|
|
|
El
General en su laberinto
El cruce entre Perón y la Jotapé que marcó la violencia política de los ’70.
22 de enero de 1974
Sr. Presidente: Muy bien, señores, ustedes pidieron hablar conmigo. Los
escucho. De qué se trata.
Sr. Vitar: Señor General: nosotros queríamos hablar con usted antes del
atentado de Azul. Queremos señalarle nuestros conceptos con respecto a la
modificación del Código Penal. La nuestra no es una postura en contra de
dicha modificación. Tenemos algunas dudas con respecto a la misma. Estamos
de acuerdo en la necesidad de que nuestro Gobierno popular tenga realmente
un aparato de seguridad y una legislación de seguridad del Estado popular;
pero vemos que algunos considerandos no tienen mucha claridad en torno a
pautas técnicas, legales y políticas. Queremos, con los compañeros diputados
de la juventud, escucharlo a usted y además expresarle nuestra voluntad para
sumarla al llamado que usted hizo al pueblo argentino para transitar el
camino de la Reconstrucción y Liberación Nacional en paz y felicidad para el
pueblo. Ese es, fundamentalmente, el aspecto sobre el cual queríamos
conversar con usted. (...)
Sr. Presidente: Por lo que veo, se trata de un
problema interno del bloque. No es un problema que escape al mismo. Ahora,
es indudable que en los grupos colegiados existe una norma ante la cual
funciona y fuera de la cual no debe funcionar. Los grupos colegiados tienen
su discusión interna; el concepto de la tarea misma legislativa lo impone:
por eso existen los bloques. ¿Cuál debe ser la norma dentro de los bloques?
Eso no se discute. (...)
Sr. Diputado: En realidad, nosotros planteamos la necesidad de una discusión
de este tema en concreto, es decir, de la modificación del Código Penal, no
sólo en una discusión dentro del bloque, sino también en cuanto a una
discusión de todos sus aspectos ante funcionarios del Poder Ejecutivo. (...)
Ese propósito nuestro de discutirlo en el bloque y de conversarlo, inclusive
con el Poder Ejecutivo, se nos vio frustrado simplemente por una votación
que nos cerró las puertas a la posibilidad de proceder de esa manera. (...)
Sr. Presidente: Entonces, las consideraciones son sobre la configuración del
delito. Esa es una tarea del juez; el que hace la configuración del delito
de asociación ilícita es el juez. Nosotros no podemos pensar en que ya la
ley va a ir configurando los delitos de asociación ilícita. Eso es una
enormidad; esa es una tarea para el juez. (...)
Sr. Diputado: Con relación a esta figura de asociación ilícita, nosotros
pensamos que la justificación que se hace en el proyecto es excesivamente
ambigua; están desdibujados los contornos de la figura penal y permite
incluir dentro de este tipo de asociación ilícita un sinnúmero de
situaciones.
Sr. Presidente: ¡Pero si está claro el delito... en una emboscada de esta
naturaleza, asesinando a las personas que están tranquilas y en paz! Ahora
bien, si esto no implica la necesidad de ser enérgicos a través de la ley,
no estaremos jamás respetando la ley que pedimos. El Poder Ejecutivo pide
esta ley porque la necesita. Hay treinta asaltos que justificarían una ley
dura; sin embargo, hasta ahora hemos sido pacientes; pero ya no se puede
seguir adelante, porque de lo contrario la debilidad nuestra será la que
produzca la propia desgracia del país, que es lo que queremos evitar. Ahora
bien, hablando con toda franqueza, indudablemente no le veo razón a ninguno
de los argumentos que vienen exponiéndome en torno a la ley. Eso será por la
tarea de discutir y buscar triquiñuelas a las cosas. No; aquí hay un fin; el
medio es otra cosa.
Sr. Diputado: Pero la asociación ilícita podría venir por el solo hecho de
estar agrupados en una asociación que no esté legalmente reconocida. Como
puede suceder con una agrupación que recién se integra en un sindicato o en
una agrupación de base política...
|
Sr. Presidente: Pero, ¿dónde está el delito?... Por otra parte, esa es la
tarea del juez y no de la ley, porque asociación ilícita puede haber en
todas las gamas de la delincuencia. (...) Nadie está obligado a permanecer
en una fracción política. El que no está contento, se va. En ese sentido,
nosotros no vamos a poner el menor inconveniente. Quien esté en otra
tendencia diferente de la peronista, lo que debe hacer es irse. En ese
aspecto hemos sido muy tolerantes con todo el mundo. El que no está de
acuerdo o juzga que no le conviene, se va. Hay que pensar que en este caso
un legislador representa nada menos que al Movimiento. Y en este caso no es
ilícito, yo diría, estar defendiendo otras causas y seguir usando la
camiseta peronista. En esto hay que proceder con la mayor seriedad, porque
se trata de cosas trascendentes para el país. En este momento, con lo que
acabamos de ver, que una banda de asaltantes invoca cuestiones ideológicas o
políticas para cometer un crimen, ¿ahí vamos nosotros a pensar que eso lo
justifica? ¡No! Un crimen es un crimen cualquiera sea el móvil que lo
provoca, y el delito es delito cualquiera sea el pensamiento, o sentimiento,
o la pasión que impulse al criminal. Siempre que hay voluntad criminal, es
un delito, y eso lo tiene que penar la ley, no nosotros. Recurrimos a esto
porque estamos en un momento crítico para el país. Vemos que estos señores
con la mayor impunidad y porque no hay con qué sancionarlos, se larguen al
ataque... (...)
Sr. Presidente: ¿En qué consiste esa apreciación?
