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El
nuevo progresismo
Dos pactos, cuatro tesis.
A l@s que murieron con la mochila puesta.
Por Jorge Zabalza*
Sus dos primeros hijos han sido los pactos, el del Conrad,
firmado con la llamada “clase empresarial”, que se apropia de
alrededor del 40% del ingreso nacional, y el de Durazno,
contraído con el conocido “brazo armado”, el mayor beneficiario
del presupuesto nacional.
El “pacto del Conrad” despertó los más entusiasta aplausos en
los círculos aúreos del Plata, porque ha espantado dudas y
temores, porque ha ofrecido garantías a la reproducción
ampliada, “venid y haced la vuestra” fue la invitación extendida
a las patronales en presencia de dirigentes sindicales y
políticos, aplausos de buenos entendedores a quienes pocas
palabras bastan.
Al Conrad se llegó recorriendo un camino de acercamientos,
exploraciones, tanteos, gestos y señas como al truco,
reconciliaciones, viajes en avión y bandas presidenciales
pagados por el responsable de persecuciones sindicales varias,
travesías en BUQUEBUS que presagian futuros viajes por la
galaxia, almuerzos en la mesa puntaesteña de Libermann, heredero
del maffioso Yabrán y padrino de Menem. De pragmatismo está
empedrado el camino de la conciliación.
El “pacto de Durazno”, por su parte, fué aplaudido por los
mandos en ejercicio, los círculos de retirados militares y la
más rancia derecha nacional, exorciza sentimientos de culpa en
quienes hoy ocupan los más altos cargos de la democracia formal
luego de haber conspirado contra ella en 1963, cinco años que
Pacheco rompiera la legalidad permitida, cuando todavía
funcionaba a pleno la formalidad democrática del “Uruguay
Batllista”. En propios y ajenos, el acto de exorcismo trajo
asombro, sorpresa y desconcierto, particular por la iniciativa
de excarcelar, contra viento y marea, a los viejos asesinos y
violadores que comandaron los crímenes del terrorismo de estado.
Aunque tenga sus raíces en 1972, batallón Florida, el viaje de
ida a Durazno comenzó a principios de lo ’90 en secretas
reuniones con oficiales del servicio de inteligencia del
ejército, pasó por conversaciones amistosas con Gilberto
Vázquez, por la defensa de los asesinos del asesino Berríos, por
la cerrada negativa a anular la ley de caducidad y por vaya a
saber cuántos hectolitros de alcohol, transas secretas y
acuerdos vergonzantes. Si algo no se ocultó fueron las
intenciones de olvidar y perdonar, de poner punto final a la
lucha por verdad y justicia, que cada demonio perdone al otro su
mochila de pecadillos y excesos cometidos, cambalache donde todo
es igual, la tortura masiva y las desapariciones forzosas que la
ejecución del maestro de verdugos Dan Mitrione.
En el frenteamplismo los pactos han provocado las más dispares
reacciones, desde hacer la del ñandú o apasionarse justificando
lo injustificable, hasta pretender fundamentarlos en una
misteriosa estrategia de acumulación revolucionaria. A muchos
parecieron inverosímiles, sorpresivos, pero no nacieron de un
repollo, no los vieron venir solamente quienes teníam cerrados
los ojos, los dos pactos son simplemente la concreción
consecuente de elaboraciones previas que pueden resumirse en
cuatro tesis:
1) en primer lugar, la que afirma que el socialismo sólo será
posible en aquellas sociedades donde el capitalismo haya
arribado al reino de la abundancia, es el presupuesto político
que sirve de basamento a la estrategia de desarrollar el
capitalismo subdesarrollado como etapa previa al socialismo.
Presupuesto teórico nada novedoso, ha sido históricamente
compartido por los partidos socialdemócratas del mundo entero
para postergar “ad infinitum” la lucha revolucionaria. Falacia y
falsificación ideológica, salvo en los países imperialistas,
trabajadores y empresarios unidos para someter a los
trabajadores de los países sometidos, el desarrollo del
capitalismo no conduce al reino de la abundancia de bienes
materiales sino , por el contrario, lleva directamente al
infierno de más desocupación, más exclusión y más marginación.
