ZONA
LITERARIA - EL TEXTO SEMANAL
“Empecé a militar en el Colegio Nacional de Buenos Aires”
Entrevista a Marion Berguenfeld por Rolando Revagliatti
Marion Berguenfeld nació el 3 de enero de 1962 en Buenos Aires, ciudad en la que
reside, la Argentina. Es Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos
Aires, especializada en Literatura Latinoamericana. Es docente, periodista y
editora. Ha publicado los poemarios “Las lobas” (Primer Premio de Poesía “Leonor
de Córdoba”, en la colección “Daniel Levi” de Ediciones Asociación Cultural
Andrómina, España, 2002), “Bruta piedad” (Ediciones del Mono Armado, Buenos
Aires, 2004), “Forense. Estación fantasma” (Editorial Piso 12, Buenos Aires,
2007) y “Estrip” (Primer Premio VI Concurso Nacional “Macedonio Fernández” de
Poesía, Ediciones Codic, Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires, 2009).
Obtuvo además, entre otros, el Primer Premio “Cuentolopos” 2000 de Literatura
Infantil y el Primer Premio “aBrace” de Cuento Breve Latinoamericano 2001, en
Uruguay. Ejerce la crítica literaria y fue co-conductora del programa radial
“Tierra de Poesía”. Integra el Grupo Travesías Poéticas y es co-fundadora de
www.ibuk.com.ar. Poemas, cuentos y obras de teatro para niños de su autoría han
sido antologados en varios países. Fue incluida en “Traversées Poétiques. Poètes
argentins d’aujourd’hui”, Editorial L’Harmattan, París, Francia, 2011.
1 — En “Estrip” asentás el nombre de tu padre, Enrique Berguenfeld,
quien además de haber sido poeta fue músico y promotor cultural. Vayamos hacia
él, a tu infancia, a tu juventud.
MB — ¿Mi infancia y mi juventud? ¡Fueron caóticas, extrañas! Vengo de
una familia de empresarios y comerciantes. A papá le gustaba escribir pero
estudió Ciencias Económicas —un par de años— y terminó haciendo bastante dinero
en los ‘60. Como su pasión era la música y la vida doméstica lo aburría mucho,
el mismo día que yo nací abrió un bar que se llamaba “Reno” en Corrientes y
Gurruchaga, donde se realizaban encuentros musicales de jazz, tango, blues… En
los ‘70 se enamoró, se fue a vivir a Brasil con una secretaria adolescente y
fundó dos fábricas. Mejor dicho, las fundió, porque no supo sostener la riqueza.
Corrían los ‘80 cuando creó un grupo mítico, Raíces de América, que apadrinó
Mercedes Sosa. Todavía existe y mantiene seguidores en todo Brasil. El propósito
era que los brasileños conociesen la música del resto de América. Después
trabajó en un mega Centro Cultural, El Memorial de América Latina. Él era
director del área musical o algo así y durante décadas llevó al Memorial a los
más grandes: Pablo Milanés, Rubén Rada, Peteco Carabajal, León Gieco, Los
Olimareños, Silvio Rodríguez, Hugo Fattoruso, Anacrusa, Susana Rinaldi… ¡a los
mejores de la época! Su casa era conocida como “lo de Enrique Bergen, el de San
Pablo”. Allí, en ocasiones, se alojaron los Quilapayún, Fágner, los Parra, en su
cocina comió empanadas e improvisó Chico Buarque. Cuando yo iba a Brasil estaba
en ese ambiente, entre músicos, ensayos y giras. A veces, llevada desde acá en
el micro que trasladaba a toda una orquesta. Pero la poesía había aparecido en
mí mucho antes, cuando todavía no sabía escribir. Siempre tenía canciones en la
cabeza. Era una lectora voraz y desordenada. Una nena solitaria, tímida,
dolorosamente sensible. Carne de poeta, supongo.
2
— En 2008 y en 2010, firmando, al menos en las tapas, con el nombre “Kirón”,
Editorial Emecé-Planeta te publicó los volúmenes “Astroguía del sexo y del amor”
y “Almas gemelas”. Hablemos de tu inclinación y de tu formación en astrología, y
de lo que te ha deparado como autora.
