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"Volveré y seré millones"
18 de mayo de 1781: ‘Volveré
y seré millones’, Túpac Amaru Padre, Héroe y mártir de la Emancipación
Americana *.
Por Alberto Lapolla*
Ya en Cuzco con empeño
quieren sacudir, y es ley,
el yugo de ajeno rey
y reponer al que es dueño
¡Levantarse americanos!
Tomen armas en las manos
Y con osado furor
¡maten sin temor
a los ministros tiranos! (Afiche pegado en Oruro en abril de 1780 por
los criollos Tupamaristas) (2)
1.- 4 de noviembre de 1780: El inicio de la Rebelión
Túpac Amaru II encabezó la mayor rebelión que conoce la historia de los
países del Tercer Mundo, hasta muy entrado el siglo XX, luego de la
ocupación y expansión europea, iniciada a lo largo del siglo XV, con la
llegada de Colón a América y de Vasco da Gama a África y Oriente.
Organizó y armó a 100.000 americanos originarios contra el poder
español, proclamando la libertad y la independencia de América. Su
rebelión fue el golpe más fuerte sufrido por el imperio español, desde
la invasión a América en 1492. El jefe del gabinete de Carlos IV, ‘el
favorito’ -de la reina- Don Manuel Godoy, exclamaría unos años más
tarde, ‘Nadie ignora cuánto se halló cerca de ser perdido, por los años
de 1781 y 1782, todo el virreynato del Perú y una parte del de la Plata
cuando alzó el estandarte de la insurrección el famoso Condorcanqui, más
conocido por el nombre de Túpac Amaru’ (1)(pag151)
‘El 4 de noviembre de 1780 Túpac Amaru da comienzo a la
sublevación.(...) Túpac Amaru y el corregidor de la provincia de Tinta,
Antonio Arriaga, se reunieron en la casa del cura de Yanaoca, doctor
Carlos Rodríguez, para “celebrar el día de nuestro augusto soberano”.
Antes de terminar la comida, fingiendo haber recibido un llamado urgente
del Cuzco, Túpac Amaru se retiró de la casa del eclesiástico, y oculto
en el camino que conducía a Tinta con un grupo de sus partidarios,
esperaba el paso de Arriaga de vuelta para el pueblo.(...) “Retirábase
(el corregidor Arriaga) después de comer al pueblo de Tinta, y en la
travesía que media le acometió Túpac Amaru con alguna gente que le
acompañaba. Echáronle un lazo al cuello y lo trajeron de la mula a la
tierra, hicieron a un criado que con él venía y presos dos negros
esclavos que a alguna distancia lo seguían, fueron todos conducidos a un
sitio separado y secreto, y allí detenidos hasta la medianoche en que
fueron introducidos en el pueblo de Tungasuca, y encarcelado el
corregidor en una pieza o calabozo en la casa de Túpac Amaru. Observóse
tal secreto en Orden a su situación que absolutamente se ignoraba donde
se hallaba el corregidor; a unos se decía que estaba actuando ciertas
diligencias de importancia que lo negaban a otra atención.” Túpac Amaru
llevó al corregidor a Tungasuca y allí estableció su cuartel general, y
no en Tinta capital de la provincia. Los motivos saltan a la vista: la
situación estratégica de Tinta es mucho menos favorable que la de
Tungasuca, que se halla en la cordillera y es de difícil acceso.(...) De
acuerdo con el plan previamente fijado y perfectamente ejecutado, obligó
de inmediato al corregidor a firmar una carta dirigida a su cajero, en
la que le ordenaba remitirle todos los fondos disponibles y todas las
armas alcanzables.(...) La fingida carta produjo su efecto. El jefe
rebelde, que necesitaba tan apremiosamente armas, sobre todo de fuego, y
dinero, gracias a su ardid obtuvo 22.000 pesos, algunas barras de oro,
75 mosquetes, bestias de carga y mulas. Pero el corregidor no sólo se
vio obligado a firmar esa carta; también tuvo que poner su firma bajo la
misiva a su dependiente Manuel de San Roque, natural de Santiago de
Chile, que no le podía presagiar nada bueno. En ésta le ordenaba “fuese
a Tungasuca llevando dos pares de grillos, su cama, y llaves de las
principales viviendas del Cabildo.” El antes tan soberbio funcionario
español, bajo el dictado de Túpac Amaru, el 8 de noviembre de 1780, tuvo
que extender órdenes a todos los pueblos de la provincia para que sus
habitantes en el término de 24 horas, se presentaran en Tungasuca.(...)
“Don Miguel de Mesa y don Félix Castelo, a quienes se da la comisión en
derecho necesaria, pasarán al pueblo de Citarangani y notificarán a
todos los españoles que restan, para que dentro del término de veinte y
cuatro horas se presenten en este pueblo. Asimismo a los indios de ambos
ayllus; sin que en esto haya reserva de persona alguna, por convenir al
servicio del Rey y causa pública. Tungasuca, y noviembre ocho, de mil
setecientos ochenta. Antonio de Arriaga.” Naturalmente, la rigurosa
orden del gobernador de la provincia fue ejecutada con toda puntualidad.
