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Diario de guerra
"Cada día nos invade la sensación de vivir en
un mundo en el que no se permite a la gente pensar, ni mucho menos decir lo que
piensa. Estamos autorizados tan solo a informarnos, recibiendo la información
que previa y deliberadamente nos han hecho llegar. Nos impiden que esa
información, esos datos suministrados, podamos convertirlos en conocimiento. Se
nos prohíbe que transformemos la cantidad (información, datos, noticias) en
calidad (conocimiento, saber, cultura)"
Diario de guerra - Claudio Díaz*
Superada la etapa en la que los poderes económicos mundiales avasallaban a los países a través de la vía militar, el sistema de dominación tiene hoy en los diarios y la televisión, en la radio y los canales de noticias, a sus nuevas fuerzas de ocupación.
El Grupo Clarín es uno de los brazos ejecutores de este nuevo método de
control, la llamada Mediocracia, que hace de la manipulación informativa y
la difamación de sectores políticos, sindicales y sociales, particularmente
el peronismo y el movimiento obrero, su práctica cotidiana.
Este libro describe las relaciones políticas y comerciales del llamado “gran
diario argentino” con representantes del poder mundial como Henry Kissinger
y George Soros, que le permitieron constituirse en el grupo económico de
medios más poderoso de Iberoamérica. Revela, por otra parte, su
participación como promotor del proceso de sojización de la Argentina, para
convertir al país en un eslabón de la llamada cadena agroalimentaria
mundial.
Asimismo, este trabajo de investigación incursiona en el análisis y la
réplica del pensamiento político, básicamente colonial, que emana desde los
diarios La Nación y Perfil y de la boca o la pluma de periodistas como
Joaquín Morales Solá, Nelson Castro, Mariano Grondona, Magdalena Ruiz
Guiñazú, Claudio Escribano, Eduardo Van der Kooy, Julio Blanck y Alfredo
Leuco entre más de una treintena.
En la historia de la prensa argentina se hace difícil encontrar un período
como éste, en el que se presenta como modelo de honestidad e inmaculadez a
un sector tan corrompido que en nombre del libre pensamiento y la
independencia informativa ha bastardeado de manera escandalosa el ejercicio
periodístico.
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Claudio Díaz, el autor de este Diario de guerra, renunció a trabajar en el
multimedios Clarín tras haber sido censurado por manifestar su pensamiento
político y su identificación con el peronismo, clara evidencia de que los
grandes monopolios de la comunicación no ejercen ni permiten hacer uso de
esa tan mentada libertad de expresión que dicen defender.
Diario de guerra fue presentado el jueves 10 del septiembre en la sede de la
CGT, con la presencia de Hugo Moyano (Titular de la CGT) y Omar Plaini
(Secretario General del Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas y
diputado electo). La mesa de presentación fue coordinada por el compañero
Martín Garcia.
Anticipo
En Diario de guerra se describen las relaciones políticas y comerciales del
llamado "gran diario argentino" con representantes del poder mundial como
Henry Kissinger y George Soros, que le permitieron constituirse en el grupo
económico de medios más poderoso de Iberoamérica. Superada la etapa en la
que los poderes económicos mundiales avasallaban a los países a través de la
vía militar, el sistema de dominación tiene hoy en los diarios y la
televisión, en la radio y los canales de noticias, a sus nuevas fuerzas de
ocupación. El Grupo Clarín es uno de los brazos ejecutores de este nuevo
método de control, la llamada Mediocracia, que hace de la manipulación
informativa y la difamación de sectores políticos, sindicales y sociales,
particularmente el peronismo y el movimiento obrero, su práctica cotidiana.
Revela, por otra parte, su participación como promotor del proceso de
sojización de la Argentina, para convertir al país en un eslabón de la
llamada cadena agroalimentaria mundial. Asimismo, este trabajo de
investigación incursiona en el análisis y la réplica del pensamiento
político, básicamente colonial, que emana desde los diarios La Nación y
Perfil y de la boca o la pluma de periodistas como Joaquín Morales Solá,
Nelson Castro, Mariano Grondona, Magdalena Ruiz Guiñazú, Claudio Escribano,
Eduardo Van der Kooy, Julio Blanck y Alfredo Leuco entre más de una
treintena.
