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Mientras la detienen a Isabel demasiadas coincidencias
dormitan aquella misma siesta de Aramburu
Por Jorge Eduardo Rulli
Hoy me siento mal, me siento realmente
mal.
En el mundo del revés que sigue siendo la Argentina, el famoso Juez Espartacus,
filmado con escándalo en un prostíbulo masculino al que frecuentaba, y que por sus
relaciones políticas consiguiera sobrevivir al menemismo y al duhaldismo, lleva
hoy la causa contra Isabel Perón, y algunos autorizados voceros nos manifiestan
seguramente tomándonos el pelo, su confianza en que se haga justicia y en que no
habrá impunidad para nadie…
Sin embargo, paradójicamente, no ha sido Espartacus sino un ignoto juez de la provincia
de Mendoza quien sorprendiendo a propios y extraños, ha determinado la detención
en España de la viuda del General Perón.
Esto también es un escándalo, un escándalo mayor que el de Espartacus, mucho mayor tal vez, porque quiebra todos los códigos de la convivencia política, y porque desenmascara el antiperonismo malicioso desde estructuras políticas que se dicen peronistas y devela una vez más, que en verdad jamás lo fueron.
La implacable operatoria de aculturación
política de los años setenta, operatoria que frustró el proceso de la Revolución
Nacional en la Argentina y que abrió las puertas a la dictadura militar genocida,
pareciera no haber terminado su obra de ruptura de las memorias y de los imaginarios
colectivos, y apunta hoy inmisericorde, a las identidades profundas de una buena
parte de nuestro pueblo..
Alguna vez, hace muchos años, cuando Susanita Valle golpeó las puertas de la Casa
de Gobierno pidiendo por la vida de su padre, le respondieron que el Presidente
dormía….
En estos días, cuando Isabel Perón es detenida en Madrid, demasiadas conciencias
argentinas dormitan asimismo su siesta provinciana, cargada de incumplimientos y
de connivencias dolosas.
Sabemos bien los argentinos que a la Justicia que tenemos y más acá de la Corte
Suprema a la reconocemos con respeto, la establecen cadenas funcionariales no depuradas
todavía.
Sabemos también, que aquellas complicidades corporativas
se mantienen desde las épocas en que a nuestros padres que peregrinaban por los
juzgados buscándonos con desesperación, les rechazaban sistemáticamente los habeas
corpus en que pedían por nosotros…
Confiamos en la Corte Suprema, pero no confiamos en esa Justicia que viene de los
tiempos del proceso militar y tampoco creemos en el Consejo de la Magistratura,
Consejo que no ha hecho sino frenar todo intento de renovación de lo que alguna
vez se conociera como el sistema de la servilleta de Corach. .
Desde que el tema de la Triple A salió nuevamente
a luz, los diarios oficialistas que, en mayor o menor medida los son todos, oficialistas
de los funcionarios oficiales o acaso de los modelos económicos que respaldan esos
funcionarios, todas las fotos de Almirón mostraban la imagen de Perón dentro del
cuadro.
Esto no puede ser casual. Se trató mediante todo tipo de informaciones parciales
y manipuladas, de crear la conciencia de que Almirón y Morales eran custodias de
la Presidencia.
Han tenido que salir a negarlo dirigentes de los suboficiales retirados de las FFAA,
agremiados en una asociación de los que fueran custodias de Perón y que han desmentido
terminantemente la relación de Almirón, Morales y Rovira con las funciones que les
son atribuidas.
Lamentablemente, estas informaciones no tienen prensa oficial en la Argentina y
sólo circulan por los medios alternativos.
Desde Página 12, Ámbito, Infobae e incluso Radio 10, cuando se refieren a los crímenes
de la Triple A, se evidencia que no van detrás de la Justicia, sino que van detrás
del intento de culpabilizar como autor intelectual de aquellos crímenes a Perón.
Son
como los perros carroñeros, pero se llevarán un chasco, no pudieron antes debilitar
la imagen del General, menos van a poder ahora.
