ZONA
LITERARIA - EL TEXTO SEMANAL
“La poesía generada en el capitalismo le conoce las
miserias en los pliegues más íntimos”
Entrevista a David Bierenbaum por Rolando Revagliatti
David Birenbaum nació el 3 de agosto de 1964 en Montevideo, capital de la
República Oriental del Uruguay, y reside en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
la Argentina. Fue incluido en la antología “Animales distintos. Muestra de
poetas argentinos, españoles y mexicanos nacidos en los sesentas” (México,
2008), publicó las plaquetas “Freudiana y otros poemas” (1993), “Zavaleta el del
eclipse” (1994), “Puré de séclipe y teyoca” (1995), “Ladrón” (2008) y los
poemarios “Clase turista” (1997), “Mate pastor” (2003) y “No se necesitan
poetas” (2013), los tres a través de Ediciones La Carta de Oliver. En 2015 fue
incorporado, en formato CD, en la “Antología de poesía de La Matanza” (con
selección de Eduardo Dalter y María Luz Fernández). Su poesía ha sido difundida
en medios electrónicos así como en publicaciones periódicas en soporte papel:
“Barataria”, “Omero”, “Alguien Llama” (de Villa María, provincia de Córdoba),
“Poesía en Marcha” (de Rosario, provincia de Santa Fe), pliego “Huasi”, “Círculo
Mitre” (de Azul, provincia de Buenos Aires), “La Carta de Oliver”, suplemento
literario “Yo Río” del diario “El Argentino” (de Gualeguaychú, provincia de
Entre Ríos), “Frankbaires”, etc.
1 — ¿Así que nacido en Montevideo?
DB — Aunque volví muchísimas veces a esa ciudad, nunca viví allí. Mi infancia y
adolescencia transcurrieron en la capital de la provincia de Corrientes. Y desde
entonces tengo un especial interés por todo lo europeo: Historia y Geografía en
particular. Quizá esto se deba a mis orígenes familiares. Si le agregamos que mi
padre (polaco) era judío y mi madre (uruguaya) no, ya aparece un elemento de
conflicto: las mezclas, las dudas. Tengo un hermano, médico. En 1985 abandoné la
casa familiar y los estudios universitarios (ingeniería agronómica) en la mitad
de la carrera, para abocarme a trabajar y estudiar teatro. Al año siguiente vine
solo a la Capital Federal y logré ingresar a la Escuela Municipal de Arte
Dramático, donde concluí la carrera de Formación del Actor, tres años después, y
volví a Corrientes. Ahí estuve durante 1989
ejerciendo como maestro de teatro
para todos los grupos de una escuela primaria de gestión privada. Regresé a
Buenos Aires con la idea de emigrar a Israel debido a mi precaria situación
económica. Nunca sucedió. Retomé los estudios en el Instituto Vocacional de Arte
durante dos años y en 1991 finalicé la especialización en Educación por el Arte.
Uno de los talleres era el literario. Ahí empieza en serio la escritura de
poesía. Durante 1993 hice taller con Santiago Espel, quien luego fue el editor
de mis tres libros.
2 — Cuando estabas alistándote para convertirte en un treintañero.
DB — Que es cuando conocí a mi mujer, Roxana, con quien inicié la convivencia y
luego la crianza de nuestros dos hijos, Joaquín (1995) y Azul (1998). Compramos
con un crédito un departamento en Villa Celina, partido de La Matanza, donde
residimos hasta 2010; y entonces nos mudamos a la ciudad de Buenos Aires. Mi
período matancero incluye el reinicio de mi actividad docente: hace dos décadas
que me desempeño como profesor en escuelas públicas de La Matanza. En el medio
cursé el profesorado en Castellano, Literatura y Latín en la Escuela Normal
Superior “Mariano Acosta”, de la que egresé en 2001. Como verás, anduve casi
siempre metido en instituciones educativas, como estudiante y como docente.
Casi, pero no siempre: durante mis primeros diez años en Buenos Aires trabajé en
oficios diversos: titiritero en una obra teatral en el Teatro Nacional General
San Martín, promotor y luego vendedor de libros para una editorial, etc.
![](img/birembaum-2.jpg)
David Birenbaum con un compañero docente en
Tigre, provincia de Buenos Aires, en 2007
3 — Basculando.
DB — Entre dos pies: Cuerpo y Lenguaje. Por un lado, practiqué muchos deportes
durante la infancia y la adolescencia, más tarde mis incursiones en el teatro.