En la historia de la prensa argentina se hace difícil encontrar un período
como éste, en el que se presenta como modelo de honestidad e inmaculadez a
un sector tan corrompido que en nombre del libre pensamiento y la
independencia informativa ha bastardeado de manera escandalosa el ejercicio
periodístico. Precisamente, Claudio Díaz, el autor de este Diario de guerra,
renunció a su trabajo en el multimedios Clarín tras haber sido censurado por
manifestar su pensamiento político, clara evidencia de que los grandes
monopolios de la comunicación no ejercen ni permiten hacer uso de esa tan
mentada libertad de expresión que dicen defender.
Partes relevantes de la obra:
La nueva investigación de
Claudio Díaz descubre los intereses del multimedios con los agronegocios y
describe su vínculo con los influyentes Rockefeller, Kissinger y Soros. La
"escuelita" de cuadros mediáticos con el MIT.
El período que se abrió con la dictadura de Videla y Martínez de Hoz marca
el momento cumbre de la reconversión de la Argentina como Nación en vías de
desarrollo industrial, con capacidad para expandirse e intentar, a su vez,
una independencia respecto del uso de la tecnología nuclear. En este nuevo
"formateo", lo que se buscó y logró fue hacerla retroceder al estado
pre-peronista de la Década Infame.
De manera muy parecida a aquellos tiempos de país-granja, nuestro
territorio, si bien con algunos "islotes" de producción industrial que
sobrevivieron desde la época peronista, se transformó a partir de los ’90 en
una especie de supermercado global para ofrecer sus góndolas de alimentos,
cereales y carne principalmente, al resto del mundo. A comienzos de este
siglo, dos lobbistas de corporaciones transnacionales como son Rosendo Fraga
y Jorge Castro, comenzaron a publicitar la conveniencia de que Santa Fe y
Córdoba se convirtieran en el nuevo paradigma de la inserción de la
Argentina en el mundo, para así transformarse en uno de los eslabones de la
llamada cadena agroalimentaria mundial.
(...) ¿Cómo es posible que Clarín sea, hoy por hoy, más vocero de la
oligarquía agro-ganadera que el mismísimo La Nación? ¿Qué punto de encuentro
puede haber entre un diario que dice representar el pensamiento progresista
e incorpora como columnista de su suplemento rural al mismísimo Jorge
Castro?
Parte de las respuestas que necesitamos encontrar está en la composición del
capital accionario de Clarín. Se reconoce, oficialmente, que un 18% del
mismo se encuentra en manos del Grupo Goldman Sachs, vinculado a
transnacionales del lobby sionista norteamericano.
(...) Así y todo, hay que agregar que los clanes Magnetto y Aranda, números
1 y 2 respectivamente del Grupo, detentan una parte importante del capital
accionario del diario. Y que en ambos casos sí se sabe que poseen campos en
las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Corrientes. Ellos mismos lo han
reconocido públicamente al revelarse informaciones que los tienen como
protagonistas de inversiones o proyectos comerciales.
El caso de José Aranda es el más interesante de analizar. Posee el principal
arrozal de la Argentina, ubicado en la zona de Mercedes, en Corrientes, a
menos de 10 kilómetros de la impresionante extensión de campo semi-virgen
que adquirió el magnate norteamericano Douglas Tompkins. Se diría que son
vecinos.
(...) (Los lazos de Tompkins) con las más altas esferas del poder económico
se hacen visibles en el flujo de fondos de dos de las asociaciones
ecologistas más grandes del mundo a las que está asociado: la International
Forum on Globalization (IFOG) y el Funders Network on Trade and
Globalization (FNTG).
Si bien el mismo Tompkins es el primordial proveedor de fondos, con más de
1.250.000 dólares invertidos hasta año 2002, entre los apoyos financieros de
IFOG figuran tres instituciones de renombre: el Rockefellers Brothers Fund,
la Turner Foundation y la Ford Foundation, instituciones vinculadas al banco
JP Morgan Chase.
En 1969, David Rockefeller financió una investigación patrocinada por Henry
Kissinger, la que culminó en el llamado Iron Mountain Plan (IMP).
