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¿Quiere
acabar con la violencia en Gaza? Boicotee a Israel
Por Naomi Klein
The Nation. Traducido para Rebelión por LB
Ha llegado el momento. Hace mucho que llegó. La mejor estrategia para poner fin
a la cada vez más sangrienta ocupación es convertir a Israel en objetivo del
tipo de movimiento mundial que puso fin al régimen de apartheid en Sudáfrica.
En julio del 2005 una gran coalición de grupos palestinos diseñó planes para
hacer justamente eso. Hicieron un llamamiento a "la gente de conciencia de todo
el mundo para imponer amplios boicots y adoptar contra Israel iniciativas de
desinversión similares a las adoptadas contra Sudáfrica en la época del
apartheid". Había nacido la campaña Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS).
Cada día que Israel
aplasta a Gaza más conversos se adhieren a la causa del BDS y las pláticas de
alto el fuego no hacen que disminuya el ritmo de ese movimiento.
La campaña de boicot a Israel está comenzando a recibir apoyos incluso entre los
judíos de Israel. En pleno ataque a Gaza unos 500 israelíes, decenas de ellos
conocidos artistas y académicos, enviaron una carta a los embajadores
extranjeros destacados en Israel. En ella hacían un llamamiento para "la
inmediata adopción de medidas restrictivas y sanciones" y dibujaban un claro
paralelismo con la lucha antiapartheid. "El boicot contra Sudáfrica fue eficaz,
pero a Israel se la trata con guantes de seda... Este respaldo internacional
debe cesar".
Sin embargo, incluso ante estos inequívocos llamamientos muchos de nosotros no
podemos ir allí. Las razones son complejas, emocionales y comprensibles. Y
simplemente no son lo suficientemente buenas. Las sanciones económicas son las
herramientas más eficaces de que dispone el arsenal de la no violencia.
Renunciar a ellas raya en la complicidad activa. A continuación exponemos las
cuatro principales objeciones que se hacen a la estrategia del BDS, acompañadas
de sus correspondientes refutaciones.
1. Las medidas punitivas no servirán para persuadir a los israelíes sino para
acrecentar su hostilidad. El mundo ha intentado lo que solía llamarse
"compromiso constructivo" y ha fracasado estrepitosamente. Desde 2006 Israel ha
ido aumentando constantemente su nivel de criminalidad: ampliando asentamientos,
iniciando una atroz guerra contra el Líbano e imponiendo un castigo colectivo a
Gaza a través del brutal bloqueo. A pesar de esa escalada Israel no ha sufrido
ningún castigo, sino todo lo contrario. Las armas y los 3.000 millones de
dólares anuales de ayuda que los USA envían a Israel son solo el principio. A lo
largo de este período clave Israel se ha beneficiado de una notable mejora en
sus actividades diplomáticas, culturales y comerciales con gran número de
aliados. Por ejemplo, en 2007 Israel se convirtió en el primer país no
latinoamericano en firmar un acuerdo de libre comercio con Mercosur. En los
nueve primeros meses del 2008 las exportaciones israelíes a Canadá aumentaron el
45%. Un nuevo acuerdo comercial con la Unión Europea duplicará las exportaciones
israelíes de alimentos procesados. Y el 8 de diciembre los ministros europeos
"mejoraron" el Acuerdo de Asociación UE-Israel, una recompensa por la que Israel
suspiraba desde hace mucho tiempo.
Este es el contexto en el que los dirigentes israelíes comenzaron su última
guerra confiando en que no les iba a suponer costos significativos. Es notable
que tras más de siete días de guerra el índice de referencia de la Bolsa de
Valores de Tel Aviv haya subido un 10.7%. Cuando no funcionan las zanahorias es
preciso recurrir a los palos.