Por otro, la literatura, y el psicoanálisis como paciente. Llego a mis cincuenta
y dos años y miro los poemas escritos y advierto cómo todas esas actividades me
han ido cambiando. Es gracias a los amigos que fueron difundiéndose en diarios y
revistas algunos poemas míos. Y en la antología en formato CD, la que se
presentó en el Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos
Aires, en La Matanza, y arranca con textos de Pedro B. Palacios (Almafuerte),
Elías Cárpena y Martiniano Leguizamón. Luego aparecemos una quincena de poetas
de los años ‘70 hasta la actualidad (Lucina Álvarez —docente desaparecida—, Omar
Cao, Ricardo Rubio, Patricia Verón, Luis O. Tedesco, Lía Miersch, Daniel
Battilana, Elizabeth Molver, Carlos Carbone, Norberto Corti…). Así que aunque
montevideano, soy correntino de base, porteño por adopción, y por qué no, un
poco matancero. Ya que te nombré a SUTEBA, permitime aclarar cierto aspecto de
mi vida que no mencioné: la actividad sindical y política. Fui delegado de
escuela por el SUTEBA durante algunos años. Esto empezó mucho antes, cuando
residía en Corrientes, en la universidad. Me vinculé allí con un grupo de
estudiantes y trabajadores de un partido muy chiquito, el MAS (Movimiento al
Socialismo). Fueron compañeros y compañeras muy solidarios conmigo en esa etapa
de largarme a trabajar y vivir solo. Cuando empecé a tener un laburo estable en
escuelas, allá por el ’97, me conecté con maestras y profesores que estaban en
el SUTEBA — La Matanza. Una época brava. Recién en 2003, 2004, las cosas se
fueron calmando un poco. Ahora, no sé…, una gran incógnita, lo que se viene. Me
parece que va a ser con los dientes apretados. Pero dejé la actividad
política-sindical hace siete u ocho años.
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David Birenbaum con su esposa y sus hijos en
el Museo Joaquín Torres García, Montevideo, Uruguay, 2007
4 — Tendrás algún poemario inédito.
DB — Con poemas de los dos últimos años. Son doce, sin título todavía. Escribo
poco, tiro y tiro al cesto de papeles. Trabajo mucho con los lenguajes. Estudié
inglés desde chico y gracias a las canciones, siempre me acompañó. En el
profesorado tuve que estudiar algo de griego y un poco más de latín. Ahora estoy
estudiando euskera en un centro de estudios vascos y por internet. Aprendiz de
todo, maestro en nada. A esta altura de mi vida me impongo muy pocas
obligaciones. Ya no tengo en mente ninguna carrera. No hay metas, sólo
obstáculos, leí por ahí.
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David Birenbaum con Roxana, su esposa, en Tigre,
provincia de Buenos Aires, en 2007
5 — ¿Tus influencias literarias?...
DB — Concernientes con lo que iba viviendo y sintiendo. Buscaba respuestas a lo
que me pasaba en la lectura de la vida de los otros: novelas, reportajes. La
poesía social siempre me atrajo: Bertolt Brecht, Nazim Hikmet, Pablo Neruda,
Mario Benedetti, Evgeni Evtushenko. La poesía norteamericana e inglesa del siglo
pasado, también. Quizá porque están en el centro del capitalismo y le conocen
todas las miserias en los pliegues más íntimos. Raymond Carver fue quien más me
conmocionó. Tanto sus cuentos como sus poemas. Uno de los poemas más recientes
que escribí se titula “A la manera del viejo Raymond”. Ojo, he leído a Alejandra
Pizarnik, revistas de poesía surrealista, autores rusos que el stalinismo
deploró por “pequeñoburgueses y contrarrevolucionarios”, etc…, digo, la
sensibilidad enfocada en otros aspectos de lo humano que no son la relaciones de
opresión o la Historia. Muchos buenas poemas de poetas que no van a pasar a la
Historia de la Poesía. Creo que gracias a la alfabetización masiva que se
produjo durante el siglo veinte, hubo tantos buenos poetas (y los hay) que no
caben en una lista. El tiempo, ese gran juez, dirá.
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David Birenbaum con otros estudiantes de
euskera, en Lazkao, Gipúzkoa, España, en enero 2017
6 — Sólo nos vimos en cafés literarios.
DB — Son importantes. Tanto cuando asisto como oyente o cuando me invitan a
leer. Percibo que hay una pila dentro de mí que estaba olvidada y descargada y
que se vuelve a cargar en el espacio de lecturas. Valoro el esfuerzo de los
organizadores y el de los concurrentes, que suelen ser pocos. A mí me
permitieron conocer gente, disfrutar de la poesía oída con otros. Todos sabemos
que no es lo mismo que leerla solo y en silencio.
![](img/birembaum-6.jpg)
David Birenbaum con otros estudiantes de
euskera, en Itsaso, Gipúzkoa, España, en enero 2017
7 — Regresemos: ¿cómo ha sido, lustro tras lustro, aquella ciudad de Corrientes
y tu cotidianeidad?
DB —Llegué a la ciudad en 1967. Tenía casi tres años. Venía de Porto Alegre
(Brasil) donde había nacido mi hermano. Corrientes era un pueblo grande con dos
edificios de siete pisos: el de la Lotería Correntina y unos departamentos en la
peatonal Junín, donde vivía un primito de mi edad que solo hablaba hebreo. Mi
mamá me contaba que a pesar de mi portuñol y su hebreo, jugábamos juntos.
