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Consecuencias
politológicas del congreso de filosofía del 49
Por Alberto Buela (*)
Hace una década, en 1999, cuando realizamos el Congreso de filosofía y
metapolítica “50 años de la Comunidad Organizada” que tuvimos el honor de
presidir junto con el ilustre filósofo peruano Alberto Wagner de Reyna, éste
escribió en esa ocasión: Aquello fue la fiesta de la filosofía a donde
llegaron filósofos de todas las latitudes, que venían de la post guerra que
siempre es peor que la guerra, y que fueron recibidos por esa Argentina
“generosa y magnánima” de Juan Perón.
Medio siglo antes, en 1949, Martín Heidegger excusándose por no poder
concurrir al Congreso de Mendoza afirmaba: “vuestro país, tan abierto y
magnánimo”.
Si dos filósofos de fuste utilizan en un espacio de cinco décadas el mismo
término: magnanitas, megalopsichia, grandeza de alma. Ello nos indica, nos
sugiere, nos quiere decir algo, que nosotros estamos obligados a
interpretar.
En primer lugar que el sujeto de este alabancioso adjetivo es el pueblo
argentino en su conjunto. San Martín que no era tan filósofo decía que: no
somos una empanada que se come con solo abrir la boca.
El rasgo de magnanimidad es compartido por “los pampas” quienes ofrecieron,
sin contrapartidda, sus lanzas para luchar contra los ingleses en 1806; por
los primeros conquistadores y colonizadores castellanos de América a través
“del misticismo combativo y heroico castellano-leonés” de que se jactaba ese
gran filósofo argentino que fue don Saúl Taborda y por “los gringos” que
vinieron a fines del siglo XIX y principios del XX a habitar este suelo
argentino. Unos y otros son portadores de la grandeza de alma que alienta,
sin malicia, la realización de las grandes obras.
Y así como no hubo empresa por dificultosa y grande que fuera que no
intentaran nuestros antepasados castellanos, de la misma manera no hay
pueblo grande o chico en la Argentina que no goce de la magnificencia de su
Teatro Italiano y su majestuosos edificios. Ambos hicieron las cosas
grandes, alentados por la magnanitas y ambos colaboraron en la construcción
de esta nación que es la de todos nosotros.
Y en el sentido filosófico lo fue Mendoza a través de Fernando Cruz allá en
1949 como lo es hoy a través de Daniel von Matuschka quien magnánimamente
nos invitó a nosotros que en cuarenta años de hacer filosofía nunca hemos
caído en la categoría de impenitentes viajeros internacionales de la
filosofía como sucede con ciertos colegas que van de congreso en congreso,
hablando por hablar sin decir que nada es verdadero ni nada falso, en una
avidez de novedades que los lleva a una existencia impropia a ellos y a
quienes los padecen escuchándolos(Heidegger dixit).
El primer discurso filosófico del Congreso del 49 estuvo a cargo del maestro
Coriolano Alberini (uno más que practicaba la megalopsichia) quien tuvo el
mérito, mediante su prepotencia de trabajo, usó muletas toda su vida y
trabajaba 18 horas diarias, de organizar académica y modernamente la
Facultad de filosofía de la Universidad de Buenos Aires.
En esta ponencia afirma que “el Primer Congreso nacional dará singular
prestigio a la Argentina espiritual… y esperemos que en un futuro florecerán
genios filosóficos ajenos a la enseñanza oficial” Esta libertad espiritual,
este vigor del alma en su aplicación a los problemas filosóficos y políticos
es lo que despertó aquel famoso congreso y que en la medida en que
desaparecieron sus actores se fue perdiendo para terminar en la nada
filosófica de la Argentina de hoy en día.
Ya no más filósofos del temple de Miguel Angel Virasoro, Luís Juan Guerrero,
Nimio de Anquín o Carlos Cossio. Es que hubo un hecho trágico que quebró la
cerviz de un pueblo indómito que se planteaba como una potencia a mediados
del siglo XX, que fue el cruento golpe de Estado de 1955 que derrocó a Perón
y vació las universidades argentinas de las mejores cabezas filosóficas
expulsándolas del ámbito académico. (los grandes responsables fueron los
hermanos José Luís y Francisco Romero, que se habían negado en el 49 a
participar del Congreso de filosofía). Así, se realizó en 1955 la primera
purga universitaria argentina expulsando y exonerando a todos aquellos
filósofos sospechados de peronistas. A los nombrados agreguemos a Carlos
Astrada, Diego Pró, Leonardo Castellani, entre otros.
