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Unicornios azules
Por Jorge Zabalza*
Ahi están..., en la playa. Juegan con mi hijo, los capitanes.
Se arrojan arena, patean la pelota, corren el perro, salen a explorar el
monte, zambullen en la cañada donde desaguan los pozos negros y no paran de
gritarse entre ellos. Tienen sus futuros escritos en las estadísticas sobre
infancia y minoridad: deserción escolar seguida de gambetas al choreo y la
pasta, y después ser madres y padres sin haber dejado de ser hijos. Es
probable que sufran un pasaje por la Berro y/o el ComCar y también que,
asustados con los maltratos y vejaciones, ellas salgan a trabajar por cuatro
pesos locos en empresas de limpieza o en Fripur de fileteras y ellos, en la
pesca o la construcción, en “negro” como la mitad de los quetrabajan para el
sector privado. Otros y otras terminan ingresando de milicos al cuartel o a
la policía.
¿Cuántos gérmenes de “Rodrigos” hay entre mis capitanes de la arena?
¿Cuántas historias que no son portada de la tele? ¿Cuántas condenas “a
priori”, por el simple motivo de estar en una esquina y ser joven?
El sistema es una máquina de producir víctimas y corretearlas hacia la
miseria de los barrios periféricos (11% de la población de Montevideo).
Muchas de sus historias de vida serán bautizadas “problemas de seguridad”
por la gran prensa y el discurso de los “políticos”. Se satanizarán los
asentamientos calificándolos como “zonas rojas” pero, sin embargo, los niños
nacidos en el territorio satanizado se sentirán identificados con su barrio
y por consiguiente estarán orgullosos de ser vistos como monstruos por los
habitantes de las zonas “civilizadas” de la ciudad...la consecuencia lógica
es que reproduzcan la violencia que sufren desde que nacieron: delitos
contra la propiedad, prostitución, alcoholismo, drogadicción, violencia
contra mujeres y niños, barras bravas del fútbol y las esquinas. Es cierto
que las crisis de sobreproducción que derrumbaron las calesitas de la
especulación encendieron luces rojas en el sistema , pero el desequilibrio
social proviene de la exclusión y la marginación crecientes, como ocurre en
Nueva York, San Pablo y París.
El capital no puede dejar de excluir y marginar, solamente puede
reproducirse a costillas de sus víctimas humanas. Es que la competencia
salvaje que motoriza el desarrollo capitalista sólo puede funcionar bajo el
estímulo del afán de lucro y obliga a invertir en rubros donde se emplea
menos fuerza de trabajo y más barata. En estesiglo XXI, las inversiones de
capital generan forzosamente exclusión, marginación, trabajo precario,
changas y desocupación. En América Latina, ese proletariado sin fábricas que
lo organicen social y políticamente, sehace amo y señor de las villas
miserias, favelas, callampas y asentamientos... ¿qué ocurrirá el día que se
organicen y dirijan su violencia contra el enemigo de clase? Las clases
dominantes de América Latina tienen pánico. En Uruguay pasa lo mismo, pero
sólo se cobra consciencia de que existen cuando caen condenas
internacionales por violaciones a los derechos humanos en comisarías y
cárceles, o cuando en los informativos se hace amarillismo con la muerte de
alguien en líos de fútbol o en las puertas de un liceo.
A las clases propietarias se vuelve urgente adormecer a sus víctimas de
alguna manera antes que la bronca se haga rebelión. Por eso los organismos
financieros recetan políticas económicas que incluyen un capítulo de
“políticas sociales” - planes “trabajar”, “fome zero” o de emergencia-
simples medidas de autodefensa del sistema. También los empresarios
recientemente incorporados al progresismo , como López Mena y Salgado,
actúan en función de fríos cálculos económicos y dan unos pesos para que no
se alborote el avispero. Precisamente, el gran fracaso de los partidos de
derecha fue haber perdido su antigua capacidad para amortiguar los
conflictos sociales mediante el clientelismo y otros medios. Cuando los
amortiguadores políticos dejan de funcionar, para que las víctimas no se
rebelen, sólo resta recurrir al método del “mucho palo pa’que aprendas” :
más y más seguras cárceles, aumento de las penas, pagar más a más policías,
bajar la edad de imputabilidad, guardias nacionales y otras muchas
ocurrencias por el estilo. Al imperio y a los dueños del Uruguay les sale
más barato la propina y el asistencialismo que la reja y el garrote.
La gente creyó que el advenimiento del progresismo significaba el ataque a
las causas sociales de la delincuencia, la exclusión y la marginación. Plan
de emergencia, plan ceibal, consejos de salarios, aumento de las
asignaciones familiares no lograron impedir que, aún en medio de la bonanza,
aumentara la distancia que separa los ingresos de los más pobres de los
ingresos del puñadito que se apropian de la parte del león de los que
produce el país. Ello espesa cada vez más el clima de violencia social y en
el aumento de los delitos contra la propiedad, el abarrotamiento de los
juzgados y los más de ocho mil presos que se hacinana en las inhumanas
cárceles uruguayas. Con la crisis que está sacudiendo al capitalismo no hay
perspectivas de que vaya a cambiar de rumbo el proceso que profundiza la
brecha social...
“El sistema tiende un cerco sobre el peón o el pequeño productor rural y los
obliga a emigrar, para hacinarse en las grandes ciudades. El sistema arroja
a la desocupación a un sector en aumento de la población. Si busca
defenderse con la venta callejera, el sistema lo persigue. El sistema enseña
a robar y matar desde la televisión. A la delincuencia la crea una clase
social, pero afecta a toda la población. Para terminar con la delincuencia
hay que terminar con el sistema”, así de clarito escribía Raúl Sendic.
Ahí están ... el Pela, José Luis, la Cami, Shakira, Victoria, el Monito y el
Maxi, jugando con el Juan, impotentes para cambiar su condición de víctimas
mientras vivan en esta sociedad. Terminar con el sistema es la única manera.
Para crear un sistema de vida que no produzca más víctimas, que libere a los
seres humanos del salario y de la opresión política. Me parece una burla
cruel hacerles creer que en los próximos cinco años, gracias a la bondad
divina del caudillo, les será posible acceder a la educación universitaria.
Quiero decirles la verdad, que es pura mentira demagógica, que no voten a
nadie... pero sus opciones electorales son las opciones del oprimido,
necesitan creer en algo y se aferran a un hierro caliente para no perder la
esperanza. Todavía no piensan en terminar con el sistema, única manera para
dejar de ser sus víctimas....
* Dirigente histórico del MLN Tupamaros