2) En segundo lugar, como Uruguay carece del capital inicial
necesario para un proyecto de capitalismo nacional, se propone
llenar ese vacío con inversiones transnacionales. Esta tesis
promete un paraíso con puestos de trabajo para todos, absurda
trampa intelectual en la que dejan el cuero hasta los más
zorros. En realidad la inversión de capital extranjero significa
simplemente más botnia, más portucel, más aratiri, más iirsa,
más triple play privado, más cuentas vidrio por tierra y
subsuelo, más exportaciones sin valor agregado, más
exoneraciones fiscales y, perecuación de la tasa de ganancias
mediante, más desocupación, más trabajo precario, más hambre y
miseria.
3) Con el objetivo de lograr un clima de paz social y
tranquilidad política que ofrezca las mejores condiciones para
los negocios y la rentabilidad, la tercer tesis imagina la
construcción de un gran movimiento que trascienda los límites de
todo lo conocido, abracémonos pues por encima de las diferencias
de clase y de las partidarias, cantemos a coro el himno de la
refundación nacional y vayamos concretando con “políticas de
Estado” el Uruguay treinta años más viejo. Adiós barra chica,
adiós barra freanteamplista, a volar por los espacios siderales
embarcado en la misma nave que otrora supo conducir Juan Domingo
Perón.
4) La cuarta tesis, la última por ahora, parece pesadilla de
calabozo. La tarea de refundar la Nación precisa del basamento
organizado y armado de las fuerzas armadas, esas cuya existencia
aparece nuevamente cuestionada, pero que son muy eficientes en
la suplencia de las tropas yanquis en Haití y el Congo,
dejándolas libres para puedan ejercer su función genocida en
Irak y Afganistán. A estas fuerzas armadas, falsamente
denominadas nacionales, les tocan dos tareas en territorio
uruguayo, por una lado recuperar simpatías participando
“acciones cívicas”, las mismas cuyo contenido ha develado
repetidas veces el compañero Víctor Licandro) y, por el otro,
continuar disuadiendo y previniendo rebeldías de esos mismos
cuya simpetía requieren. Los promotores de la refundación “a la
uruguaya”, siempre le han dado mucha importancia a sus
relaciones con el terorrismo de estado, perciben que el éxito de
su proyecto nacional depende del respaldo de las fuerzas
armadas, después de todo, comentan en corrillos, Hugo Chávez no
habría logrado hacer todo lo que hizo sin el apoyo del ejército
venezolano...
El tercer pacto
El consentimiento masivo, la creencia ciega y los oídos sordos
definen la coyuntura política, aunque ello no sea de nuestro
gusto, son las características principales de esa multitud
variopinta que marcha hacia la tierra prometida siguiendo a sus
profetas, el elemento subjetivo que hace posible los pactos con
la clase dominante y la casta militar, pues sin tan
impresionante apoyo popular serían imposibles acuerdos tan
escandalosos como los acordados en el Conrad y Durazno.
La barra de los luchadores políticos, organizados en varios
partidos, conforman la columna que vertebra esa multitud en
marcha, fervorosamente convencidos de ser garantía del
cumplimiento del tercer pacto, la alianza con los asalariados
empobrecidos, hasta ahora promesa electoral más que pacto. A
pesar de que llevan un par de lustros tragando monstruosas
pastillas y agachándose hasta el suelo para abrazarse con
espeluznantes culebras, son el reclute más calificado desde 1990
a la fecha, porfiadamente reproducen el mensaje de los profetas,
pero también son los que han sabido vestir con teoría política
el giro hacia la socialdemocracia, le aportan solidez a la
marcha de la turbamulta inorgánica y constituyen otro de los
rasgos principales de la coyuntura.