Mi viejo había puesto un comercio con la ayuda de mis tíos y nos iba bien. Yo
concurría a la escuela pública en el turno tarde. Había compañeritos pobres y
criaditos. La clase media iba al turno mañana, pero a mí no me gustaba madrugar.
Eso me permitió conocer distintas realidades. Tenía compañeritos con diez
hermanos o más. Algunos vivían con familias más pudientes que los “adoptaban” o
criaban a cambio de algunos servicios domésticos, hacer los mandados, ir al
almacén. Disponían de poco tiempo para estudiar. Cuando podía les daba una mano;
venían a casa a estudiar Geografía, Matemática.
Corrientes tenía un club de básquetbol cada cinco cuadras. Había campeonatos de
todas las categorías. Hoy están San Martín y Regatas en la Liga Nacional. Yo
jugaba en Pingüinos. Pero el crack era mi hermano. Jugó en la selección
correntina, en categoría cadetes y juveniles en torneos nacionales, en las
ciudades de Trelew y Catamarca, a mediados de los ochenta.
El río Paraná era una presencia fundamental en el paisaje. Yo nadaba solamente
en pileta. En el verano se ahogaban muchos pibes en el río. Recién en los 90 la
municipalidad organizó guardavidas con botes y cuerdas para delimitar las zonas
de baño. Lo mismo pasaba con las bicicletas. Todo el mundo andaba en bici, pero
yo aprendí recién a los dieciocho, cuando tuve mi primer trabajo (que hacía en
bicicleta). Mi mamá estaba aterrorizada por la cantidad de ciclistas, niños y
adultos, muertos en accidentes de tránsito. A pesar de esto que te cuento, tuve
una infancia muy feliz, en familia, con perros y gatos.
En el Secundario, en un colegio nacional, no la pasé muy bien. Fue entre 1977 y
1981: plena dictadura. La Gendarmería solía visitarnos y una vez llamaron a mi
casa exigiendo mi presencia con un familiar adulto en las oficinas del
comandante. Yo pensé que era una broma de un amigo, pero no. Por suerte no pasó
a mayores. La relación con los compañeros y compañeras en la escuela era
dificultosa para mí. Por ejemplo, las chicas hacían de la virginidad, un valor.
Creo que en esto tenía que ver la enorme influencia de la Iglesia en la sociedad
correntina. El despertar al sexo y al amor no era fácil en una sociedad con
valores tan retrógrados. Cuando estaba terminando el secundario, conocí gente
con otras inquietudes que intentaba hacer teatro, en diferentes grupos. Eso me
ayudó a transitar la etapa del pasaje a la universidad. Aunque esta última fue
una experiencia a medias: abandoné en el 85 y en el 86 me vine a Buenos Aires.
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David Birenbaum con Fernando Kofman y Ernesto
Frangipani
8 — Zavaleta, el del eclipse, y otros también Zavaleta, conforman una de las
secciones de tu primer poemario: ese viaje que es sólo de ida.
DB — Zavaleta es un personaje que aparece en cinco o seis poemas de mi primer
libro. Esto no se repitió en los siguientes. Esos poemas y algunos de tipo
narrativo descriptivo, como “Teatro Metropolitan” o “Última fotografía del zar y
su familia”, donde no se sabe bien cuándo termina la representación y comienza
la realidad, creo que “salvan” al libro. Los más breves y autorreferenciales
son… olvidables, para no ser tan cruel con aquellos primeros versos.
Algo que me ayudó mucho a llegar a “Clase turista” fueron los trípticos y
plaquetas. Como ensayos previos que alentaron y corrigieron poetas amigos, muy
especialmente Fernando Kofman (Buby) y Santiago Espel. Los pasos iniciales
suelen ser los más delicados. Ellos me ayudaron a elegir los poemas que NO iban
a estar en el libro. Quizá esto sea lo más difícil para un poeta primerizo:
descartar los versos con los que uno se había encandilado. Ahora hay una serie
de mecanismos de publicación por internet que pueden ayudar a los más jóvenes,
pero de eso no entiendo nada.
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David Birenbaum con Fernando Kofman en 2007
9 — Uno de los poemas (“Árboles”) de tu segundo poemario nos entera de que tu
apellido significa “peral” en alemán. Y otro poema se titula “Brecht en
consorcio”. Y otro, “El saco alemán”.
DB —Las palabras BIRN (pera) y BAUM (árbol) se acercan bastante para conformar
mi apellido. Pero mi interés por “lo alemán” no viene de ahí, me parece. Viene
del Holocausto, del genocidio efectuado por los nazis. Entre las víctimas, casi
toda la familia de mi padre. Me fascinan las películas alemanas que relatan y
revisan ese pasado: “El lector”, “La caída”, “La vida de los otros”, “Good bye
Lenin”. Para mí, el mejor cine de un pueblo es el que cuenta su propia Historia
sobre la cicatriz, no sobre la herida. Ahí tenemos “El secreto de sus ojos”, por
ejemplo, una gran película argentina sobre los años 70 o “Iluminados por el
fuego”, de Tristan Bauer, para mí el mejor largometraje realizado hasta ahora
sobre la guerra de Malvinas.