En Tungasuca se hicieron, pues, presentes miles de criollos, mestizos e
indios, y aun algunos europeos. Un genóves residente en Sicuani,(...) en
su declaración judicial nos ofrece algunos detalles interesantes sobre
los momentos iniciales de la gran rebelión. Según dice, ya el día 8
comenzaron a afluir a Tungasuca muchas personas. De inmediato fueron
puestas en pie de guerra, por Túpac Amaru, quien montado en un caballo
blanco y vestido de terciopelo negro, dirigía los ejercicios militares
en la pampa vecina a Tungasuca. Daba órdenes en los dos idiomas: a los
criollos y mestizos, en castellano; a los indios en quechua.’ (2)(pag442
a 444)
2.- La primera Independencia
Entre el 4 de noviembre de 1780 y el 18 de mayo de 1781 –fecha del
horrendo sacrificio de Túpac Amaru, su esposa Micaela Bastidas Puyucawa
y toda su familia- América disfrutó el único período de libertad desde
el inicio de la invasión y opresión española, hasta su emancipación en
1824. En ese breve período, que en verdad se extiende hasta 1784 en la
continuidad de la rebelión por los diferentes jefes Indios del Perú, del
Alto Perú y del Norte Argentino, quienes prosiguieron la rebelión
iniciada por Túpac, hasta ser totalmente exterminados a sangre y fuego
por los genocidas españoles. Cien mil hombres en armas levantó Túpac
Amaru a lo largo de más de 1500 kilómetros en una insurrección india
preparada a lo largo de varios años, que contaba con jefes y
lugartenientes tan importantes como su esposa Micaela Bastidas Puyucawa,
Julián Túpac Katari –proclamado virrey del Alto Perú, en concordancia
con que Túpac Amaru era el Inca de todo el Tuhwantysuwu restaurado-, su
esposa Bartolina Sisa, Diego Cristóbal Túpac Amaru –el más destacado de
los colaboradores del Inca-, Mariano Túpac Amaru, Miguel Túpac Amaru,
Andrés Túpac Amaru y Dámaso Katari entre otros. Todos ellos -y sus
completas familias, incluido el desaparecido hijo de Túpac Catari de 8
años- asesinados de la misma atroz manera que el gran Inca, por los
‘civilizados’ españoles. Cien mil indios levantados en armas, con palos,
piedras, recursos hidráulicos, macanas y lanzas, pero con muy pocas
armas de fuego y sin conocimiento de su manejo. Cien mil indios asesinó
en represalia el terror español, en otro de los genocidios con que los
europeos trataron históricamente a los americanos nativos. Pero fue en
noviembre de 1780, cuando una nueva generación india recobró la dignidad
mancillada por el opresor y expresó su grito de libertad e
independencia, extendida al corazón de la América India. De hecho,
Condorcanqui retomaba el estandarte invicto de Juan Santos Atahualpa,
quien había combatido entre 1742 y 1761, sin ser nunca vencido por los
españoles. Santos Atahualpa llegó a crear un estado libre de la
dominación goda en la selva central del Perú extendido hasta el Matto
Grosso, en alianza con una diversidad de etnias guaranyes. Aún hoy, los
pueblos de la selva esperan su regreso. Vinculada con su rebelión, se
había producido una insurrección india en Lima en 1750, con apoyo
criollo, sofocada a sangre y fuego por el poder español. Luego de la
muerte de Juan Santos en 1761, sería Túpac Amaru quien continuaría la
heroica resistencia india iniciada el 13 de octubre de 1492.
El 4 de noviembre de 1780 el Inca dio inicio a la rebelión –según dicen
algunos historiadores, antes del tiempo previsto, precipitada por la
detección de la rebelión criolla de Farfán de los Godos en Cuzco, que lo
obligó a actuar antes de tiempo para eludir la represión. Según lo
relatado, el día 4, el Inca detuvo al odiado y perverso corregidor
Arriaga. El día 10 Arriaga fue ejecutado por Túpac Amaru en la plaza de
Tungasuca, ante un gentío exultante de indios y mestizos que no podían
dar crédito a lo que sus ojos veían. En los días siguientes continuó
Túpac, al mando de sus hombres recorriendo la provincia y liberando
indios y mestizos esclavos de las encomiendas y obrajes, repartiendo su
bienes entre los pobres americanos y ejecutando a todos los españoles
europeos presentes, las mujeres españolas eran obligadas a vestirse con
ropas de las mujeres americanas, para escándalo de las ibéricas damas.
La rebelión se extendió como un reguero de pólvora sobre la mancillada
tierra americana. ‘Causa admiración al ver la prontitud con que
obedecieron las voz de este Rebelde en todo el Reino del Perú, pues se
sabe notoriamente que en toda la costa de Arica, Tacna y Huantajaya
hicieron los indios iguales muertes, robos y atrocidades que en la
Sierra , manteniéndose sin sujeción alguna. Y hasta los bárbaros
Mocovíes y Pampas de la parte de Jujuy y Salta, tuvieron noticia de esta
rebelión, y salieron de sus términos insultando e intentando asolar
estas dos ciudades, en donde tuvieron la fortuna de haber llegado a ese
tiempo la Compañía de Granaderos del regimiento de Saboya, que venía de
Buenos Aires, con la cual pudieron resistir sus terribles invasiones.
También los Chiriguanos de la frontera de Tomina, hicieron sus salidas
costosos con los deseos que tuvieron de conocer al Titulado Rey Túpac
Amaru.(...) Pocas veces se habrá visto desolación tan terrible, ni fuego
que con más rapidez se comunicase a tantas distancias, siendo digno, de
notar, que en 300 leguas que se cuenta de longitud, desde el Cuzco hasta
la frontera del Tucumán, en que se contienen 24 provincias, en todas
prendió casi a un mismo tiempo el fuego de la rebelión.’ (Relato de dos
Relaciones españolas de la época) (2)(pag430) El día 12, Condorcanqui
ocupó el obraje de Pomacancha, liberando a los indios allí esclavizados,
repartiendo entre ellos sus bienes, dejando a cargo del mismo –ya no
como obraje, sino como propiedad comunal indígena, Ayllú- a su hermano
menor Juan Bautista Túpac Amaru. Juan Bautista -único sobreviviente de
la familia del Inca-, pasaría cuarenta años en las prisiones españolas
en África (en Ceuta) y sería proclamado Rey Inca por el general Belgrano
en el Congreso de Tucumán, propuesta que el Congreso aprobara el 31 de
julio de 1816. Juan Bautista moriría en Buenos Aires en 1827,
encontrándose enterrado en una tumba sin nombre en el cementerio de la
Recoleta.
