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Movimiento
o partido
Por Francisco José Pestanha
Las últimas elecciones legislativas han generado dentro del peronismo un
estado de ebullición que promete alcanzar ribetes sumamente atrayentes.
Entre las polémicas que se han desatado, cobran notoria actualidad las
diversas tesituras que vienen sugiriéndose para legitimar futuros
liderazgos.
Soy de la opinión que tal debate debe partir de un presupuesto básico y
primordial: que el peronismo alcanzó el “cenit de su destino histórico”
cuando se organizó bajo una modalidad sumamente original, “el movimiento”.
El carácter movimientista del justicialismo entonces, no resulta una
cuestión menor al momento del intercambio de argumentos, ya que las
conclusiones a las que se arriben, dependerán de la posición que se adopte
respecto a la vigencia histórica de dicha modalidad organizativa.
Recordemos que Juan Domingo Perón explicaba y a la vez definía la idea de
“Movimiento” de la siguiente forma: “Nosotros no somos un partido político
sino un gran movimiento nacional, y, como tal, hay en él hombres de distinta
extracción. Por mi parte, siempre cuento una anécdota de algo que me sucedió
en la etapa inicial de nuestro movimiento. Cuando empecé a organizarlo había
hombres que tenían una proveniencia de la derecha y en realidad eran de la
reacción de la derecha (...) Del otro lado, había algunos de izquierda y
hasta un poquito pasados a la izquierda (...) Pues bien: un día vino un
señor de la derecha y me dijo: `General, usted está metiendo a todos los
comunistas`. No se aflija -le respondí-: yo pongo a ésos para compensarlos
con usted, que es reaccionario (...). Los movimientos populares y masivos
como el nuestro no pueden ser sectarios. El sectarismo es un factor de
eliminación y es poco productivo cuando un movimiento de masas comienza a
eliminar prematuramente a aquellos que no piensan como el que lo forma. Vale
decir, resulta necesario ver esa enorme amplitud sin ningún sectarismo. Los
sectarismos son para los partidos políticos pero no para los movimientos
nacionales como el nuestro”.
El carácter movimientista y nacional del justicialismo (tan criticado pero a
la vez incomprendido por el academicismo vernáculo), solo puede ser
analizado y abarcado desde las circunstancias históricas y políticas
imperantes al momento de su surgimiento - es decir - en el marco de su raíz
contextual - y además - a la luz de la propia tradición ibero-americana. En
ese orden de ideas coincido con Manuel Urriza que el peronismo surgió a la
vida del país como una genuina expresión de las luchas anticolonialistas de
la época.
Tal como lo acreditaron entre otras luminarias como Raúl Scalabrini Ortiz,
José Luis Torres, o los Hermanos Irazusta, la Argentina previa a Peronismo,
se encontraba sujeta a ignominiosos lazos de dependencia económica con la
corona Británica, vínculos que por su parte no se circunscribían
exclusivamente al campo de las materialidades, sino que se extendían al
ámbito de lo cultural y lo simbólico. En dicho contexto, un proceso de
profunda reacción contra la anglofilia y la francofilia de las élites
culturales de Buenos Aires, emergió de las nuevas generaciones de artistas,
quienes se orientaran hacia la búsqueda de los rasgos principales de nuestra
identidad. A la vez, un notable componente de intelectuales y pensadores
comenzaron a denunciar nuestra dependencia económica y cultural.
Con tales antecedentes, y en un contexto de notoria desigualdad social, el
ex mandatario asumió la tarea de convocar a todos los sectores que
compartieran las grandes líneas orientadoras que seguiría su futuro gobierno
- y así - radicales, nacionalistas, socialistas y conservadores - entre
otros tantos - integrarán la infraestructura de un “primer peronismo” que si
bien se expresará “formalmente” primero a través del Partido Laborista y la
Unión Cívica Radical Junta Renovadora, luego a partir del Partido único de
la Revolución Nacional, y finalmente a través del Partido Peronista,
presupuso algo mas que una simple estructura partidaria clásica.
Ese “algo más” que implicaba una verdadera “épica emancipadora”, determinará
que el justicialismo no adopte formas tradicionales de organización (aunque
debió recurrir a las estructuras formales de los partidos para dar la
batalla electoral), y adquiera una dinámica movimientista más amplia, más
significativa, mas inclusiva y mas poderosa que una simple organización
partidaria, cuyo objetivo principal se orientará fundamentalmente hacia la
demolición de todos y cada uno de los lazos de dependencia. Tales
circunstancias ocasionaran además que el peronismo como movimiento, sea
dificultosamente encuadrable dentro de los cánones clásicos de la teoría
política del viejo mundo.
