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Todos
contra todos
Por Jorge Rachid
Cuando el mundo se debate en como afrontar una crisis generada por la codicia
especuladora, perversa, hipócrita y estafadora del poder financiero mundial, que
durante los últimos 50 años se dedicó a demostrar como los pueblos, si apelaban
a la paciencia y se sometían al coloniaje, impuesto por los organismos
financieros internacionales, el “maná del cielo” caería sobre ellos, derramando
abundancia y bienestar. En tanto esto sucede, en la Argentina, la teoría del
todos contra todos, encuentra un terreno propicio para un suicidio en masa.
Tanto es así que hasta aparecieron libros de pronosticadores de catástrofes
inmediatas, con recetas parecidas a las que con distintos argumentos, pero con
igual instrumentación, condujeron a los sucesivos fracasos nacionales, por
seguir pasivamente, dictados de supuestos garúes, economistas, nuevos filósofos
de pacotilla, que recitando teorías neoliberales enterraban graciosamente al
Estado como garante últimos de los conflictos de intereses, dejando en manos del
nuevo dios Mercado a millones de compatriotas, al borde mismo de la
desesperación, la miseria y la marginación social.
Hoy como si todo ello fuese
una película de ficción, cada sector económico, desde los comerciantes hasta los
servicios públicos y los Bancos, desde la producción industrial y los
agrícola-ganaderos, piden al Estado la tabla de salvación necesaria para sus
negocios, los mismos negocios que durante los últimos 8 años vieron reverdecer,
después de la catástrofe económico-financiera de los noventa. Cuando los
trabajadores se suman al reclamo, estos mismos sectores, ponen el grito en el
cielo con la excusa de los costos imposibles. Los mismos que, desde la oposición
piden que disminuyan los gastos del Estado para mejorar la perfomance
macro-económica, pero claman por los hospitales públicos y los sueldos docentes
cuando los conflictos se encadenan. Así la oposición contragolpea intentando
generar espacios de confianza, destruyendo su propio discurso.
No está mal que lo hagan, que el Estado vuelva a tener un rol y sea el
direccionador de un modelo de desarrollo nacional, que se haga cargo del impacto
de la sequía, pero los hombres u mujeres del movimiento nacional pedimos que
cuando lo haga, legisle el Estado para evitar el desmonte indiscriminado por la
soja y la codicia forestal, principal causante la las terribles sequías además
de los ciclos de lluvias. Que promueva el consumo pero que proteja el trabajo
argentino, que auxilie a los sectores financieros, pero que ponga trabas
estrictas al giro de capitales y dividendos indiscriminados al exterior, que
fortalezca el empleo, pero que exija trabajadores en blanco cuando genera
créditos para la producción.
Es decir que reaparezca el Estado pero no el Estado bobo que acepta las
presiones de los poderosos y descarga costos sobre los débiles. No se puede
seguir capitalizando privadamente las ganancias y socializando las pérdidas ya
que ante la crisis el esfuerzo debe ser compartido y sacrificado, en función de
los más débiles, los mas humildes y los trabajadores.
En éste sentido apuntalar el empleo existente es un desafío importante ya que es
la base de mantener el crecimiento producido en los últimos años, pero no se
puede desconocer la hipoteca social pendiente que tiene nuestro país sobre el
tendal de marginación social y desolación que dejó el neoliberalismo, con sus
secuelas de desempleo y fragmentación social, que se verifica especialmente en
los indicadores de salud y educación , en especial en los menores y las madres
solteras. Una política para enfrentar la crisis debe ser contener dichas
situaciones, con respuestas planificadas, que enmarcadas en una política
estratégica de Seguridad Social permita ir creando un Modelo Social Solidario y
Productivo de construcción social a futuro, que visualice el camino de la
Argentina en los próximos años, con objetivos y pautas verificables y políticas
de Estado que nos devuelvan identidad nacional y un destino común como Nación.
Por eso la anticipación de las luchas electorales, que enfrentan posiciones, no
siempre políticas, que enfrentan ambiciones de corto plazo, no utopías ni
ilusiones de un país mas justo, desgastan y desvían el eje de la discusión
central en nuestro país.
Otros actores en las sombras saben adónde van, la hacen, la planifican, saben
que tipo de capitalismo quieren, como hacer para manejar la pobreza y que sea
vertebral al proceso que impulsan, se ocupan de cómo sacarle al Estado provecho
en silencio, mientras los sectores sociales en pugna, confrontan a los gritos y
por los medios, creando confusión en los ejes de discusión y frivolizando la
política.
