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Peroísmo
y Peronismo
Por Claudio Díaz*
La conjunción adversativa pero es una de las partes de la oración que más
frecuentemente evidencian las verdaderas intenciones del que habla o
escribe. Son como las bikinis: revelan casi todo, aunque tapen lo esencial.
Aquí tenemos dos hermosos ejemplos de peroismo (no confundir con peronismo).
Ambos provienen de conocidas figuras políticas opositoras al gobierno, y
refieren a las agresiones físicas y verbales a las que fue sometido
recientemente Daniel Scioli, gobernador de la Provincia de Buenos Aires.
“No me gustan las agresiones, pero la gente está enojada y con ánimo
exacerbado”, afirma Margarita Stolbizer en La Nación, el sábado 30 de mayo.
“Nunca estuve de acuerdo con ninguna agresión. No lo avalo. Pero la gente
tiene mucha bronca”, dice Alfredo de Ángeli en Clarín del 31 de mayo.
Palabras casi coincidentes. ¿Intenciones convergentes…? Por lo pronto, se
inscriben en un contexto de creciente violencia pre-electoral. Verbal y de
la otra. A la oposición se le ven los pelos. El gorilaje siempre apela, como
recurso dialéctico, a la violencia. Y el periodismo independiente, como
nueva fuerza de choque, le provee las municiones.
Hoy asistimos a la escandalosa unanimidad de los medios de prensa que juzgan
no ya los errores contemporáneos del gobierno sino lo que advierten con
dramatismo como futuros y peligrosísimos planes estatizantes. La asimilación
de las posibles actitudes del gobierno nacional con las de otros gobiernos
soberanos de nuestra América (Venezuela) es grotesca.
La falsa invocación al lobo que lanza el Grupo Clarín a través de sus
altavoces mediáticos tiene escasos precedentes en la historia del periodismo
argentino. Han perdido hasta el decoro. Ante los cuestionamientos del ex
presidente Kirchner al Grupo Techint, Ricardo Kirschbaum, convertido en
lobbista de la multinacional siderúrgica, refiere “la preocupación de que
este sea el comienzo del asedio oficial a la compañía”.
En su carta al lector del 5 de junio agrega sin el más mínimo pudor: “El
fondo de la cuestión es que se instaló la sospecha de que el Gobierno puede
avanzar en la misma dirección de Chávez”. ¿Pero quién instaló esa sospecha?
El propio Clarín y la oposición a la que manijea desde sus productos de
consumo informativo.
En la misma edición, el título de tapa del matutino lo dice casi todo:
Kirchner atacó a Techint y el Grupo le salió al cruce (no queda claro si el
grupo que salió a chucear al ex presidente es Techint o el propio Clarín; en
todo caso ambos).
Ahora bien, ¿cuál había sido el ataque de Kirchner, si se entiende por esa
acción combatir a otro o ejercer sobre él una embestida física? Simplemente
una manifestación pública en la que revelaba que el pulpo empresario había
distribuido honorarios millonarios entre sus directivos mientras seguía sin
pagar a sus trabajadores la deuda de 27 millones de dólares.
El jueguito manipulador de Clarín no debe sorprender a nadie. El 28 de mayo
último dos páginas del diario anunciaban con pitos y matracas el lanzamiento
de una nueva edición de la Maestría de Periodismo que, desde 2001, el Grupo
creó para formar hombres y mujeres de prensa que adscriban a su línea
editorial e informativa. Algunas fotografías permitían observar las caras
sonrientes de la plana mayor, con Héctor Magnetto, los hermanos Aranda,
Kirschbaum y Ricardo Roa a la cabeza. Y en otra página, un aviso destacado
daba cuenta del agradecimiento de Clarín a las corporaciones que auspician
el emprendimiento, entre ellas el Grupo Techint.
La oposición no hace la guerra: practica el tiro al blanco sobre un “target”
kirchnerista-peronista que la Mediocracia ha dibujado previamente. La
ofensiva está sostenida por los viejos argumentos antinacionales y por los
mismos medios y agentes que por derecha e izquierda fueron sucesivamente
rechazados durante más de medio siglo por el pueblo. A las balas no las
carga el diablo sino los medios. Que al fin y al cabo es lo mismo, porque la
clase dominante del periodismo hoy se viste con la capa del Demonio.
Claudio Díaz
* Periodista, profesor de historia y escritor. Entre sus títulos se
encuentran el “Manual del antiperonismo ilustrado”, “La ultraderecha
argentina” y “La prensa canalla” (compilador). Obtuvo tres Martín Fierro
(1992, 1993 y 1995) al mejor servicio informativo por el noticiero de Radio
Mitre, del cual fue productor entre 1991 y 1997. Trabajó en La Razón, El
Periodista, El Porteño, Línea y Clarín. En 1988 le otorgaron el Premio
Latinoamericano de periodismo José Martí.