Tamaña actitud mostró que los pseudofilósofos del liberalismo y de la
izquierda progresista, y del “gorilismo”, más los publicistas de la
diáspora, no han sabido ni podido cultivar la virtud de reflexionar en la
deliberación y por ende, no han podido crear una comunidad filosófica como
lo pudieron hacer las generaciones del 40 y 50 en Tucumán, Mendoza, Córdoba
y Buenos Aires. Esta falla terrible se extiende como una mancha durante
sesenta años de estéril vida filosófica universitaria.
Finalmente debemos aclarar una vez más que el discurso de Perón de cierre
del Congreso, conocido como La Comunidad Organizada, fue redactado por
varias manos como sucede en todo el mundo con todos los discursos académicos
que dictan los presidentes, pero sí afirmamos, porque lo hemos estudiado
detenidamente cotejando el estilo y los términos, que los capítulos XX y
XXI, ante penúltimo y anteúltimo que son los que fijan la idea de comunidad
organizada, está indubitablemente la mano directa de Perón en ellos.
De modo tal que como ese Congreso del 49 fue abortado espiritual y
filosóficamente en 1955, momento a partir del cual dejamos de pensar con
cabeza propia y pasamos a imitar como un espejo opaco que imita y además
imita mal, es que nos vamos a ocupar de las consecuencias politológicas del
mismo.
I)
1) El primer efecto político es el discurso de cierre del general Perón
donde plantea la idea política de Comunidad Organizada la que presenta dos
lecturas posibles: Como sistema social a construir y como sistema de poder.
a) Como sistema social sostiene que el pueblo suelto, aislado, atomizado no
existe. Sólo existe el pueblo organizado y como tal se transforma en factor
concurrente en los aparatos del Estado que le son específicos a cada
organización libre del pueblo o cuerpos intermedios en la jerga sociológica.
b) Como sistema de poder sostiene que el poder procede del pueblo que se
expresa a través de sus instituciones intermedias. Ni el poder procede del
gobierno ni del Estado. Ni el pueblo delega su poder en las instituciones
del Estado.
Estas dos lecturas constituyen el círculo hermenéutico que explica la idea
de Comunidad Organizada. El pueblo como pueblo organizado crea un sistema
social que genera un poder político real (no virtual como la parodia
democrática: Un hombre igual aun voto) que le permite la recreación
permanente de un sistema social para el logro de la "buena vida"
(Aristóteles, Etica Nicomaquea . 1323,b 29)
El presupuesto ideológico de la C.O. es su populismo que consiste en: 1)
considerar al pueblo como fuente principal de inspiración. 2) Término
constante de referencia y 3) depositario exclusivo de valores positivos. Su
hipótesis es que la mayoría siempre tiene razón.
Mientras que la crítica política que se desprende de la C.O. es que las
instituciones formales del Estado demoliberal no alcanzan a expresar las
demandas auténticas de los pueblos.
La proposición sobre la que se apoya la idea de C.O. está enunciada en lo
que se ha dado en llamar las veinte verdades peronistas, cuando en la
decimonovena, se afirma que: "Constituimos un gobierno centralizado, un
Estado organizado y un pueblo libremente organizado".
La explicitación de esta proposición la hace Perón en su libro "Política y
Estrategia" cuando afirma: "El Justicialismo concibe al Gobierno como el
órgano de la concepción y planificación, y por eso es centralizado; al
Estado como organismo de la ejecución, y por eso es descentralizado; y al
pueblo como el elemento de acción, y para ello debe también estar
organizado. Los tres factores, gobierno, Estado y pueblo deben actuar
armónicamente coordinados y equilibradamente compensados en la ejecución de
la misión común. Para que ello ocurra, son necesarias una subordinación
ajustada y absoluta del Estado al Gobierno y una colaboración y cooperación
inteligentes, de las distintas fuerzas del pueblo con el gobierno y las
instituciones estatales".