3.- Túpac Amaru proclama la Independencia americana
Luego de liberar obrajes, indios esclavos y ejecutar corregidores, Túpac
Amaru hizo públicas reiteradas proclamas, reclamando la libertad e
Independencia de los pueblos de América. Su proclama más difundida es,
sin dudas, uno de los documentos liminares de nuestra Independencia, la
misma casi repite los argumentos del Manifiesto por la Independencia de
América de Juan Vélez de Córdova, proclamados en la Revolución
India-Criolla de Oruro del 8 de julio 1739. Por supuesto Vélez de
Córdova sufrió la misma suerte de Túpac Amaru, a manos de los piadosos
opresores españoles.(2)
La diferencia entre el proyecto de Condorcanqui y el que luego
triunfaría en el siglo siguiente, radica en que él proponía una nación
India-mestiza-criolla con hegemonía indígena y no una nación
hispano-blanca-criolla-británica, con exterminio y genocidio permanente
del indio, como luego seríamos. ‘Yo Don José I por la gracia de Dios,
Inca, Rey del Perú, Santa Fe (Bogotá), Quito, Chile, Buenos Aires, y
continentes de los mares del sud, duque de la Superlativa , señor de los
Césares y Amazonas con dominio en el gran Paititi, Comisario
distribuidor de la piedad divina por erario sin par, etc. Por cuanto es
acordado en mi Consejo por junta prolija por repetidas ocasiones, ya
secreta, ya pública, que los Reyes de Castilla me han tenido usurpada la
corona y dominio de mis gentes, cerca de tres siglos, pensionándome los
vasallos con insoportables gabelas, tributos piezas, lanzas, aduanas,
alcábalas, estancos, catastros, diezmos, quintos, virreyes, audiencias,
corregidores, y demás ministros, todos iguales en la tiranía, vendiendo
la justicia, en almoneda con los escribanos de esta fe a quien más puja
y a quien más da, entrando en esto los empleos eclesiásticos y
seculares, sin temor de Dios, estropeando como a bestias a los naturales
del reino; quitando la vida a todos los que no supieron robar, todo
digno del más severo reparo. Por eso y por los clamores que con
generalidad han llegado al cielo, en el nombre de Dios Todopoderoso,
ordenamos y mandamos que ninguna de las personas dichas, pague ni
obedezca en cosa alguna a los ministros europeos intrusos, y sólo se
deberá tener todo respeto al sacerdocio, pagándole el diezmo y la
primicia como, que se da a Dios inmediatamente, y el tributo y el quinto
a su Rey y Señor natural, y esto con la moderación con que se hará
saber, con las demás leyes de observar y guardar. Y para el pronto
remedio de todo lo susoexpresado, mando se reitere y se publique la jura
hecha a mi Real Corona en todas las ciudades, villas y lugares de mis
dominios, dándome parte con toda la verdad de los vasallos prontos y
fieles para el premio igual, y de los que se rebelaren, para la pena que
les compite remitiéndonos la jura hecha, con razón de cuanto nos
conduzca, etc.’ (2)(pag420-421)
4.- La batalla de Sangarará: día de redención americana
Finalmente en el apogeo de la primera Independencia americana, Túpac
Amaru derrotó a las tropas españolas en la batalla de Sangarará el 18 de
noviembre de 1780. Tal vez el máximo día de libertad e independencia
americana desde la llegada de los españoles hasta entonces. El terror se
apoderó de los ibéricos: ‘La tropa al mando del señor mariscal de campo,
don José del Valle, volvió al Cuzco muy disminuida por muertos y
desertores, y los que entraron en dicha ciudad causaban compasión,
viéndolos cubiertos de piojos, muchos o los más descalzos y otros
envueltos en pellejos. Fueron a alojarse en los hospitales, porque de
los malos alimentos estaban padeciendo disentería; no tuvieron un
colchón, casa de medicina, ni médicos para la curación de los enfermos,
y las tiendas de campaña estaban hechas pedazos, de podridas y
maltratadas. Dicen que no se puede leer sin lágrimas los diarios de los
señores Valle y Avilés, y conviene en que aquellos infelices que dejaron
el bello temperamento de Lima, la quietud y regalo de sus casas para
servir al rey, como sus buenos vasallos, no han sido pagados.’ (Relato
español del regreso de las tropas imperiales vencidas en
Sangarará)[citado por (1)](pag153)
Los españoles del Cuzco estaban espantados; no sólo se refugiaban en las
Iglesias, sino que ‘pedían a los sacristanes les franqueasen las bóvedas
para sepultarse vivos.’ (1)(pag 151)(cita original de De Angelis Pedro,
Colección de obras y documentos...) La pavura realista, llegó hasta
Buenos Aires, donde el fiscal del Virreinato, doctor Pacheco, lanzó una
proclama contra la rebelión: ‘Cree el fiscal poderse declarar por
rebelde al cacique Túpac Amaru, y en caso no se entregue, o le entreguen
sus partidarios a las reconvenciones o requerimientos que permitan las
situaciones de cada partido, autorizarse a todo vasallo del Rey, tanto
del partido rebelde como del que pase a subyugarle, para que le aprendan
o maten para la más cabal inteligencia de aquel excelentísimo señor
Virrey, y que las tropas de una y otra parte procedan con la mayor
armonía. Buenos Aires y enero 15 de 1781.’ (1)(pag151)
Y pues, el indio ha exhortado
A criollos, atrevido
A seguir el vil partido
que alevoso se ha fraguado
para que entienda el alzado
que a todas luces se engaña
criollo es el que desengaña
y exhorta a la recia plebe
que sólo conocer debe
por Padre y Rey al de España. (Panfleto arequipeño español) (2)(pag417)
Pero el terror de los españoles, no residía sólo en la posibilidad de
perder la vida a manos de los esclavizados indios, sino en algo mucho
peor para la hidalga raza ibérica: tener que trabajar con sus propias
manos, la peor de las maldiciones para un señorito, caballero o
hijodalgo español, que tenía prohibido ejercer oficios ‘serviles’:
Nos hicieran (los victoriosos indios) trabajar
Del modo que ellos trabajan
Y cuanto ahora los rebajan, nos hicieran rebajar;
Ande pudiera esperar
Casa, hacienda ni esplendores
Ninguno alcanzara honores
Todos fueran plebeyos
Fuéramos los indios de ellos
Y ellos fueran los señores. (Copla colonial española-fragmento)
(2)(pag412)
Luego del triunfo de Sangarará, Túpac Amaru expidió un mensaje a los
pueblos del Perú, volviendo a convocar a los criollos a la unidad con la
causa india: ‘Vivamos como hermanos y congregados en un solo cuerpo.
