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Sólo
para revolucionarios (I)
Por Jorge Zabalza
Revolución
A Veronika Engler
En este febrero hay temas varios urgentes. Se puede hablar de como el
mundo está conmovido por esa estafa llamada crisis y el consecuente
aumento de la superconcentración del capital. O de como los pueblos
asalariados pagarán carísimo el fraude de esos cada vez menos ladrones
globalizados. También del camino del genocidio que los estafadores están
recorriendo en Palestina, el más antiguo y efectivo instrumento para
reactivar el aparato productivo.Y se puede recordar los 50 años de la
Revolución Cubana, al Ché, Camilo y Fidel entrando a La Habana. Ya habrá
tiempo de encarar lo urgente. Ahora intentaremos escarbar en cuestiones
uqe hacen al comportamiento revolucionario.
Todo comienza desde las entrañas, sin instrumentos de análisis, con la
bronca, la indignación, el dolor por la bofetada en mejilla ajena. Y el
acto de amor. Hacerse revolucionario es enamorarse y entregarse. Sin
amor y rabia, la revolución sería pura abstracción, una entelequia sin
carne ni hueso.
Luego, el dibujo marxista de la sociedad vuelve visible lo invisible de
la historia humana. Individuos que inevitablemente establecen entre sí
relaciones de producción donde los lobos ejercen el poder sobre los
otros, simplemente porque los lobos son la clase propietaria de hombres,
tierras y capitales y los otros, la clase de los que apenas poseen su
sudor, sangre y lágrimas. La estructura que definen esas relaciones está
recubierta por otro entramado de relaciones: las políticas, las de
propiedad, culturales, religiosas y etcétera.
Ya está. Poniendo entrañas e intelecto es cosa sencilla eso de hacer la
revolución pues, simplificando, el problema se resuelve con tomar el
poder y cambiar estructura y superestructura. Con relaciones socialistas
de producción y relaciones políticas de nuevo tipo deben surgir los
nuevos seres humanos, dotados de los valores y la filosofía que los hara
revolucionarios, comunistas, el estadio superior de la especie. Entrañas
e intelecto... ambas bastaron a los cientos de miles que dieron la vida,
fueron desaparecidos o, al menos, torturados por toda América Latina.
Escribo para los que ya comprendieron que esa concepción quedó
cuestionada cuando se cayó la estantería del "socialismo real". Para los
que están indignados porque algo no les cierra y no le encuentran
explicación. Para los que tienen un sentimiento de que algo nos falta,
sí, es cierto, pero no en la estrategia ni en el convencimiento ni en la
entrega ni en el comportamiento heroico frente al enemigo…nos falta algo
en lo subjetivo, en la cabeza, en las ideas.
Es que hasta los más porfiados predicadores de la revolución pecamos de
hipocresía congénita. Insensibles, insolidarios y egoístas, reproducimos
la filosofía de vida que nos permite ejercer arbitrariamente el poder
sobre las mujeres. Mientras nos indignamos por los sufrimientos de los
explotados del mundo, festejamos la doble moral en las relaciones entre
ambos géneros. Por un lado proclamamos los grandes valores de la
solidaridad y la justicia social pero, por el otro, no se nos mueve un
pelo por el golpe que damos en mejilla ajena, como si por ser mujer la
víctima perdiera su condición humana.
El entorno social es retrógrado y justifica o disculpa los crímenes
cometidos por los que ejercemos el privilegio del poder patriarcal pero,
a pesar de ello, el patriarca, autor material de un delito de lesa
humanidad, bien podría corregir su conducta por sí mismo. Sin embargo,
en su fuero más íntimo el criminal es culturalmente impune, vive en
condiciones morales y síquicas que le permiten continuar su historia de
bola de bowgling... hiriendo y lastimando personas, orgulloso de su
papel de macho, el que le asigna la misma sociedad que quiere
transformar revolucionariamente.
Uno puede ser muy coherente en el debate y en la conducta política, pero
al mismo tiempo, en la vida íntima, comportarse de manera totalmente
reñida con la lucha por una sociedad de seres libres. O sea, decir una
cosa como se dice la otra y mentir demagógicamente sus relaciones con
las mujeres, con el mismo desparpajo que otros lo hacen habitualmente en
la escena política. Esa duplicidad en la conducta, que cuenta con
consenso social mayoritario, entraña un principio de autoritarismo que
luego contamina todo el comportamiento político del individuo. Cabe
preguntarse en qué medida el "ordeno y mando", el verticalismo y el
culto a la personalidad tienen sus raíces en el despotismo oculto en la
conducta íntima de los hombres.
Sin embargo nadie está libre del amor y un día el predicador se enamora
hasta las patas...big bang! este otro acto de amor hace florecer la
consciencia y el entendimiento. El tipo se redescubre a sí mismo. Se
vanagloriaba de ser un revolucionario y se da cuenta que es un monstruo,
autor monstruosidades sangrientas conque ha lacerado lo que más ama.
Descubre en sï mismo toda esa mierda de diez mil años de historia con
esclavas y amos. Descubre que la opresión de la mujer por el hombre no
sólo es historia o teoría, sino la propia realidad, con efectos muy
concretos, que duelen, lastiman y matan el amor. Se espanta al ver
conductas machistas reproducidas ingenuamente por el comportamiento de
su propio hijo.
Tenía y tengo claro que lucho por seres libres del salario. Que son pura
manipulación ideológica todos esos trabalenguas sobre la libertad del
individuo, sean liberales o neoliberales, progresistas o con origen en
la matriz del estalinismo. No habrá libertad mientras alguien
(capitalista privado o burócrata del estado "socialista real") pueda
ejercer el poder económico sobre quien está forzado a trabajar para
vivir, determinando el monto de su salario y, por ende, su condiciones
de vida.
Tenía y tengo claro que lucho por seres que organicen la sociedad en pie
de igualdad, sin que existan más diferencias entre intelectuales, dueños
de la información y la sabiduría, y el "común de la gente", poco
acostumbrada a manejar el pensamiento abstracto. Sin embargo,no habrá
igualdad mientras alguien pueda ejerza su derecho de pernada y el hogar,
el dulce hogar de la cultura burguesa, sea un infierno de despostismo y
violencia.
Entonces, ahí, en la almohada, la pregunta del millón: nuestra
generación supo rebelarse contra el poder económico y el poder político,
supo resistir los crímenes de la dictadura y supo desprenderse de
antiquísimos hábitos, valores y costumbres, pero...sin embargo, no ha
sabido quitarse de encima la peor basura ideológica heredada de la
sociedad feudal y de la cultura burguesa. Ha sido más sencillo el
suicidio de clase que suicidar el patriarcalismo que uno lleva dentro.
Para ser libre del salario y del poder político es condición necesaria
liberarse del patriarcalismo, no se puede ser libre mientras se
esclaviza a otra persona con la hipocrecía, la mentira o la banalización
de los sentimientos. No hicimos la revolución en el lugar donde más
debía hacerse, en la transformación de los valores y la filosofía de los
hombres en su conducta hacia las mujeres. Un primer paso puede ser el
atreverse y asumir frente a los compañer@s el propósito de hacer
coherente la conducta con el discurso. Yal hacerlo, sentirse más
revolucionario que nunca.
02/02/2009
Jorge Zabalza
* Dirigente histórico del MLN Tupamaros