De modo que vemos acá como Perón les fija la función a las organizaciones
libres del pueblo, es decir, a las denominadas técnicamente entidades
intermedias, sosteniendo que ellas deben ser factores concurrentes en los
aparatos del Estado, de modo tal que no sean absorbidas por él, como en el
caso del fascismo, ni que tampoco sean elementos de presión en su contra,
para la toma del poder político, como es el caso del marxismo, cuando aún no
lo ha conquistado.
El carácter de factor concurrente de los organismos del pueblo, en tanto que
elementos de acción, obliga a éstos a trabajar en el ámbito preciso de su
representación natural.
Ahora bien, continúa diciendo Perón: "Las instituciones estatales,
orgánicamente dependientes del gobierno, están naturalmente tuteladas en su
acción por el mismo. Las instituciones populares deben recibir del gobierno
idéntico trato, ya que son el pueblo mismo, pero no está en manos del
gobierno el organizarlas, porque esa organización, para que sea eficaz y
constructiva, debe ser popularmente libre". En una palabra, quiere decir que
el gobierno y el Estado no deben intervenir en la vida íntima de los
gremios, las sociedades de fomento, los clubes, bibliotecas populares,
asociaciones vecinales, etcétera. Ellos tienen una autonomía respecto del
Estado y el gobierno, pues como sostienee Perón en su discurso de cierre del
Congreso: "al sentido de comunidad se llega desde abajo y no desde arriba" ,
y que no debe ser un orden impuesto por el Estado(como sucedió con el
fascismo), sino que es un orden impuesto por el trabajo de la base misma del
pueblo. Esto confirma a nuestro juicio cómo estos organismos naturales de la
comunidad surgen de abajo hacia arriba, de manera libre y su función es ser
factores concurrentes en los aparatos del Estado.
Factor concurrente en los aparatos específicos que a cada uno le
corresponde. Así, por ejemplo, en el orden laboral los sindicatos deben ser
factores concurrentes en aquellos aparatos del Estado que tienen vinculación
con el ámbito que ellos cubren, por ejemplo: en el orden profesional, el
sindicato de mineros en la Secretaría de Minería, el de Docentes en el
Ministerio de Educación y en el ámbito local las Comisiones Vecinales, las
distintas sociedades de fomento son, por el hecho de ser los entes naturales
y lógicos de las comunidades inmediatas, deben concurrir al Municipio, a los
efectos de plantear ahí las exigencias que cubren los intereses propios de
los ciudadanos, que ellos representan. Vienen a ser una especie de voceros
autorizados del pueblo, con representatividad real.
Perón en el Primer Congreso de las Comisiones Vecinales de la Capital
Federal, en el año 1954, dice al respecto, "las comisiones vecinales son los
sectores organizados de la población, que designan sus representantes, para
que defiendan frente a su gobierno municipal sus propios intereses; en otras
palabras, son los entes naturales y lógicos que concurren al gobierno.
Posiblemente, -agrega-, en el futuro la Intendencia Municipal pueda
orientarse y formar con cada delegado de las comisiones de fomento de cada
barrio el verdadero consejo municipal que nos está faltando".
Es decir, las comisiones vecinales y de fomento son representantes naturales
de la comunidad local, basándose su poder en una solidaridad de tipo
territorial, mientras que el sindicato tiene su fundamento en la
representación natural de una solidaridad de base profesional como lo es la
rama de producción.
Lo interesante es, que dentro del proyecto de Comunidad Organizada, los
diferentes organismos libres del pueblo se incluyen en la gestión política,
sin que por ello sean empleados del gobierno de turno, sino que se insertan
en los diferentes aparatos del Estado, por su capacidad de sugerir,
proponer, orientar e incluso presionar en el ámbito que es propio de su
interés, para que las cosas se hagan lo mejor posible.
