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El
traje del presidente
Por Veronika Engler
Todos sabemos que no solo los soldados rasos de nuestra patria navegan en la
pobreza, la mayoría de nuestra gente lo hace, un buen porcentaje vive en la
indigencia, casi todos ellos votaron a José Mujica. Desde que nuestro flamante
presidente pronunció su primer discurso, está congraciándose de forma
consecuente con los militares. Como presidente de todos no debería siquiera
pensar en entregar una lucha que no es ni ha sido de índole personal, nos
pertenece a todos. Una lucha de muchos años y mucho dolor, cuyo fin es saber la
verdad y obtener justicia, no venganza.
Los esfuerzos destinados a atender la pobreza y la indigencia extrema, hasta el
momento no han sido suficientes, no se destinaron los fondos ni se utilizaron
las “cabezas” necesarias para que la misma disminuyera de forma significativa y
real. Lo digo con conocimiento de causa porque es un hecho al que me enfrento
todos los días, podría nombrarles un sinfín de casos concretos que conozco a
fondo, localizados en el barrio, en el ámbito laboral y en muchas esquinas de
Montevideo. Esa realidad es la violencia que impera en nuestra sociedad y la que
genera más violencia, debería ser un tema en el que todos estemos comprometidos,
pero hay otros temas, también de fundamental importancia que no se pueden
ignorar o pasar por alto.
La lectura de las transcripciones de los discursos del presidente, conlleva
preguntarse que implica la “unidad nacional” en el contexto de la impunidad, no
creo que todos estén dispuestos a aceptar que nos cubran con un manto de olvido
y mentira para alcanzar dicha unidad. Le guste o no le guste a Mujica, reniegue
o no de la historia, él la vivió. Pero no con cuatro o cinco más...con gran
parte del pueblo, muchos no están vivos para contarlo, unos sufrieron más, otros
menos y algunos salieron ilesos. Queremos que la Justicia tenga las manos libres
para indagar y juzgar aunque sabemos de sobra que eso no revive a nuestros
muertos, no borra el sufrimiento ni devuelve años perdidos, pero si nos vuelve
íntegros. La mentira solo acarrea dolor y genera más mentiras. Cuando ocultamos
lo que pasó, estamos mintiendo, y lo que es peor, estamos encubriendo y siendo
cómplices de los crímenes, los perpetuamos y dejamos su esclarecimiento
pendiente, como una herencia maldita a los que vendrán, porque si de algo
podemos estar seguros es que esta búsqueda no termina aquí.
La “teoría de los dos demonios”, tan erróneamente aplicada a este caso, no es
válida para justificar el olvido de toda la sociedad. El 48 % de los votantes de
nuestro país reclamó justicia, el resto no se manifestó, por desacuerdo, falta
de información u otras razones (no había papeleta por el “No”). Ese 48% es, de
cualquier manera, un número lo suficientemente significativo como para ser
tenido en cuenta. También existen los compatriotas que viven en el exterior y no
pudieron llegar hasta nuestro territorio a manifestarse, esos que son uruguayos
cuando los necesitamos para mejorar la economía o el prestigio de nuestro país,
pero son de palo cuando tienen que opinar y decidir, criollos con voz, pero sin
voto. ¿No se pregunta el presidente que sienten las madres y familiares frente a
su estrategia de política conciliatoria?. O cuando se busca dejar contentas a
las FFAA que obviamente son más poderosas y peligrosas que el pueblo que aún
busca la verdad y ya fue pisoteado por ellas.
En algo estoy de acuerdo con el señor Mujica, hay gente a la que no le gusta lo
que dice, muchos de ellos fueron considerados compañer@s no hace tanto tiempo
atrás, era la época en que se pregonaban otros valores y se valoraban otras
cualidades. Ojalá haya much@s compañer@s que le recuerden que gran parte de sus
votantes bregan por Verdad y Justicia. Muchos somos además conscientes del
bochornoso boicot que hubo de parte de algunos sectores del progresismo contra
el voto rosado.
