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El
ADN de la ley de Medios
Por Luis Gerardo Del Giovannino*
En el fondo es una cuestión de sangre, de identidad, de poder saber que somos,
mas allá de lo que quisiéramos ser o quizá aún peor, “de lo que nos quieren
imponer que seamos”.
Se discute en el mundo de la historia del derecho si en verdad existe el
progreso en las normas jurídicas, que a pesar de los terribles encontronazos y
retrocesos podría apreciarse un avance hacia una mayor belleza y verdad,
racionalidad y humanidad en sus contenidos. Aunque a veces los hechos nos
demuestran que esa creencia es quimérica y que el derecho solo persigue un
objetivo y que ese objetivo al que se llega por caminos sembrados de obstáculos,
malentendidos y deslumbramientos, es el mismo principio del que ha partido y del
que apenas ha llegado, debe volver a partir.
La legitimidad de las normas no radica en la belleza y humanidad de su contenido
sino en la posibilidad de ser aplicadas eficazmente con razonabilidád y
conciencia de la comunidad en donde se ha dictado. Sobran los ejemplos de leyes
ejemplares como la mismísima constitución social del cuarenta y nueve, que cayo
juntó con el golpe de estado del cincuenta y cinco y solo dejó, un bis en el
articulo catorce de la constitución actual, como mudo testigo de un país que
pudo ser y no fue; o los innumerables tratados internacionales que pese a formar
parte de nuestro sistema jurídico sus aplicaciones muchas veces brillan por su
ausencia,
Por eso la necesidad de la militancia, esta visto que no alcanza su
promulgación, solo se ha llegado a un lugar desde donde hay que volver a partir.
La conquista de la conciencia, la lucha por el pensamiento crítico, la
posibilidad de reflexionar sobre lo que nos pertenece, la discusión y el acuerdo
de manera continua forman parte de la batalla por aquella revolución constante
que resulta nuestro desafío de cada día.
¿Alguien puede decir a conciencia que el decreto ley de la dictadura es mas
bello, racional y humanitario que la ley de medios de comunicación audiovisual,
promulgada en democracia? Entonces solo queda criticar las formas y no los
contenidos que despiertan una recuperación popular de la soberanía sobre la
propiedad y manejo de los complejos monstruos de la comunicación audiovisual que
van moldeando sigilosa y arbitrariamente los humores de la opinión pública a
través de la opinión publicada.
Lo mas curioso es que el decreto de la dictadura sobrevive gracias a las
nefastas consecuencias que sembró la junta militar que lo dictó, como si fuera
una maldición más, hoy treinta y tres años después, jueces vinculados a la
violación de los derechos humanos, negocian su impunidad para no llegar al
juicio político, extorsionando al gobierno con la aplicación o no de la nueva
ley; o la más impensada de las paradojas, el mayor multimedio del país, quien
debe iniciar la pronta reducción de sus activos que lo han colocado en una
posición dominante en el mercado mediático, se encuentra jaqueado por la
búsqueda de la identidad de sus propios herederos, cuya sangre le correspondería
a aquellos que fueran torturados, muertos y desaparecidos durante la misma
dictadura.
Tarde o temprano la discusión por la nueva ley llegará a la Corte, como llegará
también el pedido para conocer la verdadera identidad de los menores apropiados
por la Sra. de Noble, como llegó la obediencia debida y el punto final, ojala no
sea tarde, pero tampoco podemos pensar que su sentencia cambie mágicamente la
visión de miles de argentinos que mansamente aceptan cada día ser como Su,
almorzar como Mirta, divertirse como Marcelo y enamorarse como Ricardo. Los
modelos se imponen y nadie cree que sean malos en si mismo, lo que sucede es que
cuando alguien ocupa un lugar en nuestra agenda mental es muy difícil
desalojarlo, ¿o serán parte de nuestro ADN ? en todo caso habrá que volver a
partir en busca de una identidad más genuina.
marzo 2010
*Abogado. Locutor Nacional. Profesor
Mar del Plata
delgiovannino@copefaro.com.ar