Murió
François Lepot, soldado de Perón
Adioses y recuerdos de Eduardo Rosa - Julio
C. Robles - Enrique Manzon - Roberto Bardini
- Julio Fernández Baraibar - Alberto Buela -
Martín García - Francisco José Pestanha, Daniel
Brión y Diario Clarín, del que fue corresponsal
en Europa.
A
los 87 años murió Enrique Oliva, periodista
y escritor
El periodista y escritor Enrique Oliva, también
conocido por su seudónimo (François Lepot),
falleció el sábado a la noche. Sus restos comenzaron
a ser velados ayer en Córdoba 5084 y serán inhumados
hoy a la tarde -el cortejo partirá a las 14.30-
en el cementerio de la Chacarita.
Oliva, que trabajó para Clarín como corresponsal
en Europa, tenía 87 años y recientemente había
sido declarado ciudadano ilustre de la Ciudad
de Buenos Aires.
Entre otras personalidades, entrevistó a la
ex primera ministra india Indira Gandhi y al
actual presidente y ex primer ministro israelí
Simon Peres.
También entrevistó a Lech Walesa durante la
huelga de los astilleros Lenin, de Gdansk, en
Polonia, preludio de la caída de la ex Unión
Soviética. Walesa fue luego electo presidente
de Polonia.
Oliva fue el primer periodista argentino que
pisó las Islas Malvinas luego de la Guerra del
Atlántico Sur, en 1986. Además, cubrió diversas
giras del Papa Juan Pablo II.
El fallecido periodista formó parte de la Resistencia
Peronista y dirigió el periódico "El Grasita".
En 1956 fue detenido y se exilió en Venezuela,
donde estuvo junto al derrocado presidente Juan
Perón. A su regreso al país volvió a ser detenido,
en 1960, y estuvo preso cuatro años. La dictadura
militar instalada en 1976 secuestró a dos hijos
luego liberados. Luego de ello se exilió en
Francia.
De vuelta en el país se desempeñó como director
de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones
Exteriores y Culto y, entre 1991 y 1999, como
asesor presidencial con rango de secretario
de Estado.
Miembro de Número de la Academia Nacional de
Periodismo, Oliva se doctoró en Ciencias Políticas,
fue uno de los primeros funcionarios del Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(Conicet), secretario general de la Universidad
Nacional de Cuyo y rector fundador de la Universidad
Nacional del Neuquén, hoy llamada del Comahue.
Entre sus numerosas obras ("La vida cotidiana",
"De Gandhi a Goa" y "Malvinas: el colonialismo
de las multinacionales", entre otras) se destaca
"El rey de Araucanía y la Patagonia", que le
valió una demanda, luego retirada, en los tribunales
parisinos por parte de Philippe Boiry, el autoproclamado
rey de la Patagonia.
Clarín, 1 de marzo 2010
Enrique
Oliva. Militante hasta el último minuto
Por Eduardo
Rosa
Enrique Oliva ha muerto.
Su vida fue, gracias a Dios, larga; pero lo
hubiésemos querido tener más tiempo con nosotros.
Aún nos quedaba mucho por aprender de lo que
él ya nos estaba trasmitiendo.
Enrique se jugó en cada ocasión. Fue el militante
paradigmático que muchos quisimos ser.
Hasta ayer, con sus 87 años, ocupaba su puesto
de lucha orientando, escribiendo y analizando
con ese espíritu libre que siempre tuvo. No
fue la policía ni las llamadas “fuerzas de seguridad”,
que tantas veces lo visitaron; saquearon sus
archivos e intentaron desmantelar su poderoso
intelecto los que lo acallaron. Tampoco fue
la aparente derrota, el desánimo lo que pudo
detenerlo. Solo la muerte nos lo pudo quitar.
Y aún muerto, quienes lo conocimos estamos seguros
seguirá militando desde sus escritos y su ejemplo.
No puedo terminar estas líneas sin recordar
la entrañable amistad que lo unió con mi padre
y que él siempre recordaba. Ambos ya están juntos
luego de haber recorrido la vida desfaciendo
entuertos.
Eduardo Rosa
Pasó
a la inmortalidad el compañero Enrique Oliva
Por
Julio C. Robles
Nos fuiste presentado por Alicia Eguren, esposa
de J. W. Cooke, corría el año 1959. La columna
Tucumana del comando 17 de Octubre se aprestaba
a subir a los cerros del Cochina, la columna
de porteños estábamos preparando un golpe para
tomar el Escuadrón Alto Uruguay de Gendarmería.
En ese momento te conocimos, nos sorprendiste
gratamente con tus claros planteos políticos.
Traías una larga experiencia de supervivencia
en la montaña adquirida en tu Mendoza natal,
una voluntad de hierro,…..y una ligera sonrisa
que no te abandonaba ni al habar, era como una
agradable mueca que se dibujaba en tu rostro,
como señal de sinceridad y confianza. Quedamos
impresionados por tus brillantes pensamientos,
por tu sencillez y humildad, que es condición
de los grandes. Los Uturuncos que integrábamos
esa patriada, éramos casi en la totalidad simples
trabajadores. La incorporación al grupo de tan
ilustrado compañero, nos llenaba de orgullo
y seguridad. Por razones operativas estuvimos
separados, y nos reencontramos en San Miguel
de Tucumán.
Marchábamos a la montaña, no íbamos en busca
de la gloría, solo queríamos luchar por el regreso
de Perón, para que continuara con la revolución
iniciada en el 46. El largo brazo de los represores
te tomó prisionero en plena subida al cerro.
