado de intentar monólogos. En lo íntimo, no he renunciado. Alguna vez
será… Del escenario me despedí con la obra de Tom Stoppard (“Rosencrantz y
Guildenstern han muerto”), que representó la compañía Cara y Cruz en el Galpón
del Sur, un teatro del barrio de San Telmo. Allí componía un Hamlet que
circulaba por la periferia, pues el foco del autor estaba en los otros dos
personajes. Me enriqueció mucho esta etapa. Rosencrantz lo interpretaba el amigo
César Hazaki, uno de los editores de la renombrada revista de psicoanálisis y
cultura “Topía”.
5 – La única vez que nos vimos fue el 12 de julio de 2004. Fuiste uno de los
poetas programados, junto con Gladys Cepeda, Nixte Zapicán, Cristina Cambareri y
Wenceslao Maldonado, para leer en “La Anguila Lánguida” Muestra de Poesía, que
yo coordinaba. En cada encuentro se evocaba la poética de algún autor fallecido.
Aquel 12 de julio correspondió a Salvatore Quasimodo (1901-1968). Wenceslao,
además de leer textos propios, dio a conocer versiones suyas de poemas del
homenajeado. Un toque allí de la Italia, ¿no, Gabriel?, donde no mucho después
te radicarías.
GI – ¡Una década, Rolando! ¡Y qué valioso ese ciclo! Tengo un gratísimo recuerdo
de esa visita a “La Anguila Lánguida”. Y además de contactar con las compañeras
y los compañeros allí presentes, sus territorios poéticos, atesoro el encuentro
con Elsa Fenoglio, poeta que estaba sentadita con una amiga en la antesala del
bar, y la lectura de Wenceslao de sus impecables traducciones de Quasimodo. Si
no recuerdo mal, esa noche también estaba José Emilio Tallarico, otro hermano.
Sí, un toque de italianitá, seis meses antes de mi partida hacia Roma. Sabés, no
he abundado en participaciones en ciclos o cafés literarios a pesar de los
convites. Tu invitación la acepté con mucho gusto. Tenía el deseo de conocerte
personalmente, y además, la presencia de Wenceslao, un escritor de esos con los
que no bastan mil horas para charlar.
6 – Y en 2004… “Isla Negra”.
GI - ¡2004! Es de un programa de radio nocturno, “Isla Negra”, que nace ese año
el Boletín del programa. Llamados telefónicos y mails reclamaban los textos de
los poetas invitados. En unas cuantas semanas se convirtió en “revista”. En
tanto se gestaba lo que devendría en la continuación de mi vida en el “Viejo
Mundo”. Resulta que yo tenía una amiga sarda en nuestro país, Teresa Fantasía
(cuyo hermano Antonio fue director técnico del Sardi Uniti, equipo de fútbol de
los sardos en los torneos argentinos, que integré una temporada como arquero).
Teresa, que conduce un programa radial en la Argentina, “Sardegna nel cuore”, me
comentó por entonces que sabía de una escritora italiana —Giovanna Mulas— que
precisaba contactar con traductor y editor para elaborar un libro que deseaba
publicar en nuestro país. Y bueh, contactamos! Ah! también el libro (“El tiempo
de un verano”), finalmente apareció en la editorial de Alejandro Margulis. El
Gran Encuentro entre ella y yo fue en Roma, en enero de 2005. Y ya no volví. Nos
casamos el siete del siete de 2007. Y como desde el primer día somos felices,
remamos a brazo partido, resistimos borrascas, proyectamos. En 2009 pudimos
viajar a la Argentina para abrazar a mis hijos (Gonzalo y Martín), estuvimos
durante un mes queriéndonos recuperar con ellos de tanta distancia, en Reta
sobre todo.
Fue estupendo cuando en “La Academia”, emblemático bar del centro intelectual de
tu ciudad, me encontré con “tantos hermanos que no los puedo contar” (vos,
recuerdo, estabas veraneando en una quinta de por mis lares: Moreno).
¡Quien diría que jugando para los sardos a la pelota, iba a terminar en Sardegna!