Sr. Diputado: Nosotros pensamos que, partiendo de un principio que usted ha
manifestado en numerosas oportunidades, y al cual le otorgamos la máxima
razón y sabiduría, la violencia es la que se ejerce no solamente a través de
los grupos minoritarios de ultraderecha o de ultraizquierda. Son episodios
elaborados; no son productos de una generación espontánea, sino productos de
una generación que está de alguna manera sumergiéndonos a todos en la
violencia.
Sr. Presidente: Entonces, ¿cómo usted evitaría eso?
Sr. Diputado: Le voy a contestar con sus palabras: nosotros pensamos eso,
que hemos desterrado las estructuras violentas que hacen que esa violencia
de abajo sea generada por la violencia de arriba.
Sr. Presidente: Y a pesar de eso, la violencia continúa cada vez en mayor
forma.
Sr. Diputado: Sí, señor, y ahí se aplica con toda celeridad y con toda
decisión el poder represivo del Estado popular.
Sr. Presidente: ¿Y le parece que hemos esperado poco, con todo lo que ha
pasado en estos siete meses de gobierno popular y plebiscitario, donde todos
esos señores de las organizaciones terroristas se largan a la calle,
culminando en este episodio, atacando a un regimiento? (...)¿Es decir, que
somos nosotros los que provocamos la violencia?
Sr. Diputado: Consideramos, señor General, lo siguiente sobre este tema: que
los lamentables acontecimientos de Azul, a nuestro juicio y a nuestro
modesto entender, indican, precisamente, una decisión conforme a una
tendencia de estos grupos minoritarios, totalmente ausentes de lo que es un
sentimiento nacional y de lo que es la comprensión de la necesidad de unidad
del pueblo argentino, en un proceso de reconstrucción. Entendemos que,
precisamente, la intención de estos sectores es especular con un clima de
violencia, es crear una actitud del Estado que estos sectores califican
arbitrariamente de represiva para obtener, precisamente, el caldo de cultivo
político en el cual desarrollar su planteo político. Hemos conocido durante
años, a través de un enfrentamiento con la dictadura, cuál es la política
del ERP, el autodenominado Ejército Revolucionario del Pueblo. Sabemos que
su política crece y se desarrolla en un ambiente de violencia.
Sr. Presidente: No, está totalmente equivocado (...). Ese movimiento se
dirige desde Francia, precisamente, desde París, y la persona que lo
gobierna se llama Posadas, de seudónimo. El nombre verdadero es italiano.
Los he conocido “naranjo”, como dice el cuento del cura. Sé qué persiguen y
lo que buscan. De manera que en ese sentido a mí no me van a engañar,
porque, como les digo, los conozco profundamente. He hablado con muchísimos
de ellos en la época en que nosotros también estábamos en la “delincuencia”,
diremos así. Pero jamás he pensado que esa gente podría estar aliada con
nosotros, por los fines que persigue. (...) Está en todas partes: en
Uruguay, en Bolivia, en Chile, con distintos nombres. Y ellos son los
culpables de lo que le ha pasado a Allende. Son ellos, y están aquí, en la
República Argentina, también. Están en Francia, en España; en una palabra,
están en todos los países. (...) ¿Y nos vamos a dejar matar? Lo mataron al
secretario general de la Confederación General del Trabajo, están asesinando
alevosamente y nosotros, con los brazos cruzados, porque no tenemos ley para
reprimirlos. Ahora bien; si nosotros no tenemos en cuenta la ley, en una
semana se termina todo esto, porque formo una fuerza suficiente, lo voy a
buscar a usted y lo mato, que es lo que hacen ellos. No actúan dentro de la
ley. De esa manera, vamos a la ley de la selva y, dentro de la ley de la
selva, tendría que permitir que todos los argentinos portaran armas a la
vista. Pero, ¿qué es lo que está ocurriendo? Que los delincuentes están
tomados armados, mientras que las personas decentes no pueden llevar armas y
están indefensas en manos de estos señores. ¿Y todavía nosotros vamos a
pensar si sancionamos o no la ley? ¡Vamos! Necesitamos esa ley porque la
República está indefensa frente a ellos. Es para nosotros el fundamento de
todo eso. Con toda claridad afirmo que no queremos la violencia. Estamos
afrontando una responsabilidad que nos ha dado plebiscitariamente el pueblo
argentino. Nosotros no somos dictadores de golpes de Estado. No nos han
pegado con saliva. Nosotros vamos a proceder de acuerdo con la necesidad,
cualquiera sean los medios. Si no hay ley, fuera de la ley, también lo vamos
a hacer y lo vamos a hacer violentamente. Porque a la violencia no se le
puede oponer otra cosa que la propia violencia. Eso es una cosa que la gente
debe tener en claro. Lo vamos a hacer, no tengo la menor duda. Tenemos la
seguridad de que la mayoría absoluta del pueblo nos acompaña, y cuando un
movimiento está apoyado por el pueblo, no hay fuerza que se le pueda oponer.
De eso estoy totalmente convencido. En cuanto al problema en sí, es un
problema de ustedes y del bloque, y lo tienen que resolver con él y no
conmigo.
Sr. Diputado: Señor General: deseamos manifestarle nuestra coincidencia.
Usted conoce desde hace años a la juventud peronista y conoce su lealtad
hacia usted como líder y conductor. En ese sentido, conoce también cuál ha
sido nuestro esfuerzo durante estos últimos años. De modo que en orden a
eso, yo quisiera...
Sr. Presidente: Lo he reconocido veinte veces. Sería lamentable dejar de
pensar así.
Foto: Archivo PERÓN, Obras completas.
Tomo XXVII
El imperativo nacional: actuar dentro de la ley
22 de enero de 1974
Contraeditorial, agosto 2009