Estoicamente soportaste el martirio de la cárcel
que los tribunales militares te aplicaron. Pero
no hicieron mella en tu espíritu revolucionario
ni el largo alejamiento de tus seres queridos,
ni el impiadoso castigo aplicado. Toda tu vida
fue una pasión al servicio de la justicia y
de tus compañeros del norte, a quienes siempre,
hasta al mas humilde recibiste con alegría y
buscando siempre soluciones a los problemas
que te planteaban. Se de todos tus títulos académicos,
de los merecidos honores que recibiste como
Rector Fundador de la Universidad del Comahue,
como periodista y como escritor, pero por sobre
todo también se de tu orgullo de haber pertenecido
al grupo UTURUNCO, y que por esa pertenencia
fue que jugaste tu vida y tu libertad.
Hasta siempre Comandante.
Y en los montes del Cochuna, a orillas de
sus frescos arroyos, o en las profundidades
y el silencio de sus quebradas, marcharás y
reirás juntos a tus viejos compañeros como alguna
vez lo soñaste…. Y tu alma será libre
Julio C. Robles
Tte. Mikel
GRUPO UTURUNCO
Nos
dejó Enrique Oliva
Por Enrique Manson
Ayer,
1º de marzo en una dependencia del cementerio
de la Chacarita, se cantó la Marcha Peronista,
la marchita, al decir de algunos que la sienten
propia y también de algunos que la desprecian,
junto a todo lo que significa.
En realidad, la marchita tan olvidada por mucho
tiempo, se había cantado un par de horas antes
a voz en cuello en el Congreso Nacional, y estamos
esperando el repudio de algún Marcos Aguinis
que nos recuerde que hacerlo fue una falta de
respeto al Recinto de las Leyes.
Pero en la Chacarita, empezó como un rumor,
en voces muy bajas, y fue tomando fuerza, hasta
convertirse en un poderoso canto de homenaje.
Porque se cantaba dedicada a un compañero que
nos dejaba y que formaba parte de aquellos que
merecen el homenaje como pocos.
Enrique Oliva nos había dejado el día antes.
Había ingresado, diría Martín García, al Comando
Celestial con los Grandes del Pueblo y de la
Patria. Para ello, nos hizo una trampita, porque
éramos varios los que, convencidos de que los
homenajes son más justos cuando se hacen en
vida, queríamos dedicarle el que él se merecía
como pocos. Pero se nos fue.
Pancho Pestanha fue capaz de equilibrar la profundidad
de sus palabras de despedida con la emoción
con que las decía, y pudo hacerlo sin que se
le quebrara la voz.
Enrique había Nacido en una chacra de Mendoza
en 1923, y allí conoció a sus vecinos, la familia
del general Edelmiro Farrell, quien parece haber
sido uno de los inspiradores de su ingreso en
el nacionalismo clásico. Si dentro de las leyendas
acerca de las universidades de la época del
primer peronismo, una se destacó, esta fue la
de Cuyo, en la que se realizara el Congreso
de Filosofía de 1950 con presencias estelares
del pensamiento universal de su tiempo. En ella,
Perón dio a conocer su posición en estos temas
a través de su discurso que tomaría el nombre
de la Comunidad Organizada. Enrique Oliva, de
menos de 30 años, era el secretario general
de esa universidad, de donde había egresado
como doctor en Ciencias Políticas y en la que
ejercía la docencia.
Poco tiempo después el General lo llamó para
colaborar cerca suyo. En esos menesteres lo
sorprendió la Revolución Libertadora, restauradora
de la Libertad y la Democracia, al costo de
la sangre, la cárcel y el exilio de tantos patriotas,
del hambre del pueblo y de la entrega de la
Patria.
Bastante peligroso sería aquel joven intelectual,
si fue a dar con sus huesos a la cárcel y, cuando
le dieron la opción de salir del país, lo hicieron
con la condición de que se instalara fuera del
continente americano. En la primera etapa de
su exilio, con la habilidad que caracterizaba
a muchos de esos bisoños conspiradores, negó
ante las autoridades que conocía a John William
Cooke, de quien llevaba cartas ocultas para
exiliados de Montevideo. Pudo pasar los severos
controles, que ya funcionaban con la coordinación
que se repetiría en los ’70. Enrique afirmaba,
por ello, que el Plan Cóndor, de persecución
a los patriotas del continente, funcionaba desde
entonces.
Luego recalaría en Madrid, donde compartió con
Pepe Rosa el duro hígado del exilio –porque,
como nos contaba Colita Rocca de Rosa, la dieta
casi cotidiana se componía de el hígado que
compraban por abono para que resultara más barato-,
y la distinguida pensión, convertida en tal
durante los castos tiempos del generalísimo,
ya que en épocas más pecadores era casa de tolerancia.
Y naturalmente, llevaba una dirección apropiada
al caso, ya que se encontraba en la calle Conchas,
número 7.
Fueron la ex madama y sus ex pupilas, trabajadoras
ahora del gremio gastronómico, las que creyeron
en el título nobiliario –conde-duque de Oliva-
que le atribuyera otro compañero de exilio.
El espíritu monárquico de las huéspedes las
llevaba a tratar a Enrique de una manera especial:
cuando se atrasaba –casi siempre- en el pago
de la pensión; no le negaban la llave del agua
caliente para bañarse, cosa que sí hacían con
el plebeyo Rosa.