El IMP exponía la imperiosa necesidad que tenía el establishment financiero
de buscar una forma silenciosa de ganar presencia en las zonas geográficas
que sean de interés estratégico para Estados Unidos, en pos de mantener su
posición hegemónica a nivel global. Entre muchas de las alternativas
propuestas para tales fines sobresalía la utilización de la causa
"ecologista", ya que la misma "cuenta con social suficiente como para no
generar demasiadas sospechas entre la población", según lo establecido en
uno de los considerandos de la plataforma.
Y algo más interesante todavía: se sabe que la familia de Ted Turner, el
magnate televisivo casado con la actriz Jane Fonda, es dueña de varias
estancias en la Patagonia argentina, dentro de las que se ubica el famoso
Lago Escondido. El hombre es un generoso contribuyente de IFOG, una
organización entre cuyos miembros también figuran los hijos británicos de
Sir Goldsmith: Edgard (dueño de la revista The Ecologist) y James, banquero
de Londres que también operó como ejecutivo del Quantum Fund, de George
Soros. Que es a donde queríamos llegar... A Soros, el otro poderoso de las
finanzas que entra a jugar en este extraño entramado que se está dando en
Corrientes y su zona de influencia.
Ahora, ¿qué tendrá que ver Clarín con todo esto? El diario, tal vez nada.
Pero su vicepresidente, José Aranda, sí. Y mucho, como veremos a partir de
los próximos párrafos.
(...) El viernes 11 de julio de 2008, un ratito antes de las 20, Luis
Landriscina "mateaba" el tiempo en su casa a la espera del inicio, dos horas
después, del programa Mano a mano con el campo, que conduce desde hace
cuatro años por el Canal Rural. En ese momento sonó el teléfono, el conocido
humorista atendió y se encontró con la voz de su hijo Fabio, productor
periodístico del ciclo: "Viejo, tengo malas noticias. Acabo de recibir una
llamada del canal; quieren que levantes la nota sobre el problema en el Ayuí
Grande. Parece que estás pisando callos de gente pesada...".
Landriscina tuvo una actitud ejemplar: "Fabio, nosotros tomamos la decisión
de enviar la grabación del programa completo. Si lo cortan sería un caso de
censura previa que no podemos permitir. Así que deciles que no sacamos
nada...". Su honestidad intelectual quedó sepultada por la impudicia del
Grupo Clarín, propietario del Canal Rural, que ordenó levantar la emisión de
ese viernes y repetir, en su lugar, el de la semana anterior. Por supuesto,
el otro envío nunca fue emitido al aire.
Los pormenores se conocieron días después. Landriscina había convocado a su
programa a Enrique Lacour, presidente de la Fundación Iberá, para que
explicara el serio impacto ambiental que ocasionaría en un paraíso natural
emblemático de la provincia de Corrientes la reactivación de un proyecto en
el que estaban metidos el vicepresidente del Grupo Clarín, José Aranda, y el
multimillonario... George Soros.
La historia es así. A fines de la década del ’90, Aranda, asesorado por el
ingeniero agrónomo Héctor Huergo, director del suplemento rural de Clarín,
compró 36 mil hectáreas en el departamento correntino de Mercedes y se puso
a sembrar arroz. Invirtió en ese rubro a sabiendas de que el modelo
económico argentino de las últimas décadas se perfilaba cada vez más hacia
la producción y exportación de cereales. Le fue muy bien, el negocio se hizo
rentable. Buena parte del producto comercializado bajo el nombre de Arroz
Gallo, el de mayor consumo en la Argentina, provino del campo de Aranda. No
se sabe cómo y cuándo se dio el encuentro, pero ya en el nuevo siglo Soros
le propuso al empresario de Clarín conformar una sociedad para incrementar
la producción de arroz y conseguir con su venta ganancias extraordinarias,
aprovechando el incremento del precio de los granos en el mercado
internacional. Se fijaron una meta: exportar más de 130 mil toneladas
anuales.
Hasta el 2008, así como se desconocía este acuerdo, tampoco se sabía mucho
acerca de los medios de los que querían valerse para sumergir a una parte de
Corrientes en una gran olla repleta de la gramínea. Justamente de esa
posibilidad hablaba el ecologista Lacour en el censurado programa de
Landriscina.