Es dable destacar que los organismos naturales que el pueblo se da
libremente a sí mismo, proponen, sugieren, orientan, informan pero no
deciden, como han pretendido los voceros de la socialdemocracia europea, con
su idea de cogestión en las Empresas Privadas y de Autogestión en las
Empresas Públicas. La decisión le corresponde al Gobierno, mientras que a
los organismos naturales les corresponde crear las condiciones de
posibilidad para la decisión correcta. Ellos son órganos consultivos en el
estudio y solución de los problemas concernientes a sus ámbitos específicos.
Muestra acá la Comunidad Organizada sus dos aspectos sustantivos: 1.- como
sistema de poder: donde el pueblo se expresa sólo a través de sus
instituciones libremente creadas y no lo delega en las instituciones del
Estado. Porque las instituciones formales no llegan a representar todas sus
demandas auténticas y 2.-como sistema social a construir: donde el pueblo
organizado se transforma en factor concurrente en los aparatos del Estado
que le son específicos a cada organización libre del pueblo. Y en este
sentido el peronismo estuvo siempre parado en el éxtasis temporal del futuro
causa que explica aun su vigencia.
Entonces podemos decir que la idea de Comunidad Organizada se apoya en los
siguientes postulados: a) el hombre es libre sólo en una comunidad libre; b)
tiene incidencias reales en la vida de sociedad en la medida en que está
organizado, sea tanto por solidaridad local como profesional; y c) puede
acceder a una vía próspera y feliz en tanto que logra establecer una
justicia social distributiva, a partes proporcionales para todos los
miembros de la comunidad.
De modo que, los ideales de libertad, justicia y solidaridad son los
postulados y las condiciones necesarias para llevar a cabo la idea de
Comunidad Organizada.
Huelga decir que en su fundamento la Comunidad Organizada, es más una
comunidad de familias, entendida como la primera organización social del
hombre, que un tejido complejo de relaciones individuales.
"Nuestra comunidad, ha dicho Perón en la conferencia de clausura del
Congreso de Filosofía de Mendoza, a la que debemos aspirar, es aquella donde
la libertad y la responsabilidad son causa y efecto de que exista una
alegría de ser, fundada en la persuasión de la dignidad propia. Una
comunidad donde el individuo tenga realmente algo que ofrecer al bien
general, algo que integrar y no sólo su presencia muda y temerosa” .
II)
2) Como en realidad el Congreso de Mendoza comienza a funcionar el 20 de
abril de 1948 cuando se lo declara de carácter nacional, la segunda
consecuencia politológica se produce el año siguiente, 1949, con el volcado
de la idea de Comunidad Organizada aceptada ya como doctrina nacional en la
Convención Nacional Constituyente de l949, comúnmente conocida como la
Constitución de Sampay .
Esta constitución se mueve dentro del marco político de la representación
liberal burguesa aunque se caracteriza como una constitución de alto
contenido social propia del Estado de bienestar de la época donde se
destacan los artículos 37 al 40 como aportes jurídicos más o menos
originales, como lo son los hoy denominados derechos humanos de segunda
generación o derechos sociales.
En esta Constitución los postulados de libertad, justicia y solidaridad
vienen a reemplazar a los viejos ideales liberales sostenidos por la
Constitución de 1853 tomados del lema de la Revolución Francesa de Libertad,
Igualdad y Fraternidad. Como vemos, hay coincidencia en uno de los ideales
que es el de la libertad, pero su interpretación es completamente distinta.
La concepción de la libertad según la Constitución de 1853, que es en
definitiva la concepción de la libertad liberal, define a ésta "como poder
hacer lo que se quiere", la libertad se va a presentar como una actitud, una
cualidad del individuo más allá de su condicionamiento o de su vinculación
social. Por el contrario, la libertad de la concepción justicialista va a
ser entendida como "libertad en situación" es decir, un hombre no puede ser
libre en una comunidad que no lo es.
Hay una distinción acá que es fundamental hacer. La concepción social de la
libertad está vinculada al antiguo ideal de los filósofos presocráticos que
está expresado magistralmente por Goethe, en aquella frase: "dichosa la ley
que nos hace libres". La otra es la concepción de la libertad que vincula a
ésta al capricho subjetivo. Esta idea de la libertad, se refleja en el
apotegma de Hobbes: Homo homini lupus; el hombre es para el hombre un lobo.