Pero, como ocurre en la cambiante Argentina,
hubo elecciones, y pudieron volver los prófugos,
salvo uno. Enrique no pudo con su genio y al
poco tiempo trabajaba en la primera guerrilla
argentina, la del comandante Uturunco, que le
valió volver a las rejas.
Relativamente sosegado, centró desde entonces
su actividad en la producción intelectual y
en el oficio periodístico, siempre defendiendo
las causas de la Patria y de su Pueblo. También
volvió al mundo universitario, como que fue
el primer Rector de la Universidad Nacional
del Comahue, una avanzada geopolítica en tierras
patagónicas.
Como señala Martín García , fue corresponsal
de Clarín en Europa durante 15 años, hizo conocido
el pseudónimo de François Lepot, ya que su nombre
estaba nuevamente proscripto por la dictadura
criminal de 1976.
Sus artículos de entonces, hoy son de colección
y los que escribiera en las redes de noticias
nacionales y populares, estos años, son de culto.
Cubrió distintas guerras y cumbres y entrevistó
a personajes internacionales relevantes como
presidentes y primeros ministros de Europa y
otros continentes, incluidos Indira Gandhi en
la India y Simon Peres en Israel.
Se identificó plenamente con la gesta de Malvinas,
y sus crónicas de la Guerra de 1982 resultan
imprescindibles. En 1986 fue el primer periodista
argentino que piso suelo de las Malvinas después
del conflicto.
Dedicado preferentemente al análisis político,
ha escrito varios libros dentro de esa tesitura,
tales como Política de Negocios, Política Universitaria,
La guerra revolucionaria en los Estados Unidos,
De Gandhi a Goa, En el Golfo, Malvinas: el colonialismo
de las multinacionales, Desde Londres y Vida
Cotidiana.
El Rey De Araucanía Y Patagonia constituye un
singular trabajo de reconstrucción histórica.
Allí contaba la estafa que se quería consumar
con este personaje pintoresco que era avalado
por los intereses franceses e ingleses en la
Patagonia.
Ocupaba hoy en día, el sillón Manuel Láinez
en la Academia del periodismo, presidía el Instituto
Malvinas e Islas del Atlántico Sur desde el
que había apoyado y luchado junto a los Familiares
de Caídos en el conflicto para imponer su propio
Cementerio por los argentinos que yacen en las
Islas.
También era el Presidente de la Asociación de
la Resistencia Peronista desde donde luchó junto
a David Ramos, Esther El Kadri, Carlos Ponce
y otros grandes compañeros para que se reconociera
la heroica lucha de los defensores de la Democracia
y la Constitución del 49, luego del golpe cruento
de la Revolución Fusiladora, obteniendo en la
Provincia de Buenos Aires y ahora en la Nación
la indemnización que apenas encuentra vivos
a sus heroicos y sacrificados protagonistas.
Había sido un asiduo compañero de utopías en
la Mesa de los Sueños de Los Compañeros de Utopías
a la que llegó de la mano de Roberto Galán,
cuando se reunían en la Parrilla Rosa de Uriburu
y Peña que engalanaba Helenita Goñi.
La Oesterheld lo premió Enrique Oliva con el
Gran Premio del Año 2005 aunque Enrique en los
últimos años, como antes, recibía un homenaje
detrás del otro, en particular en los círculos
de los malditos de la cultura nacional. Su ingreso
al mundo virtual de Internet le había abierto
escenarios juveniles multitudinarios y era un
hombre reconocido en todos los estamentos donde
se movió.
Desde 2006 ocupaba, compartida con Fermín Chávez
hasta la muerte de éste, la presidencia de la
Comisión de Homenaje a José María Rosa, su compañero
de exilio y de tantas andanzas.
En el Siglo XXI Oliva había tocado el techo
de los Grandes del Peronismo como Jauretche,
Marechal, Scalabrini y hoy se va como uno de
los más grandes.
Y nos permitimos terminar este trabajo, en realidad,
colectivo, tomando las palabras de nuestro querido
amigo y compañero Eduardo Rosa: No puedo terminar
estas líneas sin recordar la entrañable amistad
que lo unió con mi padre y que él siempre recordaba.
Ambos ya están juntos luego de haber recorrido
la vida desfaciendo entuertos.
Cátedra Libre de Historia Nacional José María
Rosa
Marzo de 2010
Enrique
Oliva, un hidalgo del pueblo
Por Roberto Bardini
Nacido en Mendoza e hijo de inmigrantes andaluces,
era un aristócrata de los nuestros. O, como
de sí mismo decía el francés Jacques de Mahieu,
“un hidalgo del pueblo”, que también los tenemos.
Porque Enrique Oliva fue un hombre culto, elegante
y caballero, de los que no heredan estirpe sino
que se construyen desde abajo. Pertenecía al
incorregible campo nacional y popular, y cuando
fue necesario, no eludió la acción directa ni
el riesgo físico.
Era doctor en Ciencias Políticas y había sido
profesor en las universidades de Cuyo y de Neuquén,
de la que fue rector organizador antes de que
se transformara en la del Comahue, pero jamás
posó de académico. Participó en 1951 de la fundación
del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas
y Técnicas (Conicet), organismo que años después
y a causa de su militancia peronista, lo ninguneó
olímpicamente. No le importó: no le interesaba
ser funcionario público al costo de cerrar la
boca, agachar el lomo y mirar hacia otro lado.