La historia no es un obstáculo, debe ayudarnos a construir, a no dejar que
caigamos en los mismos errores, nos libra de caminar junto a sádicos
torturadores y violadores. Crímenes por los cuales, sin cuestionamientos o
dudas, se condena a cualquier otro ciudadano que no sea militar. El hecho de que
esos crímenes hayan sido cometidos en nombre del Estado torna más terrible el
hecho de que se exonere a los culpables de ser juzgados y castigados, debería
justamente ser al revés. El mismo Mujica fue apresado, encarcelado y torturado
por sus ideas y su actuar, él no tuvo chance de apelar a la justicia porque esos
que hoy defiende, no lo permitieron, y lo mismo le sucedió a miles de uruguayos
a lo largo y ancho del país.
Para que nuestros hijos sean mejores que nosotros, tenemos que entregarles esa
verdad, tenemos que enseñarles a buscarla, tenemos que enseñarles que siempre
hay un camino de justicia para recorrer. L@s jóvenes lo saben, lo vimos en la
multitudinaria marcha que hubo por Verdad y Justicia, lo vimos el domingo en el
festejo de los 25 años de la liberación de los últimos presos políticos, donde
estaban presentes tres generaciones.
No olvidemos además de que Uruguay viola los convenios internacionales que firmó
con respecto a los delitos de lesa humanidad. Eso no se nombra en los discursos,
eso no importa. No importa tampoco el sufrir de l@s compañer@s, de las familias
de quienes lucharon con él, no importa soltar a los asesinos, torturadores y
“verdugueadores” de este pueblo, entonces ¿qué podemos esperar? Por mandato de
un hombre (por más presidente y ex guerrillero que este sea), no se olvida el
dolor, ni sanan las heridas. El dolor no se acaba por decreto ni lealtad
política partidaria. No es juez, pero es un presidente que sabe mucho de dolor y
de pérdidas, entonces debería dejar manos libres a la justicia, a los jueces,
anular la ley caduca y respetar los acuerdos internacionales.
Paradójicamente, los ejemplos que nombra del mundo, demuestran que por más que
se obligue al silencio, por más que se amordace al pueblo, la búsqueda por la
verdad siempre escapa a la censura, es lo que pasó en España, a décadas de la
guerra civíl las personas sienten aún esa necesidad. Por suerte la naturaleza
humana nos conduce a esa búsqueda, esto también es constatable. Sería como pedir
a los Palestinos que permitan que Israel los domine, que dejen de tirar piedras
y olviden el genocidio que allí se está cometiendo, que olviden a sus muertos y
entregue sus derechos y principios para buscar la “paz”... Con este criterio
también debemos olvidar el holocausto, la inquisición y todas las atrocidades
cometidas por los hombres en nombre de religión o política. Darle la espalda a
los familiares de los desaparecidos, no buscar más niños secuestrados,
convertirnos en un pueblo sin historia ni memoria, o inventar una nueva historia
que pase mejor a los planes del gobierno.
Si Mujica quiere perdonar de forma personal lo que los milicos le hicieron a él,
tiene todo el derecho de hacerlo, de forma pública o privada, pero no debería
intentar hacerlo por los demás, no debería sentir que posee esa potestad. Si él
tiene que demostrar frente a las FFAA que ya no es un peligro y que está
dispuesto a ceder principios fundamentales para gobernar, entonces prefiero a
los partidos tradicionales, de ellos lo esperábamos, contra eso estábamos
acostumbrados a luchar y luchabamos unidos. Lo que pasa hoy es realmente
doloroso y bizarro. Uno de los hombres que fue rehén de la dictadura hace causa
común con el ejercito, lo apadrina pasando por encima de las víctimas que
padecieron su arbitrariedad e inclusive de quienes lo situaron en el sillón
presidencial. ¿Será que estamos presenciando el entierro de los principios y
valores de la lucha de la izquierda en nuestro país?.
El camino que propone, es el que según él mismo reconoce, ya fue ensayado en
este país por los partidos tradicionales, un camino que no le sirvió antes a la
izquierda, ¿que pase mágico hemos dado para encontrarnos proclamándolo hoy,
cuando antes lo rechazamos con razones más que válidas?, ¿cómo se resuelve esa
ecuación?
