Obra
y legado de Juan Manuel de Rosas en el bicentenario
Por Aritz Recalde* | CEHA | Abril 2010
Rosas y su contexto histórico
Rosas y el frente político interno. El contexto de asunción de los dos
gobiernos de Rosas está estrechamente ligado a los conflictos políticos
internos entre unitarios y federales: ocupó el primer gobierno en el
año 1829 luego del asesinato de Manuel Dorrego y en el año 1835 lo hizo
tras la ejecución de Facundo Quiroga. La acción disgregadora y violenta
de los unitarios, que no por casualidad fueron tildados de “salvajes
unitarios”, operó como un fuerte escollo para la unidad e integración
nacional. A dicho conflicto, se le sumó la existencia de divisiones
en el frente político federal entre figuras disimiles como eran Estanislao
López en Santa Fe, Juan B. Bustos en Córdoba, Gervasio Artigas en la
Banda Oriental o Manuel Dorrego[1]. El gobierno de Bernardino Rivadavia
(1826-27) exacerbó el enfrentamiento interno del país a partir de sus
iniciativas de crear un Banco privado (Banco Nacional), de contraer
empréstitos onerosos con Inglaterra, de hacer negocios mineros con la
Mining en La Rioja, de promover la Constitución unitaria de 1826 o permitiendo
que Uruguay se separe del país pese al triunfo militar argentino. La
gestión unitaria colocó en pie de guerra a las provincias frente a Buenos
Aires poniendo en peligro la unidad territorial. Otro conflicto que
enfrentó Rosas fue la compleja relación existente entre los pueblos
originarios y la forma de vida de los criollos americanos. La economía.
Las guerras de la independencia y el libre cambio comercial inaugurado
en 1809 y ratificado en 1811 y 1813 (Primer Triunvirato) deterioraron
la estructura productiva del país. Los costos humanos y económicos de
la independencia implicaban la necesidad de aunar voluntades para reconstruir
el continente. Por el contrario, los proyectos unitarios se abocaron
a profundizar los conflictos políticos internos, priorizando sus intereses
de clase sobre los del país. Estas acciones incluyeron la negativa de
Buenos Aires de financiar a San Martin en la guerra contra los realistas
del Perú o la acción del Banco rivadaviano que no apoyó a Dorrego en
la guerra contra el Brasil. Asimismo, el librecambio impulsado por los
unitarios fue un medio de destrucción de las economías artesanales del
interior del país. Rosas y el frente político externo. Rosas asumió
su primer gobierno en el marco de una profunda crisis política del continente.
El resultado de las guerras de la independencia y de la gestión del
gobierno de Rivadavia, fueron perjudiciales para el funcionamiento del
país y la región. El antiguo Virreinato del Rio de La Plata creado en
el año 1776 para detener el avance portugués, se fragmentó y lejos de
contener la acción del imperio lusitano, se encontraba debilitado frente
a sus operaciones en la cuenca del Plata. La guerra con Brasil del año
1827 ocasionada por la ocupación del Uruguay o la participación lusitana
y británica en la Batalla de Caseros de 1852, son elementos fundamentales
a tener en cuenta para comprender el proceso rosista. Del antiguo Virreinato
se produjeron las escisiones del Paraguay, del Alto Perú, el Uruguay
y de las Provincias Unidas. Asimismo, Rosas debió enfrentar una guerra
contra el mariscal Santa Cruz de la confederación peru – boliviana,
que intentó apoderarse los territorios de Jujuy y de Salta. A dicha
complejidad, se le sumó la acción de los imperialismos Europeos que
en la misma época ocuparon territorios en Asia y África y los mantuvieron
hasta entrado el siglo XX[2].
Rosas y sus acciones de gobierno.
Rosas y el frente político interno. La primer tarea que desarrolló Rosas
fue la de promover la unidad de los federales. Lo rubricó con la firma
del Pacto Federal de 1831[3] entre Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires,
a la cual se sumo Corrientes y el conjunto de las provincias argentinas.
Unificado el frente político, Rosas y los federales enfrentaron y derrotaron
militarmente a los Unitarios expresados en José María Paz. Estas acciones
oficiaron como un elemento de unidad nacional y permitieron la reconciliación
entre Buenos Aires, el litoral y el interior. A partir de aquí, Rosas
inició una acción política con los pueblos originarios que se caracterizó
por la negociación y el enfrentamiento[4]. La primera modalidad implicó
el reconocimiento de las comunidades, su integración a las tareas de
las estancias, la entrega de bienes materiales –cabezas de ganado, etc.-
o la vacunación de sus miembros. Con otro grupo de indígenas ligados
al tráfico comercial con Chile, desarrolló una tarea de hostigamiento
y persecución (campañas de 1833). Para alcanzar su finalidad Rosas motorizó
a los sectores populares, cuestión que le valió duras imputaciones de
Alberdi que lo acusó críticamente en la obra Derecho Publico Provincial
Argentino de aplicar el sufragio universal y de apoyarse en el “populacho”.
La economía. En su primer gobierno (1829-32) Rosas no innovó demasiado.
Es a partir del año 1835 con la sanción de la Ley de Aduanas, cuando
Rosas inició una nueva etapa en la política del país caracterizada por
proteger y promover la industria artesanal y la estancia capitalista.
Asimismo, Rosas incautó el Banco Nacional de Rivadavia y creo la Casa
de la Moneda que dio credibilidad a nuestro patrón monetario. Cancelo
la hipoteca de nuestro suelo realizada por Rivadavia e intentó cobrar
el canon de enfiteusis, lo cual lo enfrentó a los grandes terratenientes
(“Libres del Sur”). Derrotados los latifundistas Rosas desarrolló una
política de entrega de tierras a colonos y a militares que fueron apoyados
con créditos de la Casa de la moneda. En el año 1837 prohibió la salida
de oro y plata para frenar su fuga al extranjero y el defalco del país.