Es que para materializar su negocio, Aranda-Soros pretenden interrumpir el
flujo del Ayuí Grande, en el departamento de Mercedes, con un paredón a cota
60 que lo atravesaría por completo, al punto de inundar su lecho completo en
decenas de kilómetros de costas. Escribimos en presente porque el proyecto
sigue en pie. La propuesta consiste en crear un lago artificial de
proporciones descomunales. Tan grande como El Palmar de Colón, Entre Ríos,
mayor que la famosa Laguna del Iberá y 12 veces más extenso que el casco
urbano de la propia ciudad de Mercedes. ¿Para qué necesitarían semejante
lago artificial? Para disponer de agua suficiente destinada al riego de las
plantaciones. Es decir: el agua que naturalmente surgió en ese territorio en
el amanecer de los tiempos, ahora pasaría a ser propiedad privada de los
empresarios.
Tal como está planteado, se inundarían 18.000 hectáreas de ambientes
naturales que incluyen pastizales y bosques nativos con vocación ganadera y
conservación de la biodiversidad, para transformarlos drásticamente al
cultivo de arroz. El reservorio artificial recibiría, a su vez, los
efluentes químicos de la gigantesca superficie de plantíos, y el destino de
la cuenca del río Miriñay (receptor final de las aguas que terminan en el
río Uruguay) podría quedar severamente comprometido, no sólo desde el punto
de vista ambiental, sino también productivo, pues la cantidad y calidad de
aguas disponibles cuenca abajo ya no serían las mismas.
Quizá porque el tema tomó estado público, el mismísimo suplemento rural de
Clarín destacó en su edición del 21 de junio de 2008 la importancia de la
inversión "para la producción y la creación de fuentes de trabajo". Pero se
ve que la iniciativa ya venía madurándose desde antes. "Hubo intentos de
llevar adelante el plan mucho antes, pero la debacle de 2001 nos obligó a
desistir en aquella oportunidad", dijo Mario Freire, a quien se indica como
representante de las dos empresas asociadas, es decir: Copra S.A., cuyo
titular es José Aranda, número 2 del Grupo Clarín, y Adecoagro,
perteneciente al financista húngaro George Soros. "El año pasado tomamos la
fuerte decisión de terminarlo y presentarlo a las autoridades", explicó el
propio Aranda al matutino del grupo económico que preside.
Así fue como a mediados de 2008, el gobernador de Corrientes, José Colombi,
recibió a Aranda y compañía, quienes le entregaron un informe de 2.000
páginas donde se detallaban "aspectos técnicos y estudios de impacto
ambiental y social que demuestran la viabilidad de la iniciativa", según
dijeron los inversores. La posición de Colombi no se hizo esperar. En
conferencia de prensa el mandatario provincial afirmó: "Saludamos,
acompañamos y felicitamos a este emprendimiento del sector privado que
ayudará a solucionar cuestiones sociales y da esperanzas de crecimiento a la
provincia".
Sin embargo, organizaciones ambientalistas consideran ilegal que un grupo
privado se adueñe de un río para hacerlo desaparecer junto a sus bosques y
sus especies animales y vegetales. Al mismo tiempo, la Comisión de Recursos
Naturales de la Cámara de Diputados de la Nación adelantó en la primera
semana de agosto de 2008 que el proyecto inversor debe ser analizado "muy
cuidadosamente" por los efectos negativos que podría producir en una zona
como la de los Esteros del Iberá. Cuando terminábamos de escribir este
libro, el proyecto aún no se había tratado.
(...) De Aranda, que es decir una parte de Clarín, hay otras cosas para
contar. El ejecutivo ejerce la titularidad de la Asociación Bradford
Argentina, que representa a lo más granado de la oligarquía ganadera.
Durante 2008 esta entidad publicó en el diario dos solicitadas en la que
defendía la lucha "del campo" contra "la prepotencia del gobierno". Y más
todavía: a través de la compañía Copra S.A., que preside el mismo Aranda,
Clarín y La Nación se unieron hace siete años para empezar a organizar las
exposiciones rurales que tienen lugar, durante los meses de marzo, en
distintos polos rurales de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe o
Córdoba.
Estos eventos concentran a casi todo el espectro del sector agropecuario, lo
que les permite acordar negocios por varios cientos de millones de pesos. En
la edición 2008, realizada en Armstrong, Santa Fe, se concretaron ventas por
$ 380 millones.
