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Uruguay:
De cara a un futuro sin terrorismo de estado
Por Veronika Engler
Perdonen el bombardeo, pero hay temas que dan para mucho y se me
despertó la verborragia, les escribo en parte para intentar aclarar el
panorama y en parte para pedirles que juntos pensemos sobre el futuro y
hagamos algo. Reflexionemos, evitemos transformar la política en
religión, en ciega creencia y muda aceptación. Seamos responsables e
intentemos alcanzar y ejercer la coherencia con ánimo crítico y
autocrítico. No creo que el conformismo nos lleve por buen camino, cada
vez son menos las cosas que nos asombran e indignan; de a poco se va
aceptando y cediendo terreno en temas en los que no se debería hacerlo,
se justifica u olvida rápidamente todo lo que golpea nuestros
principios. No es posible que nos traguemos la píldora de que todos
tenemos que convivir con armonía si ese ”todos” abarca un torturador o
un asesino que no fue juzgado y a la víctima con una historia rota y los
derechos recortados. ¿Tanto se peleó y se sufrió para llegar finalmente
a la conclusión de que la única manera de gobernar es parecerse cada vez
a los gobiernos que siempre se criticó y combatió? Nos conformamos
pensando que el gobierno de Tabaré hizo más por el tema de DDHH que los
gobiernos tradicionales (bueno fuera que no…) en vez de exigirle que
anule la ley.
Me cuesta entender lo que veo, estoy dolida desde varios aspectos.
Pienso que vivir los fracasos y las victorias de lejos no es lo mismo
que vivirlos desde aquí. No digo que sea peor ni mejor, porque la
lejanía pinta de ausencia y suele doler mucho, sobre todo cuando se
pelea, como se por experiencia que se hace desde el exterior. Por eso
también me defrauda el fracaso del SI blanco (voto epistolar). Como
uruguaya que vivió después de la dictadura casi veintitrés años en el
exterior, sé muy bien que hay gente que se informa a diario de lo que
sucede en nuestro país, muchas veces más inclusive que quienes aquí
habitan. No son pocas las personas que después de trabajar ponen su
tiempo libre al servicio de distintas causas sociales y políticas y
tratan de mantener unida a la colonia uruguaya, tarea nada fácil. Me
sentí tan uruguaya cuando vivía en Suecia como me siento hoy que vivo en
Montevideo y puedo asegurar que lo era. Duele saber que cuando se manda
dinero del exterior, se apoyan proyectos o se recibe a otros uruguayos,
ya sean políticos o artistas que andan de gira, está todo bien y somos
dignos representantes del departamento veinte, pero cuando se trata de
reconocer los derechos de nuestra gente en la diáspora, surgen un montón
de peros y cuestionamiento, ¿me pregunto a qué le tenemos miedo?
La diferencia de vivir el proceso electoral de cerca, es lo que se ve en
el día a día, el escuchar la radio de mañana mientras se toma mate y
enterarse de las noticias fresquitas, el salir a la calle y hablar con
el vecino, con el o la compañer@ de trabajo. Escuchar los discursos de
l@s polític@s, ver los gestos y las caras que ponen, sus contradicciones
y devaneos, los comentarios… no sé, la sensación térmica y el
razonamiento que nos conduce a votar de tal o cual manera y obtener los
distintos resultados que después lloramos, festejamos o en el peor de
los casos recibimos con indiferencia. El discurso engañoso o doble es
más palpable desde aquí, porque escuchamos lo que se dice públicamente
de los distintos temas que nos interesan, pero también salimos a la
calle y a menos que miremos para otro lado o cerremos los ojos vemos lo
que realmente pasa, los resultados de lo malo y lo bueno que hace el
gobierno de turno y las víctimas siempre tienen nombre aunque no sepamos
cual es o no nos interese.
