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Temas de discusión - I
Por Ramiro Ross
A veces me pregunto por qué nunca nos hemos preparado para la discusión franca y
abierta, para ese cambio de opiniones que nos ayudaría tanto a entender (que
mucho entendemos que es el escalón previo a SOLUCIONAR) lo que nos pasa, y por
qué nos pasa.
Es bastante habitual observar como en las asambleas de fábricas, estudiantiles o
en reuniones políticas (y hablo de todos los partidos) cada uno va con lo que
cree la “verdad absoluta”, con un discurso cerrado que no da lugar al diálogo
enriquecedor.
Hay una anécdota que contó alguna vez Jorge L. Borges, respecto a lo que vivió
en un viaje a Japón. Comentó asombrado que los japoneses siempre piensan que su
interlocutor ‘puede tener razón’, que están formados para aceptar esa
posibilidad, bueno, eso tan simple, parece que para nosotros es casi un
imposible, y esa limitación nos imposibilita crecer. Es bastante común que
durante (por ejemplo) la ocupación de una fábrica, cada militante vaya a las
Asambleas con las ideas que le ‘bajó’ su partido y las defienda con una
actitud intransigente que, a sabiendas o no, lo único que propone es el
enfrentamiento y no la unidad, sin saber, quizás, que el resultado de esa
posición es tan pobre que, bien usado por el enemigo (que es el de todos los
trabajadores), logra los objetivos que busca mucho mas fácilmente. Hoy, este
enemigo no solo aprovecha este ‘regalo’ que le hacen, sino que los fomenta
para que esas diferencias sean irreconciliables y se divida la lucha, con
los resultados que ya conocemos, y esto se puede trasladar a las luchas
estudiantiles o barriales.
A principios del siglo pasado, alguien dijo que ‘La clase obrera deberá
negociar hasta con el diablo para lograr sus objetivos ‘, y a nuestro juicio
no se equivocaba. No debemos perder de vista a quienes plantean con su
discurso la división (o sea el debilitamiento), porque habitualmente se da
el axioma que nos dejaron los griegos "primero en el ágora, último en el
combate" [Ágora: plaza pública donde solamente se discute].
Hay momentos que encontramos posiciones rígidas en algunos partidos, pero
esos compañeros deberían recordar que el mero enfrentamiento ideológico, sin
otro objetivo que el lucimiento personal, confunde, separa, y es un elemento
mas que le estamos regalando al enemigo.
También es habitual que, durante una discusión acalorada, para descalificar
la posición de algún partido, recurramos a recordarles a los compañeros
alguna actitud errada de algún dirigente en alguna lucha anterior. Ante
esto, debemos ser terminantes y no permitir ese tipo de actitudes que nada
aportes a la lucha ni a la unidad.
Para lograr victorias, debe prevalecer la unidad de los trabajadores. Esta
verdad de Perogrullo, tan fácil de decir y tan difícil de concretar, debe
estar presente en nuestros pensamientos continuamente durante la lucha, aún
con los conciliadores, aún con los reformistas. Debemos defender nuestros
puntos de vista con la vehemencia que requiere el momento, pero sin olvidar
la premisa que nos debe guiar. LA UNIDAD.
Ramiro Ross
ramiroross07@hotmail.com
Especial para El Ortiba
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