MB — La astrología me llegó vía el periodismo. Yo me fui de mi casa
muy chica, a los diecisiete, tenía que trabajar y lo único que me gustaba era
escribir. Así que respondía a toda oferta de trabajo que incluyese redactar
algo. Redacté cursos de autoayuda por correo, posters, tarjetas postales, notas,
publicidades, folletos, guías y una vez, un curso de astrología para cargar en
computadora porque no existía nada de eso en castellano. Me contrató un
ingeniero que era astrólogo (creo que vivía en un barco la mayor parte del año).
Me daba libros con información astrológica seria y soporífera. Yo tenía que
resumirlo y convertirlo en un texto entretenido. Eso fue a mediados de los ‘80.
En los ‘90 me tomaron en una editorial de publicaciones femeninas. Era para
escribir en “Emanuelle”, una revista que había sido bastante revolucionaria en
lo suyo. Pero a la semana exacta me pusieron a dirigir una revista nueva que se
llamaba “Agenda Astrológica”. Yo no sabía nada de astrología, estudiaba Letras,
escribía poesía, había terminado periodismo…, no me lo tomé muy en serio. Pero
contrataron a una astróloga española que era lingüista y a un astrólogo
brasileño que era médico y sabían un montón. Se pusieron a explicarme. Me
apasioné. La astrología me alucinó. Después estudié formalmente, pero ese primer
contacto fue toda una revelación. Y empecé de casualidad a trabajar en “La
Nación” como astróloga, y un día una editora de Emecé, Mercedes Güiraldes, me
llamó y así nacieron mis libros, los que me llevaron a la radio y a la tele.
Digamos que pude saborear el gustito de la popularidad, o al menos de la
masividad. Algo que los poetas anhelamos pero nunca tendremos. La poesía no es
de consumo masivo como la astrología. Nadie te paga por eso. Y en eso reside tal
vez su pureza, su encanto.
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3 — ¿Folletines en el siglo
XXI?: sí, sos la autora de dos, “Hermanos de sangre” y “Pasión gitana”, ambos
traducidos al portugués.
MB — Fueron libros por encargo. Tal vez el mejor trabajo que tuve:
escribir novelas de amor y que me paguen. Fue una iniciativa que duró muy
poquito en la Editorial Perfil, se llamaba Colección Primavera. Una amiga y
colega, Gabi Ramos, me convocó junto con otras dos o tres periodistas que podían
con el desafío. Novelitas entre románticas y eróticas, estilo las “Cincuenta
sombras de Grey”. Fue bueno mientras duró.
4 — ¿Se representó, fue editada “El plato de morcillas”, tu obra de
teatro para niños? ¿Has escrito otras, para niños o adultos?
MB — Ese proyecto también vino de la mano del periodismo y de otra
colega y amiga, Claudia Wright. Dirigía un manual escolar de quinto grado y no
tenía obra de teatro para incluir en el capítulo de género dramático. Me llamó y
me dijo “es para vos”. Lo hice, la publicaron y ya no recuerdo cómo llego a
Uruguay. La representaron tres veces, creo, un elenco de chicos. Siempre me
atrajo lo infantil. Publiqué cuentos, poesía, canciones, cosas sueltas. Eso sí,
estudié mucho sobre literatura de chicos porque me interesa jugar con el
discurso. Y si bien me fascina el lenguaje teatral… no es lo mío. Me pasa como
con la prosa. Inicié varios proyectos de novela que nunca superaron el segundo
capítulo. Y algunos cuentos que “no dan” para libro. Podría escribir guiones de
cine, teatro o tele en equipo, en eso sería eficiente, estoy segura. Pero la
poesía es mi lenguaje madre.
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5 — ¿Qué otras revistas dirigiste? En la actualidad, ¿en qué medios te
desempeñás?
MB — Estuve básicamente en revistas de autoayuda y de salud. Las tres
en las que trabajé más tiempo como directora fueron “Predicciones”, “Sano y
Natural” y “Agenda Astrológica”. Dirigí, de chica, la parte periodística de una
agenda educativa y una revista de coleccionismo que se llamaba “Coleccionista”.
Escribir, escribí en muchas. Trabajé en “Clarín”, en una sección que se llamaba
Arte y Antigüedades, en la revista de dicho diario, en “Lea, revista de libros y
cultura”... Pero hace unos años dejé de gitanear, estoy como hace veinte en la
revista de “La Nación”, a veces en “Cosmopolitan” y escribo libros.
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Marion Berguenfeld con Alicia Pastore, Laura
Andrea Ponce, etc.