Las estadísticas son números engañosos y frecuentemente maquillados que
a muchos no nos cierran. Vivo en un asentamiento y veo el rostro de la
pobreza y la miseria sin disfraz, eso ha contribuido a que deseche
muchos de los esquemas que tenía en cuanto a la forma de vida y las
necesidades de las distintas clases sociales. Montevideo tiene muchas
caras y matices, cuando se dan porcentajes se tiene en cuenta una franja
de población, pero no la que toca fondo, la que no puede recargar la XO
porque no tiene electricidad (en realidad ni agua tienen), o esos que no
pueden "disfrutar" las mejoras porque cayeron fuera del sistema y lo que
hay que "inventar" es un sistema para cambiarles la realidad que nos l@s
deja levantar cabeza por un problema económico sociocultural tan grande
que no se sabe por donde hincarle el diente, les aseguro que eso no se
arregla con la implementación de la nueva tecnología en todos los
”hogares”.
Cuando leo lo que otr@s compañer@s escriben sobre rescatar la alegría,
conservar la esperanza, invertir en el futuro por un camino electoral y
confiar en los políticos, no me parece tan sencillo. Esos políticos
hicieron tanto compromiso con el poder y quienes lo sustentan que de a
poco fueron diluyendo más y más el compromiso con la militancia, las
bases, el pueblo. Piden que pongamos esperanza en el resultado de las
elecciones y que todos le demos un empujón al FA. Sin embargo la noche
del fracaso de la rosada sentimos pena, frustración y también rabia de
haber visto en la tele un montón de papeletas del Frente sin el voto a
los plebiscitos y de constatar que no nos dio el cuero para lograr la
anulación y que nos faltó tan poco que con un pequeño esfuerzo del FA
llegábamos. ¿Cuál fue el papel del FA en esta lucha? ¿qué sectores
apoyaron y de qué manera? Esa noche del 25 de octubre, muchos frentistas
se sintieron defraudados.
Al ver a Lacalle y a Bordaberry me invadió una sensación de deja vu; una
unión cocinada de antemano, un oportuno enlace donde se despojaban de
sus colores partidarios para adornarse con nuevos símbolos; la bandera
diseñada por ellos con este fin, escuchar el himno, don Pedrito sin
apellido, el viejo y consabido Dr. Lacalle, el no importan las
diferencias (¿qué diferencias?) …en fin, toda esa combinación me olió a
fascismo ya experimentado. De cara al ballotage pienso en las
diferencias …
…después escucho de la boca del progresismo y de los partidos
tradicionales, que en realidad los programas de gobierno no tienen gran
diferencia, que la diferencia está en como se hace y no en lo que se
hace, ¿que nos están vendiendo al módico precio de un voto?, ¿nos
ofrecen el mismo contenido en frascos distintos?. La derecha no se ha
movido hacia la izquierda, eso salta a la vista aunque el Ququi y
Larrañaga se saquen la corbata en vano empeño por ”acercarse” al pueblo,
¿entonces que le está pasando a la vieja izquierda?, según mi opinión
nos movemos en dirección equivocada.
Sé que soy reiterativa, pero el fracaso del voto rosado por anular la
Ley de Caducidad pegó muy fuerte, no entiendo como no hay más gente
conmocionada por este resultado nefasto (y eso que somos varios los que
sentimos así). ¿No defiende el Frente los derechos de los más débiles?.
El único voto que alcancé a emitir antes de irme del país se lo di al
partido socialista, luego milité con el MLN y apoyé al MPP y al Fondo
Raúl Sendic desde el exterior. Hoy debería estar contenta frente a las
perspectivas del futuro político del Uruguay, pero hace tiempo que
discrepo con muchas de las decisiones que el progresismo ha tomado, como
la no despenalización del aborto o que se sigan mandando tropas y
participando en las paradójicamente llamadas misiones de paz, o que el
gobierno no haya anulado la ley de la pretensión punitiva del Estado… la
lista se alarga.
En todo caso a quien más se debe exigir es al propio grupo político, a
los compañer@s, tenemos el deber (no solo el derecho) de influir y
asegurarnos de que el partido que defendemos y votamos mantenga en alto
sus principios que en definitiva deberían ser los propios, los hombres
que encabezan ese grupo o partido que apoyamos son los que elegimos para
que nos representen y nos defiendan. No deberíamos terminar frente a la
situación electoral de tener que elegir el menor de los males o votar en
blanco o anulado.