El objetivo de lo que se ha llamado la doctrina nacional ha sido el
constituir una nación socialmente justa, económicamente libre y
políticamente soberana. Ello supone que, en lo externo, se guíe por el
principio de las nacionalidades, sostenga la autodeterminación de los
pueblos políticamente constituidos y postule una tercera posición que supere
al capitalismo liberal y al comunismo marxista. En lo interno, a su vez,
tiene como meta la felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación, lo que
técnicamente se denomina el bien común general, al que se accede a través de
la organización de la comunidad. Qué quiere decir esto? Que no puede
lograrse el bien común de la nación si no se establece un régimen en el que
todas las unidades que la integran puedan conseguir su propio bien, su
objetivo específico.
De modo que, el marco teórico donde se sitúa la idea de la Comunidad
Organizada es dentro del objetivo nacional interno.
Esta idea considerada según dijimos al comienzo, como el aporte original del
peronismo en lo que hace a pensamiento político del siglo XX, viene a
responder a la pregunta, qué debe ser la polis o sea la sociedad de los
hombres para una vida próspera y feliz. De modo que la noción de Comunidad
Organizada la situamos a nivel de la sociedad; dentro de la división clásica
entre Estado, individuo y sociedad civil. Vendría a ser entonces, la idea
que propone el peronismo para organizar la sociedad civil y sus relaciones
con el Estado y el individuo. Resumiendo este primer punto podemos decir que
la Comunidad Organizada es un sistema social a construir. Motivo por el cual
el peronismo ha quedado siempre como una revolución inconclusa lo que
explica que pasados sesenta años siga habiendo mayoritariamente peronistas
en Argentina cosa que no ocurrió con Franco en España, Salazar en Portugal,
Sukarno en Indonesia, Strossner en Paraguay ni Vargas en Brasil.
III)
3) La tercera de las consecuencias politológicas se plasmó en la
Constitución del Chaco de 1951. Hecho desconocido, olvidado y en gran parte
silenciado que se adelantó en el tiempo a resolver los problemas de la
crisis de representatividad política dentro de una Constitución total y
raigalmente democrática.
El 8 de octubre de 1951 se creó la provincia del Chaco cuya constitución
tuvo disposiciones novedosas y polémicas. Su rasgo fundamental es que, salvo
mejor opinión, es una de las pocas que en el mundo, que desde bases
democráticas, modificó el régimen de representación política demoliberal que
entiende que solo los partidos políticos tienen el monopolio de la
representatividad política.
Ya el preámbulo comienza con una novedad: Nos, los representantes del pueblo
trabajador de la Provincia y no como era de uso comenzar: Nos, los
representantes del pueblo… a imitación de las constituciones salidas del
espíritu de la Revolución Francesa de 1789.
La apelación específica al pueblo trabajador ya nos está indicando el
carácter específicamente peronista de esta Constitución, pues es sabido que
una de las verdades o apotegmas del justicialismo (la número cuatro) dice:
No existe para el Justicialismo más que una clase de hombres: los que
trabajan.
Aclarándose a continuación en el mismo preámbulo que su propósito es
contribuir al afianzamiento de una nación socialmente justa, económicamente
libre y políticamente soberana en coincidencia por lo declarado también en
el preámbulo de la Constitución Nacional de 1949, conocida como la
Constitución de Perón.
Ahora bien, si bien la Constitución del Chaco recogió las disposiciones de
carácter económico y sociales incluidas en la Constitución del 49, existe
entre estas dos constituciones una diferencia sustancial pues la del 49 no
llega a modificar el régimen de representación demoliberal respetando el
monopolio que ejercen los partidos políticos en dicho campo, mientras que la
del Chaco sí.
Los artículos 33 y 118 son los que regulan y establecen la modificación de
la que hablamos. En ellos se fija que habrá una cámara de representantes
compuesta por 30 miembros (el Chaco tenía en la época 450.000 habitantes) la
elección de 15 representantes provenientes de los listados de los partidos
políticos será a pluralidad de votos y por todo el pueblo y la elección de
los otros 15 representantes también a pluralidad de sufragios pero solo
votada y compuesta por los ciudadanos que pertenezcan a las entidades
profesionales.