Cuidemos de la protección y conservación de los españoles; criollos,
mestizos, zambos e indios por ser todos compatriotas, como nacidos en
estas tierras y de un mismo origen.’ (cit. por4)(pag149)
5.- La derrota demasiado conocida
Como muy bien ha señalado Felipe Pigna, la historia escolar y oficial se
ha encargado –y solazado- en enseñar la derrota, captura y posterior
descuartizamiento de Túpac Amaru, por los genocidas españoles, pero ha
ocultado deliberadamente el carácter y la magnitud de su lucha y su
movimiento. Como si sólo se quisiera mostrar qué es lo que puede
ocurrirle a quien osara rebelarse contra el poder. También se ha
soslayado la inocultable relación entre la rebelión de Túpac Amaru y la
Revolución y Emancipación americanas que estallarían a menos de treinta
años de su movimiento. Aquello, que en términos históricos constituye
una inocultable procesión generacional. Serían los hijos de los
derrotados con Túpac Amaru –como justamente ha señalado Alcira Argumedo-
quienes conformarían los ejércitos emancipadores que incendiarían el
continente y destruirían al Imperio español, vengando al Inca. Sólo que,
en esta nueva etapa de la lucha liberadora la hegemonía final sería
burguesa (criolla) y no india. Por el contrario, los indios, los
mestizos, los mulatos, los negros y los gauchos, serían los derrotados
por el recambio de clases dominantes. Ya no serían esclavizados por los
godos, sino por sus descendientes directos las oligarquías
blancas-criollas asociadas a un nuevo amo imperial: el británico. Sin
embargo, es imposible eludir la continuidad histórica de la gran
rebelión de los Andes iniciada por Túpac Amaru en 1780, con los sucesos
despuntados en 1809-1810. Es más, de alguna u otra manera, la rebelión
perduró en los pueblos indios del Norte casi hasta empalmar con la etapa
siguiente, ya que territorios del actual Norte argentino y del sur
Boliviano mantendrían sublevaciones indias indómitas casi hasta 1805.
Luego de su triunfo en Sangarará el Inca, no ocupó el Cuzco, que se
hallaba desguarnecido, en un error fatal para su campaña. ‘El mayor
recelo que se tenía era de que el traidor llegase a entrar y
fortificarse en el Cuzco, por el crecido número de indios que hay dentro
de sus muros, pues si lograra, costaría más el desalojar que lo que
costó la Conquista de todo el reino; pero una vez que Dios por su
misericordia le negó el concurso para internarlo al principio de su
rebelión o después de la derrota de Sangarará(...), en que sin
resistencia lo hubiera verificado, pues sus habitantes sobrecogidos de
un temor pánico, sin armas, sin municiones, sin tropa, no pensaban en
defenderse, sino en hacer fuga muchos de ambos sexos y estados,
temerosos del golpe que los amenazaba.’ (Documento español de la
época)(2)(pag428) Es dable pensar que el Inca –tal como Aníbal- no
quería quedar encerrado en una ciudad y prefirió el movimiento liberador
de sus tropas. Sin embargo el hecho de no tomar el Cuzco, unido a la
falta de apoyo de los criollos al movimiento indio –los criollos del
Perú y Alto Perú eran parte de la clase social que explotaba a los
indios y no querían de ninguna manera una Revolución India, tal como
comprobarían luego Castelli, Belgrano, Güemes, Juana Azurduy, Ascencio
Padilla, San Martín, Artigas, Andresito, O’ Higgins, Sucre y Dorrego.
Este conjunto de factores lo llevarían a la derrota. A esto se sumaba el
envío de refuerzos de todas partes de la América española –incluido un
fuerte destacamento del Plata enviado por el ‘muy progresista’ virrey
Vértiz-, la traición de los criollos que Túpac había incluido como
artilleros –los indios no sabían usar la artillería, ni la mayoría de
las armas de fuego-, la indudable superioridad militar de las armas de
fuego españolas y en particular la participación militar directa de la
Iglesia en la lucha contra el Inca. Al punto, que en la batalla final,
fue decisivo el papel de las tropas armadas por la iglesia española en
América, en lucha contra el ‘indio hereje’. La Iglesia estuvo en la
primera línea de la represión a la sublevación tupamarista, considerando
la rebelión del pueblo americano casi como un asunto particular de
desafío a su labor evangelizadora-esclavizadora. Para la Iglesia se
trataba de la restauración de la herejía. Como muy bien lo expresaría
más tarde, Fray Justo Santa María de Oro en el Congreso de Tucumán en
1816, cuando el General Manuel Belgrano propusiera la Monarquía Inca.
Como dijimos, el candidato propuesto era el único familiar sobreviviente
del Inca, Don Juan Bautista. En dicha ocasión, Santa María de Oro
amenazó con ‘renunciar al Congreso si se elegía tal Rey’.(3)(TomoII) Su
oposición, no resultaba precisamente por fe republicana. En 1818 apoyó
sin remilgos la posibilidad de coronar a un medio hermano de Fernando
VII. De ninguna manera podía aceptar a un ‘indio hereje’ como Rey de los
americanos.