La lucha electoral en medio de este escenario hasta parece ridícula. Parece
ridículo que cada acción concreta del Ejecutivo sea criticada como acto de
corrupción, de caja o de perversidad, como así también es ridículo que a la
menor irrupción de la oposición el oficialismo la institucionalice como el
enemigo y la estigmatice ideológicamente. En el campo nacional los códigos de
relaciones deben reestablecerse, con reglas del juego claras y políticas de
Estado, que apuntalen los grandes ejes de discusión.
Mientras esto no suceda, los verdaderos dueños del poder, aquellos capaces de
marcar la agenda, los que son capaces de armar la tapa de mañana o variar la las
cotizaciones de la Bolsa de Valores, no se manchan ni se exponen públicamente,
privilegiando su cuota parte de poder desde las sombras.
La diatriba y el escarnio aparecen entonces sobre la política, madre de todos
los males, creadora de todas las corrupciones, enterradora de los valores y
encarnadura del mal. Sin embargo la democracia sigue siendo el sistema que aún
con defectos, malformaciones y condicionamientos, permite a los pueblos cambiar
los rumbos, establecer nuevas condiciones, castigar las historias, generar
esperanzas y también democratizar el poder. La herramienta para hacerlo es la
política. No existe otra, ya que la fuerza es rechazada, las dictaduras quedaron
en el fondo de la historia y no seremos colonia ni virreynato de potencia
alguna, aunque algunos lo anhelen desde sus posiciones pro activas de intereses
ajenos.
La misma política de Derechos Humanos que se ha instalado en el país, a traído
nuevas divisiones entre sectores sociales, como si la Justicia no fuese el
ámbito común de sometimiento de todos los delitos y mas aún los de Lesa
humanidad. En el mundo se están juzgando genocidios como el de los Balcanes con
números inferiores de muertos a los de Argentina, sin embargo pareciera que en
nuestro país eso se llama venganza. Hay organizaciones judías que siguen
buscando genocidas nazis en nombre de la Justicia. Aquí se llama persecución
ideológica. Si se condena el genocidio del estado de Israel sobre Palestina es
antisemitismo o peor aún terrorismo. Cuando lo mismo clama la UN, es un acto de
sensatez. Si se pìde el fin del Bloqueo a Cuba es estar fuera del mundo. Si lo
pide Lula lo transforma en estadista comprometido y si lo reafirma Obama es el
nuevo tiempo.
Los políticos que tenemos son los que hay, lo mismo que los empresarios, los
dirigentes gremiales, las organizaciones sociales, es lo que tenemos como
argentinos. Hemos podido protagonizar epopeyas, somos el único país que declaró
su independencia y la mantuvo a costa de generaciones de jóvenes muertos en las
luchas por la emancipación nacional. Tuvimos próceres que sabemos no fueron
tales y otros que si fueron enterrados en vida y en la historia. Creamos
movimientos populares que hicieron historia en el mundo desde la reforma
universitaria hasta el irigoyenismo incorporando a los inmigrantes al mapa
nacional hasta la epopeya del 17 de octubre y la irrupción de los trabajadores
como actores del poder en el peronismo. Derrotar el neoliberalismo en el 2001
pagando un alto precio en vidas y en la comunidad internacional. Salir de la
noche oscura del sin destino a discutir hoy la distribución del ingreso hay un
camino con el esfuerzo de todos los argentinos.
No se trata de ser o no oficialistas, para eso sobran personajes desde ambas
orillas. De lo que se trata es desde donde, desde que lugar, con que ánimo, con
cual visión planteamos nuestros problemas sectoriales o políticos. Que intereses
se juegan en lo táctico y en lo estratégico, sobre que modelo de país nos
paramos y que nuevos paradigmas estamos dispuestos a asumir, sabiendo de
antemano que la historia la escriben los pueblos a lo largo del tiempo. Si
trabajamos para la paz mundial debemos construirla en casa, si queremos
integrarnos continentalmente debemos respetar las realidades de cada pueblo
hermano, sus condiciones, sus liderazgos, si estamos dispuestos a abrirnos al
mundo fortalezcamos nuestro frente interno volviendo a creer en nosotros mismos,
a estar orgullosos de ser argentinos y dejar de castigarnos sin piedad,
trasmitiendo a las futuras generaciones desazón y descreimiento.
DR. JORGE RACHID
CABA, 21 DE ENERO DE 2009-01-21
Jorgerachid2003@yahoo.com.ar
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