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La diferencia entre ser y parecer
Por Claudio Díaz*
Reflexiones
tras el cachetazo del 28
Primero y principal: uno se hace cargo de una cuota-parte de la derrota
porque votó al kirchnerismo convencido de que, bien o mal (más de esto que
de lo otro), con errores, inconsecuencias y agachadas “doctrinarias”, la
Argentina estaba levantando un modelo más o menos aceptable para la
decadencia política y social que padecimos desde la muerte de Perón para
acá. Si somos sinceros con nosotros mismos no podemos negar que algunas de
las búsquedas, con sus consecuentes logros, encaradas por el matrimonio nos
dieron esperanza.
Ahora bien: el mal momento que estamos viviendo desde el domingo a la noche,
esa reacción de legítima bronca que nos invade, es la comprobación de que
los pilares donde se asentaba este pretendido “peronismo progresista” eran
más blandos –si se permite la metáfora- que un flan. Pura inconsistencia que
fuimos marcando a su debido tiempo durante nuestros encuentros militantes,
en los puntos de vista que volcamos a través de los sitios de Internet o en
los intercambios de opinión con los compañeros…
Por eso no cabe autoflagelarnos. Porque -salvo los oportunistas que siempre
andan dando vuelta para conchabarse en algún puesto de mala muerte- siempre
intentamos establecer los límites de este kirchnerismo ciertamente
vergonzante que recién se puso a hablar de Perón, por puro oportunismo, en
los últimos meses.
Si tuviéramos que resumir algunos episodios concretos de lo que fue el
discurso político del matrimonio (y hasta ciertos “rumbos” anunciados) con
la acción concreta, nos toparíamos con esa verdad que indica que una cosa es
ser y otra muy distinta parecer. En ese aspecto no cabe duda de que el
kirchnerismo quiso convertir al peronismo en algo que no es. Y que en la
lucha por SER o NO SER, casi siempre pusieron la ficha en este último
casillero.
Asumamos como verdad irrefutable que, por temor a escupir el asado, no
fuimos lo suficientemente audaces para señalar, EN EL MOMENTO QUE HABIA QUE
HACERLO, los intentos de desperonización del movimiento, del que Néstor y
Cristina dieron muestras sin sonrojarse. Poco antes de las elecciones
presidenciales de octubre 07, la candidata Cristina conversó amablemente con
Joaquín Morales Solá y le dijo sin vueltas: “El peronismo no sobrevivirá tal
como lo hemos conocido en la década del ’40, porque ahora tiene que surgir
un nuevo sistema de partidos”. El Richelieu de la colonia lo publicó en la
edición de La Nación del 11 de setiembre de aquel año.
Meses antes, el 24 de mayo, durante una entrevista radial que le hizo
Magdalena Ruiz Guiñazú, Kirchner ya había dicho: “El mundo evoluciona, las
expresiones políticas que respondían a las necesidades y a las ideas que
tenían los argentinos durante muchas décadas están en franca crisis y entre
ellas está mi propio partido. Yo no tengo ninguna duda y espero poder verlo,
como presidente o fundamentalmente como ciudadano, que puedan aparecer
expresiones modernas que expresen la realidad de la Argentina y del mundo”.
¿No eran ambas declaraciones una manera de ponerle la lápida al peronismo?
Pero apenas si dijimos algo en aquel momento…
El tiempo fue confirmando nuestras sospechas. Y sin embargo seguimos
bancando “esto” porque ni atrás ni adelante, ni tampoco a los costados,
había otra cosa. O sí: el precipicio liberal. Que es adonde podemos volver
en cualquier momento.
Mientras pensamos cómo salir de esa trampa a las que nos llevaron, debemos
decirle a los Kirchner, con ánimo cooperativo pero sin perder la firmeza…
* No se puede jugar en política con caballitos de calesita que se cansaron
de sacar la sortija con Menem y Duhalde y, quemados de dar vueltas y
vueltas, volvieron a subirse al carrusel nada más que por apetito material,
porque la única ideología que tienen es la del dinero y el poder.
* No se puede hablar de nueva política si la manera de construirla es
abandonando la doctrina peronista y la formación de cuadros, para en su
lugar auspiciar pactos con lo peor “de cada casa”, negociando y arreglando,
según las distintas áreas, con personajes siniestros como Daniel Hadad o
Luis Barrionuevo.
* No se puede permitir que tras el paso de los Ramón Hernández, los
Gostanián, los Alderete, los Gualtieri, el Estado ahora haya sido tomado por
los Rudy Ulloa, los Cristóbal López, los Julio De Vido, los Ricardo Jaime...
* No se puede depositar en tecnócratas de la política como Alberto
Fernández, Sergio Massa o Daniel Filmus el armado de un verdadero
movimiento. No se puede insistir con esa visión cholula de la política que
pretende que alguien como Nacha Guevara va a cautivar las expectativas de
los sectores tilingos y culturosos. Una cosa son las capas medias que casi
siempre acompañaron al peronismo por convicción. Y otra este nuevo lumpenaje
clasemediero consumista al que lo único que le importa es el celular o
esperar un fin de semana largo para escaparse de Buenos Aires. A la hora de
votar, estas “especies urbanas” que habitan en Buenos Aires y en los barrios
más acomodados del conurbano compran el envase original, por más que le
disfracemos el nuestro con el mejor glamour.