También fue, hasta 1955, director de Asuntos
Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores,
pero no descendió a las amaneradas ínfulas de
ciertos diplomáticos de carrera. Y fue, sobre
todo en los activos últimos años de su vida,
un pensador al que no le gustaba que lo etiquetaran
como intelectual.
Sus credenciales eran otras. En un medio donde
proliferan cagatintas y ganapanes, se consideraba
un periodista. En una época en que pululan mojigatos
y cobardes, se enorgullecía de haber integrado
la Resistencia Peronista. Y en una etapa de
amnesia inducida y desmalvinización, estaba
dedicado a la causa de las Islas Malvinas. Lo
hacía con un vigor del que hoy parecen carecer
muchos cuarentones y cincuentones distraídos
con trenzas políticas de pasillo, andinismo
laboral, Boca y River, el baile del caño o los
culos del verano, endebles marcas registradas
de cancherismo local, que arruga al primer amague.
Oliva creyó, como Miguel de Unamuno en El Sepulcro
de Don Quijote, que “en cuanto una alucinación
se hace colectiva, se hace popular, se hace
social, deja de ser alucinación para convertirse
en una realidad”. Lo demostró hasta el último
día de su fecunda vida.
Bambú Press
Enrique
Oliva, el viejo guerrero del 45
Julio Fernández Baraibar
Ya han pasado sesenta y cinco años. Los protagonistas
del 17 de octubre de 1945 han comenzado a galopar
en las praderas de Manitú o donde quiera que
se vayan los guerreros de aquella jornada histórica.
Hoy le tocó partir a Enrique Oliva, un gigante
nacido a la historia argentina aquella tarde
de sol.
Enrique Oliva fue peronista desde el día en
que los trabajadores ocuparon la Plaza de Mayo
y entregó su enorme inteligencia, su indoblegable
voluntad y cada hora de su vida a la causa de
la liberación argentina y la unidad de la Patria
Grande.
Cuando la reacción oligárquica, la misma que
hoy intenta maniatar y, de ser posible, voltear
al gobierno de Cristina Kirchner, con la complicidad
de sedicentes peronistas, Enrique Oliva no dudó.
Siguió a Perón en la soledad de su exilio, en
la debilidad del caudillo alejado de su pueblo,
y no hubo dudas en su nacionalismo popular acerca
de quien representaba la aspiración histórica
del pueblo y los trabajadores argentinos. Desde
Madrid y al lado del caudillo popular proscripto
y en el ostracismo, Enrique Oliva fue un militante
fiel y honrado de Perón, tal como lo eran los
millones de argentinos tan proscriptos como
el jefe expatriado.
Fue testigo y actor de los últimos sesenta y
cinco años de política argentina, a la que le
dedicó todo su luminoso cerebro y su patriotismo
sin fisuras.
Cuando lo consideró necesario a los elevados
fines de la causa nacional y popular, Enrique
Oliva se convirtió en François Lepot, un periodista
de Clarín, estacionado en París, desde donde
iluminaba, con información fidedigna, a los
argentinos sobre un mundo que se hacía ancho
y lejano bajo la implacable censura de Videla
y Martínez de Hoz. Su ejercicio de la profesión
hizo evidente que es posible ser periodista
y patriota, que no es necesario sacrificarse
al becerro de oro que ofrecen los grandes monopolios
mediáticos para comprar las conciencias. Si
Enrique Oliva pudo hacerlo, todos podemos.
Patriota como era, su nacionalismo popular –la
razón profunda de lo que es el arcano de la
política argentina: la sobrevivencia del peronismo-
le permitió comprender las razones históricas
de la gesta de Malvinas. Desde su lugar privilegiado
escribió informaciones y análisis que sólo contribuyeron
a consolidar la doctrina nacional sobre esta
causa, la más trascendental de los argentinos.
Imbuido de un fuerte espíritu testimonial, convirtió
su labor periodística en una obligación de cubrir,
para y en nombre del conjunto de los argentinos,
los escenarios centrales de cada momento: la
invasión soviética a Afganistán, el Pakistán
de Zia Ul Haq o la India de Indira Gandhi. Sus
reportajes –que deberían ser de estudio obligatorio
en las escuelas de periodismo-, sus informes
sobre los países en cuestión estaban atravesados
por su patriotismo argentino y suramericano,
para analizar con ojos propios las realidad
lejana.
Ya en la Argentina dedicó sus últimos años a
las causas fundamentales: la cuestión de Malvinas,
la unidad latinoamericana, la reivindicación
de la Batalla de la Vuelta de Obligado.
Fue siempre y por sobre todo un militante. Es
decir tuvo, hasta el triste día de su partida,
lúcido y rebelde, la energía y la voluntad de
un joven veinteañero. Seguramente, ese era su
pacto misterioso que le permitió irse prometiendo
su artículo sobre el petróleo en Malvinas para
mañana.
Afortunadamente, Enrique, las nuevas generaciones
te conocieron y admiraron tu fervoroso espíritu
argentino, esa especie de “punk” irreductible
que, cuando muchos prefieren las pantuflas y
el sofá, te permitía estar presente, bajo la
lluvia, en un acto a don Juan Manuel, a los
caídos en Malvinas o las asesinados el 16 de
junio de 1955 por la Marina de Guerra.
Hoy te hemos acompañado hasta tu descanso final.
Nos encontramos viejos y nuevos militantes y
hablamos de proyectos y propuestas para seguir
el combate. No te lloramos porque sabíamos que
no era eso lo que querías de nosotros. Te recordamos
llenos del humor y el respeto que se les debe
a los grandes guerreros.
