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Honrar
la vida
Por Jorge Giles
Las hojas del otoño cubren todas las veredas de la ciudad, se cuelan por las
rendijas de las casas, de las redacciones de los diarios, de los estudios de
televisión. Pura hojarasca en el aire. Una metáfora, quizás, de la disyuntiva
entre la política ejercitada como hojas en el viento, o la política concebida
con el alma dura de los árboles.
Que si las candidaturas son truchas, que si son legales, que si son legítimas,
que si Cristina no combina bien los colores, que si Néstor viste desaliñado.
Pongamos las cosas en justo lugar. Vale la pena para que nos ayudemos mutuamente
a entender lo que está pasando en nuestro país y en el mundo.
No hay que dejarse confundir; es necesario que nos guiemos por hechos y no por
avisos publicitarios. Y porque en política, la verdadera moral se expresa en la
conquista de más derechos sociales, más justicia, más trabajo, más soberanía,
más derechos humanos, más ambiente sano, más producción industrial, más
educación. También por adoptar las medidas necesarias que eviten el sufrimiento
de un pueblo y la humillación de un país. Desde que nos constituimos en una
nación, ese y no otro, es el eje que define a un buen gobierno.
Por eso tratan de llenarnos de hojarascas todo el tiempo, contaminando las
pantallas de la tele, los programas de radio, los grandes diarios.
La futura Ley de la Democracia, así con mayúsculas, será sin dudas, la nueva ley
que regule a los medios audiovisuales. Hasta tanto eso no suceda, la dictadura
de los grandes medios se meterá en nuestras almohadas para fabricarnos una
pesadilla tras otra. Y los empresarios ricos devenidos en políticos y los
políticos mediocres convertidos en candidatos estrellas, se abusarán de la
imagen para vendernos más mentiras. Ahí está Elisa Carrió y su “testimonial”
tercer lugar en la lista. Todo un ejemplo de la hipocresía.
Hechos y no palabreríos. Salgamos a exigirlo y a revisar los prontuarios de cada
uno y de cada una, usando de una buena vez la escoba de nuestra conciencia
colectiva para barrer lo que ya sabemos son parte del residuo de la historia.
Por ejemplo ¿se acuerda quién fue el coordinador de los equipos técnicos de
Carlos Menem en las elecciones del 2003? Se lo digo: Francisco De Narváez.
¿Sabe en que lugar se reunía Menem para diseñar la segunda vuelta contra Néstor
Kirchner ese año? Acertó, en las oficinas que el empresario De Narvaez posee en
el lujoso barrio de Las Cañitas.
No estamos hablando del siglo pasado. Ocurrió en la prehistoria que dejamos
atrás hace apenas seis años. Sigamos haciendo uso efectivo de la memoria. ¿Sabe
quién es el dueño de los derechos de explotación del predio donde está la
Sociedad Rural? De Narváez. ¿Y quien se la vendió? La comisión directiva de los
patrones rurales, esos que añoran el país injusto del “granero del mundo”. ¿Y
éstos a quién compraron el predio en 1991? Al gobierno de Carlos Menem, por una
ganga de 30 millones de dólares. ¿Pero sabe en cuanto estaba valuado el terreno?
En 900 millones. Por esta causa están procesados, Menem, Cavallo y De la Rúa.
Todo tiene que ver con todo, como decimos en el barrio.
El ex gobernador bonaerense y ex Secretario de Agricultura y Pesca de Menem,
Felipe Solá, acuñó esta frase memorable: “Los políticos en campaña no saben un
corno de inseguridad y hablan y amenazan y dicen frases supuestamente duras y
amenazantes”.
Hoy están en una misma lista, menemistas, macristas y duhaldistas, todos
entreverados.
Lejos, en el alma del árbol, están los ciudadanos. Y una Presidenta que desde
las antípodas del modelo neoliberal, afirma que no es la riqueza la que genera
trabajo, sino es el trabajo el que genera riquezas.
Y está la Ministra de Defensa Nilda Garré ordenando la prohibición, en terrenos
de las Fuerzas Armadas, del cultivo de soja transgénica con el glifosato que
autorizó Solá; el Canciller Taiana presentando toda la documentación que
fundamenta nuestra plena soberanía sobre la plataforma continental y la decisión
presidencial de proponer el ingreso de la Organización Internacional del Trabajo
al G-20.
O sea. Estamos en vísperas de definir.
La vuelta al pasado, con los protagonistas del pasado.
O afrontar el bello desafío de honrar la vida, como dice la eterna Eladia
Blázquez.