Finalmente Túpac fue derrotado, por fuerzas superiores. Traicionado a
cambio de la promesa de libertad por un lugarteniente mestizo llamado
Francisco de Santa Cruz, ayudado en su infamia por el cura del pueblo de
Langui -donde libró su última batalla- Antonio Martínez. Los españoles
acudieron al mismo sistema que usaron siempre para dominar a los pueblos
americanos: el engaño, la doblez, la traición a los acuerdos
establecidos y la violación de la palabra empeñada. También buscaron
debilitar la rebelión, otorgando varios de los reclamos del Inca, y
desatando una represión de exterminio sobre todos los pueblos que lo
apoyaban. Mataron a todos los indios que pudieron: cien mil en total
entre 1871 y 1875.
6.-La dignidad del Inca: ‘Volveré y seré millones’
El 18 de mayo de 1871, Túpac Amaru fue ejecutado en el suplicio en la
plaza principal del Cuzco. Junto a él fue asesinada toda su familia,
incluida su esposa y principal lugarteniente Micaela Bastidas Puyucawa.
También sus hijos, demás hermanos y familiares directos, quienes fueron
matados previamente al gran Inca. Condorcanqui fue obligaron a observar
como uno a uno, sus seres queridos eran atrozmente asesinados por los
‘civilizados’ españoles. Pese al inmenso dolor de ver morir a sus seres
amados y a las torturas por él recibidas y al terrible martirio que le
esperaba, el Inca no sólo no quebró su coraje y dignidad sino, que
volvió a desafiar a los criminales invasores españoles. Antes que el
verdugo le cortara la lengua, Túpac Amaru expresó en Qeshwa y
Castellano: ‘Volveré y seré millones’. Dicho y hecho. El dominio español
en América no duraría treinta años más. Al ser capturado, el Inca tenía
entre sus ropas una copia de la proclama independista que reprodujimos
más arriba. Aparentemente la misma estaba destinada a ser entregada a un
aliado criollo que encabezaría una Revolución criolla en Lima. Pese a
las atroces torturas aplicadas por el infame Areche, Túpac guardó el
secreto de su socio blanco y respondió con dignidad y desprecio al
torturador español. ‘El visitador Areche entró intespestivamente en su
calabozo para exigirle, a cambio de promesas, los nombres de los
cómplices de la rebelión. Túpac Amaru le contestó con desprecio:
“Nosotros dos somos los únicos conspiradores; Vuestra merced por haber
agobiado al país con exacciones insoportables y yo por haber querido
libertar al pueblo de semejante tiranía. Aquí estoy yo para que me
castiguen solo, al fin de que otros queden con vida y yo solo en el
castigo.”(...) fue sometido a la más horribles torturas durante varios
días. En uno de los interrogatorios le respondió así al sádico juez Mata
Linares: “siendo descendiente de los Incas, como tal viendo que sus
paisanos estaban acongojados, maltratados, perseguidos, él se creyó en
la obligación de defenderlos, para ver si los sacaba de la opresión en
que estaban.’(1)(pag156)
La sentencia del visitador real Areche es muy elocuente sobre el
carácter de la dominación española en América, mostrando a su vez el
origen de las políticas del Terrorismo de Estado aplicadas sobre
nuestros pueblos hasta hoy. ‘Debo condenar, y condeno a José Gabriel
Túpac-Amaru, a que sea sacado a la plaza principal y pública de esta
ciudad, arrastrado hasta el lugar del suplicio, donde presencia la
ejecución de las sentencias que se dieran a su mujer, Micaela Bastidas,
sus hijos Hipólito y Fernando Túpac Amaru, a su tío Francisco Túpac
Amaru, su cuñado Antonio Bastidas, y algunos de los principales
capitanes o auxiliares de su inicua y perversa intención o proyecto, los
cuales han de morir en el propio día; y concluidas estas sentencias, se
le cortará por el verdugo la lengua y después amarrado o atado por cada
uno de sus brazos y pies con cuerdas fuertes, y de modo que cada uno de
éstas se pueda atar o prender con facilidad a otras que pendan de las
cinchas de cuatro caballos; para que puesto de este modo, o de suerte
que cada uno de éstos tire de su fado, mirando a otras cuatro esquinas,
o puntas de la plaza, marchen, partan o arranquen de una vez los
caballos de modo que quede dividido el cuerpo en otras tantas partes,
llevándose éste, luego que sea hora al cerro o altura llamado Picchu,
adonde tuvo el impedimento de venir a intimidar sitiar y pedir que se le
rindiese esta ciudad, para que allí se queme en una hoguera que estará
preparada, echando sus cenizas al aire, y en cuyo lugar se pondrá una
lápida de piedra que exprese sus principales delitos y muerte, para sola
memoria y escarmiento de su execrable acción. Su cabeza se remitirá, al
pueblo de Tinta, para que estando tres días en la horca, se ponga
después en un palo a la entrada más pública de él; uno de los brazos al
de Tungasuca, donde fue cacique, para lo mismo y el otro para que se
ponga y ejecute lo propio en la capital de la provincia de Carabaya;
enviándose igualmente y para que se observe la referida demostración,
una pierna al pueblo de Livitaca en la de Chumbivilcas y la restante al
de Santa Rosa, en la de Lampa.(...) Que las casas de éste sean
arrasadas, o batidas y saladas a la vista de todos los vecinos del
pueblo o pueblos donde los tuviera o existan. Que se confisquen todos
sus bienes, a cuyo fin se da la correspondiente comisión a los jueces
provinciales. Que todos los individuos de su familia, que hasta ahora no
hayan venido, ni vinieran a poder de nuestras armas y la justicia que
suspira por ellos para castigarlos con iguales rigurosas y afrentosas
penas, queden infames e inhábiles para adquirir, poseer u obtener de
cualquier modo herencia alguna o sucesión, si en algún tiempo quisiesen,
o hubiese quienes pretendan derecho a ella. Que se recojan los autos
seguidos sobre su descendencia en la expresada real Audiencia,
quemándose públicamente por el verdugo en la plaza pública de Lima, para
que no quede memoria de tales documentos; y de los que sólo hubiese en
ellos testimonio, se reconocerá y averiguará adonde paran los
originales, dentro del término que se asigne para la propia ejecución.’