Enrique Oliva, hay una nueva generación que,
con hidalguía y valor, se hará merecedora de
tu memoria, la memoria de los jóvenes del 17
de octubre de 1945.
1º de Marzo de 2010
El
peronismo no tiene intelectuales, tiene pensadores
(a propósito de la muerte de Enrique Oliva)
Por Alberto Buela (*)
En el seno de la modernidad, este gran movimiento
que nace casi en la misma época del descubrimiento
de América por los europeos, se da una polémica
ideológica entre dos grandes corrientes de pensamiento:
la ilustración y el barroco.
El mundo de los intelectuales, aquellos que
pertenecen a la república de las letras, forma
parte de la tradición ilustrada que tiene su
esplendor en el iluminismo racionalista de los
siglos XVIII y XIX, cuyas consecuencias politológicas
fueron el liberalismo y el socialismo (sus derivados
como el democratismo y el marxismo).
En este enfrentamiento triunfó la ilustración
cuyas consecuencias, luego de dos siglos y medio
de ejercicio del poder, terminó con la hecatombe
de la Segunda guerra mundial. Es a partir de
allí, cuando los productos más selectos del
racionalismo ilustrado- las bombas atómicas-
muestran de facto sus contradicciones internas.
El peronismo surge como una respuesta, entre
otras, a esta contradicción fundamental del
pensamiento ilustrado y Enrique Oliva nace con
él, en la lejana Mendoza, a la vida política
y cultural del final de la gran guerra.
Oliva nunca fue ni se creyó un intelectual,
siempre se consideró un militante de la revolución
peronista (fue secretario de John William Cooke
y termina ofreciendo las flores de su velorio
a un comedor infantil de un barrio pobre de
la ciudad de Buenos Aires). Fue doctor en dos
disciplinas: la política y las relaciones internacionales.
Secretario académico de la Universidad de Cuyo
y primer rector de la del Comahue. Miembro de
la Academia nacional de periodismo. Fue durante
diecisiete años corresponsal de Clarín en Europa
con sede en París. Allí lo conocí personalmente
en 1981 por intermedio de Osvaldo Agosto, también
un militante de la inconclusa Revolución Peronista.
Firmó como periodista profesional sus artículos
con el pseudónimo de Francois Lepot, que en
argot significa: El compañero.
Agradezco a él que me bajó el copete de la presunción
del doctorado en la Sorbona cuando me dijo:
No te la creas, que los franceses reparten títulos
como galletitas.
Lo frecuenté mucho estos últimos diez años:
En el Instituto Rosas, en el Malvinas, en el
CEES de la CGT y tuve ocasión de pasar cuatro
días juntos en su Mendoza natal donde pude apreciar
al hombre pensador que era. Y enterarme de la
hidalguía de su padre asturiano de profesión
peluquero, de su vida familiar, de la repercusión
que todavía ejercía en su conciencia el asesinato
de Lencinas, cuando Mendoza es intervenida por
Yrigoyen a través de Carlos Borzani cuyo secretario
era Ricardo Balbín. (de estas cosas no se habla
o se las echa al olvido). Compartí con el su
pasión y defensa del mundo criollo-gaucho. No
puedo olvidar su larga y jugosa explicación
sobre la expresión cortar el rastro tan común
en el mundo criollo. Y padeció como pocos la
monserga peroniana, ese mundo de frases hechas
de Perón y Evita que repiten siempre “los intelectuales
peronistas” en un pensamiento que se repite
a sí mismo.
En fin, Enrique Oliva formó, quizás sin saberlo,
parte de ese mundo barroco americano, que dicho
sea de paso fue lo mejor y más auténtico que
dio América, y que el racionalismo ilustrado
e iluminista tanto desprecia por irregular,
imponderable e impredecible.
(*) alberto.buela@gmail.com
Arkegueta, eterno comenzante, mejor que filósofo
Enrique
Oliva ingresó al comando celestial
Gran periodista. Guerrillero Uturunco. Compañero
de utopías.
ENRIQUE OLIVA ¡PRESENTE!
Por Martín García
Falleció juego de sufrir un prolongado conflicto
entre el nervio ciático y sus vértebras, al
que su corazón le dijo ¡Basta! el querido patriota
Enrique Oliva, admirado como periodista bajo
el seudónimo de Francoise Lepot, y reconocido
militante Uturunco de la guerrilla peronista
de los 50 y 60.
Los restos de Enrique Oliva serán velados en
la Avenida Córdoba 5080 de la Capital Federal,
a partir de las 14 horas de este Domingo 28
de febrero de 2010, año del Bicentenario de
la revolución de Mayo, y este lunes 1º de marzo
a las 14:30 serán enterrados en la Chacarita
donde moran muchos de nuestros antepasados.
Sus familiares agradecen no enviar ofrendas
florales. En su lugar, si. lo desean, pueden
donar el equivalente al Comedor Infantil Estrella
de Belén, ubicado en Barrio YPF, Manzana 22,
Casa 46 de la ciudad de Buenos Aires
www.comedorestrelladebelen.blogspot.com
(tel. 011 5 236 5276).
Actualmente Enrique presidía el Instituto Malvinas
e Islas del Atlántico Sur desde el que había
apoyado y luchado junto a los Familiares de
Caídos en el conflicto para imponer su propio
Cementerio por los argentinos que yacen en las
Islas.