La aplicación de la Ley de Aduanas se vio obstruida en parte por las
agresiones imperialistas inglesas y francesas. Rosas y el frente político
externo. Una vez que Rosas consiguió la unidad de los federales y de
las provincias, inició las acciones para organizar el Sistema Americano
que consistió en reunir en un régimen federal al antiguo Virreinato.
En este marco, se enfrentó y derrotó al imperialismo francés que protagonizó
el bloqueo de 1838 y al anglo francés de 1845. La acción antiimperialista
de Rosas fue reconocida por José de San Martín que se ofreció a combatir
a Inglaterra y a Francia y le entregó su sable utilizado en la Independencia
de Chile, Argentina y Perú a modo de reconocimiento[5]. El paso siguiente
era vencer al imperio portugués y por eso se le declaró la guerra en
1851. Con estas y otras finalidades, mantuvo el control de la Aduana
desde Buenos Aires, cuestión que lo enfrentó a otras provincias. Las
acciones ideológicas[6], comerciales y políticas de los unitarios, la
derrota de Oribe en Uruguay, el imperialismo británico y los errores
y traiciones políticas de Urquiza y el Ejercito Grande, le impidieron
culminar su obra que se vio interrumpida en la batalla de Caseros. Lo
que vino después es conocido por todos: los países del Virreinato separados[7]
y sumergidos en el subdesarrollo y la violencia en las batallas de Pavón,
en la Guerra de la Triple Alianza y en las políticas de la presidencia
de Bartolomé Mitre.
Batallar por la unidad nacional y la del continente, promover la lucha
anti imperialista por todos los medios y defender nuestras industrias
movilizando a los pueblos, es parte del legado de Juan Manuel de Rosas
en el bicentenario.
[1] No fue fácil ni lineal la relación entre los dirigentes políticos
federales que Rosas reunió para organizar el país. Por ejemplo, Bustos
desde el Ejército del Norte se enfrentó a López y éste último había
combatido contra Artigas luego del Tratado de Pilar.
[2] Las potencias expandieron sus territorios coloniales en paralelo
a su agresión al continente americano y a Rosas. Francia y por citar
un caso, ocupó Argelia desde 1830 e Inglaterra tomó posesiones en Egipto
(1882) o en China tras la Guerra del Opio de 1839 obteniendo el libre
comercio con ese país y la posesión Hong Kong. El protectorado sobre
la India ejercido por los británicos se expandió considerablemente en
la misma época que se agredía a Rosas. La diferencia sustancial entre
estos y los otros casos, es que Rosas y la Confederación derrotaron
al imperialismo.
[3] Uno de los puntos del acuerdo rubricados en el Pacto era la futura
organización de una asamblea para sancionar una Constitución. En la
opinión de Rosas que se puede rastrear en la Carta a Facundo Quiroga
de la Hacienda de Figueroa de 1834, la Constitución debía ser el fin
de un proceso de acuerdos mínimos para la organización nacional y nunca
su inverso. Si no se garantizaba el orden interno y externo del país
y si no se acordaba previamente su forma de gobierno, el texto caería
en desgracia. Esta y otras causas, demoraron la sanción del texto constitucional
hasta 1853. El documento sancionado en 1853 fue redactado en gran parte
por Juan B. Alberdi en base a copiar otros marcos normativos (principalmente
en modelo de Filadelfia en EUA). Tal cual lo adelantó Rosas, dicho texto
no era una política en si mismo y no fue reconocido por Buenos Aires
que sancionó su Constitución centralista en 1854 separándose de la Confederación.
Asimismo, la Constitución de 1853 rubricó la dependencia al extranjero
y el sistema agroexportador liberal del país. Tal fue la suerte de las
leyes sancionadas por los abogados liberales.
[4] La relación entre los criollos y su sistema de vida y producción
con los proyectos indígenas fue complejo. La política colonial española
había establecido la ocupación durante siglos y habitaban America en
la época de Rosas diversas razas. Frente a dicha realidad, existieron
distintas propuestas de articulación. Los unitarios ejecutaron el exterminio
del indio como método. Rosas promovió la negociación y la integración
al mundo de la estancia de los pueblos originarios. La posibilidad de
que Rosas revertiera la ocupación devolviendo los territorios al indígena
y migrando al europeo, no era una posibilidad aplicable. Es interesante
observar que dirigentes populares como José Hernández mantuvieron reparos
y prejuicios sobre el indígena y ellos se pueden leer en el Martín Fierro.
Esta cultura de época debe ser atendida para comprender las posibilidades,
límites y alcances del modelo propuesto por Rosas.
[5] Rosas legó en testamento el sable al Mariscal paraguayo Francisco
Solano López, al cual le reconoció su lucha patriótica en la Guerra
de la Triple Alianza contra los mismos enemigos que tuviera Juan Manuel.
[6] Uruguay y Chile oficiaron durante Rosas como un lugar de encuentro
y de trabajo de los intelectuales al servicio del imperialismo que promovieron
el bloqueo francés y británico contra el país. Posteriormente, apoyaron
la intervención brasilera en Caseros que incluyó el ingreso militar
de sus tropas a Buenos Aires. Domingo F. Sarmiento, Bartolomé Mitre
o Juan B. Alberdi, formaron parte de la tarea. Pedro de Angelis y el
Archivo Americano desarrollaron acciones periodistas para detener la
acción cultural de los intelectuales cipayos.
[7] Luego de la Batalla de Caseros Justo J. de Urquiza reconoció la
independencia de Paraguay y promovió la libre navegación de los ríos
y el libre comercio con Europa.
* Editor del blog
www.sociologia-tercermundo.blogspot.com