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Otro
ladrillo en la pared
Es comprensible lo de este peruano parlanchín. Claro que sí. Porque...
¿quién sale a la calle a cantar por Ronald Reagan? ¿Acaso hay posters o
leyendas con frases de Belaúnde Terry? Es un misterio realmente... ¿Cómo
carajo se explica que el peronismo siga ahí...?
Por Claudio Díaz*
Y llora, y llora, y llora Vargas Llosa...! ¡Qué alegría sentimos cuando a
los papagayos del zoológico liberal les salen ronchas en la piel por culpa
de los nacionalismos! ¡Qué felicidad saber que no pueden vivir tranquilos
porque temen que tras sus perfumados cuellos se huela el feo aliento de los
populistas que les respiran en la nuca!
¡Las estupideces que dicen estos intelectuales infatuados que se sientan a
la falda del poder para servirles como chirolitas que repiten sandeces, una
tras otra! Pobres... Porque quieren cambiar el alma de los pueblos
sudamericanos, que para su desgracia son muy católicos y tienen toda esa
veta hispanista heredada de la conquista que los lleva a renegar de aquellos
que piensan y “luego existen”... La torre de control del pensamiento vigía
de Occidente está hecha con este tipo de ladrillos.
Mortificado por la memoria histórica de los pueblos, Vargas Llosa golpea su
cabeza contra la pared. Se pregunta cómo es posible que todavía recuerden a
Perón, hablen de él y quieran insistir en llevarlo a la política aunque ya
no esté y muchos de quienes hablan en su nombre lo ninguneen o directamente
lo escondan para no enojar a los poderes.
Es comprensible lo de este peruano parlanchín. Claro que sí. Porque...
¿quién sale a la calle a cantar por Ronald Reagan? ¿Acaso hay posters o
leyendas con frases de Belaúnde Terry? Es un misterio realmente... ¿Cómo
carajo se explica que el peronismo siga ahí...? ¿Qué pacto con el tiempo
histórico hizo este movimiento para que increíblemente perviva, a pesar de
todas las razzias que soportó en cuerpo y alma por la batida de los autores
intelectuales de su persecución?
Bombardeo, fusilamiento y proscripción. Secuestro, desaparición y
vaciamiento. De todo y por todos (incluso de los propios “peronistas” que
intentaron e intentan hacerlo amarillo y amateur). Y sin embargo, el
peronismo se sigue riendo de todos. Y, por supuesto, de este fiestero del
chivo...
Pedazo de ignorante, en verdad analfabeto político, que porque escribe bien
y tiene colgadas en el pecho, como cucardas, unas cuantas medallas, cree que
puede opinar sobre la historia de cada pueblo, aunque no sepa nada. Es
desopilante cuando plantea que la Argentina pre-peronista era una de “las
sociedades más avanzadas del mundo”. Y que Perón acabó con su progreso
industrial... Hay que ser muy desvergonzado o tener una notable dosis de
caradurismo para afirmar semejantes falacias.
¿Argentina potencia en los años del Centenario, en la Década Infame? ¿Con
estado de sitio, represiones por doquier, millones de hambrientos? ¡Ufa...!
¿Habrá que volver a recordarle a este personaje que éramos una colonia del
imperio británico, una módica granjita para que unas pocas miles de familias
se pavonearan por Londres y París y jugaran a diseñar un país tirando
manteca al techo en los palacios de Buenos Aires?
¿País industrial antes de que llegara Perón? ¡Pero si nuestra imbécil
oligarquía agraria, tan corta de vista ella, tan microscópica de espíritu,
ni siquiera se había ocupado de desarrollar dos ejes fundamentales que
sirvieran a la explotación seria y planificada del sector agrario! Nuestra
oligarquía agroexportadora (hoy sojera) fue tan mediocre, por no decir otra
cosa, que jamás se preocupó siquiera de crear una flota de barcos capaz de
transportar a las metrópolis toda la producción de granos. Si hasta en eso
no sabía hacer negocio, permitiendo que el flete quedara en el bolsillo de
los otros... Un datito como al pasar: en 1928 el país apenas contaba con 17
buques que desplazaban 8.450 toneladas. En 1950 ya había 179 con 145 mil
toneladas.
