Los
hombres que se comen las eses
Por Pedro Patzer
Hace un tiempo tuve la fortuna de conversar con José, un ex ferroviario
tucumano. El término “ex ferroviario” está mal empleado ya que jamás se deja de
ser un ferroviario. Serlo es formar parte de una cultura tan humanamente
poderosa como las estampitas de San Cayetano en las manos de un desocupado o el
matecito que nos ayuda a despertar en tiempos donde las multitudes parecen
anestesiadas.
José me convidó sendas anécdotas de la cultura ferroviaria: pueblos que nacieron
gracias al tren y comarcas que murieron con el nefasto: "Ramal que para, ramal
que cierra" Se refirió a familias ferrocarrileras; a los santiagueños que
tomaban el tren en Retiro para ir a celebrar el carnaval a su provincia; a lo
que padecen los conductores de locomotoras ante cada suicida que elige las vías
como última morada. Y de cómo la desaparición de trayectos del tren mató a la
pequeña patria de los ferroviarios. Además de conmoverme por todo lo que
contaba, me emocionó que José se comiera las eses, en palabras fundamentales:
"los pueblo que desaparecieron, cuando dejaron de pasar los trene " ¿Cuáles de
todas los sucesos vividos por este ferroviario, le quitaron las “eses” a las
palabras “pueblos” y “trenes”?
Un tiempo después entrevisté a un anciano hachero santiagueño, había trabajado
de changuito en la forestal. En un momento de su relato advirtió: "...y el monte
se ha quedado sin árbole y sin pájaro" Y tal vez, en esas “eses” omitidas en las
palabras “árboles” y “pájaros” había algo más que un error, había algo así como
una especie de confesión: él que había tumbado árboles desde niño, de alguna
manera también había talado sus propias palabras, un desierto crecía en su
silencio sin “árbole” y sin “pájaro”
Betty, viuda de un ex ypefiano (jamás se deja de ser un ypefiano, los que se
criaron en familias de trabajadores de Ypf saben muy bien a qué me refiero:
escuelas, proveedurías, cultura de integración) Betty me confesó que fueron
muchos los ypefianos que, como su marido, murieron de tristeza cuando los
despidieron de Ypf. En un tramo de su relato, la viuda recordó que su esposo
ante la privatización de Ypf, advirtió: "Muchas vida se perderán con esto" Y esa
ese que le faltaba a la palabra “vidas”, era también una especie de manifiesto:
“la muerte avanza”
Popularmente cuando alguien omite una ese, se dice "se come las eses o se traga
las eses" Pienso en la sabiduría de estas frases y me pregunto: ¿De qué está
hecho el hambre del hombre que se traga las eses? ¿De qué está hecha la sed de
los que se tragan las eses? ¿Acaso la misma sed de la Difunta Correa? ¿Acaso el
mismo hambre de los hijos de Martín Fierro?
La batalla es cultural, pero no de la cultura de los que desdeñan a Montaner y
mucho menos, de la cultura de los globos amarillos que se pierden en el cielo de
la nada. La batalla es cultural pero de esa cultura de los hombres que se tragan
la eses por temor a llamar al silencio de la historia, a la soledad de la lucha,
al suicidio cultural de una sociedad.
Hace algunos años comenzamos a recuperar las eses perdidas de esos hombres,
sigamos por ese camino. Que no gane el Silencio. Que gane Scioli.
Pan y Cielo, el blog de Pedro Patzer
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