¿AHORA
HABLAN DE GRIETA?
15 de abril de 1953, ¿se acuerdan de las bombas en el subte?
El 15 de abril de 1953, varios radicales y un socialista pusieron bombas en un
acto peronista en Plaza de Mayo, mientras el General Perón hablaba contra el
agio y la especulación. Murieron muchos inocentes. Una estación de subte lleva
el nombre de uno de los terroristas.
Por Daniel Brion*
La fiel CGT organizó una multitudinaria concentración cívica en Plaza de Mayo
para apoyar a su líder, el 15 de abril de 1953. Pese a los vaticinios de la
oposición, que esperaba una plaza vacía, el aparato sindical funcionó a la
perfección y el acto fue realmente masivo. Pero algunos pensaron, en su afán por
hacer tambalear al régimen peronista, que este acto sería una buena oportunidad
para dar un buen golpe de efecto. Y pusieron manos a la obra.
Miércoles, 14 de abril de 1953. Según versiones publicadas en diferentes diarios
de la época, fue un día antes del acto que El Jefe, El Ingeniero y El Ayudante
se reunieron en un comercio cercano a Plaza Miserere con el fin de armar los
explosivos que se utilizarían al día siguiente. El local, de la firma Redondo
Hnos. ubicado en la avenida Jujuy 47/51, entre Av. Rivadavia e Hipólito
Yrigoyen, era el centro de actividades del Jefe.
Allí solían fabricarse bombas, redactarse panfletos antiperonistas y organizarse
reuniones políticas clandestinas. El Ingeniero armó tres bombas de diferente
poder destructivo. La más pequeña tenía 30 cartuchos de gelinita y fue destinada
al Hotel Mayo, ubicado en la esquina de Defensa e Hipólito Yrigoyen y que se
encontraba en refacciones. Otra algo más potente, armada con 50 cartuchos de
gelinita, fue colocada en el octavo piso del Nuevo banco Italiano. Ésta
finalmente no estalló, por defectos en el mecanismo de relojería.
Y la última y más poderosa, que contaba con 100 cartuchos, fue la que El
Ingeniero y El Ayudante colocaron en la estación Plaza de Mayo de la línea “A”
de subterráneos. La reunión habría terminado a altas horas de la madrugada del
día siguiente, a poco de la hora señalada para entrar en acción.
Jueves 15 de abril de 1953. A la hora del comienzo del acto, según las crónicas,
la plaza reventaba. Hacía 14 minutos que el General Perón desarrollaba su
discurso, decía en ese momento:
(...) “He repetido hasta el cansancio que en esta etapa de la economía Argentina
es indispensable que establezcamos un control de los precios. No sólo por el
Gobierno y los inspectores, si no por cada uno de los que compran, que es el
mejor inspector que defiende su bolsillo”.
“Y para los comerciantes que quieren los precios libres, he explicado hasta el
cansancio que tal libertad de precios por el momento no puede establecerse.
Bastaría un rápido análisis... (Entonces fue que se escuchó la primera
explosión).
Era la bomba que El Ingeniero colocó debajo de una heladera en la confitería del
Hotel Mayo, que estaba cerrado por refacciones y al cual fue relativamente fácil
acceder. Era la de menor poder, pero igualmente causó graves daños en el hotel y
destrozos en las construcciones vecinas. Una de las cortinas metálicas fue
arrancada de cuajo y muchas ventanas y vidrieras quedaron destruidas, sobre todo
del lado de la calle Defensa. La calzada quedó cubierta de cristales rotos y se
registraron algunos heridos. Se pudo ver al General Perón impartir indicaciones
a algunos funcionarios que estaban junto a él, mientras levantaba sus brazos con
la intención de infundir calma en el público.
Y el discurso continuó. “Compañeros: éstos, los mismos que hacen circular los
rumores todos los días, parece que hoy se han sentido más rumorosos,
queriéndonos colocar una bomba...”
En ese instante se escuchó otro estallido, mucho más potente que el anterior:
era la bomba colocada en la estación Plaza de Mayo, de cuyas bocas de acceso
comenzó a emanar humo.
El Ingeniero la ubicó en una casilla, bajo un tablero eléctrico, en el andén.
Los destrozos fueron cuantiosos y afectó a una formación estacionada e
instalaciones fijas. La fotografía muestra parte de los daños ocasionados. Si
bien las crónicas señalan que la estación estaba cerrada al público debido al
acto, igualmente hubo 6 víctimas fatales.
No nos consta si todas las muertes se registraron en la estación o si algunas
son producto del estallido en el Hotel Mayo.
El 11 de mayo de 1953, gracias a investigaciones llevadas a cabo por personal de
la comisaría 17° de la Policía Federal, se logró detener al Ingeniero. Su
detención fue la culminación de un rastreo iniciado tras la caída de un avión en
el Uruguay, que trasladaba al Jefe y al Ayudante al vecino país, presumiblemente
en búsqueda del dinero suficiente para facilitar la fuga del Ingeniero, el
principal autor de los atentados, al exterior.