Durante el primer gobierno frenteamplista se afiliaron a la
tesis “gobierno en disputa”, disputarle el control a los
sectores de derecha del Frente. Se proponían la restauración del
programa popular y, para ello, luchar por la conquista de la
colina coordinadora primero, luego la colina plenario y
finalmente el cerro Congreso. Hay que reconocer que esas barras
no tan chicas alcanzaron su objetivo, revirtieron la correlación
en las internas y triunfaron en las elecciones nacionales, son
mayoría en todos los terrenos, en el aparato orgánico, en las
bases populares y en el campo electoral.
Derrotada la derecha, de adentro y de afuera, no les quedaba
nada más que disputar, ahora sí el gobierno frenteamplista era
“su” gobierno, la instalación del nuevo presidente debiera haber
significado la puesta en práctica de políticas de redistribución
del ingreso, anulación de la ley de caducidad, de defensa de las
empresas públicas, etc. Pasada la hora de “disputar”, estaba
sonando la de hacer, pero ¡oh, sorpresa! el candidato de la
izquierda frenteamplista se transformó en presidente de la
derecha frenteamplista, reafirmando públicamente, reiterada y
descaradamente, que continuará la misma política económica del
gobierno anterior que, a su vez, continuaba la de los que lo
precedieron. Hasta los más sordos entienden.
Aún así, los luchadores políticos, viejos y nuevos, están
aceptando las nuevas e increíbles explicaciones, se comen
pastillas cada vez mayores y las culebras que abrazan son cada
vez más fieras. El cumplimiento del tercer pacto, el pacto con
el pueblo, postergado hasta que no ardan las velas: continuará
la contrarreforma agraria y la distribución del ingreso seguirá
favoreciendo a los más privilegiados, seguiremos siendo los
mejores pagadores de deuda externa del mundo, la verdad y
justicia vuelve a ser forzosamente desaparecida, los
funcionarios públicos reclaman salario y el presidente se ofrece
como intermediario frente a su propio gobierno (¿), las cárceles
al ministerio de defensa reeditando la experiencia del EMR No.1,
la educación sigue esperando...
Entonces aparece otra tesis, fresquita ella, que propone
“influir” sobre el nuevo gobierno, o sea, como el presidente,
pese a ser producto de los esfuerzos de las barras chicas no de
pelota, hay que presionarlo para que cumpla con la parte del
discurso “te digo una cosa”. Hay que “influir” para que no “haga
la otra cosa”, excarcele a los viejitos asesinos, olvide su
promesa de transformar en colonias 250.000 hectáreas de buenas
tierras, las soluciones habitacionales queden en proposiciones
electorales, y la “lucha contra la pobreza” perezca de inanición
en el continuismo que anunció la nueva ministra de desarrollo
social. En definitiva, el “influir” sustituyendo al “disputar”
simplemente como recurso ideológico para no pensar en terminar
con el sistema, en luchar por la emnacipación social.
Catecismo y herejía
Capítulo aparte merecen los que sobrevivieron a la primer
derrota, la del ’72, que salieron erguidos de los calabozos en
1985, pero vienen perdiendo por goleada en esta otra derrota, la
segunda, la más profunda, la que está quebrando convicciones
hasta en los más viejos guerrilleros, los que se comían los
niños crudos, los que nos convocaron a dar la vida por la
revolución... y muchos la dieron nomás, aunque ahora se tenga el
atrevimiento de descalificar su memoria, arrojando dudas sobre
si estaban o no en lo cierto al luchar por la revolución social
¡Vaya descaro!.
Se está ofrendando nuestra historia en el altar de los pactos
con la clase dominante y sus milicos. Sin embargo, es tan
absurdo negar la historia, negar lo que está en las pruebas
documentales, en los discursos entre 1985 y 1994, en las
entrevistas y documentales donde se asumía el pasado guerrillero
para recaudar fondos en Europa...que, mejor, ni hablar!
Francamente creo que esta negación de sí mismos, esta especie de
autodestrucción del guerrillero que fueron, es el comienzo de la
tercera derrota, la derrota de los que se han adscripto a las
instituciones liberales, que están conciliando a troche y moche.