Fue así que esta Constitución del Chaco fue conocida en su época como “la
del doble voto”. El voto por el listado partidocrático y el voto por el
listado social. Este mecanismo adoptado no respondió a ninguna concepción en
la materia, como muy bien lo hace notar Roberto de Jesús Zalazar pero
refleja la mayor dimensión participativa que el pueblo trabajador haya
tenido en constitución alguna. Esta Constitución dejó de regir la provincia
el 27 de abril de 1956 con motivo del golpe de Estado del 55.
La intención de esta novedosa disposición constitucional fue poner al
alcance del pueblo trabajador (obreros, empleados, industriales,
comerciantes, profesionales, trabajadores de cualquier rama y oficio) la
representación parlamentaria sin tener que subordinarse a las oligarquías
partidarias que normalmente manejan los partidos políticos. No olvidemos
que, en este caso, el mando siempre ha sido de unos pocos.
En cuanto a los antecedentes históricos para la elaboración de la
Constitución del Chaco según el doctor Millán Ford, Fiscal de Estado durante
el primer gobierno provincial de Felipe Gallardo, son los siguientes: en el
año 1951 visitó el país el dirigente sindical yugoslavo Takel Rusel quien se
entrevistó con sus pares de la CGT y con Eva Perón a quienes explicó el
sistema constitucional yugoslavo cuyo rasgo distintivo era la participación
de los trabajadores en el poder legislativo. Lo acompañó el politólogo Jovan
Djordjevich quien pormenorizó sobre los mecanismos del sistema
representativo. La diferencia fundamental entre las dos constituciones es
que la yugoslava sostenía el partido único en tanto que la del Chaco se
apoyaba en la pluralidad de partidos.
Pero indudablemente, según nos hace notar Héctor Antonio Ferreira, fue Evita
quien dio el mayor impulso político a esta novedosa Constitución afirmando:
Estos representantes (los del listado social) hablarán por la propia boca
del territorio. Serán la voz de la tierra, directa y clara. Dirán lo que
saben con pleno conocimiento de causa y pedirán lo que en justicia
necesitan.
En un reportaje realizado el 21 de septiembre de 1992 don Felipe Gallardo,
el gobernador que puso en vigencia esta Constitución afirmaba al respecto:
Se trataba de una forma de participación sindical o profesional en uno de
los poderes del Estado. Muchos criticaron este sistema pero era parte del
programa de Perón, el que tenía por objeto la formación de una comunidad
organizada, la organización del pueblo. No se trataba de un privilegio era
un incentivo para que la gente se organizara por sectores. Porque tanto
derecho tenía el obrero organizado como el profesional organizado. Porque es
distinto dialogar con un grupo de mecánicos o un grupo de abogados que
hacerlo con representantes de sus organizaciones. Y así por medio del “voto
sindical” ellos contaban con una representación directa en la Cámara de
Diputados. Por eso se estableció el “doble voto”: el voto del ciudadano y el
voto sindical o profesional. Entonces si usted estaba afiliado a una entidad
que integrara la Confederación General del Trabajo, la Confederación General
de Profesionales o la Confederación General Económica, usted tenía derecho
al “doble voto”.
Desde Platón para acá todos los grandes filósofos han pretendido influir o
proyectarse sobre la política, él lo hizo sobre Dionisio el viejo y el
joven, Aristóteles sobre Alejandro Magno, San Agustín sobre la dirigencia
romana por la caída de Roma a manos de Alarico, hasta un autor aparentemente
alejado de la política como Santo Tomás ejerce influencia sobre dos Papas:
Alejandro IV y Gregorio X, Descartes lo hace sobre Cristina de Suecia, Hegel
sobre Guillermo II, Heidegger sobre el Reich.
La inmensa mayoría de los filósofos argentinos que contribuyeron a la
realización de tan excepcional Primer Congreso de filosofía de 1949 tuvieron
esa misma pretensión y en función de ello meditaron y barruntaron que el
novel gobierno de Perón presentaba una ocasión imperdible para ejercer
influencia.