Los viajes de los integrantes del grupo subversivo al país hermano eran
frecuentes y era costumbre utilizar documentos de identidad apócrifos. Justo en
ese viaje trunco El Jefe utilizó una cédula de identidad expedida por la Policía
Federal a nombre del Ingeniero. Este dato fue el punto de partida que permitió
detenerlo junto a otras tres personas, en un departamento de la calle Juncal al
2100, en el que se había refugiado mientras esperaba el dinero necesario para
escapar a otro país.
Tras su detención, El Ingeniero reconoció su participación en muchos atentados,
entre ellos los del 15 de abril. Finalmente quedó alojado en la desaparecida
Penitenciaría Nacional, que estaba ubicada en el solar que actualmente ocupa la
Plaza Las Heras, en el barrio porteño de Recoleta.
Identificación de los terroristas
¿Quiénes fueron El Jefe, El Ayudante y El Ingeniero? La suerte de los tres
principales participantes de esta historia fue dispar.
a) El Ayudante: Carlos Alberto González Dogliotti, tras su liberación no se
tienen mayores referencias de la suerte corrida por él.
b) El Jefe: Arturo Mathov, tuvo cierta notoriedad pública al llegar a ser
diputado nacional.
c) El Ingeniero: Tras esta etapa oscura y revolucionaria de su vida, tuvo mucha
más suerte que sus compañeros. En junio de 1955, en el marco de una amplia
amnistía política, recuperó su libertad. Y volvió a dedicarse a la política.
Durante la presidencia del Dr. Arturo Illia ocupó la secretaría General del
Consejo Nacional de Desarrollo, ente más conocido como CONADE. Posteriormente,
tras la caída del gobierno de Illia, actuó como planificador en el seno de la
Organización de las Naciones Unidas. Con la vuelta de la democracia el 10 de
diciembre de 1983, en el gobierno del Dr. Raúl Alfonsín, ocupó la cartera del
Ministerio de Obras Públicas que abandonó el 25 de Mayo de 1985 para pasar a ser
el titular del Ministerio de Defensa debido al fallecimiento de Raúl Borrás, su
antecesor en el cargo. Pocos meses después, el sábado 8 de febrero de 1986,
falleció en circunstancias nunca aclaradas mientras nadaba en la pileta de su
residencia oficial, en Campo de Mayo, luego de almorzar con un grupo de amigos y
correligionarios de su partido.
Ya muchos habrán deducido su nombre, a esta altura de la lectura. Sí, es
sorprendente: se trata de Roque Guillermo Carranza, el Ministro Carranza... ¡Sí,
el mismo al que recuerda la estación homónima del subte “D”. Inaugurada el 29 de
diciembre de 1987, sobre la marcha las autoridades de Subterráneos de Buenos
Aires sustituyeron al nombre elegido en primer lugar, General Savio, por el de
El Ingeniero.
No se trata aquí de alabar o denostar su desempeño en los diferentes cargos que
ocupó a lo largo de su vida política. Tal vez haya sido tan bueno o tan malo
como cualquier otro funcionario.
Entremos en el terreno de las suposiciones: imaginemos que fue el mejor ministro
que algún Gobierno haya tenido a lo largo de nuestros casi 200 años de historia
como país independiente y que tenga bien merecido su homenaje, las posibilidades
de recordar su supuesta encomiable trayectoria son infinitas: una estatua, una
plaza, plazoleta o parque... o tal vez una calle, pasaje o autopista podrían
llevar su nombre.
Pero... ¡¡¿una estación de subte?!! ¡¡Al autor del más trágico atentado en la
historia de los subterráneos porteños se lo homenajeó con una estación en ese
mismo medio de transporte contra el que atentó!!
Nos surgen muchas incógnitas al respecto. Y preguntas, muchas preguntas: ¿Qué
criterio utilizaron las autoridades de Subterráneos de Buenos Aires para cambiar
el nombre de General Savio por Ministro Carranza? ¿Habrán buceado aunque sea un
poquito en la historia antes de tomar la decisión o ésta fue meramente política?
¿Habrán sabido del explosivo pasado del ministro Carranza?
Y la pregunta más dolorosa de todas. Es de suponer que buena parte de los
muertos en el atentado han dejado en este mundo a parientes, amigos o
descendientes que lloraron su partida. Y seguramente algunos de los heridos aún
vivan. Y tal vez arrastren secuelas de esa tragedia. ¿Cómo se sentirán, si es
que alguna vez utilizaron el subte “D”, al ver el nombre del responsable de su
desgracia inmortalizado en el andén?
¿Alguna vez habrá pensado en las víctimas quien haya sido el responsable de este
desgraciado homenaje?
Muertos en el atentado:
Santa Festigiata de D'amico (84 años)
Mario Pérez
León David Roumeaux
Osvaldo Mouché
Salvador Manes
Heridos: 93.
Lisiados permanentes: 19
En un país con memoria, el nombre de esta estación de subterráneos no debería
permanecer ni un solo día más. Por verdad histórica, por memoria popular, por
justicia y sin revanchismo.
* Presidente del IMEPU - Instituto por la Memoria del Pueblo
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