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Una
derrota al pesimismo
Un artículo de Jorge Rachid
El brindis de las fiestas de fin de año tienen como objetivo central la
celebración y el deseo de felicidades en el año entrante. De esto parecen no
haberse enterado los medios de comunicación masivos, que lejos de ello,
insistiendo con su defensa de intereses particulares en conflicto, hacen de
su línea editorial un papelón mayúsculo que haría las delicias de Humberto
Eco en su libro “Estrategias de la ilusión”, por hacer añicos todos los
rubros de la formación del periodista profesional.
Pero no es de los medios la reflexión de hoy, sino justamente de lo que no
dicen, ocultan o tergiversan, aquello que por no encajar dentro de su propio
traje lo deshechan como realidad. Así es que hemos atravesado los argentinos
una de las crisis mas profundas que se han dado en el mundo desde los años
30 del siglo pasado y sin embargo los índices vitales de la Nación siguen en
marcha, no están en terapia intensiva-perdonen mi desviación profesional-y
ni siquiera figura el paciente internado en piso. Por lo contrario camina,
corre de vez en cuando, no se fatiga, planifica su futuro y tuvo con que
brindar este fin de año.
La puesta en marcha del Plan Básico a la Niñez que volcó al consumo y la
alimentación mas de 10 mil millones de pesos y que abarcará a casi dos
millones de menores de 18 años en una primera etapa y luego a cuatro es de
una importancia y erogación similar al Plan Hambre Cero de Lula en Brasil,
que recibió elogios calurosos. Sin embargo en la Argentina generó críticas
de una oposición perdida en “su laberinto” como el general de García Marquez
y disparó reparos economicistas en los “columistas serios”del país, en
cuanto a su financiación. Cuando se demostró que se realiza con financiación
genuina de recursos acumulados de la Seguridad Social, se acallaron las
voces, pero también los ecos y nunca sonaron aplausos para una masa de
dinero en circulación, que agregará casi punto y medio al PBI del año
próximo.
Lo mismo sucedió con la asignación previsional por única vez con recursos
excedentes del sistema y para aquellos que menos ingresos tienen en
jubilaciones y pensiones. Una medida de estricta justicia que alegró las
mesas navideñas de cientos de miles de familias pero que es leído desde lo
intelectual y abstracto como una dádiva. Lo sería si no se hubiesen
incorporado al sistema previsional 1,8 millones de afiliados que no tenían
capacidad de años de aporte para llegar al beneficio, por la crisis de la
desocupación de la lógica neoliberal de los 90. Sería, tipo beneficencia, si
no se hubiesen otorgado 13 aumentos de salarios y una ley de movilidad
universal para todas las jubilaciones y pensiones. Todavía no es la mejor
ley, pero es el camino de arribar algún día al 82% móvil.
En un año como el 2010 donde todos los indicadores, tanto de oficialistas
como de opositores, coinciden en la fortaleza de la economía, aunque el
sector llamado campo pronostique tormentas sociales, habrá una cosecha de 51
millones de toneladas de soja, con saldos exportables de trigo y harinas,
una industria en recuperación con inversiones genuinas según anunciaron en
el último mes grandes y medianas empresas por millones de dólares, en donde
la desocupación no es un problema después de la crisis casi sin despidos,
manteniendo un dígito, merced a las políticas activas del Gobierno y los
REPRO que permitieron conservar empleo y donde las paritarias si este año
que se inicia consiguen cerrar un aumento del 20%, habrá ganado el salario
en su lucha por conservar y aumentar su poder adquisitivo.
Sin dudas el gran desafío estará centrado en la eliminación del trabajo en
negro que se estancó por la crisis internacional, en un 38,5% desde el 52%
del 2004 y que será tan importante como la recuperación de las leyes
laborales , las paritarias y el Consejo del salario Mínimo, ya que los
trabajadores en negro ven afectada su dignidad, su cobertura social y su
proyecto de vida en cuanto a la tranquilidad de los aportes de la Seguridad
Social a futuro, reintegrándose al sistema del que fueron alguna vez
expulsados, cuando son blanqueados.
El conflicto político seguirá su curso porque la discusión que se viene
tiene que ver con la distribución de la riqueza y como la Argentina va a
crecer casi un 6% en al año, la oposición por un lado y los intereses
concentrados por otro intentarán impedir que dicho escenario sea
capitalizado por el Gobierno Nacional.
Desde el punto de vista político al no ser un año electoral es probable que
la discusión se de en el marco del Congreso Nacional en especial en intentar
modificar, acotar o derrotar las leyes de Medios Audiovisuales, que tiene
una legión de lobistas entre los legisladores y el tema de las retenciones a
la soja, además del Consejo de la Magistratura y la eterna judicialización
de la política. Las presiones a los jueces se multiplican, la denuncian
todos al unísono desde el oficialismo por la concesión graciosa de amparos y
desde la oposición por no condenar a los denunciados.
No debemos asustarnos los argentinos por el conflicto, cuando los mismos
están generados en la pugna de intereses, en la construcción de un modelo de
país que termine con la ganancia financiera y siga en el proceso de
producción de bienes y servicios que nos permita desarrollar nuestras
potencialidades como país y como hombres y mujeres de talento y trabajo,
insertándonos en el mundo no sólo como abastecedores de materias primas sino
como país agroindustrial con justicia social, integrado y federal,
haciéndonos respetar en nuestras decisiones soberanas y afianzando nuestra
alianza en el UNASUR.
Sin conflicto no hay lucha y sin lucha no hay vida. Si todo sigue igual es a
favor de los poderosos, los corruptos, los que le generaron al país el mayor
saqueo de su historia y hoy son supuestas víctimas de la inseguridad
jurídica. Lo que ven el final de sus prebendas en el largo proceso de
recomposición del Estado como garante último de los conflictos de intereses
y como ordenador social, en el camino de construcción de un Modelo Social
Solidario y Productivo que en el 2010 deberá comenzar a consolidarse.
La política ha vuelto al escenario mayor de la plaza pública y está bien que
así sea, ya que es la herramienta de transformación social de los pueblos en
el marco de la democracia, participativa y plural.
El año entrante en la evocación del Bicentenario quizás los argentinos
encontremos las formas de querernos un poco mas, de ser mas solidarios en
silencio, menos mediáticos en las formas, volviendo a la cultura del trabajo
y a la vocación de servicio junto al compromiso con nuestro pueblo,
construyendo una sociedad solidaria que repare la diáspora generada por el
neoliberalismo, convoque a la unidad nacional derrotando la fragmentación y
recuperando identidad nacional con decisiones soberanas.
Dr. Jorge Rachid
jorgerachid2003@yahoo.com.ar
CABA, 28/12/09