También era el Presidente de la Asociación de
la Resistencia Peronista desde donde luchó junto
a David Ramos, Esther El Kadri, Carlos Ponce
y otros grandes compañeros para que se reconociera
la heroica lucha de los defensores de la Democracia
y la Constitución del 49, luego del golpe cruento
de la Revolución Fusiladora, obteniendo en la
Provincia de Buenos Aires y ahora en la Nación
la indemnización que apenas encuentra vivos
a sus heroicos y sacrificados protagonistas.
Había sido un asiduo compañero de utopías en
la Mesa de los Sueños de La Agrupación Oesterheld,
a la que llegó de la mano de Roberto Galán,
cuando se reunían en la Parrilla Rosa de Uriburu
y Peña que engalanaba Helenita Goñi.
Eran los tiempos de Alejandro Olmos y su juicio
por la ilegal Deuda externa contra Martínez
de Hoz y las Juntas Militares a quienes Alejandro
había acorralado con montañas de evidencia hasta
que, sin verlo, (muerto ya), el juez Ballestero
no tuvo más remedio que sentenciar y evidenciar
la patraña de los ladrones de guante blanco
que había controlado la Dictadura del Proceso.
Allí estuvo Enrique Oliva apoyando y acompañando
al Gran Alejandro en sus demandas. La Oesterheld
premiaría a Enrique Oliva con el Gran Premio
del Año 2005 aunque Enrique en los últimos años,
como antes, recibía un homenaje detrás del otro,
en particular en los círculos de los malditos
de la cultura nacional, aunque su ingreso al
mundo virtual de Internet le había abierto escenarios
juveniles multitudinarios y era un hombre reconocido
en todos los estamentos donde se movió.
En el Siglo XXI Oliva había tocado el techo
de los Grandes del Peronismo como Jauretche,
Marechal, Scalabrini y hoy se va como uno de
los más grandes.
Nacido en 1923, era doctor en Ciencias Políticas
y fue docente y secretario general de la Universidad
Nacional de Cuyo (hoy de Mendoza).
Después del 55 y en el exilio fue cercano compañero
de José María Rosa. En Madrid recibió el título
de Conde Duque de Oliva, por una broma de un
compañero de penurias. Eso le valió algunos
privilegios en la pensión en que estaba refugiado.
Vuelto a la Patria, participó de la gesta del
comandante Uturunco, precursor de la lucha popular
armada en la Argentina.
Más adelante, aunque no domesticado, a partir
de 1964 fue fundador y primer rector de la Universidad
del Neuquen, siete años después convertida en
la actual Universidad Nacional del Comahue.
Funcionario fundador del Conicet en 1951, ejerció
la Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio
de Relaciones Exteriores y Culto y entre 1991
y 1999 se desempeñó como asesor presidencial
con rango de secretario de estado.
Como corresponsal de Clarín en Europa durante
15 años, hizo conocido el pseudónimo de François
Lepot (para evitar la censura de la dictadura
criminal de 1976).Sus artículos de entonces,
hoy son de colección y los que escribiera en
las redes de noticias nacionales y populares,
estos años, son de culto.
Sus crónicas de la Guerra de Malvinas de 1982
son imprescindibles. Cubrió distintas guerras
y cumbres y entrevistó a personajes internacionales
relevantes como presidentes y primeros ministros
de Europa y otros continentes, incluidos Indira
Gandhi en la India y Simon Peres en Israel.
En 1986 fue el primer periodista argentino que
piso suelo de las Malvinas después de la guerra.
Dedicado preferentemente al análisis político,
ha escrito varios libros dentro de esa tesitura,
tales como Política de Negocios, Política Universitaria,
La guerra revolucionaria en los Estados Unidos,
De Gandhi a Goa, En el Golfo, Malvinas: el colonialismo
de las multinacionales, Desde Londres y Vida
Cotidiana. El Rey De Araucanía Y Patagonia constituye
un singular trabajo de reconstrucción histórica.
Allí contaba la estafa que se quería consumar
con este personaje pintoresco que era avalado
por los intereses franceses e ingleses en la
Patagonia. Enrique no solo escribió el libro
sino que financió de su bolsillo el juicio que
le hizo -ya que este pintoresco personaje que
se autoproclamaba Rey había empapelado Europa
con títulos de nobleza sobre el territorio patagónico,
hasta que lo liquidó jurídicamente mostrando
la oscuridad de su pretensión. Oliva ocupaba
hoy en día, el sillón Manuel Láinez en la Academia
del periodismo.
Nunca me olvidaré de sus charlas sobre Manuel
Ugarte acerca de las correrías amorosas del
gran socialista nacional a la par de su galantería
y discreción, sentados en el café La Biela,
con un café de por medio.
Deja a sus hijos Maite, recién llegada de España
( Enrique acababa de recibir la noticia de un
nuevo bisnieto) y Pancho henchidos de amor y
de orgullo, ya que su padre fue un padre muy
querido y un patriota amado.
Enrique había dicho en oportunidad del Comandante
Faber de Uturuncos -Seguramente, se mantendrá
en la memoria de cuantos humildes criollos lo
conocieron.
Así será con Enrique Oliva. Gran periodista.
Guerrillero Uturunco. Compañero de utopías
ENRIQUE OLIVA ¡PRESENTE!
Tu nombre será inscripto por el Pueblo de la
Patria en el carro de la victoria para memoria
de los hijos de los hijos de los hijos de esta
tierra para que nunca sea una colonia la Patria
Grande.*
Los Compañeros María Julián Chequer, Pancho
Pestanha, José Luis Di Lorenzo y Enrique Manson
aportaron a este relato.