Volviendo a los huracanes históricos que arrasan a las sociedades, también me
interesa la literatura de ese país, como “Retrato de grupo con señora”, del
premio Nobel Heinrich Böll o “Sobre la historia natural de la destrucción”, de
W. G. Sebald. Y siento una gran curiosidad por la literatura de los llamados
países del Este. La “cortina de hierro” ocultó una literatura novelística que
recién comenzó a traducirse en España en las últimas décadas y aquí a veces ni
siquiera se consiguen esos libros: “La irrealidad”, del polaco Kazimierz Brandys;
Bohumil Hrabal y sus “Trenes rigurosamente vigilados”, “Yo que serví al rey de
Inglaterra” y “Una soledad demasiado ruidosa” y una poco conocida Agota Kristof,
húngara emigrada a Francia en el 56 y fallecida en 2011. Su trilogía narrativa
—“El gran cuaderno”, “La prueba”, “La tercera”— que apareció con el título
“Claus y Lucas”, es desconcertante. Nunca había leído algo que me desoriente y
atrape de esa manera. Esta literatura me ayudó a entender y aceptar
psicológicamente (no éticamente) fenómenos muy complejos como el fascismo, el
nazismo y el stalinismo. Y creo que algo de todo esto destiló en mi escritura,
en esos poemas que vos mencionás.
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David Birenbaum en Donostia, San Sebastián, Gipúzkoa, España,
enero 2017
10 — Sos uno de los poetas incluidos en el volumen ensayístico “La poesía opaca”
de Fernando Kofman.
DB — Buby [Fernando Kofman] es hijo adoptivo de los poetas ingleses del siglo XX.
O mas bien él los adoptó como padres. W. H. Auden, Ted Hughes, etc. Tiene
notables libros de ensayo sobre poesía: “Polifonía en el páramo” (1990), también
el que vos señalás (2008). Pero pierde un poco de brillo en sus incursiones
filosóficas sobre el lenguaje o sobre la ética en varios libros publicados.
Contradictoriamente, él es una persona de una integridad ética loable. Y lanza a
la palestra esta figura retórica de la “poesía opaca” como contraste con la
poesía de “caireles en la rima” que criticaba León Felipe, y contra todas las
otras figuras retóricas que aprendimos en el colegio. Estoy agradecido a este
gran poeta que no figura en el Olimpo de la poesía argentina; no solo por
haberme incluído como uno de los ejemplos de su tesis, sino por haber puesto
sobre el tapete esta clase de poesía que muchos no la consideran como tal: por
su disonancia, por sus recursos narrativos y sus diálogos. ¡Como si el
“Romancero Español” no tuviera diálogos! ¡Como si ignorásemos que el diálogo es
más vivo y tiene un poder de atracción para los ojos y los oídos que el monólogo
difícilmente consigue! Y ya que nombré al “Romancero Español”, te digo que soy
un ferviente admirador de la Generación del 27 en España, de Antonio Machado, de
Ramón del Valle-Inclán… y si seguimos para atrás en el tiempo, vamos a terminar
en los autores del Siglo de Oro Español. En esto ayudó el profesorado, pues allí
tuve que leer autores que solo conocía de nombre. Leer y estudiar no atentan
contra la calidad de los poemas que uno escribe. No fosilizan la escritura. Es
al revés.
![](img/birembaum-10.jpg)
David Birenbaum con Elizabeth Molver, Lía
Miersch, Gino Bencivenga, María Montserrat Bertrán, Carlos Carbone, Ricardo
Rubio, Eduardo Dalter, Víctor Damián Cuello, etc.
11 — En “Guerra y paz” de León Tolstoi, el mariscal Kutuzov, dice: “Todo llega
cuando tiene que llegar para quien sabe esperar…” ¿Sos de saber esperar? ¿Cómo
te las arreglás con la espera?
DB — Nunca fui un niño caprichoso. Aprendí a ser paciente con las cosas y las
personas que me interesan. Con las situaciones que antes me atraían y ya no,
trato de sacármelas de encima lo antes posible. Siempre con buen trato, sin
berrinches. Cuando estoy seguro de que no quiero algo, simplemente abro las
manos y dejo que actúe la fuerza de gravedad. Mi trabajo como docente es
colectivo: con alumnos y compañeros. En otra época, este tipo de tareas me
apasionaba: acciones, discusiones, el teatro, la militancia. Hoy es un esfuerzo
sostener ese trabajo como docente que, sin embargo, es el único que podría
hacer. Soy un inútil total para hacer dinero.
