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Roa
busca roña
Por Claudio Díaz*
La carta del editor al lector que el jerarca número 2 de Clarín escribe el
miércoles 17 de junio bajo el título La memoria de un diario, intenta
mostrar al ex presidente Néstor Kirchner como el Rey de las contradicciones
ideológicas.
Raro que Ricardo Roa no haya reparado en otros tantos dirigentes de la
Argentina que hicieron de las transfugueadas políticas su razón de ser. Por
caso, el cafierista-menemista-duhaldista-kirchnerista-macrista Felipe Solá.
O la procesista-alfonsinista-delarruista-civista-socialista-conservadora
Elisa Carrió. Sin olvidar a la
jotapeísta-menemista-aliancista-cavallista-coalicionista Patricia Bullrich.
Pero es natural su reacción. Si Kirchner quiere que en nuestro país se
escuche la música de otros instrumentos y no solamente la de los clarines;
aquellos tres y casi todo el resto de la clase política son el coro de
ángeles del Grupo, sentados en la falda del gran director Magnetto para
aprender sus canciones de cuna: “Somos chicos obedientes, creemos en el
periodismo independiente…”. O si no: “Néstor y Cristina, pura crispación.
Clarín y TN, libertad de expresión…”. Y otras sandeces por el estilo.
Ahora bien, ¿qué autoridad moral tiene Roa para posar como impoluto opinator
de la realidad nacional?
¿No es este Roa el que escribía en la revista El Caudillo, financiada por
José López Rega?
¿No es este Roa el redactor y editor que durante 10 años, al frente de las
secciones de Política Nacional y de Gremiales, cobraba a dirigentes
políticos y sindicales para aparecer en las páginas del diario?
¿No es este Roa, “republicano” que despotrica contra los temibles barones
del conurbano, el negociador que llama y recibe en su oficina a los
intendentes peronistas, con el fin de sacarle avisos publicitarios para los
suplementos zonales del Gran Buenos Aires?
¿No es este Roa, atento a la situación social, el que inventó el diario Olé
y los propios zonales para hacerle ganar al Grupo decenas de millones de
pesos, con redacciones acotadas, periodistas manoseados laboral y
salarialmente y decenas de pasantes a quienes se explota durante un año para
después ser echados sin contemplaciones?
¿No es este Roa, tan preocupado por los índices inflacionarios y la
desocupación, el que por haber servido bien al capanga Magnetto se compró
una mansión en Brasil, cerca de Río de Janeiro?
¿No este Roa, paladín de la ética periodística, el que hace negocios con el
intendente de Vicente López y el que a su vez permite que Julio Blanck
reciba generosos premios por publicarle cosas al progresista y transparente
Martín Sabbatella y al conservador feudal José Antonio Romero Feris?
Si a Roa le quedara un poco de vergüenza reconocería que sí, que
efectivamente es el mismo que hace algunas décadas guapeaba por las calles
de Villa Pueyrredón asegurando que no había peronista como él.
El mismo Roa que en los últimos años se prostituyó como lacayo (muy bien
pago, por supuesto) del Grupo Clarín. Y que, parece mentira, habla de tener
memoria. Aunque se olvidó de que muchos de los que lo trataron saben muy
bien las cosas que hizo para llegar al lugar al que llegó.
* Periodista, profesor de historia y escritor. Entre sus títulos se encuentran el “Manual del antiperonismo ilustrado”, “La ultraderecha argentina” y “La prensa canalla” (compilador). Obtuvo tres Martín Fierro (1992, 1993 y 1995) al mejor servicio informativo por el noticiero de Radio Mitre, del cual fue productor entre 1991 y 1997. Trabajó en La Razón, El Periodista, El Porteño, Línea y Clarín. En 1988 le otorgaron el Premio Latinoamericano de periodismo José Martí.