(2)(pag476) Pero el terror no terminó allí: como respuesta a la
rebelión, el rey de España proclamó la Ley del Terror en América, a
través del llamado Catecismo Regio. La Iglesia sería su principal
difusora. ‘La cárcel el destierro, el presidio, los azotes o la
confiscación, el fuego, el cadalso, el cuchillo y la muerte son penas
justamente establecidas contra el vasallo inobediente, díscolo,
tumultuario, sedicioso, infiel y traidor a su Soberano. El vasallo
deberá denunciar toda conjuración que llegue a su conocimiento; aun
cuando los conjurados fueran amigos, parientes, hermanos o padres, hay
obligación de delatarlos.’ (El mismo fue reproducido y difundido en
nuestro territorio por el arzobispo de Córdoba, José de San
Alberto).(3)(Tomo I)(pagIV) Como puede verse, el Terrorismo de Estado y
la colaboración de la jerarquía católica con él, tiene raíces profundas
en nuestra historia.
7.- Túpac Amaru y la Emancipación Americana
Sólo una visión racista fundante de la historiografía y sociología
argentinas y latinoamericanas, basada en el racismo estructural de
nuestras sociedades, sustentadas en la supremacía racial
blanca-criolla-europea, impuesta por la invasión europea y la derrota de
las naciones indias -racismo expresado sin ambages en las genocidas
consignas tales como ‘civilización o barbarie’ u ‘orden y progreso’-
sólo desde esa visión se puede intentar ocultar lo evidente. La
Revolución Norteamericana estalló en 1774, la Revolución Francesa en
1789, en medio de ambas la historiografía liberal o la
católico-nacionalista, no ubican absolutamente nada hasta llegar a la
Revolución de Mayo de 1810, hecho en la que coinciden con distintas
miradas ambas corrientes europeístas argentinas. Una tributaria de la
dominación británica y de la hispana-católica la otra. Este déficit se
extiende a la mayoría de la historiografía occidental, con honrosas
excepciones como las de Boleslao Lewin, Eduardo Astesano, Rodolfo Kusch,
José Carlos Mariátegui, Alcira Argumedo, Ernesto Giúdici, Gabriela
Mistral, César vallejo, Pablo Neruda, Osvaldo Bayer, Felipe Pigna y
Enrique Dussel entre otros. Autores que han aportado una mirada
diferente, abarcatoria de la real dimensión de la rebelión Tupamara y
del Incario fundante. El resto, ignora que en el período comprendido
entre la Revolución Norteamericana y nueve años antes de la Francesa ,
estalló una Revolución que conmovió el corazón estratégico del imperio
español en América, y que a punto estuvo de liberar los inmensos
territorios del Incario. Es imposible negar su conexión con el estallido
de la revolución en el Norte de América. Siendo además que, entre 1774 y
1789 se sucedieron en la América española decenas de rebeliones indias y
criollas, siendo la Tupamara la principal y más profunda. Ambas visiones
dominantes Ignoran –u ocultan- que los planteos de Túpac Amaru,
proclamando la abolición de la esclavitud, la encomienda y la
servidumbre indias, y de toda dominación sobre otras personas, así como
de todo poder colonial sobre los pueblos americanos, eran mucho más
avanzados que los principios de supremacía blanca de las revoluciones
Norteamericana y Francesa. Movimientos que no abolieron ni la
esclavitud, ni el poder colonial sobre sus territorios sometidos, a
excepción de los planteos revolucionarios de Maximilien Robespierre. Es
de tal magnitud el racismo de ambas corrientes historiográficas, que
incluso al hablar de la Revolución de Mayo, dan por iniciado el proceso
el 25 de mayo de 1810 en Buenos Aires. Sin embargo, el proceso
emancipatorio realmente comienza como proceso histórico, el 25 de mayo
de 1809 en Chuquisaca y en junio del mismo año en La Paz. Ambas ciudades
de clara connotación india y Tupamara, situadas en el corazón
estratégico del Imperio español en América. Claro que, iniciar la
emancipación americana con los sucesos del Alto Perú, sería reconocer la
herencia tupamara y el carácter mayoritariamente indio de la América del
siglo XIX –y aun de la actual. Baste señalar que Buenos Aires contaba en
1810 con 42.000 habitantes, sin embargo en el Perú y el Alto Perú
residían casi 2.500.000 de personas, el 85% de ellos indios y mestizos.
Es imposible, como hacen Mitre, Vicente Fidel López y Sarmiento, o el
Pepe Rosa, Ibarguren y Palacio, por ejemplo, centrar la emancipación
americana en Buenos Aires. El puerto carecía de importancia real en el
contexto americano, más allá de su importancia estratégica. Peor aun,
centrar el movimiento o la mirada en Buenos Aires, llevaría a la
destrucción de la unidad continental, tal como ocurrió. Ni Moreno, ni
Belgrano, ni Castelli, ni San Martín, ni Artigas, ni Güemes pensaron
así. Tampoco Monteagudo, Murillo, O’Higgins, Miranda, Nariño, o Bolívar
Nadie que se propusiera una Revolución continental –nadie pensaba en los
paisitos actuales por entonces-, ignoraría ese hecho fundamental: el
corazón de la América española no era Buenos Aires, sino el Alto Perú y
el Perú. De allí la importancia de la revolución encabezada por Túpac
Amaru y sus ecos en la generación que lo sucedió.
8.- Los continuadores y vengadores de Túpac Amaru
Al amigo Ño Fernando
Vaya que lo llama un buey
Porque los tupamaros
No queremos tener Rey (Copla cantada por los Ejércitos Auxiliar del Perú
y del Alto Perú argentinos durante la guerra de la independencia) (2)
Tampoco lo ignoraron quienes se consideraron los continuadores de la
rebelión Tupamara. Así Juan José Castelli –‘el más peligroso tupamaro de
la América del Sud’, según la policía secreta española en 1803- tendría
el honor de conducir los ejércitos de la Revolución a vengar al Inca y
redimir a los pueblos indios hacia el Alto Perú. Su accionar sería
exitoso y altamente revolucionario en lo social, lo político, lo
cultural y en la propia marcha de la Revolución. Sólo podría ser
derrotado por la traición. Traición que incluyó el pacto con el general
enemigo Goyeneche, llevado adelante por la alianza del saavedrismo con
las burguesías del interior en la batalla de Huaqui. Los criollos y
españoles del Norte –y los comerciantes de Buenos Aires- estaban
aterrados de perder su dominio sobre las encomiendas, obrajes, haciendas
y mitas con mano de obra esclava o servidumbre india, que llevaba
adelante Castelli cumpliendo el Plan y las órdenes secretas de Moreno.