Volviendo a lo que me importa: los amigos y amigas, mi esposa y mis hijos, mi
hermano y sobrinos, la poesía …: les dedico más tiempo, soy más tolerante que
veinte años atrás. No me desespero si no viene el poema o si vino y después lo
descarto. En la ecuación VIDA-ARTE fui aprendiendo que la vida pesa mucho más.
El año pasado escribí dos poemas. En otra época me habría preocupado. No
aparecer en el ambiente (encuentros de lectura, antologías en libros o revistas)
me atormentaba. Pero me fui olvidando del tema. No hago esfuerzos por aparecer.
Y sin embargo, en 2015 surgió la “Antología de poesía de La Matanza”, gracias a
Eduardo Dalter. La vida sí me preocupa. La salud de mis hijos, dónde está el
amor, si lo estoy cultivando bien, si atiendo a mis amigos, cuánto hace que que
no llamo a Fulano o a Mengano.
En otra época creía en mis libros, mis poemas, como un testamento. Ahora me
preocupo por el mundo que vendrá. Y a veces me ocupo dentro de mis
posibilidades. El mundo en el que vivirán mis hijos y ¿nietos? Estoy convencido
de que será necesaria una revolución para que la Humanidad no continúe
hundiéndose en la barbarie. La poesía no será el refugio de nadie. La poesía
podrá salvar a una persona o a un grupo de personas, pero sola no va a alcanzar
a salvar a la Humanidad. El programa marxista- leninista tampoco va a alcanzar.
De algún modo que desconozco, las reivindicaciones ecologistas, de las
diversidades sexuales y fundamentalmente del desarrollo espiritual y la salud
(corporal y psicológica) individual de los seres humanos contra la masificación
deberán ser de primer orden. O volverán a fracasar los proyectos libertarios.
El poema “Tabaquería” de Fernando Pessoa nos da un marco todavía mayor al que
estoy dibujando: lo que era el planeta hace 5.000 millones de años y lo que será
dentro de 5.000 millones de años. Pero en el medio estamos nosotros; tratando de
hacer en la vida y de esta vida un espacio respirable y de respeto.
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12— Hace una punta de años, en el sustancioso Prólogo de su “Diccionario del
Argentino Exquisito”, Adolfo Bioy Casares se manifiesta “un poco alarmado por
las consecuencias de esta invasión de voces nuevas…” (y elijo algunas):
“Absolutización”, “Acrecer”, “Anoticiamiento”, “Arquitecturar”, “Campeonar”,
“Conjuntez”, “Chequear”, “Eficientización”, “Impactación”, “Incomparencia”,
“Laicado”, “Mejorativista”, “Planteamiento”, “Rotundizar”, “Traslacionar”,
“Visualizar”. ¿Cómo te posicionás ante las sucesivas invasiones de voces nuevas?
DB — Vos fijate que algunas palabras que mencionás quedaron (por ahora) en el
habla cotidiana (chequear, visualizar). Otras desaparecieron. A veces el secreto
está en el sufijo que le ponemos cuando queremos crear un sustantivo abstracto.
¿Por qué eficiencia vive y eficientización muere? ¿Por qué conjunto vive y
conjuntez muere? Es el misterio de la diacronía de las lenguas. Lo que queda y
lo que muta. También hay un poco de suerte y de arbitrariedad: lo que deciden la
Academia y su diccionario también pesa. Y sí, me gustó como lo planteás en la
pregunta: “invasión de voces nuevas”. El lenguaje que se impone es el del
imperio: el romano con su latín, el británico y luego el norteamericano con su
inglés. Pero los pueblos sometidos por un imperio inciden con sus lenguas en la
lengua del invasor, modificándola. El castellano está repleto de voces indígenas
americanas y del árabe con el que coexistió en la península. El lenguaje es
parte de ese modo de relación conflictivo que tienen los pueblos: invasión,
opresión, revolución. Aspirar a la pureza de un idioma es tan peligroso e
ilusorio como pretender la pureza de una etnia en el color de su piel. Con las
migraciones masivas y las comunicaciones globales por internet todo esto se está
acelerando. Si no sucumbimos como especie, ¿qué idiomas se hablarán dentro de
cien años? Nadie lo sabe. Hay todo tipo de fenómenos interesantes sobre el tema.
Por ejemplo, el hebreo y el euskera eran idiomas en peligro de extinción hace
cien años. La política del Estado de Israel y la del gobierno autónomo vasco las
transformaron en lenguas vivas y en crecimiento, habladas por millones de
personas. Lenguas orales como el guaraní o el mismo euskera, en contacto u
oprimidas por el imperio español adoptaron y adaptaron su sistema de signos y
hoy son lenguas con literatura escrita.
![](img/birembaum-12.jpg)
13 — “Caurenias comisaría”, “Caurenias bosque de artificios”, “Caurenias central
nuclear”, “Caurenias las manos que la construyen”: tales los títulos de los
cuatro poemas que conforman la segunda sección de tu “Mate pastor”.