6 — Otra de tus aristas es la de docente de Castellano y Literatura en
Bachilleratos Populares.
MB — Yo empecé a militar en el Colegio Nacional de Buenos Aires.
Ingresé con doce años recién cumplidos porque empecé la primaria a los cinco —me
falsificaron el documento para hacerme entrar antes—. Me deslumbró ese clima de
Universidad. Yo venía de un colegio privado inglés que detestaba. En primer año
fui una estudiante modelo pero en segundo, a los trece, cambié. Empecé a leer a
Marx y a Freud al mismo tiempo, estaba en todas las protestas, llegaba tarde a
casa, me rateaba. El golpe militar me mató la adolescencia. Desaparecieron
amigos. Entre ellos Malena Gallardo, la más joven del Colegio. Tenía quince
años. Milité durante todo el Proceso. Pero cuando subió Alfonsín dejé eso atrás.
Estuve con una especie de largo estrés postraumático. Cuando conocí a Ramón, mi
marido, que es delegado y un luchador de alma, empecé despacito a salir del
letargo. Claro que no tengo la fuerza de entonces. Pero en el Bachillerato estoy
con compañeros y compañeras más jóvenes que sí tienen toda esa frescura, esa
determinación. Lo mismo que mi hija Lena, que tiene dieciséis, y va a las
marchas, está en las tomas, se apasiona… Como la literatura es lo mío, trato de
militar desde ahí. Desde la educación. Popular porque enseñamos a trabajadores.
Gente que está desprotegida frente a un sistema social que los excluye. Es como
la película “Matrix”. Primero tenés que despertarte y descubrir que te vendieron
una ilusión. Recién después, cuando entiendas que el sistema te narcotiza para
chuparte la sangre, tal vez puedas liberarte… un poquito. Me encanta enseñar
literatura pero no como algo vacío sino como herramienta de liberación. Porque
eso es el arte, una ventana, una puerta, un caballo que te lleva lejos.
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Marion Berguenfeld con Carlos Dariel, María
Barrientos, Ramón Fanelli, María Malusardi, Eduardo Mileo, Guillermo Román,
Susana Szwarc, Silvia Manzini, etc.
7 — Asentamos ya el enlace que conduce a la biblioteca de poesía
virtual, pública y gratuita que fundaste con el poeta Ramón Fanelli.
MB — Esa es tal vez otra apuesta ideológica fuerte. Descubrimos que en
Argentina no existe ninguna biblioteca de poesía. Yo hice un curso de
bibliotecas comunitarias y cuando íbamos con el grupo de visita a la Biblioteca
Nacional, a la del Maestro, a la del Congreso…, siempre buscaba al menos un
sector enteramente dedicado a la poesía, pero… nada. No había ¿Qué va a ser de
nuestra generación de poetas si no se conserva su obra?, nos preguntábamos.
Libros sublimes con tiradas mínimas que nadie podía ya encontrar. Pensamos en
armar una biblioteca en casa pero no teníamos espacio. Entonces empezó a crecer
la idea de un espacio virtual. Ramón entiende muchísimo de tecnología, de
lenguaje digital, tiene su www.paginadepoesia.com.ar con miles y miles de
contactos. Eso facilitó el camino. Diseñamos el proyecto entre los dos. Fuimos
pidiendo los libros, la autorización de los autores o de sus herederos. Hicimos
como cincuenta libros igualitos a los de papel y lo lanzamos al ciberespacio.
Esos libros están vivos. En un año lo visitaron seis mil personas. Es como
militar de poeta. Llevar al mundo lo mejor de un lenguaje que es revolucionario
de por sí. Por ahora nuestro plan es seguir incorporando títulos. Los que ya
están son todos maravillosos, especiales. Difundir la obra de otros me resulta
tan importante como escribir lo mío. Porque fijate qué perverso es el Sistema:
tira a la basura a nuestros mejores artistas, los silencia, los ignora, a la vez
que produce toneladas y toneladas de discurso basura. Hay que dar vuelta la
ecuación, difundir lo mejor de la producción humana, hacer de la poesía un
antídoto, de eso se trata.
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Marion Berguenfeld con el poeta Jorge Figueroa
8 — ¿Tenés por allí un libro que estás preparando, al que calificaste
el año pasado como “raro” y que se titularía “Umbra”?