Lo mismo se puede decir de los tractores y las maquinarias de campo, que
recién empezaron a producirse en la Argentina en 1952, pues hasta ese
momento se importaban... Los impulsores del desarrollo económico “libre” que
a decir de Vargas Llosa construyeron la Argentina del progreso siempre
tuvieron fobia por la industria. En 1931 la Sociedad Rural creaba una
Comisión de Fomento de la Tracción a Sangre porque se oponía al tractor, al
que consideraba “costoso y demandante de divisas frente al caballo que se
sostiene a sí mismo”. Muchachos de avanzada, indudablemente...
El sonsonete de tipos como Vargas es de manual: el capitalismo de Mercado es
democrático y allana el camino para que las sociedades avancen hacia el
bienestar y la felicidad. En cambio, quienes se oponen al Dios Material son
autoritarios, ignorantes e intolerantes que fomentan el subdesarrollo y las
peores lacras de la humanidad.
Pero, que se sepa, las guerras, las catástrofes de la naturaleza, el
condicionamiento social y la destrucción del hombre por medio de flagelos
como la droga no han surgido de la “inferior” mente y la acción de los
populismos, sino de esos iluminattis del mundo civilizado y liberal.
“Sonríe, el capitalismo te ama”, nos sermonea este intelectual de parroquia
que integra el seleccionado sudamericano del cipayismo junto a otras tantas
glorias del pensamiento de Mercado. Que, está visto, puede hacer lo que se
le cante: boicotear la moneda de los países para imponer la suya, hundir las
economías nacionales y hasta –cuando hace falta– armar ejércitos de
ocupación. Todo le está permitido. Y si aparece alguien que le dice: “Pará
la mano, loco...”, es un autoritario de porquería.
Lo de Vargas Llosa es apenas un slogan. No confronta en el plano de las
ideas. No porque no las tenga sino porque las mismas son atroces,
inconfesables. Quedaría muy mal que dijera que el único fin que persigue el
Mercado es el lucro. Y que si hay que pisar cabezas para alcanzarlo, se
pisan cabezas. Es de una estupidez colosal defender un sistema que en
definitiva no le cierra a nadie, ni siquiera a los propios demiurgos del
dinero que terminan viviendo una vida infeliz (más allá del bienestar
material que gozan) porque en el fondo están tan llenos que quedan vacíos.
Para no ir muy lejos en la historia ni tener que sumergirnos tanto en el
túnel del tiempo, ¿qué modelo social, si no el del capitalismo, viene de
hundir dramáticamente a la humanidad? Todas esas democracias de mercado que
estallaron hace un año terminan viniéndose abajo por su propia naturaleza,
que no es otra que la de fagocitarse a sí mismas.
La pobreza que generan la desigualdad y la exclusión no son defectos
inherentes al ser humano, sino la directa consecuencia social de las
relaciones económicas que establece el propio hombre. Esto ha quedado
palmariamente demostrado desde los tiempos de la esclavitud. Y no son solo
“cuentos” de Marx sino también la idea que expusieron pensadores de todos
los tiempos y hasta el mismísimo catolicismo.
Por eso creemos que, en esta historia, es Vargas Llosa el más retrógrado de
la especie. Un hombre al que podría ubicarse en la Edad de Piedra. O sea:
otro ladrillo en la pared.
*Periodista, profesor de historia y escritor. Entre sus títulos se
encuentran el Manual del antiperonismo ilustrado, La ultraderecha argentina
y La prensa canalla (compilador). Obtuvo tres Martín Fierro (1992, 1993 y
1995) al mejor servicio informativo por el noticiero de Radio Mitre, del
cual fue productor entre 1991 y 1997. Trabajó en La Razón, El Periodista, El
Porteño, Línea y Clarín. En 1988 le otorgaron el Premio Latinoamericano de
periodismo José Martí.
Contraeditorial