DB — Acá apareció un lugar (Caurenias) como personaje que se repite. No son los
textos que más me gustan del libro, pero me pareció que tenían el peso
suficiente como para quedarse. El libro tiene algunos poemas buenos, pero creo
que me falló el título. Después que se editó, me enteré de que ya existía otro
poemario con el mismo título, cuyo autor es Horacio Salas. En aquel momento fue
un bajón para mí. Ahora me río. Mirá las cosas a las que uno le adjudica
importancia. También hay mucha gente que se llama David o Rolando. Esa
presunción de quererse y creerse original. Pero volviendo al tema de Caurenias o
Zavaleta: a veces se impone un libro de poemas estructurado casi como una novela
o con un tema que se repite. Ahí estamos hablando de obras mayores. A mí, por
ahora, no me salen. Apenas puedo decir que los poemas en mis libros aparecen
bien agrupados.
![](img/birembaum-13.jpg)
David Birenbaum en Donostia, San Sebastián,
Gipúzkoa, España, enero 2017
14 — Marguerite Crayencour cambió su apellido por el anagrama Yourcenar, en sus
propias palabras, “por el placer de la y griega”. ¿El placer de qué letra en
particular te alcanza, David?
DB — No sabía que ése era el apellido original de ella. Yo leí “Memorias de
Adriano” y me encantó. Hasta ahora no tuve la necesidad de cambiarme el nombre o
el apellido o crearme un seudónimo. Quizá porque ese juego de “ser otro” lo
jugué en el escenario teatral. Tratando de responder a la pregunta, el placer
que me alcanza o la necesidad que me empuja es la de ser otro. Cuando estoy en
otro país, cuando debo hablar con gente que no entiende castellano, se juega el
extrañamiento en el sentido brechtiano del término y eso me entretiene, me pone
a prueba.
![](img/birembaum-14.jpg)
David Birenbaum junto al Río Uruguay en 2009
15 — ¿Qué rutinas extrañás y qué rutinas adorás?
DB — A veces extraño los talleres de teatro, de expresión corporal y juegos
teatrales. Me divertían muchísimo. Pasaban cosas que en otros espacios nunca me
sucedían. Con mi esposa aprendí a viajar. Es una rutina que me saca de la
rutina: una o dos veces al año ir a lugares que no conozco o volver a otros que
me encandilaron. Yo disfruto de cualquier rutina, como escuchar música o hacer
yoga, si la practico como si fuera la primera vez. Si lo hago pensando en otra
cosa, cualquier actividad es un plomazo. El secreto es la concentración.
![](img/birembaum-16.jpg)
16 — De cine has hablado. Sigamos con él. ¿Qué directores considerás que han
sido sobrevalorados, y por qué? ¿Cuáles, por la totalidad (o casi) de su obra,
te resultan los más destacados?
DB — ¡Ay Rolando! ¡Qué difícil es responder a esta pregunta! He visto una mínima
parte del cine que se ha hecho. Y así, en frío, no me vienen a la mente todos
los nombres que irían apareciendo al calor de una charla. El cine es un arte que
envejece muy rápido, por el elevado componente tecnológico que tiene. La labor
actoral, tanto en cine como en teatro, mejoró muchísimo con el paso del siglo
XX. Hoy veo películas viejas donde las actuaciones son poco convincentes, pero a
los espectadores de aquellos tiempos los marcó profundamente. “El nombre de la
rosa” del francés Jean-Jacques Annaud me sigue pareciendo una película
impecable, que no envejeció. Pero parte de una novela mayúscula de Umberto Eco
[1932-2016] que la sostiene. “El cartero”, sobre el exilio de Pablo Neruda en
Capri, dirigida por Michael Radford, cuenta con labores brillantes de Massimo
Troisi (fallecido veinticuatro horas después de concluido el rodaje, a los
cuarenta y un años) y Philippe Noiret. He seguido la filmografía del australiano
Peter Weir y no me defraudó. Lo mismo me pasa con los clásicos de Wim Wenders e
Ingmar Bergman.
En cuanto al cine argentino pegó un salto tremendo en los últimos treinta años.
No es casual que se obtengan tantos premios internacionales. La política del
INCAA [Instituto Nacional de Cine y Artes Visuales] subsidiando la producción de
jóvenes directores, y la usina de actores que ha sido siempre Buenos Aires. Todo
eso ayuda. Y sin embargo, hay gente que todavía sigue diciendo que el cine
argentino es malo. Prefieren el cine yanqui de ritmo veloz y efectos especiales
porque están acostumbrados a eso. Como la gente que cuando sale del país
pretende seguir comiendo bife de chorizo y no se abre a otras cocinas. Pero,
para no ser tan injusto con el cine norteamericano, reconozco que en efectos
especiales y técnicas de violencia en escena son los maestros indiscutibles.