También aquí juego al fútbol. Ya son dos temporadas con el Olimpique Intermedia,
de Lanusei, luego de integrar otros equipos en el torneo amateur. Siempre de
arquero, claro…, mientras el cuerpo aguante. Ya lo dijo el colega Camus (Albert,
quien también era arquero): “Lo poco que sé de moral lo he aprendido en los
campos de fútbol…”.
7 - ¿Y qué más, de allá?...
GI – El aquí es una relación compleja. Bella la isla, su gente, pero... El
movimiento cultural es básico; se carece de espacios de encuentro, debate,
entrecruzamiento de ideas e identidades. En el centro del mundo antiguo, y así,
tan carentes de posibilidades, se hace difícil el día a día. Hay una enorme
belleza en el paisaje, en su patrimonio arqueológico. Saltando fuera de la isla
con cualquier rumbo se puede acceder a esa dialéctica añorada. Claro que
abonando avión o barquito de ocho horas de travesía. Viajamos mucho por Italia e
incluso llegamos a Canarias, España, Portugal. Giovanna, que es principalmente
narradora (diversos libros publicados, dos candidaturas al Nobel de Literatura
por Italia), y yo, organizamos en ocasiones mesas de lectura, y ofrecimos
laboratorios de poesía y narrativa, tanto para adultos como para los chicos de
escuela, con buenos resultados. Lo que nos reconforta. Pero no existe desde los
municipios un real interés: historia universal de la indiferencia… Orgánicas
políticas de Estado no hay. Conclusión: durísimas estrecheces económicas. Pude
sí participar de varios festivales de poesía, como el de Medellín, Colombia, y
el de Venezuela (por citarte dos).
Fui secretario de sección del Partido de los Comunistas Italianos (una de las
dos o tres resultantes de la fragmentación del histórico PCI). Y tuve alguna
posibilidad de integrar las listas electorales para el parlamento italiano y el
consejo regional sardo (que no acepté). Me preocupa mucho más refundar el PCI. A
pesar de los reveses en este tiempo insólito y feroz en Europa, la iniciativa de
unir a los diversos segmentos comunistas bajo un mismo símbolo y construir un
frente de izquierda anti-imperialista, podría llegar a operar como herramienta
para salir de la perversa succión de energías que victimiza.
¿Y qué más, de acá?... Como hincha histórico de Gimnasia y Esgrima La Plata
amanezco conectado para mirar los partidos en directo; en otras cuestiones,
estoy empeñado en traducir a poetas de Patriagrande al italiano. Van apareciendo
en el suplemento Navegaciones de Isla Negra y quisiera editar una colección de
fascículos.
¿Dónde hay un mango para imprimir cuadernillos bilingües y distribuirlos en
bibliotecas de estos lares? Lares en los que es casi nada lo que se conoce de
nuestra poesía. Con respecto a Isla Negra (diez años, casi 400 ediciones) sé que
hay quienes contribuyen imprimiéndola para divulgarla en universidades,
bibliotecas, escuelas o centros culturales, la reenvían vía mail e incluso la
publican en sitios de la web. Diversos poetas toman sus contenidos para
traducirlos a distintas lenguas y publicarlos en blogs y sitios. Por otro lado
está el Festival Palabra en el Mundo, que en cada mayo gestiona más de mil
acciones poéticas en numerosos países. Lo que fue promoviendo programas
radiales, cafés literarios, colectivos poéticos, bibliotecas, otros festivales y
algunos proyectos comunes valiosos.
Hace dos años, en Medellín, varios poetas fundamos el Movimiento Poético
Mundial. Algo se va logrando en el plano de las realizaciones y en el de afirmar
las bases para, uniendo, propender a tareas colectivas. Trabajar por un mundo
posible es una tarea que ninguno de nosotros debe soslayar. Desde la cultura se
pueden obtener los cambios más sólidos.
8 - ¿Traducir favorece a un poeta a mejorar la propia escritura? ¿Te ha ayudado
a aprender procedimientos y técnicas de otros autores?
GI – Entrar a la intimidad del instante creativo del otro para interpretar la
vibración de esas cuerdas y obtener el mismo sonido en unos parches deja sus
experiencias. Abre nuevos territorios este desafío, y enriquece. Es, sobre todo,
conocer al otro. El poema es algo transitorio. En algunos casos se tiene la
posibilidad de ver/sentir descubrir a 360 grados y en varias dimensiones. Cada
tarea de traducción es una señal que te dice: más allá hay más, está el otro.