Muchos se conforman pensando que si gana el FA (seguramente lo haga),
vamos a buscar que nos entreguen la verdad de a puchitos, como en el
gobierno de Tabaré y piensan que eso alcanza. Tendremos que buscar esa
verdad por caminitos de hormiga, finitos y retorcidos para conseguir
apenas migajas de justicia. Ojalá la presión de la ONU y la OEA sirva de
algo. Pero ¿y nosotros?, los uruguayos, ¿nos vamos a conformar con una
parte ínfima de lo que nos corresponde?. ¿Qué pasa con las vidas de
Valentina, de Macarena, de Amaral, de las madres y de todos los que
merecen Justicia ? Si este gobierno es y será nuestro gobierno, el
gobierno popular, el del pueblo, ¿cómo no exigirle que deje de jugar a
las escondidas en los temas de Derechos Humanos y se la juegue por todos
nosotros?
No pretendo atacar a nadie, intento comprender lo que nos está pasando y
por eso he leído todas las opiniones y los argumentos que han llegado a
mis manos y lo seguiré haciendo. Me duele el dolor de gurisas como
Mariana porque al volcar en su carta la más pura expresión de dolor y
rabia nos están dando una lección de honestidad que quizás no merecemos.
Porque con su juventud contradice la teoría falsa de que esto es un
asunto de viejos y porque supo multiplicarse junto a otros jóvenes. No
me lo contaron, l@s vi poner fuerza y trabajar, l@s vi nuclear gente
alrededor de estos principios básicos y fundamentales, me duele el dolor
de todas las esperanzas truncas que encuentro en el camino. Pero a la
vez me esperanza el saber que vamos a seguir con esta lucha y que confío
en ellos.
Quisiera saber qué se les va a exigir a quienes sigan gobernando, si nos
vamos a conformar con seguir como hasta ahora con argumentos de que esto
forma parte del pasado y de que hay que cerrar esta herida poniendo
culpas en un cajón y tirando la llave al espacio del olvido, borrón y
cuenta nueva, con el no jodan más con algo que ya pasó y nos impide
avanzar, con el argumento de que esto es cosa de viejos, con la teoría
de los dos demonios.
Me gustaría que cada uno desde su espacio, desde sus creencias y
convicciones políticas reflexione respecto a este tema y se plantee que
es lo que quieren para el futuro. Quisiera que no dejáramos de levantar
la bandera de la Justicia y de la Verdad más allá de los sectores y los
dirigentes, porque tenemos derecho a hacerlo y tenemos además un deber
concreto con quienes aún buscan respuesta. Se encontraron muchos de los
niños secuestrados, se les entregó una verdad a medias con la que tienen
que vivir a diario, ¿no vamos a terminar lo que empezamos para
entregarles toda la verdad, para exigir que se haga justicia? ¿No vamos
a exigir que se investiguen todos los casos y se juzgue a los culpables?
Los evoco desde un punto de vista humano, les pido que seamos
responsables en ese sentido y que busquemos muy dentro nuestro para
sacar la empatía que sé debemos tener y tratar por un instante de
ponernos en el lugar de los hij@s, las madres y familiares, ponernos en
nuestros propio lugar cuando pensamos en lo que queremos para el futuro
de nuestra gente y nuestro país, no se trata solo del pasado, ahora
estamos hablando de un futuro sin terrorismo de estado.
No pido ni pretendo que nadie deje de votar lo que va a votar, que vote
otra cosa o no vote nada, simplemente exhorto a que dentro de lo que uno
apoye tenga la coherencia de defender la Verdad y la Justicia, de
defender los Derechos Humanos por sobre todas las cosas y de trabajar
desde su espacio político o social por ello. A no bajar los brazos
estemos dentro o fuera del país y a no conformarnos con migajas y
soluciones parche. Seamos críticos. La razón está de nuestro lado y
podemos exigirla, no lo digo yo, esta ley fue nombrada inconstitucional
por el mismísimo presidente Tabaré Vázquez (que así y todo la ha
conservado), la ONU y la OEA la repudian, entonces ¿qué estamos
esperando?
A ponerse las pilas uruguayos, a exigir y redoblar!
Abrazo
Veronika Engler