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Florencio
Varela, la señora Carrió y “la chingada madre que los parió”
Por Roberto Bardini (Bambú Press)
En estos días, cuando falta poco para que se cumpla un nuevo aniversario del
combate de la Vuelta de Obligado, recordé al escritor unitario Florencio Varela,
extrañé un poco a México –donde viví 32 años– y pensé en Carmen Lira, directora
del diario La Jornada, del Distrito Federal. Y todo a causa de recientes
declaraciones de la ex diputada Elisa Carrió.
En 1843, como se sabe, Florencio Varela viaja a Londres y París como
representante del Partido Unitario para solicitar la intervención militar de
Gran Bretaña y Francia en el Río de la Plata. El emisario especial, exiliado en
Montevideo, obedece instrucciones de los enemigos de Juan Manuel de Rosas en
Uruguay. Y en el fondo le hace el juego al almirante John Brett Purvis,
comandante en jefe de la flota británica en América del Sur, y del canciller del
Imperio de Brasil, João Vieira Cansanção, vizconde de Sinimbu.
Dos años después, una poderosa escuadra naval anglo-francesa llega a las costas
suramericanas y declara el bloqueo a Buenos Aires. Y en medio de esta poco
patriótica misión opositora al gobierno de Rosas se escribe una de las más
gloriosas gestas nacionales: la batalla de la Vuelta de Obligado el 20 de
noviembre de 1845.
A 166 años de aquella gira europea antirrosista, Florencio Varela tiene una
especie de clon femenino en estas latitudes: la señora Elisa Carrió, lideresa de
la Coalición Cívica.
Ex Reina de Belleza del Chaco (1971), ex asesora de la Fiscalía de Estado de esa
provincia durante el Proceso de Reorganización Nacional (1979) y ex juez de
Cámara también bajo la dictadura militar (1980), la señora Elisa Carrió anunció
recientemente que entregará un documento a varias embajadas extranjeras para
denunciar una inminente “escalada de violencia” por parte del gobierno.
Según la sistemática opositora, recurre “a los gobiernos de los países amigos”
porque la situación es tan alarmante que “vulnera principios y normas del
derecho internacional, particularmente los del sistema interamericano”. Y es tan
grave el asunto, que está en juego “la vigencia efectiva de la democracia
representativa, que es principio esencial de la Organización de los Estados
Americanos”.
¿No será demasiado? ¿Qué pretende la señora Elisa Carrió, esa especie de
pitonisa chaqueña? ¿Un bloqueo naval a Buenos Aires? ¿Un golpe “constitucional”
al estilo Honduras? ¿La llegada de observadores internacionales, el desembarco
de marines, la intervención de los cascos azules de la ONU?
Las representaciones destinatarias del informe son Bolivia, Brasil, Canadá,
Chile, España, Estados Unidos, Francia, Italia, México, Perú y Uruguay. Pero la
señora Elisa Carrió, predicadora de catástrofes, no toma en cuenta que la
mayoría de estas sedes dispone de analistas de primer nivel con acceso a fuentes
de información políticas, diplomáticas, militares y de inteligencia mucho más
objetivas y confiables.
Antes, la señora Elisa Carrió se presenta en varios programas periodísticos en
la televisión –a veces dos en el mismo día, con diferencia de pocos minutos–
para denunciar con vehemencia acopios de armas, entrenamientos guerrilleros,
futuros atentados contra políticos opositores. Y, como siempre, desenfunda los
nombres de Hitler, Stalin y Ceaucescu, personajes sepultados bajo siete capas
geológicas de la historia. Por el momento, no se atreve a incluir en su gran
obra maestra del terror a Rosas y a Perón.
Y ahora entre en escena la periodista mexicana Carmen Lira, directora del
periódico La Jornada, a quien conocí en 1976 cuando era una inquieta reportera
de la sección internacional del diario Excelsior. Varias veces estuvimos juntos
en los años siguientes, “bajo fuego” y muertos de miedo, en Nicaragua y El
Salvador.
Carmen es una mujer de izquierda, pero como buena mexicana también es
nacionalista. Muchos años atrás me dijo algo así: “Yo soy opositora desde que
tengo uso de razón y no les doy tregua a estos cabrones que nos gobiernan desde
hace décadas. Pero cuando estoy fuera de México no tolero que nadie hable mal de
ningún presidente o funcionario o político mexicano. Aquí, si pudiera, los meto
presos a todos; afuera, no permito que les falten respeto. Para mí, aquí o
afuera, México está primero”.
Y así piensa la mayoría de mexicanos que conozco, liberales o conservadores, de
izquierda, derecha o centro, militantes o apolíticos. Para todos ellos –salvo
ínfimas excepciones– la Patria está primero.
Y por cierto: los mexicanos acuñaron un nombre para designar a personajes como
Florencio Varela y la señora Elisa Carrió. Les denominan “malinchistas” o les
aplican el muy extendido “hijos de la chingada” o el más directo “la chingada
madre que los parió". Son otros usos, distintas costumbres. Pero ésa es otra
historia.
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