(Saavedra era originario de Potosí, minero y terrateniente. El Deán
Funes miembro de la iglesia cordobesa y su mirada sobre los indios era
la del racismo hispano-católico). Ese sería también el pensamiento de
Moreno, de su obra y de su estrategia expresada sin ambages en el Plan
de Operaciones. Tanto Moreno y Castelli, como Bernardo de Monteagudo -su
heredero más directo, uno de los jefes de la Revolución chuquisaqueña,
refundador luego de la derrota morenista con San Martín de la Logia
Lautaro- eran hombres del Alto Perú, habían estudiado en Chuquisaca.
Castelli y Moreno habían trabajado como abogados –en distintos períodos-
en el estudio de Agustín Gascón, defendiendo ‘indios pobres y abusados’.
Eran amigos de Ascencio Padilla y su mujer, Doña Juana Azurduy. La tesis
doctoral de Moreno –escrita luego de visitar los horrores de la bocamina
de Potosí- se refiere exactamente a la ‘Disertación jurídica sobre el
servicio personal de los indios en general y sobre el particular de
Yanaconas y Mitarios’. Sus instrucciones a Castelli y Belgrano son
claramente indigenistas –indianas en el lenguaje de los Patriotas. Tanto
Belgrano, pero en particular Castelli durante su gobierno del Alto Perú,
librarían una verdadera redención india y una venganza concreta de la
derrota de Túpac Amaru. Castelli escarmentaría a los feroces
explotadores españoles, simbolizados en el fusilamiento de Francisco De
Paula Sanz, Nieto y Córdova, y en la deportación masiva de los españoles
del Alto Perú hacia Buenos Aires (dejada sin efecto por la Junta , ya
derrotado Moreno). En estos hechos revolucionarios y redentores, radica
la razón de la traición saavedrista. Son también, la causa del posterior
arresto de Castelli, su enjuiciamiento y su ocultamiento por la historia
oficial de ambos lados. En su fervor indiano, se explica que Juan José
Castelli sea uno de los excecrados de nuestra historia, y que la
oligarquía del Norte -la más esclavista, reaccionaria y racista de
nuestro país- siga acusándolo de ‘hereje, impío, lujurioso y
autoritario’. No le perdonan su intento por vengar la memoria y retomar
el programa de Túpac Amaru.
Igual sentido indiano, tuvo el accionar de Manuel Belgrano en sus
campañas al Paraguay, a la Banda Oriental y luego al Norte y al Alto
Perú, donde apoyaría incondicionalmente a los ejércitos indios de los
105 caudillos altoperuanos, encabezados entre otros por -su secretario
en la campaña del Paraguay- el héroe Ignacio Warnes, Manuel Ascencio
Padilla, Juana Azurduy y Martín Miguel de Güemes, coordinados por
Antonio Álvarez de Arenales. –uno de los sobrevivientes de la Revolución
de La Paz de 1809 El mismo sentido tendría Belgrano cuando propusiera en
el Congreso de Tucumán –en acuerdo con San Martín y Güemes- la monarquía
Inca –la vieja propuesta de Miranda-, coronando al hermano menor de
Túpac Amaru, don Juan Bautista. El proyecto, aprobado el 31 de julio de
1816, también incluía que la capital de las Provincias Unidas en Sud
América –con ese nombre proclamó la independencia el Congreso el 9 de
julio de 1816- tuviera su lugar en el Cuzco y no en Buenos Aires. En el
mismo ocultamiento racista también silencia, la mirada indiana de la
Revolución de Mayo. La misma es distorsionada ya fuera detrás de
supuestos objetivos librecambistas o de unidad de los españoles
americanos y criollos en una única Revolución Hispanoamericana, sin
indios, o mejor dicho con los indios siguiendo como esclavos, según la
visión que algunos atribuyen a Saavedra y al Déan Funes. No era por
cierto, ese el pensamiento del núcleo revolucionario central: Moreno,
Castelli, Belgrano, Murillo y Monteagudo. Ellos planteaban una
revolución americana continental, agraria, nacionalista, con las masas
indias en el centro de la escena y en completa libertad y restitución de
sus derechos. Ellos, y luego San Martín, Artigas, O’ Higgins, Sucre,
Güemes y Dorrego intentarían juntar ambas revoluciones: la india, de
emancipación social y redención; y la criolla de liberación nacional e
Independencia. Es decir una revolución popular-quasisocialista y otra
burguesa. En términos actuales: ‘piquete y cacerola’. Tal como efectuara
Belgrano en la Banda Oriental , allí designó dos jefes: Artigas por los
indios, mestizos, negros y mulatos (la chusma, la plebe) y Rondeau por
la ‘gente decente’. Quedaba claro en ese esquema belgraniano, que el
jefe real del pueblo Oriental era Artigas (como lo señaló Moreno en el
Plan de Operaciones), pero Don Manuel guardaba el lugar a la gente
decente para tenerla adentro. Pero la contrarrevolución
saavedrista-rivadaviana eliminó a Artigas y dejó a Rondeau. La
‘revolución’ sería sólo para la ‘gente decente’, como aclararía después
Vicente Fidel López. Desde esta perspectiva de Revolución Social que
proclamaran Túpac Amaru primero, y los Revolucionarios de Mayo a
posteriori, es comprensible, que no existiera en la historia mundial
ningún documento similar al Plan Revolucionario de Moreno –aun cuando
Gaspar Rodríguez de Francia, O’Higgins y San Martín gobernarían con
políticas muy parecidas a las propuestas por el Plan-, hasta el
estallido de la Revolución Rusa y los escritos de Lenin y Trotzky
posteriores a 1920-22, cuando ambos desarrollaran sus trabajos sobre el
desarrollo del capitalismo nacional en los países carecientes de
burguesía industrial nacional.