Por eso Clarín supo cómo sembrar el terreno durante el chantaje de los
pooles sojeros... Su suplemento rural fue muy cristalino cuando en la
edición del 22 de marzo de 2008, es decir, cuando se cumplían 12 días del
paro, establecía que "el campo fue provocado y ahora reacciona como debe",
para agregar que "los productores saben que esta pelea va para largo y por
eso deben prepararse". Pocos días antes, en la edición del 8 de marzo, el
diario homenajeaba a los sacrificados hombres del campo. En la página
central del suplemento sobresalían las fotografías de los titulares de la
Sociedad Rural, por entonces Luciano Miguens, y de Confederaciones Rurales,
Mario Llambías, brindando con champagne junto al mismísimo Aranda. Buzzi y
De Angeli ni figuraban porque, claro, en ese momento no eran del palo... El
paro ya estaba en marcha y Clarín parecía salir a dar la bienvenida a los
impulsores de la medida. En 2009 el diario repitió la operación. Como si
alentara a su tropa de terratenientes a avanzar contra el enemigo a paso
redoblado, en la edición del jueves 12 de marzo, Huergo escribía en Clarín:
"El aniversario encuentra nuevamente al campo listo para una nueva
batalla...".
(...) La urgencia por cerrar filas en derredor de la torre de control del
nuevo orden, genera tal dependencia que el más grande grupo de comunicación
y formación de ideas y pensamientos de la Argentina no tiene escrúpulo
alguno en seguir difundiendo las ideas de quien es uno de los mentores de
ese nuevo orden, Henry Kissinger, de quien incluso se ha probado judicial y
políticamente su participación en los más sangrientos ajustes practicados en
Argentina y los países vecinos durante el período de 1973 a 1980.
(...) En las columnas que firma (en Clarín), este genocida intelectual es
presentado como ex secretario de Estado de Estados Unidos, definición que,
por verdadera, no hace sino camuflar su verdadera identidad: la de un hombre
del poder mundial que les pone la pistola en la cabeza a los países que se
niegan a aceptar las reglas de juego de esa sinarquía.
No es casualidad que disponga a su libre albedrío de las páginas del
matutino. Porque si este medio es en la actualidad uno de los principales
dueños de la riqueza y de las palabras, es gracias al Sr. K. Cuando en 1976
Martínez de Hoz convenció a la camarilla militar de que había que dar el
zarpazo, una de las primeras medidas que se decidieron fueron las vinculadas
al control de los medios de comunicación, que los patrocinadores del poder
mundial ya habían determinado como claves para tener todo bajo control.
Por eso en aquel momento, y a instancias de lo que habían decidido en el
Departamento de Estado, Videla y sus esbirros llamaron a los propietarios de
los tres diarios más emblemáticos del momento, Clarín, La Razón y La Nación,
en ese orden, para pactar la Argentina de los próximos 50 años. El primer
paso fue la cesión de Papel Prensa, una empresa que tomaron por 8 millones
de dólares cuando, en realidad, los estudios de la Fiscalía de
Investigaciones Administrativas del Estado determinó que valía 250 millones.
Como dueños de la principal productora de papel de la Argentina, Clarín y La
Nación (La Razón fue absorbida por el Grupo) consiguieron ahogar a los
diarios que no forman parte del poder económico. ¿Por qué, cómo...? Mediante
continuos aumentos en el precio de la materia prima esencial para el
periodismo gráfico. Obsérvese cómo fue aumentando el valor de la tonelada en
los últimos años:
Enero de 2007……$ 1.571
Enero de 2008……$ 1.903
Enero de 2009……$ 2.837
Al llegar la década del ’90, el llamado Consenso de Washington determinó
que, para ejercer el control del pensamiento, los grandes diarios, la radio
y la televisión en manos de grupos o personas amigas y confiables debían
abandonar definitivamente su rol como medios de información, para
constituirse en usinas ideológicas y de propaganda del neoliberalismo.
En Argentina, después del área de hidrocarburos, la inversión más alta de
las corporaciones multinacionales se dirigió hacia los medios de
comunicación. Se traspasaron empresas por valor de 10.000 millones de
dólares. Y la gran mayoría fueron a parar a manos del Grupo Clarín, que
favorecido por la Ley Dromi del gobierno menemista, que derogó parte del
artículo 45 de la Ley de Radiodifusión de la dictadura, les permitió a
dueños de diarios adquirir radios y canales de TV.