Pruebas al canto, participaron activamente marxistas, liberales,
fenomenólogos, escolásticos, tomistas, existencialistas, positivistas, solo
quedaron al margen o mejor aun se automarginaron aquellos profesores
antiperonistas ab ovo como el mencionado Francisco Romero, el capitán
filósofo como lo denominaba Alejandro Korn.
Pasadas casi seis décadas de esta experiencia filosófico-política, la de la
constitución del Chaco, ciertamente que las circunstancias han cambiado pero
el tono general de modificación de la representatividad política sigue
vigente. Es más, se profundizó con toda la crítica posterior a la reducción
de la democracia a simplemente una partidocracia. Además a partir de 1970 se
viene desarrollando en los países capitalistas avanzados, como sostiene el
eminente politólogo Gonzalo Fernández de la Mora, una corriente de
pensamiento, sus portavoces más destacados son P.C.Schmitter y G. Lembruch,
cuya preocupación fundamental es encajar dentro del esquema contemporáneo de
partitocracia el decisivo de la “acción concertada” entre sindicatos y
patronales con eventual presencia gubernamental .
Así ante un posible poder compartido los partidarios de la partidocracia
desplazan o alojan a los representantes de las organizaciones sociales
(sindicatos, cámaras, cooperativas, asociaciones sociales, etc.) en un
Consejo Económico y Social simplemente consultivo, y para de esa manera
poderlos neutralizar y conservar el poder efectivo de las instituciones
políticas que controlan.
Hoy son muchos desde el campo social que piden la reinstauración de los
mencionados Consejos pero sin darse cuenta que mientras sigan siendo
instituciones meramente consultivas o preceptivas de poco y nada le sirven a
la sociedad y al mundo del trabajo.
La Constitución del Chaco vino a plantear, aun sin decirlo, la clara y
distintiva separación entre el corporativismo de Estado, típica del fascismo
y el corporativismo de comunidad idea medular del peronismo en tanto teoría
política. Es más, el justicialismo nunca habló de corporativismo ni de
cuerpos intermedios al estilo de Roberto Michels, Mosca o Creuzet sino de
“organizaciones libres del pueblo”. Esto es, creadas libremente por el
pueblo, de abajo hacia arriba, sin intervención del Estado. Éste, bajo el
principio de “la suficiente representatividad” del Decreto-ley 23.852 del 2
de octubre de 1945, estableció “las condiciones de posibilidad” de las
organizaciones profesionales pero no su creación que quedó siempre en mano
de los trabajadores y del pueblo en su conjunto según sus intereses y
necesidades.
Estos antecedentes teóricos, y muchos más que desconocemos, nos han hecho
proponer la realización de un congreso nacional e internacional sobre este
tema específico donde se planteen estrictamente las posibilidades concretas
de instauración de un sistema alternativo al partidocrático actual. Y esto
solo puede hacerse desde el peronismo como marco de referencia pues no
olvidemos que él ha quedado como una revolución inconclusa.
A modo de conclusión podemos afirmar que el Congreso de filosofía del 49 no
solo tuvo repercusiones y consecuencias politológicas como las señaladas en
esta comunicación dentro del marco interno de una Argentina que se pensaba y
se presentaba en aquella época como “potencia”, como potencialmente poderosa
y con algo que decir en el concierto de las naciones.
El enfrentamiento que puso de manifiesto el Congreso fue entre dos formas de
concebir la tarea filosófica habiendo marxistas y demócratas tanto de un
lado como de otro. Así un bando lo tenemos a Alberini y su postulación:
“esperemos que en un futuro florecerán genios filosóficos ajenos a la
enseñanza oficial” y por el otro Romero y su postulación de la normalidad
filosófica. El Congreso se hizo bajo el espíritu de Alberini pero como “por
los frutos los conocereis”, llevamos sesenta años de opaca vida filosófica
pues triunfó la tesis de Romero, que produjo profesores de filosofía por
doquier y casi ningún filósofo. No hubo enfrentamiento político dentro del
Congreso.