Vuelvo a desafiarlos, a que si revisamos los crímenes de la Triple A, de Almirón,
de Morales y de Rovira, tal como correspondería hacerlo por Justicia, revisemos
también el asesinato de Ignacio Rucci, Secretario General de la CGT y mano derecha
del General en ese momento, en la Presidencia de la República.
Los que lo mataron también se referenciaban y respaldaban en el Estado, eran parte
del Estado y su poder en el Estado estaba muy por encima y sin lugar a dudas, del
que se le atribuye luego a López Rega.
Sin embargo, pareciera que de eso tampoco quiere hablarse… y nos preocupa, y nos
preocupa en especial el silencio actual de las organizaciones de trabajadores y
del movimiento sindical, y nos preguntamos si acaso tanto ha progresado la desperonización
que consideran más oportuno hacerse los desentendidos, en un tema que implicó un
verdadero magnicidio, y que modificó para siempre el rumbo de la historia.
Me refiero a la ejecución en plena vía pública de su Secretario General Ignacio
Rucci, al que sus asesinos ni siquiera le dieron la oportunidad de alegar sus propias
razones, como lo hicieran antes con el fusilador Aramburu.
Expresé en el inicio de este editorial que se estarían por quebrar ciertos códigos
de la convivencia política y quiero volver sobre ello.
No se acepta que el débil gobierno de Isabel estuvo desde antes de nacer asediado
por la guerrilla y por el avance de lo que más tarde sería el aparato militar de
represión, cuando se fue en aquel entonces parte misma de los desestabilizadores
de un lado o de otro, y tengo la impresión que se pretende juzgar hoy desde la Ley,
las consecuencias y desvaríos provocados en las instituciones y en los marcos constitucionales
por las acciones que en aquel entonces se llevaron a cabo desde las sombras.
A pocos días de haber sido electo Perón como presidente de los argentinos y en el
contexto de un Estado en disgregación, se asesinó al Secretario General de la Central
Obrera, su principal respaldo institucional, y luego se le criticó a Perón el entregarse
al poder de Lopez Rega, al menos en lo poco que duró su vida entre los infartos
sufridos y la agresión en la plaza del primero de mayo, y con ello pareciera que
se pretenden justificar las acciones de asalto al poder constitucional que se llevaron
a cabo en aquellos tiempos.
La burla es que muchos de los que participaron en aquellas políticas de acoso al
Gobierno Constitucional, hoy devenidos por arte de birlibirloques de nuevo justicialistas
y además funcionarios, reclaman justicia como si ellos no hubiesen tenido nada que
ver en aquellos trágicos acontecimientos.
Se configura de esta manera una situación política inadmisible y que se agrava por
la ausencia de debates.
Concretamente, no es justo que se homenajee a los que asaltaron el cuartel de Formosa
durante un gobierno constitucional, y que a la vez se aplique todo el rigor de la
Ley con los travestis y con los vendedores ambulantes que destrozaron los vidrios
del Gobierno porteño protestando contra el código de convivencia o con los presos
por los desordenes en la Estación de Haedo que reclamaban contra los abusos extraordinarios
de los servicios ferroviarios privatizados.
La ruptura de los códigos de la convivencia política es la simple consecuencia de
una ley injusta o de una Ley aplicada de una manera que favorece a unos en desmedro
de los otros.
En un país donde tantos miles de antiguos uniformados vinculados a la represión
caminan impunes por la calle, en que los que estuvieron detrás del asesinato de
Rucci disfrutan de reconocimientos políticos cuando no de importantes cargos, en
el mismo país donde Menem es Senador por la República y Corach y Dromí pueden dar
conferencias públicas y vivir con tranquilidad en sus barrios privados, se solicite
la captura internacional de Isabel Perón y se obligue a la Policía española a detenerla,
resulta un escarnio que nos avergüenza, que ofende a todo criterio de justicia y
que anticipa horizontes inciertos para la vida democrática.
Jorge Eduardo Rulli
Editorial de Horizonte Sur
Radio Nacional AM
Domingo 14 de Enero de 2007
www.grr.org.ar
Fuente: Nac&Pop