9.- Reparación histórica de Túpac Amaru
Ya que los indios y mestizos constituían la mayoría absoluta de la
población de los Virreinatos del Plata y del Perú, ellos constituían el
sujeto social central de la Revolución. Debían ser liberados, y debía
devolvérseles su soberanía y libertad. Tal fue la proclama clara y
nítida del fundador de la Revolución Americana , el Inca Túpac Amaru II
en 1780. Él propuso especialmente la unidad a los criollos. Pero éstos
no aceptaron. No querían perder la mano de obra esclava y la servidumbre
india. Y ése sería el conflicto central que se desarrollaría en la larga
guerra civil que estallaría apenas producido el inicio de la
Emancipación. Sería el choque entre las dos Revoluciones (para la chusma
o para la gente decente) que habían madurado en América: la de
Independencia y la que además propiciaba el cambio de régimen social.
Como señalara Boleslao Lewin(2), una revolución india y una revolución
criolla, que maduran a veces en contacto pero en general enfrentadas a
todo lo largo del siglo XVIII. Pero en particular, luego de la
Independencia de las colonias inglesas del Norte de América, que como no
podía ser de otra forma, impactó fatalmente al sur del Río Mississipi
–por entonces el límite entre la América española y la anglosajona. La
Revolución norteamericana estalló en 1774, la francesa recién en 1789.
Pero la de Túpac Amaru II y la de Farfán de los Godos -es decir una
india y otra criolla- ocurren en 1780; es decir apenas producido el
estallido de libertad en América del Norte. Dos revoluciones en 1780.
Una radical, india y otra burguesa. Una obligatoriamente destinada a
borrar de raíz todas las formas de explotación, incluidas la Mita , la
Encomienda , la Servidumbre , los Obrajes, los Repartos y la esclavitud
tal cual entendió y proclamó Túpac Amaru II, eliminando también por lo
tanto el dominio colonial. Así lo entendieron y plantearon Moreno,
Castelli, Belgrano, Monteagudo, Artigas, San Martín, O’ Higgins, Güemes,
Sucre y Dorrego, sus continuadores. La revolución criolla por su parte,
sólo se proponía romper los lazos coloniales con España, y a lo sumo ser
independientes o neocolonia asociada de Inglaterra, como expresarían el
Déan Funes, Saavedra, Rivadavia, los directoriales, los unitarios, los
liberales y algunos federales. Está demás decir que esta última es la
línea que triunfó, acción británica de por medio.
La historia americana y universal, está en deuda con el Inca Túpac
Amaru, de la misma manera que está en deuda con las naciones indias
sojuzgadas y asesinadas por la invasión española. Es necesario ubicar en
su justo lugar al Inca, junto a los revolucionarios que en 1774
levantaron el estandarte de la libertad –para los blancos poseedores- en
las colonias inglesas del Norte de América y los que nueve años más
tarde que él, recién en 1789, proclamaron los Derechos del Hombre
–blanco y poseedor- y del Ciudadano Francés –es decir no para las
colonias de Francia, ni sus esclavos y pobladores originarios- en París
en 1789. En medio de ambos hechos, sin duda cataclísmicos para
Occidente, emerge la inmensa figura del Padre de nuestra Emancipación,
quien se animó a enfrentar al más sanguinario y atroz poder del mundo de
entonces: el Imperio español, absolutista, esclavista saqueador, e
inquisitorial. No sólo se atrevió, organizando el mayor ejército popular
que poblara las tierras de la América española hasta hoy –baste recordar
que San martín invadió el Perú con 4990 hombres-, sino que proclamó
además por primera vez, en las revoluciones de finales del siglo XVIII,
la igualdad y la libertad real y efectiva para todos los hombres que
poblaban la América española, suprimiendo toda forma de esclavitud y
servidumbre. Cuestión que, ni Washington, ni Paine, ni Jefferson, ni
Laffayette, ni Danton, ni Napoleón se atrevieron a plantear. Túpac Amaru
debe ser ubicado en su justo sitial, como impulsor primigenio de los
Derechos del Hombre, la igualdad, la libertad y la Independencia de
América. Con mucha mayor razón, en esta nueva etapa americana donde los
Andes han vuelto a sacudir sus cimientos y de la mano de Hugo Chávez, de
Evo Morales, del Subcomandante Marcos, de los manes del gran padre
Pachacutik, comienzan a completar la obra de inconclusa de José Gabriel
Condorcanqui, el gran Túpac Amaru II.
El general Inca viva,
jurémosle por Rey
porque es muy justo y de ley
que lo que es suyo reciba.
Todo Indiano se aperciba
A defender su derecho
Porque Carlos con despecho
los aniquila y despluma,
y viene a ser todo en suma
robo al revés y al derecho.
Tanto daño penetrado
Vengarse a gusto cumplido
Pues españoles han sido
Autores del mal causado
Morirán con el Soldado
Alcaldes, Corregidores
Ricos, Pobre y oidores.
O no he de ser Túpac Amaro. (Proclama pegada en Chuquisaca el 22 de
marzo de 1782)(2)
Citas
1.- Pigna Felipe, Los Mitos de la Historia argentina. Tomo I. Norma.
2004.
2.- Lewin Boleslao, La rebelión de Túpac Amaru y los Orígenes de la
Independencia Hispanoamericana. SELA. Buenos Aires. 2004.
3.- A. J. P. Amuchástegui, Crónica Histórica Argentina. Tomo II. Codex.
1968.
* Ingeniero agrónomo e historiador, director del Instituto de Formación
de la CMP.