Pero también sabemos que el resultado de la traducción ya es otra cosa, otro
poema. Aunque se ponga todo el esfuerzo en replicarlo, es diverso. Traducir
poesía es como traducir música. Hay quienes sabiendo esto se dicen: pues bien,
como es imposible que sea igual hagamos una versión libre. Esto no es para mi
modestísimo entender la tarea de la traducción. Procuro hacer versiones
respetando al máximo inclusive cada palabra original. No me complacen las
traducciones que toman la idea y la reproducen marcando una presencia personal
acentuada del traductor. Creo que quien traduce debe pasar inadvertido. Se firma
para cargar con las culpas, para poner el pecho. Pero una traducción debe ser lo
más aproximado al original. Casi sin preferencias personales, para decirlo de
algún modo, entre parroquianos. Conscientemente no pongo en práctica aquello que
“noto” en otros colegas. No creo en técnicas y procedimientos. Jamás busco estas
respuestas en el poema ni propio ni ajeno. No me interesa. Jamás podré ser un
crítico. La poesía como el amor no admite las razones sino que está destinada a
hacerlas vibrar en todos los sentidos. En un poema vislumbro el mensaje, el uso
y la elección de los vocablos que a su tiempo son junto a los silencios como una
música. Para percibir la belleza no uso aparatos de medición ni manuales y
reniego de estas cosas, de los encasillamientos generacionales, de los sellos de
vanguardia, de los ismos de tal o cual y por supuesto, de cualquier forma de
canon (cosa discutible y, bienvenido que así sea). Me gusta o no me gusta,
simplemente. Y siempre la agradezco.
Leo mucha poesía, tal vez en alguna, en algún verso, en los intersticios de una
u otra vocal resida el enigma..., pero en verdad nunca busqué entre las
enseñanzas de otros poetas, considero que las enseñanzas están en otra parte. Se
puede admirar a una u otro, admirar la riqueza y la calidad poética de una pieza
o una obra, vislumbrar que existen otras formas de reflexionar y escribir,
acertar en esas formas, pero el aprendizaje —ese alimento en poesía— reside en
la tierra, costa o bosque o vastedad, entre las cosas diminutas y la infinitud,
en la mesa y el pan, en los gestos de la gente, en sus luchas, en las palabras
que van y vienen por la calle, en las esperas y los silencios... algo hace
reverberar lo que soy, son estímulos que ponen en funcionamiento aquello que
cargo y me ha formado. Y en esto no me ha influenciado el trabajo de traducción
y a cada verso voy para servirlo. Éste sea el objetivo.
9 - Inventándote un ordenamiento de preferencias por su eventual poder
sugerente, o por cualquier otra razón, que mejor sería si la pudieras
explicitar, ¿cuál establecerías con lo que a continuación encomillo: “vasto
desinterés”, “sueño incorruptible”, “cavilando desde su insignificancia”?
GI – Esto me hace recordar un verso de Gustavo Pereira, el poeta venezolano que
afirma que la poesía nunca es inocente. La pregunta en una entrevista realizada
por un poeta y psicólogo, tampoco lo es. Lo celebro, querido Rolando.
La primera lectura sugerente me resulta en este orden desde una caprichosa
primera persona del singular: “cavilando desde su insignificancia” (referido al
discurrir del poeta ante el mundo y sus circunstancias) -y aferrado a su- “sueño
incorruptible” (alusión a la ideología del poeta, revolucionaria y, para más
datos, terrenales, anticapitalista y antiimperialista) -palpa un-“vasto
desinterés” (conclusión acerca de la suicida indiferencia de las intoxicadas
mayorías hacia el uso de las herramientas que provean con esfuerzo personal y
colectivo un mundo posible).
10 – Hoy al mediodía fui a realizar un trámite bancario
por mi barrio, y en un kiosco advertí el nº 41, agosto 2014, de “La Guacha” (una
de las pocas revistas de poesía que perduran), y ya en casa, me leí el Editorial
de sus directores: Javier Magistris y Claudio LoMenzo. El título es una
pregunta: “¿Cuál es la zona de influencia de los poetas?” Y transcribo de la
Editorial: “…¿dónde se hace fuerte la poesía? (…), ¿en qué momento privado la
poesía ocupa el espacio innegable que tiene en la historia de la humanidad?