El disputa política se dio ad extra y movilizó muchas voluntades políticas
en contra del mismo como las provenientes, sobre todo, del mundo anglo sajón
donde Perón era catalogado de tirano y dictador. Así hubo muy pocas
comunicaciones de este lado; 7 de USA y 1 de Inglaterra, mientras que por el
contrario hubo 14 de Italia, 11 de España, 11 de Alemania, 9 de Francia, 7
de México, 5 de Brasil, 4 de Perú, 4 de Portugal, 4 de Suiza y así una
veintena de países.
Este Congreso de filosofía generó una producción filosófica incomparable, no
solo posterior sino anterior a su realización. Producción que se detuvo
abruptamente en 1955.
Este Congreso de filosofía de 1949 es de suyo y por sí mismo un mentís a la
tesis sociológica lanzada por el sociólogo Gino Germani y sus discípulos,
tanto liberales como progresistas de izquierda, y tantas veces repetida
hasta el cansancio de que el esplendor de la Universidad argentina se da
desde y gracias a la caída de Perón hasta la noche de los bastones blancos
de la dictadura de Onganía en 1966.
Eso es falso de toda falsedad, la plenitud de la Universidad argentina en el
orden filosófico se plasmó cuando llegan a su flourit, sucesivamente, las
generaciones del 25 (de Anquin, Astrada, Guerrero, Aybar y otros) y del 40
(Herrera Figueroa, Casas, Murena, Pró, et alii).
Lo grande nace grande y si no hubiera habido esta sucesión de estas dos
generaciones de filósofos valiosos, poseedores de una clara conciencia
nacional no hubiera sido posible la realización de ese congreso de filosofía
que rememoramos hoy aquí por más voluntad política y medios económicos que
hubiera tenido a su alcance el gobierno de turno.
Lo que sucedió después todos lo padecemos hoy, la decadencia argentina tiene
un comienzo cierto e indubitable, el golpe de Estado del 55, y como es
sabido de la decadencia, cuya ley es que: siempre se puede ser un poco más
decandente, solo se sale del laberinto como Dédalo y su hijo Ícaro: por
arriba.
Así solo cuando recuperemos aquella magnanitas mentada por Heidegger y
Wagner de Reyna al referirse a nosotros, solo así podremos llegar a
recuperar la capacidad de preferirnos a nosotros mismos y dejar de imitar
como un espejo opaco que imita y además imita mal.
NOTAS
1 Perón, Juan: Política y Estrategia, Buenos Aires, opera omnia ed.
Hernadarias, p. 266
2 Perón, Juan: Comunidad Organizada, Buenos Aires, opera omnia ed.
Hernandarias, cap. 17 parráfo 9
3 Perón, Juan: op.cit ut supra, cap. 21, párrafo 12
4 Arturo Sampay (1911-1987) jurista y filósofo del derecho principal
redactor de la Constitución de 1949. Si bien la constitución fue sancionada
en 16 de marzo y el congreso comenzó el 30 del mismo mes, cabe recordar que
sobre el congreso de filosofía se comenzó a trabajar el 20 de abril de 1948
cuando se lo declaró de carácter nacional.
5 Tenemos noticias que la Constitución de Baviera de 1984 en su artículo 34
establece que “el senado es la re-presentación de las agrupaciones sociales,
económicas, culturales y municipales del país”.
6 Zalazar, Roberto de Jesús: El Chaco, del territorio nacional a la
provincia autónoma, Resistencia, 2001, p.
7 Jovan Djordjevich es autor, entre otros libros, de Yugoslavia: democracia
socialista, FCE. 1961 quien trabaja el concepto de no-derecho como el ámbito
constituido por relaciones intersubjetivas no reguladas ac-tualmente por el
derecho pero que antes si lo estuvieron.
8 Ferreira, Héctor Antonio: Contador público nacional de la provincia del
Chaco en Carta personal del 15/10/2001
9 Zalazar, Roberto de Jesús: op. cit., p. 219
10 Fernández de la Mora, Gonzalo: Contradicciones de la partitocracia, La
Emboscadura, Madrid, 2008, p. 27
(*) alberto.buela@gmail.com
Casilla 3198
(1000) Buenos Aires
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