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Candidatos
mediáticos o candidatos a medias
por Diego Corbalán*
La Argentina vive una carrera sin control hacia las elecciones del 28 de
junio. Son las legislativas que dirimirán cómo quedará compuesto el
Congreso desde el 10 de diciembre próximo hasta 2011, año de elecciones
presidenciales.
Estas últimas semanas fueron de frondosas especulaciones acerca de quién
puede ganar la batalla eleccionaria entre oficialismo y oposición.
Un escenario clave para explicar el tipo de enfrentamiento que se
avecina es la provincia de Buenos Aires.
Del total de 127 bancas de diputados que se renuevan, el distrito más
populoso de la Argentina pone en juego 35 lugares, es decir que en la
provincia se librará poco más de la cuarta parte de pelea parlamentaria
nacional.
En territorio bonaerense precisamente, es donde el kirchnerismo apuesta
a una figura clave para conseguir una victoria con cierta holgura:
Daniel Scioli, gobernador de la provincia; sin él, la opción es Néstor
Kirchner, aunque esta segunda alternativa tampoco fue confirmada
oficialmente por el peronismo.
Para ojos de un observador externo, la pregunta surge de inmediato:
¿Scioli renunciará a la gobernación para ir a ocupar una banca en la
Cámara de Diputados de la Nación? ¿Dejará su lugar a mitad de mandato?
Bueno, parece que esto no sería tan así.
Es que el kichnerismo también mandó decir por canales oficiosos que
quiere “candidaturas testimoniales”, es decir, postulaciones de figuras
del peronismo que en definitiva no asumirán en sus nuevas funciones sino
que volverán a sus puestos actuales como un modo de plebiscitar su
gestión. Scioli no sería el único, ya que varios jefes comunales (los
intendentes bonaerenses, en su mayoría) también se sumarían a la movida.
¿Se volvió loco el kichnerismo? ¿Estalló en un delirio eleccionario
brotado desde la desesperación de verse ante una derrota parlamentaria?
Esas preguntas pueden ser respondidas linealmente, pero despejar esos
interrogantes requiere de explicaciones un poco más profundas.
Más allá de las maniobras amenazantes del kirchnerismo sobre la jugada
para buscar candidatos que ganen pero que no asuman, en el trasfondo de
la discusión esta la idea de manipular políticamente, y pese a ello
dentro de la legalidad, las postulaciones electorales.
Allí los ejemplos se apilan tanto desde el oficialismo nacional como
desde la oposición.
Un ejemplo es el de Gabriela Michetti; la actual jefa de gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires se prepara para ser candidata a diputada
nacional, y de esa manera deberá renunciar a su cargo actual a mitad de
mandato.
El otro caso es el del diputado Felipe Solá, hoy socio del denominado
pro-peronismo junto al millonario Francisco de Narváez, quién será
candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires; Solá
renunciará a medio cumplir su mandato de legislador nacional para pelear
electoralmente y asumir en la misma condición pero bajo signo político
distinto.
Dentro del kirchnerismo también encontramos ejemplos como el de la
hermana de Néstor Kirchner, Alicia, quien en octubre de 2005 ganó la
elección para senadores por la provincia de Santa Cruz pero eligió el
camino de convertirse en ministra de Desarrollo Social del gobierno
nacional K.
Apenas algunas muestras bastan para mostrar a qué juega hoy la política
argentina; mientras las leyes electorales establecen mecanismos para
elegir legisladores, gobernadores e intendentes durante mandatos muy
precisos, cada vez son más los ejemplos de aquellos que prefieren ir
saltando de cargo en cargo para completar listas de candidatos a cuanta
elección se les presente.
¿Ante qué realidad nos estamos encontrando, entonces, cuando hablamos de
numerosos casos de mandatos no cumplidos?
No caben dudas de que hay escasez de políticos y de opciones electorales
para enfrentar el desafío de las urnas.
Quedan pocas sospechas de que los mecanismos de formación, promoción y
postulación de candidatos políticos no alcanzan a generar alternativas
de interés para los más diversos electorados tanto el nacional como los
provinciales y los municipales.
Estructuras como las del kirchnerismo y sus rivales tuvieron y tienen
que sobrevivir con figuras ya gastadas en batallas anteriores; o si no,
se debe apelar al recurso del pariente con apellido similar al del
gobernante ya probado: Kirchner y su esposa, Macri y su primo del mismo
apellido, Scioli y la renovada opción de su hermano “Pepe”, El
recientemente fallecido Raúl Alfonsín y su hijo “Ricardito” (segundo
nombre de su padre), como así lo fue algunos años atrás Menem y su
hermano Eduardo, Duhalde y su esposa Chiche (con apellido de casada) y
el legendario líder peronista Antonio Cafiero y sus hijos Mario y Juan
Pablo.