¿Para qué la poesía hoy, en medio del cacareo de las gallinas, frente a la
cobarde intrepidez del pavo? ¿Se puede esperar la bondad, el entusiasmo, la
melodía que nos permita sentirnos caminando armónicos por esta tierra, sin las
breves líneas de un poema?” Te cedo, Gabriel, la posibilidad de que urdas, para
nosotros, tus respuestas.
GI – Gracias, Rolando: hay varios ejes muy buenos en la cuestión de Javier y de
Claudio (además de su vocación sostenida que emociona al mantener una revista
como “La Guacha”). Y dan material para soltar botellas y botellas de
elucubraciones. No creo que los poetas, en general, influyan. Fluyen, huyen,
chamuyan, yugan, pero influir…
Comenzaría con una reflexión sobre la última pregunta. La aspiración a una total
armonía, como la utopía, es una búsqueda que sirve para mantenernos despiertos.
Un mundo de bondad es impensable a juzgar por ciertos e inciertos
comportamientos humanos. No creo que la poesía venga a nos a poner las cosas del
mundo en su lugar y dotarnos de la plenitud para gozarlo. Ya no unas breves
líneas de un poema, colecciones enteras de poemas no nos alcanzarán para calmar
el ojo y dar respuesta cierta a tantos porqué. Parecería que todo lo contrario:
nos abriría mucho más la mente (masa crítica), para entendernos con otros
interrogantes de mayor complejidad.
¿Para qué la poesía (entre tanta plumifería...)? Digo que para el Hombre
(entiendo Mujer/Hombre). Como canta el hermano Martín Poni Micharvegas: para
alentar coraje. Y agrego: para celebrar el amor. Esto quiere decir: todo. Porque
la poesía no se hace fuerte a las tres de la mañana, en el pecho o frente a una
ventana. No hay músculo, sustancia ni horario ni bésame ni caminemos. No hay que
buscarla en el papel o al cuarto vino. Como tampoco el poeta se hace fuerte de
pie o en la esquina, en el bar o transpirando la gota gorda para llegar a fin de
mes. La poesía no se hace fuerte en los malditos ni en los benditos. Y ni
siquiera nada de todo esto es válido como respuesta.
No creo en zonas de influencia. Ni geográficas, ni de las otras. ¿En qué puede
influenciar un poeta? Tal vez en la obstinación de la búsqueda, pero sin
garantías. Eso sea, echar alguna claridad apenas en alguna dirección para hacer
camino. ¿Esto es influenciar? Apenas sea solo ánimo de iniciativa. A lo sumo el
poeta, con alguna claridad, se asocie a la marcha e intente –tropezones
mediante- un codo a codo verso el enigma. Tampoco aquí influencia. Aquí
acompaña, cosa que es mucho decir. Que luego nos relate la experiencia, saque
conclusiones, nos hable del cosmos que habita uno u otro sendero abierto en el
claroscuro de la marcha, he aquí el oficio, que tampoco influencia, que no ha
sido desarrollado para influenciar. A la poesía no le importa un pito
influenciar. La poesía es esencia en todas las cosas y en todos los seres vivos.
Madre de la cultura universal. Aquello que influencia al Hombre es el coraje de
quienes luchan o la indiferencia de quienes miran para otro lado o la angustia
de quienes lloran. También influencia la bestialidad y el horror. La belleza
puede influenciar. La emoción. Los ejemplos buenos o heroicos. Pero el poeta que
cante una u otra carecerá de ese poder. Eso sí: un poeta podrá alentar coraje.
Eso sí, la Memoria. Darnos una mano para entender, gozar, descubrir. Pero de
aquí a influenciar...
Saliéndome del sendero terrenal sobre las influencias y entrando al país de la
poesía y sus rigores teóricos, se habla de las influencias de unos sobre otros.
