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Chile
y la formación de su Estado-nación
Alberto Buela (*)
Luego de la derrota española en la definitiva batalla de Maipú el 5 de abril de
1818, los vencedores, las fuerza criollas, se enfrentaron con el problema de la
organización del territorio que tenía un sistema colonial de gobierno. Había que
establecer un modelo político nuevo, una organización administrativa que lograse
reemplazar la antigua administración. De modo tal que se produjo un doble
quiebre, como sucedió en toda Nuestra América: a) un quiebre político, el
reemplazo de una administración y un régimen, el de la monarquía por la
república. Y b) un quiebre de la identidad subjetiva de la nación, no más
españoles americanos sino simplemente americanos (ideal de Bolivar y San Martín)
o chilenos, paraguayos, argentinos, etc. (ideal del nacionalismo de patria
chica) que fue lo que realmente sucedió.
La función de construir un Estado-nación propio va a ir emparejada a la
importancia que adquieren las armas, así se va cumplir aquí el adagio de
Clausewich: la guerra es la continuación de la política por otros medios. En el
caso de Chile, a la guerra de la Independencia continuarán Portales y la batalla
de Lircay, la guerra contra la confederación peruano-boliviana y la guerra civil
de 1851.
Es que a partir de 1818 la unidad política alrededor del Estado-nación se va a
tornar confusa e inestable y así lo que establecía O´Higgins, lo derribaba
Freire y aquello que sostenía éste, lo volteaba Pinto. En realidad, ellos eran
obstáculos a la integración en un orden nacional. Es que el caudillismo y los
intereses locales eran divergentes. Así O´Higgins se enfrenta a los
terratenientes, quienes eran representados por Freire. Fracasa en Chile el
proyecto federalista. Y se impone luego de la derrota de Freire en la batalla de
Lircay en 1830, el unitarismo del régimen portaliano, que no fue otra cosa que
la síntesis entre la espada y la civilidad. Los dos autores más significativos
en esta tema; el ensayista e historiador Alberto Edwards Bello (1874-1932) en su
libro La Fronda aristocrática y el historiador Mario Góngora (1915-1985) en su
libro Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglo XIX y XX
van a respaldar con sus investigaciones esta tesis.
A partir de 1830 surge un gobierno fuerte pero extraño al militarismo de los
tiempos de la independencia, que proclama la Constitución de 1833 sosteniendo
que Chile es una república democrática y representativa, pero que al carecer de
tradición republicana debe ser gobernada autoritariamente. Y Diego Portales es
el principal resorte de ese régimen aun cuando no sea el presidente.
Aparece entonces en el horizonte político chileno la Confederación
peruano-boliviana que “siempre serán más que Chile en todo orden ” Y que
“debemos dominar para siempre el Pacífico” según Portales, por lo tanto, “guerra
a la Confederación que debe desaparecer”.
Sin embargo, Portales es asesinado en Cerro Barón y el propósito de los
conspiradores, detener la guerra contra el cholo Santa Cruz no sólo no se
cumplió sino que de impopular, la guerra se transformó en una causa nacional.
Con el triunfo del general Bulnes triunfador de Yungay en 1841 y su posterior
asunción a la presidencia de la República se consolida definitivamente el
Estado-nación chileno en donde la “institucionalidad portaliana” reemplazó
definitivamente al antiguo “caudillaje”.
(*) arkegueta, aprendiz constante, mejor que filósofo
alberto.buela@gmail.com
Casilla 3198 (1000) Buenos Aires
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