El que discrepa no es necesariamente un enemigo, dice un presidente que cada vez
está más cerca de la derecha y es más aplaudido por quienes integran sus filas.
Lógicamente esto conlleva a que los discrepantes seamos de izquierda, de esa
izquierda que antes defendió, somos también sus protagonistas: expresos,
exexiliados, madres, hij@s, nietos, familiares en general, ciudadanos
conscientes y solidarios, provenimos de distintas generaciones, pero todos
tenemos algo en común; por voluntad propia o ajena, nos tocó ser parte de esa
historia regada con sangre hermana que hoy se quiere olvidar.
No se puede justificar el actuar de los asesinos. ¿Se acuerdan cuando en la
escuela nos enseñaban una historia inventada y nos hacían repetir en época de
dictadura que estábamos en democracia?, parece que vamos a seguir disfrazando la
historia, contando un cuento de hadas donde “todos vivieron felices comiendo
perdices”, verdugos y víctimas en un gran abrazo inventando un país de Hansel y
Gretel, todo chocolate y caramelo... En esta nueva historia, Raúl Sendic es un
viejo campesino y bonachón, ninguneado y casi olvidado, en esta historia la
“nobleza” de unos pocos abre el camino al paraíso sin pasar por el purgatorio.
Los que estuvieron en el infierno, que se embromen...no me acuerdo si esa
historia fue cierta o me la contaron ellos mismos en otra época, pero hoy tengo
la extraña sensación de que me durmieron con muchos cuentos.
Que manera tan curiosa de salir del dolor. “Los soldados no deben cargar con
ningún fardo”, debemos aumentar sus sueldos y mejorar su calidad de vida.
Cualquiera pensaría que es una recompensa (habría que ver si vamos a pagar por
su docilidad o por su olvido) Soltamos o aliviamos la ya bastante cómoda cárcel
de los que están presos (asesinos probados aunque Azucena Berruti diga lo
contrario). A esta velocidad, el próximo paso será revisar si no le quedó a
algún expreso de izquierda alguna cuentita por pagar, nunca es tarde para
saldarla, a menos que sea uno de los que ya no están entre nosotros (una lista
bastante larga).
Este gobierno arranco con una fuerza demoledora e inaudita, sin tapujos,
mostrando la necesidad y voluntad de compromiso con las FFAA. El discurso
inicial del presidente nombra a “nuestros pobres soldados”, los saluda, los
levanta, los redime, pero ni una sola mención a l@s compañer@s o al reclamo del
pueblo por una Justicia que cada vez se ve más lejana.
Si José Mujica sigue por este camino que el mismo describe como dar un paso más
que Tabaré, un obvio paso hacia la derecha y el razonamiento “cuasi” fascista
que tanto repudiamos. Si dejamos de alucinar con falsas expectativas y de buscar
justificaciones a hechos injustificables, la lógica a la que nos puede conducir
nuestros valores humanos y nuestra integridad, debería conllevar a que la
“soledad de la Presidencia” se intensifique si no hay un cambio. Pero existe
otra lógica aún más probada, y es la lógica del poder y de quienes quieren a
toda costa estar cerca del mismo. Espero que muchos de los que antes pedían
Justicia no “hagan la vista gorda” y se enreden en mil explicaciones de
altruismo y perdón. Que no suceda como en el cuento del traje del rey, que para
agradar al monarca y no quedar fuera de su círculo, o pasar a ser impopulares,
vamos a gritar “viva el rey y su traje”, cuando en realidad el gobernante está
paseando su desnudez ante nuestros asombrados ojos.
Que pena tener que verlo, que infinito dolor escuchar a uno de los nuestros
proclamar este tipo de cosas, que vergüenza siento frente a las madres que están
aún más viejitas que los militares que se quiere defender, frente a los hijos
que se criaron sin sus progenitores, frente a la memoria de nuestros muertos y
frente a todos esos lugares que siguen vacíos y que hoy se quieren ocupar con
interrogantes y mentiras, frente a nuestro pueblo. No dejemos que nos roben
nuestra historia y nos hagan ver un traje que no existe.
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