El personaje clave de esta operatoria fue el lobbista del poder mundial
Henry Kissinger, un viejo amigo del diario que tiene muchas "colaboraciones"
publicadas: hace ya 22 años que Clarín le publica sus artículos de manera
regular, a un promedio de ocho al año.
(...) En setiembre de 1990, al asistir a la reunión organizada por el
Consejo de las Américas en Nueva York, Kissinger pidió en persona al
entonces presidente Menem que se impulsara desde el Estado una legislación
que permitiera a los propietarios de diarios argentinos acceder al control
de emisoras radiales y canales de televisión, ya que el poder económico
mundialista necesitaba de estos medios como nuevas usinas del ideario
neoliberal.
(...) Las vinculaciones de Clarín con el poder mundial no se detienen allí.
El Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, del inglés Massachusetts
Institute of Technology) es presentado "hacia afuera" como una de las
principales instituciones dedicadas a la docencia y a la investigación en
Estados Unidos, especialmente en ciencia, ingeniería y economía. Pero en
términos "caseros" es lo que se dice "un formador de cuadros políticos e
intelectuales para uso del dominio mundial".
Hasta su muerte, en julio de 2002, uno de los cerebros del MIT era el
economista norteamericano Rudiger "Rudi" Dornbusch. Acompañado por su par
chileno Ricardo Caballero, ambos hicieron público el 27 de febrero de 2002
un documento de tres carillas titulado "Argentina, un plan de rescate que
funcione".
Dornbusch consideraba en el mismo que la profunda crisis económica y social
que sufría por ese entonces la Argentina superaba largamente a los propios
argentinos. Y por eso mismo, cualquier solución debería ser no sólo
diseñada, sino ejecutada por extranjeros. Es decir: proponía la intervención
extranjera sobre el Gobierno argentino, al menos sobre las palancas de la
política fiscal, monetaria y la administración de impuestos.
(...) Frente a esta propuesta indecente, en aquel ya lejano marzo de 2002
Clarín apenas informaba sobre la disparatada injerencia de este hombre del
MIT. Se había limitado a reproducir en un pequeño espacio un cable de la
agencia Diarios y Noticias (DyN), como para cumplir con la publicación de la
información pero sin hacer tanta alharaca por el significado de la misma, es
decir: un descarado movimiento neo-imperial auspiciado por una entidad con
la que tiene acuerdos.
Al respecto, el MIT tiene firmado un convenio con la Universidad de San
Andrés, semillero este de donde el Grupo Clarín toma cuadros profesionales,
técnicos e intelectuales, tal los casos de Ricardo Javier Anglada, quien se
desempeña como Director General de Canal 13, y el internacionalista Juan
Andrés Tokatlián, columnista del diario en la sección Política Exterior.
Los acuerdos del Grupo Clarín con el MIT y con la Universidad de Columbia,
ligada al Departamento de Estado, también redundaron en este nuevo siglo en
la formación de sus periodistas. Desde al menos 2003, el diario envía a
integrantes de su redacción que durante períodos que van de los cuatro a los
nueve meses regresan formateados con las ideas que incorporan en aquellas
mecas del pensamiento liberal. Curiosamente, a su regreso pasan a ocupar
cargos como editores o jefes de sección.
(...) La muy promocionada Maestría en Periodismo que el Grupo lanzó en 2001
para formar a gusto y antojo a hombres de la prensa también responde al
mandato de los grupos de poder económico locales y extranjeros que necesitan
contar con profesionales dóciles. Todos los años, entre 25 y 30 periodistas
de la Argentina y de otros países de habla hispana pagan unos 2.500 dólares
para que Clarín les enseñe las técnicas del periodismo colonial, que cada
uno de ellos ejercerá después en los medios a los que accedan, incluso en
algunos de los que controla el propio pulpo mediático.
* Periodista, Profesor de Historia y Escritor. Trabajó en La Razón, El Periodista, Línea y Clarín. En 1988 le otorgaron el Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí. Entre sus libros se encuentra el Manual del antiperonista ilustrado. Obtuvo tres Martín Fierro al mejor servicio informativo por el noticiero de Radio Mitre, del cual fue productor.
Fuentes:
www.bolsonweb.com.ar, Agencia paco Urondo
y Parqué para el asado
(audio)
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