![](img/birembaum-17.jpg)
17 — Roland Barthes dijo: “En el tren, se me ocurren ideas: la gente circula a
mi alrededor, y los cuerpos que pasan actúan como facilitadores. En el avión, me
sucede todo lo contrario: estoy inmóvil, compacto, ciego; mi cuerpo, y por lo
tanto mi intelecto, están muertos: no tengo a mi disposición más que el pasado
del cuerpo pulido y ausente de la aeromoza, que circula como una madre
indiferente entre las cunas de un retén.” ¿Te identificás? ¿Cómo te sentís
mientras realizás largos viajes en medios de transporte público?
DB — Parece que Barthes tuvo suerte y nunca tuvo que volar en medio de una
tormenta. Hay un poema de Brecht, creo que se llama “El sastre de Ulm”. En el
siglo XVI, este señor de la ciudad de Ulm subió al campanario de la iglesia con
dos alas que se había fabricado. Se lanzó pensando que volaría. Después aparece
el cura y le habla al pueblo que se junta alrededor del cadáver del sastre. El
cura afirma que el hombre nunca podrá volar porque Dios así lo ha decidido. Cada
vez que viajo en avión es para mí un trance difícil. Es un hecho cultural,
porque la Naturaleza no nos dotó ni de alas ni de un esqueleto liviano como para
sostenernos en el aire. En el tren o en el colectivo, más cerca de la Tierra, se
me han ocurrido algunos poemas.
![](img/birenbaum-15.jpg)
18 — ¿Cuál fue el disparador de “No se necesitan poetas”?
DB — Tiempo después de haber escrito ese poema que titula también el libro, me
acordé de Joseph Brodsky, el poeta ruso. Él había desarrollado la idea de que
somos hablados por el lenguaje. El lenguaje sería una entidad con vida propia,
con nacimiento y muerte, como un Dios que nos crea, que se despliega utilizando
a los hablantes como instrumento. Si esto es así o solo es una metáfora de otra
cosa, no lo sé. Habría que preguntarle a los neurolingüistas.
19 — Imagino que opinás que la poesía requiere de un proceso de lectura
diferente. ¿De qué modo?
DB — La mayoría de la poesía que leo me demanda un esfuerzo. Como cuando tengo
que comunicarme con alguien en otro idioma que no sea el castellano. A veces se
establece una conexión o una comprensión. A veces, no. El texto puede ser
valioso y lo que falla es el lector. El texto poético demanda paciencia y no
entrega ideas cerradas o perfectas, concluidas. Como estamos acostumbrados a que
todo cierre con una explicación (desde por qué llegaste tarde hasta por qué
aumentó la leche), claro, la poesía nos desorienta, no nos agrada, es difícil.
![](img/birenbaum-18.jpg)
David Birenbaum en España, enero 2017
20 — Adoptando y adaptando cierta propuesta de hace unos años, generada por el
poeta Jorge Aulicino, te pregunto en relación a los poetas argentinos de las
primeras cinco décadas del siglo XX: ¿cuáles fueron los que considerás más
influyentes, y por qué? Y, ¿cuáles los que más valorás?
DB — No soy un estudioso de la poesía argentina. Cada año que pasa estoy más
convencido de que el titán de nuestra literatura es Jorge Luis Borges. Me da la
sensación de que sigue escribiendo. Y también creo que hicieron bien en no darle
el Nobel por su posición política con respecto a las dictaduras de Augusto
Pinochet y de Jorge Rafael Videla. Creo que Borges era una buena persona. Sin
embargo, uno ve que le dan el Nobel a cada porquería de ser humano. Entonces, no
quiero irme por las ramas, yo valoro la obra, pero también la vida de un
escritor. Como vivimos en una sociedad de clases, de Florida y de Boedo, yo
valoro a Evaristo Carriego, a Nicolás Olivari, a los poetas del tango. Y cierta
gente que vive del esfuerzo de los demás y ni siquiera se limpia su propia
mugre, valora a un premio Nobel aunque no lo haya leído, solo porque es famoso.
*
David Birenbaum selecciona poemas de su autoría para acompañar esta entrevista:
ZAVALETA EL DEL ECLIPSE
Zavaleta el del eclipse
ha descubierto que el fascismo es fascinante.
No soportaría esa prenda sobre su cuerpo
pero la visión de un hombre o una mujer
portando el emblema de la certeza,
el orden o la sangre del cuchillo
lo calientan más que las piernas abiertas de Mariel.
Zavaleta riega la vereda entre siete y siete y veinte;
la gente que pasa a esa hora molesta terriblemente
porque obliga a cortar el chorrito.
Siete y media el patrullero pasa despacio.
Zavaleta sonríe de verdad.
Él está convencido: los muchachos de azul lo quieren
y a la noche suele pensar “si no fuera por la pierna”.
Zavaleta, portero del tres veintiocho,
siempre cogió con putas
y a su mujer por la fuerza;
ahora se queja de vista cansada
y confiesa sentirse muy poca cosa.
Ignora que forma parte
del poderosísimo lastre humano
reparte por todo el baldío
trozos de bofe envenenado.
(de “Clase turista”)
*
BRECHT EN CONSORCIO
(yo no pago las expensas)
Primero se llevaron al jardinero
pero como nunca me gustaron las plantas
no me importó.