Se habla de los grandes influenciadores (Góngora, Darío, Neruda, Vallejo,
Ginsberg ... no sé..., estoy escribiendo nombres por caso), pero como en muchos
órdenes de la vida para que uno influencie, otro debe dejarse influenciar. El
asunto de las influencias en la poesía pasan por una cuestión de personales
búsquedas, paternidades, imitaciones. “Un palenque donde rascarse” diría nuestro
paisano. O tal vez debamos pensar en el asunto del placer. Establece Virgilio:
cada uno tiende, si puede, hacia lo que le da placer. El asunto de las
influencias (a veces desviación burguesa, voz de lo nuevo ante lo viejo, a veces
cambio de paradigma, campaña de marketing, mero ismo, a veces paso adelante o
paso atrás, necesidad de señales, de confrontar aferrado a algo con el misterio
del vacío), es una decisión del o los influenciados. No de la poesía. ¿Que haya
poetas que desean o sueñan influenciar? Bueno, este terreno ya te compete
profesionalmente, Rolando.
Recordemos que el hombre es transformado por la cultura a la que pertenece y
también, dialécticamente, por aquello que cuestiona. El asunto de las
influencias juega aquí su picadito informal. Los ismos en poesía no vienen
solos. Acompañan procesos sociales o populares, pueden venir de abajo o de
arriba, pueden ir hacia un lado o el otro. Es terreno de los críticos este
asunto de las influencias. Pero aquí ya nos alejamos de la poesía. La búsqueda
de Javier y Claudio tal vez nos indique la necesidad de construir una gran casa
común donde convivir con estas interrogaciones, conocernos, aportar al bien
común y encontrarle causa a tanto desvelo. Todo aquello que la poesía nos diga o
sugiera por estos días va a contramano de las noticias del mundo. Pero no es la
poesía el problema. Es que abunda la muerte. Preguntarse dónde se mueve Ella,
para qué se mueve, porqué se mueve, sea intentar la certeza de sentirnos
contemporáneos con la vida. La poesía no cambia el mundo, solo puede cambiar el
Hombre. Apenas esto.
11 – Mencionaste tu lejano contacto laboral con ese notable periodista que es
Eduardo Aliverti. Resulta que él, desde hace varios años realiza una propuesta
radial semanal donde entrevista a músicos, actores, escritores, políticos,
científicos… Y las charlas las concluye preguntando lo que da nombre al programa
(www.decimequiensosvos.com.ar ). Me apropio de la frutilla del postre del citado
programa: Gabriel: decime quién sos vos.
GI – “...Bajo los chuscos carteles/ pasan los fieles/ del dios jocundo...” y vos
querés que me saque el antifaz? Será una desnudez completa el estarse sin
mascarita en medio del carnaval? O de tanto carnavalear el mundo, ya la máscara
haya perdido sentido?
No conocía este programa de Eduardo. Por lo que pispé, de charlas informales se
trata. Él y yo conversamos varias veces. Hace unos años encontré unas fotos del
‘83, tomadas en el primer congreso de periodistas que se hizo en aquel histórico
y argentino diciembre democrático; aconteció en la Universidad de Morón; Eduardo
Aliverti había sido el panelista de la jornada inaugural. Yo hacía las funciones
de presidente de ese congreso y laburé de moderador de su charla. Le envié esas
fotos, donde éramos tan jóvenes... ¡30 años no es nada!
Pero me fui del tema... ¡Si supiera! Si me fuera fácil definirlo. Acaso una
larga pausa sirviera para ayudar a juntar en una síntesis las partes que somos y
responder sin puntos suspensivos. En este Ahora me siento habitante de un no
espacio. Todo “exilio” sea un no espacio. Por eso la isla adquiere formas
ideales, un poco de allá, otro poco de acá, y así se inventa el lugar de uno con
un cocoliche un poco al tono. Soy uno que quiere estar en el pago, con los
hijos, la familia, los amigos, las cosas de este tiempo. Y soy otro que quiere
andar de lugar en lugar buscando las piezas del infinito rompecabezas. Tengo el
amor de Giovanna y de mis hijos. Soy comunista y tripero (ver Gimnasia y Esgrima
La Plata), escribo poesía, juego al fútbol y me entusiasma ser testigo de la
caída física del orden unipolar (la derrota moral ya la han sufrido). Creo en el
Hombre.
