Cobos y Franco

Por Juan Pablo Darioli

“El neoliberalismo que predominó en América latina, que además de empobrecer a nuestros pueblos tenía como objetivo garantizar el pago de los servicios de la deuda externa, terminó”
“América latina no está viviendo una época de cambios, está viviendo un verdadero cambio de época”
(Discurso de asunción del Presidente de Ecuador, Rafael Correa en enero de 2007)

Una nueva época que trajo consigo nuevas formas de gobierno (¿o viceversa?) pero que sin duda tiene sus características particulares. Estos Gobiernos, llamados “la nueva izquierda” por Jose Natanson en su libro del mismo título, son diferentes entre sí: los hay revolucionarios, los hay reformistas y también ambiguos. Lo que los diferencia son los hilos de continuidad y de ruptura que representan para con los anteriores mandatarios que vendieron los recursos, privatizaron todos los servicios y pusieron al Estado como garante de las ganancias de las grandes empresas. Lo que los une es la intención de generar lazos que favorezcan la integración económica, política y social de los hermanos pueblos latinoamericanos.

Dentro de estas particularidades, Cristina Fernandez se adjudica el único vice-presidente opositor de la historia, o si los hubo -dice- no los conoce. Es real, suena muy ilógico que Cobos lidere una fuerza en su provincia que es opositora al oficialismo que integra. Y que se lo vea congeniar más con las figuras de la oposición que con la Presidenta. Quizás para encontrar un caso similar no hay que ir hacia atrás en el tiempo, si no que habría que analizarlo como una característica actual de los momentos que corren.

En el vecino país de Paraguay la dupla gobernante esta conformada por Fernando Lugo y Federico Franco. Anteriormente, durante 61 años consecutivos, el partido colorado gobernó a Paraguay hasta que en el 2008 la Alianza Patriótica por el Cambio (APC) llevó al ex cura a la presidencia. Esta coalición estaba integrada por el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), por el Partido Demócrata Prograsista, el Partido País Solidarios, el movimiento Popular Tekojojá, el Partido del Movimiento Al Socialismo y otras organizaciones políticas de distinto tinte ideológico.

El segundo de Lugo es un hombre del PLRA, que manifestó desacuerdos con el Presidente en varias oportunidades. Pero la ruptura se generó hace semanas cuando tres senadores lugista impidieron la elección del liberal Miguel Carrizosa como presidente de la cámara alta. A partir de ese momento los partidarios de Franco empezaron a pedir el retiro del PLRA de la Alianza Patriótica, a lo que Lugo contestó: “Si los liberales quieren volver a ser oposición y pasar de nuevo a la vereda de enfrente, pueden hacerlo” (Diario ADN).

La confianza que le otorga el poseer gran parte de los votos que llevaron a Lugo al poder, hicieron que Federico Franco y el PLRA se opusieran a uno de los puntos más fuertes de la campaña del ex sacerdote. La prometida reforma agraria desató un serie de ocupaciones de tierra a las que el vice condenó por estar fuera de la ley y se pronunció en defensa de la propiedad privada. Por el contrario Lugo prometió profundizar la desconcetración de tierras y empezaron los chispazos que terminaron con el distanciamiento del PLRA de la figura presidencial. Se comenzaba a ver la diferencia de proyectos en el fondo de la APC.

Fernando Lugo tiene muchos opositores, muchos enemigos. Meses atrás Atilio Boron analizaba el panorama que debía enfrentar el Presidente paraguayo: “Dadas todas estas circunstancias: nueva política social, lucha contra la corrupción, integración regional y recuperación de la soberanía, no sorprende que la Cámara de Diputados del Paraguay –reducto de la partidocracia tradicional y en el cual el oficialismo cuenta apenas con dos representantes de los ochenta que la constituyen- esté contemplando la posibilidad de iniciar un juicio político contra Lugo” (Rebelion;28/12/08). Sumándole el gran poder mediático que es acérrimamente opositor se nubla el horizonte. Pero se olvidaba que las limitaciones del cambio también nacían de la heterogeneidad propia de la alianza gobernante.

No es necesario volver a contar esa película que se repite todos los días en la cabeza de los argentinos, o por lo menos de los que se ilusionaron con un proyecto consolidado y capaz de disputarle poder a las patronales agrarias. Ese momento que significó la ruptura del conglomerado gobernante y parió la figura más fuerte de la oposición no PJ. En ese momento se le puso freno a la posibilidad de transformar al país. Más allá de los errores del kirchnerismo, que los tuvo y muchísimos, se le dijo no a la intervención del Estado. Se le dio un voto no positivo a la posibilidad que el Estado asuma los resortes de la economía para regularla. Porque la economía se regula y su no lo hace el Estado lo harán los poderes concentrados del capital, siempre en contra de los sectores más humildes. Los votos diferentes evidenciaban una posición diferente en ese sentido, una incompatibilidad de fondo en el proyectos de los “compañeros” que integraron la fórmula del Frente para la Victoria en el 2007.

El surgimiento de una nueva época trae una nueva forma de hacer política y con ello la aparición de nuevos sujetos. Son parte de este proceso el auge de una derecha renovada, las formas actuales de intervención contra-democráticas, los partidos cartel, los empresarios políticos, etc. Julio Cobos y Federico Franco también son sujetos históricos que surgen como testimonios de las coyunturas actuales y así debe analizárselos. Dentro de un contexto geopolítico que dejó de lado la política de masas, la discusión intransigente de proyectos para entrar en la mediatización o “cartelización” de la política y la flexibilización de las ideas.

Fuente: www.la-montonera.blogspot.com

 

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