Son muchísimos los que todavía siguen presos de fidelidades y
emociones, se han vuelto defensores irracionales de la camiseta,
pero la mayoría conservan la capacidad de pensar críticamente,
algunos más, otros menos, pero se mantiene la costumbre de
analizar los acontecimientos a la luz de sus conocimientos de la
economía política y las ciencias sociales, del marxismo. Los más
conservan calor de brasas en sus corazones y, aunque hayan
entrecerrado sus párpados, confío en que serán los primeros en
desengañarse. En realidad, si no fuera por la confianza en la
resurrección del pensamiento crítico, no tendrían sentido estos
y otros análisis que ensayo comunicar públicamente. Escribo
pensando en ellos. Pensando en ellos recuerdo que la lucha
contra la pobreza que promovió Raúl Sendic, estaba ligada al no
pago de la deuda externa, a la reforma agraria y la estatización
de la banca...al homenajear su memoria, está muy mal justificar
la bajada del carro silenciando, omitiendo y tergiversando el
programa propuesto por el fundador de la guerrilla tupamara como
condición imprescindible para combatir la pobreza.
La lucha contra la pobreza no puede desconocer la naturaleza
salvaje del capitalismo, creador de miseria para los
asalariados, incapaz de traer prosperidad a los pueblos,
barbarie que nadie ha podido evitar a lo largo de la historia y
nada indica que el nuevo progresismo vaya a ser la excepción;
más allá de la excelencia de los amortiguadores que gobiernan el
país, el proyecto obvia el hecho de que los intereses de clase
son más fuertes que la amortiguación política...esta es una
pintura dibujada con pinceladas esquemáticas es cierto y, por
supuesto, con colores herejes, pero, sin embargo, está claro que
es materialmente imposible formar una nueva sustancia uniendo el
agua con el aceite, el verso de la “unidad nacional entre
asalariados y patrones para terminar con la miseria” es eso, un
verso, nomás.
La opción por influir en el gobierno desde adentro, más allá de
la voluntad humana, implica la aceptación de esas cuatro tesis
teóricas que y de los dos pactos que fundamentan. Pactos y tesis
imposibles de ignorar, están ahí, hechos sólidos y contundentes,
presentes en los discursos de todos los días y en los documentos
de congresos y plenarios, concepción socialdemócrata y la
estrategia conciliadora de clases, es la práctica cotidiana
conque nos gobierna el “nuevo progresismo”.
Puedo parecer un estúpido a los lectores de “Hervidero”,
explicando la letra ”A” del abecedario, lo ya evidente de por
sí, lo que no necesita explicación, pero todo indica que se
cumplirán los pactos con burgueses y asesinos mientras que la
alianza con el pueblo asalariado y empobrecido será nuevamente
postergada.
Por supuesto, el catecismo progresista se renovará con nuevos
versículos...que los recite quién quiera y quién quiera se haga
cómplice de la postergación de la lucha. La opción es
ideológica, sigue siendo entre contribuir a adormecer las
consciencias o luchar por esclarecerlas. ¿Quién influye más
sobre el presidente, el pacto con los burgueses del Conrad o el
discurso “entre amigos” del cementerio de La Teja? ¿Quién
influye más en su cabeza, el reconfimado pacto con los milicos o
la “presión” cuerpo a cuerpo de Familiares?
Del punto de vista de la herejía se puede sospechar que los
profetas estén caminando hacia el agujero moralmente más negro
de toda la galaxia, cosa que no percibe ni interesa a la
hinchada que los acompaña en su andar laberíntico, pero que
debieran analizar quienes poseen la experiencia necesaria para
hacerlo, cuesta hacerse a la idea de que tantos hermanos y
tantas hermanas estén aceptando conscientemente tanto el pacto
del olvido y perdón como el que decreta a la burguesía en
libertad para su cacería...¿en aras de qué?
*Dirigente histórico del MLN Tupamaros