*
Gabriel Impaglione selecciona siete poemas de su autoría para acompañar esta
entrevista:
Marx y Heráclito
A Oliviero Diliberto
Trazar la parábola y abarcar el mundo.
No fundaremos el partido dos veces.
Pero hay hambre y hay lumbre.
Seremos capaces de entender el canto del río?
*
Codicia
Diluvio de óxidos donde barca alguna salve nada
agua roja de tajo de cañón y de billete
agua roja para la amapola y los grillos
agua roja para el niño y la mujer y para el río
sobre todas las casas y los campos
sobre cada paloma y cada palmo de ay y de socorro
un diluvio caliente de óxido con hueso quemado
sobre tierra dividida sobre manos caídas
colibríes peces algodón manzanas
sobre cada refulgencia ahogada en sí misma
sobre silencio fragmentado y alertas inútiles
sobre las hojas de los diarios impunes y los impunes
sobre las huellas en la arena y la hierba de las plazas
un diluvio caliente de terminante óxido
alzando vapor de hachas bocas rotas
sobre el viento de piedra de maquinaria negra
sobre refugios llantos refugiados
diluvio caliente de terminante óxido oxidófago
que completará la nada hasta que polvillo luego
como larga noche lenta y muerta
se acumule espeso brutal lleno de dientes
asfixie el sueño del humus borre cauces
grietas senderos cada vestigio de la historia
hasta establecer su gobierno de oquedades
el hueco de la metáfora destruida.
*
Noviembre
Solo
frente a la ventana
habla
y medianoche
como si un arpa
pulsara ese hombre
suave calladamente inmóvil
delante de la lluvia.
*
del invierno
al galope
en bestia invisible
por debajo de las puertas
su manifiesto escrito
a punta de cuchillo.
*
Aspasia
Perendecas lavadas en el sudor del sumo
sacerdote del lucro
sueñan como soñaba la bella Aspasia
ganarse no su pan sino su Pericles
y de hetaira a vivir como Señora
con sirviente y sin frío
Ya ves
nada ha cambiado.
*
Traías una música en el pelo
y te miraba
como a una maravilla atravesando el tiempo
de una punta a la otra de la tarde
sin palabra
con sorbito de aire
apenas con lo puesto quieto te miraba
qué podía importarme la razón del eclipse
Marx una traducción de Quasimodo el viento
perdido en el follaje
venías con esa música en el pelo
y alrededor no sé no lo supe no me importaba
si se mecía el tiempo.
*
Final
Antes del primer revoltijo de polvo y piedra
del silbido in crescendo del metal quemado
del corazón saltando hacia la urgencia
y la pupila absorta previo al corte de luz
y la alarma las colas el pan de ayer y las calles
rotas de basta desoído antes de los himnos
televisados las arengas desde los megáfonos
las solemnes marchas patrióticas y los viejos
abrazados al miedo que les mordió la infancia
antes de los niños con porqué al vacío
y la clandestinidad de los compañeros
de los discursos de hemoshechotodoslosesfuerzos
antes del gran silencio de los diarios y del grito
de los pobres sobre el surco envenenado antes
del desesperado intento de comenzar de nuevo
de la implantación del toque de queda
de las manifestaciones y los asesinatos
antes del trabajo roto y el hambre creciente
desbordado como un río de huecos negros
mucho antes de los pactos secretos la fiesta
de la casta todopoderosa la indiferencia
como peste en el aire el gran sueño americano
y los créditos fáciles el gran circo romano
mucho antes de cuotas vidrieras vacaciones
cuando se movían ejércitos lejanos hablaban
prepotentes los dueños de todo y un viejo
anunciaba lluvia tardía como en los años treinta
mucho antes que todo esto sucediese
te había dicho, mi amor, no hay dos sin tres,
la tercera guerra será su último gran negocio.
*
En la Ciudad de Lanusei, Isla de Sardegna, Italia, y en la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, distantes entre sí unos diez mil kilómetros, Gabriel Impaglione y
Rolando Revagliatti.
http://www.revagliatti.com.ar/040712.html
http://www.revagliatti.com.ar/040712_impagli.html
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