Murió
François Lepot, soldado de Perón
Enrique Oliva, periodista, gran escritor, compañero,
amigo y maestro, fue toda la vida un militante
ejemplar, que resistió la opresión y el vasallaje,
empuñando el amor a la causa del pueblo como
espada, antorcha y para la liberación a la que
nunca renunció. A modo de homenaje y apretada
síntesis de su personalidad y obra transcribimos
los fundamentos de la Ley de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires que lo acababa de declarar CIUDADANO
ILUSTRE.
Proyecto propiciado por Francisco Pestanha en
representación de los pensadores nacionales,
que impulsado legislativamente por la Diputada
de la CABA Silvina Pedreira, fue aprobado por
la LEGISLATURA DE LA CIUDADA AUTÓNOMA DE BUENOS
AIRES-
Art. 1°: Declarase "Ciudadano Ilustre" de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires al destacado
periodista y abogado Dr. Enrique Oliva.
FUNDAMENTOS:
Señora Vicepresidente 1º:
Elevo este proyecto de ley con el fin de declarar
ciudadano ilustre al Dr. Enrique Oliva por su
impecable trayectoria como periodista, escritor
y por sobre todo como participante activo en
la construcción del proyecto nacional.
Nació en 1923, abogado, doctor en Ciencias Políticas,
licenciado consular, escritor, ensayista y periodista,
fue docente de enseñanza media y universitaria.
En 1951 el Gral. Perón crea el CONICET donde
el Dr. Oliva fuera funcionario fundador.
Dentro del ámbito académico fue Secretario General
de la Universidad Nacional de Cuyo (hoy de Mendoza)
y a partir de 1964, fundador y rector de la
Universidad del Neuquén, la que se convertiría
siete años después en la actual Universidad
Nacional del Comahue. Cuando organizaba esta
casa de estudios dijo algo que lo refleja y
demuestra su más intimo pensamiento nacional:
"Quiero traer a los doctores y a los catedráticos,
pero también quiero traer a los gauchos del
interior y a los mapuches, para que nos enseñen
lo que saben. Los machis (sacerdotisas) saben
más de las enfermedades cordilleranas que los
médicos”. Y finalmente lo concreto.
También integró el plantel docente de la Universidad
Nacional de Morón.
Desde su actividad de periodista que ejerció
desde temprana edad, llego a ser Miembro de
la Academia Nacional de Periodismo, donde hoy
ocupa el sillón “Manuel Lainez”
Fue presidente de la Asociación de la Prensa
Latinoamericana en Francia entre 1977 y 1987,
en esa oportunidad a raíz de su exilio fue corresponsal
de Clarín en Europa donde escribió bajo el pseudónimo
de “Francois Lepot” por más de 15 años.
Entre algunos de los artículos periodísticos
que el Dr. Oliva ha publicado pudimos deleitarnos
con:
Fuerza Aérea Argentina habilitó el aeropuerto
de Lewis en la Patagonia.
Malvinas y la violación de derechos humanos.
Davos y las multinacionales del colonialismo
Belém y el Foro Social Mundial de los Pueblos.
Malvinas y Gibraltar ante el colonialismo de
las multinacionales.
Bicentenarios.
Crisis mundial en plena guerra fría, crece la
autonomía latinoamericana en política exterior.
Crisis mundial 2008 “Lo peor está por venir”.
Crisis mundial sin salida a la vista.
Crisis provocada por la mafia bancaria “Bancgsters”
la llamaba Franklin Delano Roosevelt.
Plataforma continental.
Bolivia, donde se juega la Patria Grande.
La furia de los que se levantan temprano.
Golpe a la usura internacional.
Perón y la ciencia otro ejemplo de estadista
visionario.
Volver al Coronel Perón.
Prologo.
1955 – Granaderos de San Martín muertos en cumplimiento
de su deber.
“Querido Ceferino” ¡No te dejes hacer rubio!
Indígenas enfrentados a un rey.
Un gran olvidado General Edelmiro Juan Farrell.
En lo que se refiere a su trayectoria militante,
Enrique Oliva desempeñó un papel fundamental
en la Resistencia Peronista, dirigió el periódico
“El Grasita” y colaboró en muchas publicaciones
clandestinas.
El 30 de mayo de 1956 Oliva cayó detenido, optando
luego por el exilio, pasando por varios países
hasta afincarse en Venezuela donde tuvo la oportunidad
de acompañar al Gral. Juan Domingo Perón y a
John W. Cooke.
Cuando regresó al país en 1960 fue detenido
en Corrientes, estuvo preso alrededor de cuatro
años y finalmente luego del golpe militar del
76 detuvieron a su hijo dirigente de la Juventud
Peronista, también secuestraron a una hija y
su esposo, aunque posteriormente fueron todos
liberados, la familia decidió finalmente exiliarse
en Francia.
Cubrió distintas guerras y cumbres, entrevistó
a personajes internacionales relevantes como
presidentes y primeros ministros de Europa y
otros continentes, incluidos Indira Gandhi en
la India y Simón Peres en Israel. Entrevistó
a Lech Walesa en la huelga de los Astilleros
Lenín de Gdansk-Polonia. Acompañó en distintas
giras al Papa Juan Pablo II y a los presidentes
franceses Valery Giscard D´Estaing y François
Mitterrand.
En 1986 fue el primer periodista argentino que
pisó suelo de las Islas Malvinas después de
la guerra, lo cual motivó varios libros sobre
este tema.