* No se puede exponer como modelo de realización al “socialismo” chileno. Y
mucho menos ponderar como ejemplo de conducción política a su máximo
símbolo, Ricardo Lagos, a quien en 2007 Cristina le pidió en el Sheraton
Hotel de Pilar que escribiera un Manual de Conducción Política “por su
capacidad para comprender los fenómenos sociales”, una verdadera tomadura de
pelo a los peronistas.
*No se puede (en otro intento de “atracción” al medio pelo) poner a Alfonsín
a la altura de Perón y darle categoría de prócer después de la colaboración
de su partido con la dictadura y de la repugnante denuncia que “nos metió”
en 1983, acusando al movimiento que más víctimas tiene en la historia
argentina como protagonista de un pacto militar-sindical. Por extensión, fue
una estupidez haber confiado en un radical como Cobos la vicepresidencia de
la República.
* No se puede (más allá de la buena intención) sacarle plata al campo en una
nueva versión del IAPI, con la sin duda feliz idea de redistribuir o
hacernos de fondos, si al mismo tiempo nos sentamos a negociar en el Council
of America’s con Rockefeller y Kissinger, los gerentes del gobierno mundial
que auspician para la Argentina ese paisito-granja que le dé comer con la
soja a los chanchos chinos, o que a lo sumo produzca alimentos para 300
millones de personas; aunque en la Argentina un tercio de nuestros hermanos
no se pueda sentar a la mesa.
* No se puede reivindicar Malvinas y a su vez juntarse con líderes
progresistas, en Londres, ¡el mismísimo 2 de abril! Si puteábamos a Menem
porque nos llevaba a la Internacional Liberal, también nos provoca fastidio,
y ganas de insultar, si nos quieren meter de prepo en la Internacional
Socialdemócrata.
* No se puede confrontar con la oligarquía periodística y al mismo tiempo
dejar afuera de los medios a la materia gris peronista, al pensamiento
nacional, para que la información y las ideas (fíjense lo que son el
noticiero de Canal 7, Radio Nacional, Radio del Plata, Télam…) sean
manejadas por los ilustrados de living que vienen del progresismo. Y esto,
por no hablar del auspicio con pautas oficiales a toda la runfla gorila, de
derecha a izquierda, que recibe de 40 a 50 mil pesos por mes para destilar
su odio contra el peronismo y el pueblo.
* No se puede querer jugar con la CGT y, al mismo tiempo, darle aire a una
Corte Suprema que mete un fallo provocador para quebrar al sindicalismo. O
impulsar al segundo lugar en la lista de candidatos a diputados a la abogada
de los Gordos, por arriba de un verdadero peronista como Julio Piumato.
* No se puede espantar de áreas vitales como el Ministerio del Interior o la
Secretaría de Gobierno a dirigentes que tienen historia dentro del peronismo
para confiar en un grupúsculo de socialistas (honestos pero inexistentes)
que, encima, dos semanas antes de las elecciones, van a rendirle cuentas a
la Masonería y se presentan en el edificio de la calle Perón declarando:
“Esta institución hizo el país…” (Oscar González, en Clarín del 10 de
junio).
*No se puede hacer uso y abuso de un manejo absolutista del partido,
expresión de sumisión y verticalismo típico de patrón de estancia. Y después
salir a renunciar con la cola entre las patas, callado y humilde. Kirchner
debe asumir la derrota y poner la cara en lugar de deshacerse de su
responsabilidad en la derrota.
Siempre hay que recordar que el momento de mayor oscuridad nocturna es el
que precede al amanecer. Tomemos en nuestras manos, de una buena vez, la
reconstrucción del movimiento nacional No se puede confiar más en nuestra
clase política. Trabajemos junto al movimiento obrero, que sigue siendo el
reservorio natural del peronismo. Unamos nuestra militancia con la coherente
y esclarecida CGT de Moyano, Piumato, Schmid, Plaini, Ghilini, Recalde y
tantos otros compañeros que en pleno menemismo salieron a resistir el modelo
neoliberal. La única garantía de que enfrentemos con éxito este coloniaje
infame es -¿hace falta recordar lo que dijo Perón?- que los trabajadores
pasen de ser columna vertebral a cabeza del movimiento nacional.
Claudio Díaz
(En los primeros minutos del 1 de Julio de 2009, es decir: a 35 años de la
desaparición -sólo física- de Juan Domingo Perón).
* Periodista, Profesor de Historia y Escritor. Trabajó en
La Razón, El Periodista, Línea y Clarín. En 1988 le otorgaron el Premio
Latinoamericano de Periodismo José Martí.
Entre sus libros se encuentra el Manual del antiperonista ilustrado.
Obtuvo tres Martín Fierro al mejor servicio informativo por el noticiero
de Radio Mitre, del cual fue productor.
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