MB — Raro en mi producción. De algún modo cuenta una historia. Y tiene
un aire de película de misterio. Pero no puedo decir mucho más porque me falta
distancia con mi propia producción, es demasiado reciente...
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Marion Berguenfeld con el poeta Ramón Fanelli
9 — “Las lobas” apareció firmado por Karina Marión Berguenfeld. Pero
ya en “Bruta piedad” no sólo desapareció tu primer nombre sino que con él se fue
la tilde de Marión. ¿Qué te fue pasando con tus nombres, Marion sin tilde?
MB — En eso mi historia es bastante inusual. Como periodista, a veces,
debí usar seudónimos y siempre jugué con mis verdaderos nombres. Por ejemplo, en
“Clarín” redacté notas durante varios años en una sección que se llamaba "Arte y
Antigüedades" y como no estaba “en blanco” me intimaron a usar un seudónimo, y
elegí Karina Kurz, porque Kurz es el apellido de mamá. Cuando empecé a publicar
horóscopos en “La Nación”, tenía un contrato de exclusividad con otra editorial,
así que elegí Kirón, por Karina Marión, y además porque es un nombre de mucho
peso en astrología. En otra ocasión me encargaron las novelitas de amor que
firmé como Marion McKena. En cuanto a dejar de ser Karina y pasar a ser
Marion... Karina es el nombre que me eligió mamá y Marion, mi segundo nombre, lo
eligió papá. Como el poeta era él... Y además Karina Marion es muy largo. El
acento no sé bien cuándo ni por qué se perdió.
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Marion Berguenfeld con Graciela Licciardi,
Gustavo Tisocco y Silvia Manzini
10 — Comparto con vos y nuestros lectores unas líneas de un mismo
párrafo de la novela “El corazón de las tinieblas” del ucraniano Joseph Conrad:
“Hay un toque de muerte, un sabor de mortalidad en las mentiras, que es
exactamente lo que más odio y detesto en el mundo. Me hace sentirme desdichado y
enfermo, como si hubiera tragado algo podrido.” Y luego: “Tengo la sensación del
sueño, esa mezcla de absurdo, sorpresa y aturdimiento en un temblor de rebelión
agónica, esa sensación de ser capturado por lo increíble, que constituye la
esencia de los sueños…” Las mentiras y los sueños. ¿Qué te pasa a vos con ellos,
qué te ha ido pasando con ellos —autora del poema “Sueños de loba”— desde
aquella etapa de dos países, dos músicas, dos lenguas?
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Marion Berguenfeld con H. Laitano, M. E.
Rocchio, J. E. Tallarico, E. Eyheremendy, R. Fanelli, J. A. Madrazo, M. J.
Druille, N. Barleand, etc.
MB — Yo vivo como dormida, volada, en un cierto estado de irrealidad
que me suele angustiar. La vida diurna me resulta espesa, como una telaraña muy
pesada que me rodea, haga lo que haga. Por eso me gusta nadar y dormir, me
siento más liviana. La mentira es algo que me asusta. Yo suelo ser bastante
brutal con eso de la franqueza, aunque a esta altura de mi vida aprendí a
callarme, a no decir, a omitir más que mentir. Pero la mentira ajena me aterra
porque no siempre la reconozco y sufrí enormemente pequeños y grandes engaños.
La mentira me ha herido de muerte, llevo sus cicatrices.
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Marion Berguenfeld con Manuel Ruano, Norma
Padra, Mario Capasso, Rolando Revagliatti, Rogelio Pizzi, María Amelia Díaz,
etc., en 2011 - Foto Daniel Grad
11 — Sigamos con novelistas: ¿Las poéticas de qué narradores preferís?
MB — Las del boom latinoamericano, el realismo mágico de Gabriel García
Márquez, de Alejo Carpentier, de Miguel Ángel Asturias, de Juan Rulfo, de Julio
Cortázar, de Jorge Amado. Ellos me hablan en mi idioma.
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Marion Berguenfeld con Ramón Fanelli, Alicia
Nora Perusín, María del Carmen Colombo y la actriz Ingrid Pelicori
12 — ¿Qué importancia le atribuís a los premios literarios en tu…
carrera?
MB — Me dieron ánimo para leer en público, algo a lo que le tenía
terror; y a seguir escribiendo.