Radicado ya en el país, ejerció la Dirección
de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones
Exteriores y Culto; entre 1991 y 1999 se desempeñó
como Asesor Presidencial con rango de Secretario
de Estado.
Dedicado preferentemente al análisis político,
ha escrito varios libros, tales como:
"Política de Negocios"
"Política Universitaria"
"La guerra revolucionaria en los Estados Unidos"
"De Gandhi a Goa"
"En el Golfo", "Malvinas: el colonialismo de
las multinacionales"
"Desde Londres"
"La Vida Cotidiana"
"El rey de Araucanía y Patagonia" (que constituye
un singular trabajo de reconstrucción histórica),
La identidad de los argentinos: sus virtudes
y peligros, etc.
Obtuvo los premios periodísticos Oesterheld
en 2001 y 2003.
Enrique Oliva, periodista, gran escritor, compañero,
amigo y maestro.
Por todo lo expuesto, y dada la trayectoria
del Dr. Enrique Oliva solicito se declare ciudadano
ilustre, aprobando este proyecto de ley.
Buenos Aires, 28/02/2010
Lo Social - Buenos Aires / Argentina
Enrique
Oliva
Por Daniel Brión
EL sábado 27 de febrero de 2010, por la noche,
el querido maestro Dr. Enrique Oliva, Don Enrique
para quienes lo respetamos y queremos, se ha
integrado al Comando Celestial.
Nació en 1923, fue doctor en ciencias políticas,
docente y secretario general de la Universidad
Nacional de Cuyo (hoy de Mendoza), a partir
de 1964; fundador y rector de la Universidad
del Neuquén, siete años después convertida en
la actual Universidad Nacional del Comahue.
Funcionario fundador del Conicet en 1951, ejerció
la Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio
de Relaciones Exteriores y Culto y entre 1991
y 1999 se desempeñó como asesor presidencial
con rango de secretario de estado.
Como corresponsal en Europa, durante quince
años, hizo conocido el seudónimo de François
Lepot con el que escribía frecuentemente (en
Clarín), tratando de esquivar la represión de
las dictaduras que lo perseguían.
Dedicado preferentemente al análisis político,
ha escrito varios libros dentro de esa tesitura,
tales como Política de Negocios, Política Universitaria,
La guerra revolucionaria en los Estados Unidos,
De Gandhi a Goa, En el Golfo, Malvinas: el colonialismo
de las multinacionales, Desde Londres (el día
a día de la guerra por las Malvinas) y Vida
Cotidiana, así como El rey de Araucanía y Patagonia
que constituye un singular trabajo de reconstrucción
histórica.
Secretario de la Universidad de Mendoza y joven
colaborador del general Perón en su primera
presidencia, fue fundador de la Resistencia
Peronista, creando primero, con la especial
aprobación del mismo Perón, los Comandos Coronel
Perón, inicio de la resistencia organizada.
Y luego los UTURUNCOS, participando desde siempre
en las luchas por la recuperación de la democracia
y la vigencia de la Constitución Nacional.
Preso en durísimas condiciones, condenado bajo
el régimen CONINTES de la administración Frondizi,
a seis años de cárcel, fue amnistiado en 1964.
En el exilio fue cercano compañero de José María
Rosa. En Madrid recibió el título de Conde Duque
de Oliva, por una broma de un compañero de penurias.
Eso le valió algunos privilegios en la pensión
en que estaba refugiado.
Periodista, que se valió del seudónimo de Francois
Lepot para evitar la censura de la dictadura
criminal de 1976, trató a figuras internacionales
de la jerarquía de Giscard d'Estaing, Chirac,
Breznev e Indira Gandhi (que le confesó, off
the record, que Mahatma no era en realidad su
personalidad más admirada).
Últimamente Oliva se desempeñaba como presidente
del Instituto Malvinas, presidente de la Comisión
de homenaje a José María Rosa, miembro del Instituto
Nacional Juan Manuel de Rosas y miembro destacado
de la Comisión Nacional Permanente de Homenaje
a la Vuelta de Obligado, además de crear y presidir
la Comisión de la Resistencia Peronista (RESISPER).
Gracias a esta inquietud, el Congreso de la
Nación y el de la Provincia de Buenos Aires,
han reconocido, reivindicado y reparado económicamente
a miles de compañeros que habían participado
en el Luche y vuelve y en los heroicos dieciocho
años de resistencia, que habían sido dejados
de lado por toda la legislación vigente, que
reparaba sólo a quienes sufrieron desaparición,
pérdida, captura, tortura, etc, únicamente durante
la última de las dictaduras.
Fue en tal circunstancia que recibió un diploma
por su abnegada tarea en las luchas por la recuperación
de la democracia, otorgado por el H. Senado
de la Nación, votado por unanimidad y la única
abstención de la senadora María Eugenia Estenssoro
(Coalición Cívica, Ciudad de Buenos Aires)
Hoy, seguramente, se ha encontrado con su amigo
José María (Rosa) con Don Fermían (Chávez),
con la querida Evita, con mi viejo (a quien
también conoció en 1956), y hasta con El General
que le debe estar diciendo: “…vió Don Enrique
finalmente volvemos a estar juntos, gracias
por no haberme olvidado nunca y haber querido
hacer respetar mi Doctrina y la causa nacional
…”
Se nos fue un compañero, un maestro, un nacional,
un luchador incansable por la soberanía y por
la Patria grande.
Don Enrique Oliva, un nacional, un compañero
peronista, un maestro presente, ahora y siempre.
28/2/10