Por su parte, el espacio donde operará el movimiento peronista será el de la
“comunidad integralmente concebida con una vocación totalizadora” (comunidad
organizada) - donde la estructura partidaria - será una institución más, que
si bien en determinadas ocasiones adquirirá cierto protagonismo - desde el
punto de vista funcional - estará limitada a ciertas circunstancias
coyunturales. En ese sentido nótese que Perón, hará especial hincapié en las
organizaciones libres del pueblo (verdaderas formas de “autoorganización
espontánea” de la sociedad), las que darán sustancia al movimiento y le
imprimirán su dinámica liberadora. Así, el ideario anticolonialista que
expresará el peronismo dará cauce a las masas populares pero no “por
dentro”, sino “al margen” del sistema partidocrático tradicional.
La desaparición física del General Perón, conductor indiscutido del
justicialismo, trajo aparejadas diversas consecuencias y a la vez numerosos
desafíos para sus seguidores - en especial – aquellos que se refieren a las
modalidades para la legitimación de las nuevas camadas de referentes. Han
transcurrido más de tres décadas de tal acontecimiento, y el desafío aún se
encuentra pendiente.
Desde el advenimiento de la democracia en 1983, el justicialismo solo ha
logrado en forma esporádica y espasmódica consagrar un régimen electivo para
determinar eventuales jefaturas partidarias y candidaturas, patrocinando
según el resultado electoral, ciertas alianzas en clara tentativa de
convertirse en un componente más (aunque primordial) del sistema
partidocrático consagrado constitucionalmente en 1994.
Aquellos que consideren que la fase emancipatoria ha concluido, que la
argentina ha alcanzado su soberanía plena, o que tales premisas resultan una
utopía irrealizable - y en tanto – que la esencialidad del peronismo ha
concluido, deberán consagrar sus esfuerzos en un proceso electivo amplio que
“modernice” al partido y re - legitimice los liderazgos y candidaturas.
Por el contrario, quienes consideramos que la fase emancipatoria de nuestro
país no ha sido resuelta, deberemos concentrar nuestras energías en la
reconstrucción de la organización movimientista que es inherente a la épica
emancipadora.
Cuando el tres veces presidente de los argentinos manifestó que para un
“argentino no había nada mejor que otro argentino”, “que “el año 2000 nos
encontrara unidos o dominados” y que su “único heredero era el pueblo”, no
indicó solamente que había llegado la hora de establecer mecanismos para el
surgimiento de nuevos referentes, sino que enunció una serie de imperativos
- que a su criterio - deberían orientar el futuro accionar del peronismo,
continuando la épica emancipadora y preservando su carácter movimientista.
En ese sentido debe recordarse que para Perón la técnica política del
justicialismo es la “antitesis de la politiquería. Nosotros queremos que
cada Argentino conozca el panorama del país; que cada argentino este
impulsado hacia los objetivos de la nacionalidad: que cada argentino se
interese por la cosa pública como si se tratara de su propia casa, por que
la patria señores, es la casa grande de todos los hermanos que de esta
inmensa familia argentina”.
A 35 años de la muerte de su conductor, el peronismo sigue debatiéndose
entre la preservación de su misión histórica o su acoplamiento amigable a un
sistema partidocrático claramente funcional a la dependencia.
1) Manuel Urriza: Movimiento o Partido: El Peronismo.
2) “El objetivo de liberación es ideológicamente definitorio dada la
implantación histórica de estos movimientos en un continente
estructuralmente dependiente y trae como consecuencia que, como en toda
empresa independentista nacional, los movimientos agrupen en función de la
pertenencia a la nación más quede la pertenencia a una clase. Esta
circunstancia los hace policlasistas y, aunque predominantemente se componen
de los sectores populares y obreros, no están atados a dogmatismos de clase;
es decir, son más nacionales que clasistas. Precisamente, el contenido
nacionalista que portan es criticado por ciertas perspectivas
internacionalistas y esa característica, sumada mecánicamente a la
circunstancia de que varios de los líderes populares provienen de las
fuerzas armadas, basta para que algunas versiones los tilden de
"militaristas", "nazis" o "fascistas". Es de observar, sin embargo, que casi
todas las experiencias movimientistas que llegan al poder son derrocadas por
golpes militares, aún en los casos en que sus líderes provienen de ese
sector (como, por ejemplo, Perón, Arbenz o Velasco Alvarado), lo cual indica
que los mismos no son, o dejan de ser, expresión de los cuerpos armados
mientras sí lo son de las masas populares”. En: Manuel Urriza: Movimiento o
Partido: El Peronismo.
3) Juan Perón; Discurso del 25-07-1949 . En “Juan Perón el Peronismo y la
Soberanía”. Cuadernos del Pensamiento Nacional. Fermín Chávez. Año 1991.
Francisco José Pestanha
fpestanha@hotmail.com
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