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Marion Berguenfeld con Roberto Glorioso, Gustavo
Tisocco, Sonia Del Papa Ferraro y Ramón Fanelli
13 — Como dijo William James, el hermano del gran Henri James: “Un gran número
de personas piensan que están pensando, cuando no hacen más que reordenar sus
prejuicios.” ¿Compartirías con nosotros alguna sentencia o algo así, que te
parezca fenomenal por lo contundente?
MB — No se me ocurre ninguna ahora mismo, pero esa cita de James me
parece buenísima: pensar es romper con las ideas preconcebidas, con modos de
vida pret a porter.
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Marion Berguenfeld con Ramón Fanelli
14 — ¿Cuál sería tu “mayor secreto mejor guardado”?...
MB — No tengo ninguno pero podría compartir una idea: no existe el
control, no controlamos nada, hay que dejarse ir...
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15 — ¿Solés estar en desacuerdo con vos misma?
MB — Soy muy contra. Me encanta tratar de mirar las dos caras de la
moneda al mismo tiempo.
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Marion Berguenfeld selecciona poemas de su autoría para acompañar esta
entrevista:
novicia
soy la menor del asilo
por eso duermo atada
y me ensucio los pies
tengo múltiples madres
que van muriendo en línea
a medida que rezo
soy la gata
que entierra en el jardín
los trapos que se roba
(para no dejar huella
las anunciadas
me arrancaron las uñas)
vendadas
mis manos alzarán
un reino paralelo al del convento.
(Inédito)
*
Cara de ángel
Lo mató el calor dijo la hembrita
ya sin abanicar al verdugo.
Sola en el mundo en la noche
baila
agradece al verano
que lo cocinó en sus arterias.
De calor.
Un vegetal azul
carnoso
dulcemente podrido.
Sangre con sangre
el suelo terracota de la casa.
Huérfana baila de sorpresa
de miedo
fuerte lo toca
para que el fantasma salga pronto.
Juega con su muerto la hembrita
pone barro
piedra
hormigas que coman
coman
como ella tantas noches.
Ahora que nadie nos ve.
(de “Forense. Estación fantasma”)
*
marilyn blues
fui creada para el asedio y la maravilla
tengo una carne tan dulce
que ni siquiera se puede morder
porque ni bien me besan
soy azúcar
alcohol
un plañido que no se consuela
para el asedio me hicieron una noche de llena
y demasiado pronto
me pusieron al frío del amanecer
presa en la torre alta de un cuerpo
descontrolado
supe los milagros del amor apenas por reflejo
he dormido con armadura
desde el inicio de mis días activos
pude con los cachorros que me crecieron
y el arte de jugar
pero sola permanecí, guardada, intacta
de una pureza que ni yo misma comprendo
nadie dejó marca en esta arena ondeada
donde sigo descalza
y te llamo
y estoy.
(de “Estrip”)
*
arsénico
¿mirar o que te miren?
preguntó
litros de ron cubano
recostado en mi alfombra
cargó la magnum
tu nena mala dije
y puse jazz
quedó seco
los ojos como platos
a mitad del estrip.
(de “Estrip”)
*
Caronte
Pido para mi muerte un esclavo de azul.
Él me llevará por la huesería
a brazadas de oso el río espeso
alejará las calaveras
que muerden los pies del recién caído.
Un hombre.
Nadará por mí.
No se atreverán con su durísima carne
las tortugas lentas de los islotes.
Transitar los castigos
las gracias de esta vida.
Tanta materia agitada.
Lo pido azul hecho de río.
Que por los peligros de la muerte
me lleve me deje dormir.
(de “Forense. Estación fantasma”)
*
la novia de los veleros
las viudas han bajado al mar
se van los barcos
no llevan velo
pero el pueblo es piadoso
llegaron juntas y de a una se irán
abandonando en el muelle
a la viuda novicia
la novia de los veleros
de ella naceré
de ella y de un varón que vendía corales
y tenía en la nuca un ojo místico
seré su niña viuda
con redes y anzuelos jugaré
con la rueda del temporal
porque he nacido extraña
igual a tantas huérfanas de marino
sal en la sangre
después me encerrarán
harán muñecas de tela
dulces que no probaré
mientras dure la fiebre
y yo camine sonámbula
hacia los barcos.
(Inédito)
*
Entrevista realizada a través del correo electrónico: en la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, Marion Berguenfeld y Rolando Revagliatti.
*
www.about.me/rrevagliatti
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