2. Israel no es Sudáfrica.
Por supuesto que no lo es. La relevancia del modelo sudafricano es que demuestra
que las tácticas del BDS pueden ser eficaces cuando medidas más suaves
(protestas, peticiones, cabildeos) han fracasado. Y en los territorios
palestinos ocupados se detectan inequívocos y profundamente angustiosos ecos del
"apartheid" de Sudáfrica: documentos de identidad y permisos de viaje de colores
distintos, viviendas arrasadas y expulsiones forzosas, carreteras para uso
exclusivo de los colonos judíos. Ronnie Kasrils, un destacado político de
Sudáfrica, dijo que la arquitectura de segregación que observó en Cisjordania y
Gaza es "infinitamente peor que el apartheid". Eso fue en el 2007, antes de que
Israel comenzara su guerra total contra la prisión a cielo abierto que es Gaza.
3. ¿Por qué elegir a Israel como único objetivo de la campaña BDS, cuando los
Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países occidentales hacen lo mismo en Irak
y Afganistán?
El boicot no es un dogma sino una táctica. La razón por la que la estrategia del
BDS deba ser intentada contra Israel es de tipo práctico: en un país tan pequeño
y dependiente del comercio podría dar resultados.
4. Los boicots cortan los canales de comunicación; lo que necesitamos es más
diálogo, no menos.
Voy a responder a esta objeción con una historia personal. Durante ocho años mis
libros han sido publicados en Israel por una casa comercial llamada Babel. Pero
cuando publiqué The Shock Doctrine quise respetar el boicot. Con el
asesoramiento de activistas de BDS, entre ellos el maravilloso escritor John
Berger, me puse en contacto con una pequeña editorial llamada Andalus. Andalus
es una editorial militante profundamente involucrada en el movimiento de lucha
contra la ocupación israelí y la única editorial israelí dedicada exclusivamente
a la traducción al hebreo de libros árabes. Redactamos un contrato para
garantizar que todos los ingresos procedentes de la venta del libro sean
destinados al trabajo de Andalus, sin reservarme nada para mí. En otras
palabras, estoy boicoteando la economía israelí pero no a los israelíes.
Sacar adelante nuestro modesto plan de publicación requirió docenas de llamadas
telefónicas, correos electrónicos y mensajes instantáneos entre Tel Aviv,
Ramallah, París, Toronto y la ciudad de Gaza. Lo que quiero decir es lo
siguiente: desde el momento en que se empieza a aplicar una estrategia de boicot
el diálogo aumenta dramáticamente. Y ¿por qué no debería hacerlo? Para construir
un movimiento se requiere un flujo de comunicación incesante, como recordarán
muchos activistas de la lucha antiapartheid. El argumento de que apoyar los
boicots significará romper los lazos entre unos y otros es particularmente
engañoso habida cuenta de la variedad de tecnologías de la información que
tenemos al alcance de las manos a precio módico. Estamos inundados de formas
para transmitir nuestros argumentos a través de las fronteras nacionales. No hay
boicot que nos pueda detener.
Justamente ahora muchos orgullosos sionistas se están preparando para obtener
beneficios récord. ¿Acaso no es cierto que muchos de esos juguetes de alta
tecnología proceden de parques de investigación israelíes, líderes del mundo en
infotecnología? Sí, es cierto, pero no todos ellos van a salir beneficiados.
Varios días después de iniciado el asalto israelí contra Gaza, Richard Ramsey,
director gerente de una empresa británica de telecomunicaciones especializada en
servicios de voz via Internet, envió un correo electrónico a la empresa de
tecnología israelí MobileMax: "Como consecuencia de la acción emprendida por el
gobierno israelí en los últimos días ya no estamos en condiciones de considerar
seguir haciendo negocios con usted o con ninguna otra empresa israelí".
Ramsey dice que su decisión no fue política. Simplemente, no quieren perder
clientes. "No podemos permitirnos el lujo de perder a uno solo de nuestros
clientes", explica, "de modo que se trata de una decisión comercial puramente
defensiva".
Fue este tipo de frío cálculo empresarial lo que llevó a muchas empresas a
retirarse de Sudáfrica hace dos décadas. Y es precisamente el tipo de cálculo
sobre el que se asienta nuestra esperanza más realista de lograr la justicia
negada durante tanto tiempo a Palestina.
Fuente: http://www.alternet.org/story/118332/
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