Son algunos ejemplos, pero denotan una cultura política particular que
tiene la dirigencia argentina.
Querer anteponer la ley a estas costumbres criollas es como pretender
detener un auto a toda velocidad parándose delante de su carrera loca
con una copia de la ley de tránsito en la mano.
El axioma viene siendo, entonces, este: si no tenés un pariente que te
suceda, sé vos mismo el postulante; y como veremos a continuación, el
otro axioma es: si no tenés partido político, no te afilies a uno,
inventálo.
Una cuestión de partidos
El correlato de esta descripción hecha es la ausencia, o mejor dicho, la
destrucción de las grandes estructuras partidarias argentinas
constituidas hegemónicamente durante el siglo XX con la polarización
entre la Unión Cívica Radical (UCR) y el Partido Justicialista (PJ).
El retorno democrático de 1983 no hizo más que revivir a los dos grandes
partidos que rápidamente mostraron su incapacidad para aggionarse a las
nuevas reglas del juego de la democracia de finales del siglo pasado.
Así se explica la salida anticipada del radicalismo del gobierno en 1989
y el surgimiento de un peronismo claramente neoliberal bajo el mandato
de Carlos Menem, montado sobre grupos de interés reclamantes de dicho
modelo de gobierno.
La gestión de Menem copió y con detalle las recetas neoliberales de
época tratando de encontrar esa alquimia que representaba la democracia
liberal en tierras latinoamericanas: su modelo de gobierno se agotó con
su propia figura y no fue casual que al menemismo lo sucediera una
alianza de radicales y peronistas de centroizquierda que colapsó
rápidamente a finales de 2001 tras haber asumido en 1999, intentando
sostener un discurso progresista sobre los pilares de una economía
dolarizada, liberalizada y consecuente con la desindustrialización y el
desempleo.
Estas idas y vueltas enrostraron a los argentinos las miserias y
urgencias de la política vernácula.
Desde 2002 en adelante asistimos a todo tipo de intento de recomponer el
juego partidario en la Argentina.
Hasta el momento, estas búsquedas sólo han podido garantizar
oficialismos y oposiciones encolumnados bajo diversos “ismos”:
duhaldismo, kirchnerismo, carriotismo, macrismo y los más novedosos
cobismo, reutemanismo y demás.
No hay dudas de que esos ismos fueron herederos del menemismo,
construido por un séquito de adulones que supo rodear al ex mandatario
argentino.
Con el paso de los años, hoy cabe preguntarse: ¿dónde están los partidos
políticos argentinos? ¿Son necesarios?
Estas preguntas todavía no fueron respondidas satisfactoriamente; en el
mientras tanto, como decíamos, la composición de estructuras políticas
más o menos orgánicas se tejen detrás de verdaderos personalismos.
Macri y Carrió son dos buenos ejemplos de lo dicho: ambos políticos
opositores al gobierno nacional ejercen un férreo control sobre sus
débiles estructuras con carencia casi absoluta de debate entre sus
militantes (si es que los tienen) y la ausencia aún más extraña de
elecciones internas.
El caso de Kirchner es más complejo; si bien hubo un kirchnerismo puro,
entendido desde la concepción de la cohorte que rodea al monarca, las
fallidas estrategias de construcción política llevaron al ex presidente
a refugiarse en el Partido Justicialista erigiéndose en su presidente y
ensalzando la figura de viejos caudillos que el peronismo hoy sigue
cobijando.
Los personalismos, por ahora o tal vez por un largo tiempo, tendrán en
tierras argentinas un protagonismo casi excluyente.
De esta composición de la política profesional surgieron y seguirán
surgiendo candidatos mediáticos, aprovechados por sus bondades
comunicativas hacia el público lector, oyente o televidente pero
carentes de recursos humanos suficientes como para avanzar en sus
promesas; una limitación que poco les preocupa.
Con lo dicho, queda claro que mientras exista este estilo de elección
por anticipado de los postulantes a través de la comunicación mediática,
seguiremos teniendo candidatos a medias, debido a su recorrido truncado
entre lo que prometen y lo que cumplen.
Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos Aires es un ejemplo de lo ello.
Ese incumplimiento probable de las promesas de campaña ya es sabido de
antemano, o por lo menos relativizado por los candidatos; después de
todo hasta es el propio electorado el que sigue creyendo en la ilusión
del político honesto mientras que repica en sus cabezas el dicho popular
argentino que se usa para criticar a los fabuladores, a quienes se les
suele recriminar ser “más mentirosos que político en campaña”.
* Diego Corbalán conduce el programa "Con el primer mate" junto a
Marcelo López Cottin, por AM 530 Radio La voz de las Madres, lunes a
viernes de 7 a 10.
Fuente:
www.quenospasaalosargentinos.blogspot.com