Después suprimieron al playero
pero como yo no tenía coche
tampoco me importó.
Después echaron al portero
pero como era un tipo muy desagradable
no me interesó.
Entonces prescindieron del service
pero como vivo en el primer piso
nunca usé el ascensor.
Después eliminaron al administrador
pero como le tenía bronca
ni siquiera dije NO.
Hace un mes nos cortaron el agua
pero como soy perezoso para bañarme
poco me importó.
Ayer vinieron a desalojarme.
Hoy estoy con chaleco puesto
pero ¡qué afortunado soy!
acá no cobran expensas ni impuestos.
(de “Mate pastor”)
*
NO SE NECESITAN POETAS
Cae un avión con poetas
que viajaban al Congreso
Internacional de las Lenguas.
“No se necesitan poetas”
titula un matutino de segunda línea
que pretende jugar en primera.
Y se desata el escándalo.
¿Se resentirán el Mundo,
el Lenguaje,
por veinte poetas menos?
Algunos opinan que el titular
debió ser
“No se necesitan tantos poetas”
y se reaviva el escándalo…
que el Mundo se resentirá,
que ya nada será lo mismo,
etcétera.
Pasa el primer año
y se hace un recordatorio;
pasan diez años,
se hace otro recordatorio
pero resulta
que el Mundo sigue andando
la gente sigue hablando y escribiendo
algunos continúan opinando
sin embargo
que el Lenguaje sí se ha resentido
por la ausencia de los poetas
de aquel avión.
En los sucesivos
Congresos Nacionales de la Lengua
se los seguirá recordando;
pero está claro
que el lenguaje sigue vivo
a pesar de aquellos poetas;
está claro
que él ha encargado
a otros emisarios
la dura tarea de perpetuarlo.
(de “No se necesitan poetas”)
*
EL CONDE
Me apuntan con sus cruces
y me hacen muy mala fama
entre las doncellas;
pero soy solo un caballero
harto de ver la decadencia.
Es falso que bebo
la sangre de las jóvenes
para no envejecer:
les bebo todos los licores
y a cambio
obsequio bromas y halagos.
No hay crimen
ni vulneración de derechos;
no hay eternidad para mí.
¿Se preguntaron, padres,
qué impulsa a una mujer
a mirar hacia la izquierda
exponiendo el latido
de su cuello a mis besos?
¿Desobediencia, curiosidad?
¿“Qué hay más allá”?
—dice cerrando los ojos—
No hay eternidad
para este conde
sólo una noche más
viejo
con una mujer más
joven
y al amanecer, descansar
y la muerte dentro de mí
dormida.
(de “No se necesitan poetas”)
*
LADRÓN
Decidí convertirme en ladrón
nada más para hacer daño.
Comencé con el lápiz
y las hojas del compañero.
Después robé dinero
a uno que se lo merecía
y las esperanzas de
algunas mujeres jóvenes,
prometiendo cosas que nunca iría a cumplir.
A esta altura de la vida
me sentía un experto,
pero un día desperté desnudo:
Ella se había llevado todo.
No crean que este golpe
me hizo reflexionar.
Seguí en la misma senda
en busca de cosas más valiosas.
Solo encontré objetos vulgares
por los cuales se termina en la cárcel.
Eso hizo creer a mis parientes
que me había reformado para siempre.
Comencé a robar palabras
al que estaba terminando una frase
(eso que llaman interrumpir).
Si bien no fui preso
comencé a quedarme solo
y eso me volvió más intuitivo:
logré así pellizcar el pensamiento
del que empezaría a hablar.
Evidentemente, se agravó mi situación.
Finalmente, logré mi objetivo:
quedarme con el tiempo
que te tomó leer estas palabras.
Te dejo el sabor amargo
de la expectativa en el poema,
defraudada.
(de “No se necesitan poetas”)
*
EL APOCALIPSIS NO VENDRÁ
Masticamos una bronca
que no podemos terminar de tragar
Desatarán la hiperinflación
en los Estados Unidos
y en todo el mundo
Códigos de Derechos
de la Mujer y el Niño
se volverán literatura.
Viviremos en un terremoto permanente
durante diez años o veinte.
El socialismo será una fruta madura
pero nadie podrá tomarla
porque las manos estarán ocupadas
en las nuevas tecnologías de la incomunicación,
en conseguir pan y agua potable
y las mentes alertas
para robar o defenderse del vecino.
Después los ricos saldrán de sus fortalezas
para decir a los jóvenes de aquel futuro
que se inicia la reconstrucción,
que el planeta se salvó
gracias a ellos y solo por ellos
la población pudo reducirse a la mitad
haciendo de éste, un mundo habitable.
(Inédito)
*
Entrevista realizada a través del correo electrónico: en la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, David Birenbaum y Rolando Revagliatti.
http://www.revagliatti.com/040816.html
http://www.revagliatti.com/990729.html
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