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Los
fantasmas de la derrota
Por Diego Nieto
El termino fascismo remite al fascio, al haz de ramas, la fuerza en la unidad.
Una vara sola se quiebra con facilidad. Un puñado no. Es la triste historia de
la humanidad: la tiranía del número y el poder.
El concepto de república (res pública; la cosa pública) nace con los griegos,
creadores de la democracia, un sistema de orden imperfecto pero efectivo, donde
los derechos y libertades civiles son amplios y merman la injusticia que abunda
en todos los otros aspectos de la política.
Las polis estaban regidas por una oligarquía, un gobierno de “los mejores”,
donde todos los ciudadanos, que no todos los habitantes de la ciudad, tenían
derecho a participar en la política de su comunidad.
Los griegos tenían una palabra para quienes reunían todas las condiciones para
ser ciudadano y se negaban a asistir al ágora: imbécil.
Ayer los inteligentes, pero egoístas, del mundo intentaron arriar a los
imbéciles con la intención de llevar agua hacia su molino. El problema es que
ellos mismos, sin saberlo, estaban bajo el líquido. Era un manotazo de ahogado.
Argentina está a punto de sentar un inmenso precedente en América Latina en lo
que a derechos civiles respecta. Se pretende reformar el código civil para que
el Estado otorgue protección jurídica a parejas sin distinción del género de sus
miembros. Parejas reales, familias de hecho, que existen, que están, que viven,
pagan impuestos, expensas e incluso tienen hijos, sea a causa de una relación
heterosexual anterior, sea por adopción.
El sector conservador se opone rotundamente. ¿Por qué? Podemos citar sus
argumentos, propios del medioevo, que engañarán sólo a quienes estén
desinformados. “Antinatural”, le llaman a un contrato social que es un producto
humano tanto como la computadora que vos, lector, usas en este preciso instante.
“Contrario a las leyes de Dios”, afirman, cuando no sólo tras milenios no han
aportado evidencia alguna de la existencia de sus dioses sino que las mismas
divinidades fueron poco originales al plagiar una construcción social humana.
“Luego de esto sigue casarse con un perro”, mi favorito, porque todos sabemos
que los perros pueden firmar contratos, aunque Hobbes se los prohibiera en su
Leviathan. Sin contar las acusaciones varias que igualan a la comunidad LGBT con
los pedófilos, los zoofilicos y los violadores.
Y los reclamos televisivos. Y los discursos apocalípticos. Y las mentiras. Y las
marchas “en defensa de la familia”. Y esa vomitiva actitud que los lleva a
utilizar a los niños para justificar sus propios prejuicios.
Y, por supuesto, el plesbicito, el cúmulo de todas las ignominias de la derecha,
la madre de todas las vergüenzas conservadoras: querer utilizar el número para
negar a una minoría los derechos civiles que debieran haber tenido siempre.
Hay que comprenderlos, es un intento de utilizar la fuerza en la unidad. Solos
no pueden. Por eso pretenden recurrir al rebaño que han educado desde la
infancia, a las ovejas que han aterrorizado con la cruz donde, dicen, murió un
carpintero y el infierno regido por su némesis, Lucifer, el protorevolucionario
socialista.
Casi puedo oírlos decir “Nos negamos a aceptar que ustedes, los diferentes, son
nuestros iguales”. Porque, en última instancia, los conservadores, mediante las
falacias y el chantaje emocional, pretendían mostrar una sociedad tan retrógrada
como ellos. Por la culata le salió el disparo al francotirador ultramontano. La
ley dijo NO.
No. No, porque la democracia directa es el mejor método de participación
político y no permitiremos que lo mancillen. No, porque los derechos civiles no
se someten a los prejuicios del dominante. No, porque no es una decisión de la
sociedad en tanto y en cuanto no afecta a esta de modo completo.
No, porque es un insulto a la comunidad homosexual. Y a la inteligencia del
hombre.
Liliana Teresita Alonso de Negre, senadora ligada a Rodrigez Saa y la siempre
impresentable Cinthya Hotton, enviada especial desde el medioevo, encabezan la
oposición. Son la primera línea de defensa de los conservadores. Las centinelas
del Occidente Cristiano, derecho y humano. En la vereda opuesta la comunidad
LGBT, los medios de comunicación, toda la izquierda y un abrumador número de
heterosexuales con consciencia.
Al haz le faltaron ramas. Se volvió débil. Pronto escucharemos su crujir al
partirse a causa del peso de la realidad. El mundo cambió. Los dinosaurios se
extinguieron, aunque aún no lo saben.
El catorce de julio se votará la ley. Se puede sentir la cercana libertad en el
furioso bramido de los mares del devenir. Mientras tanto, los mismos de siempre
aún se llenan la boca con sus profecías. Pero no importa. Sus voces y sus
rasgadas vestiduras son apenas una sombra de algo que fue sólido eones atrás.
Son los fantasmas de la derrota. Perdieron. Como cuando se instituyó el
matrimonio civil; como cuando se legalizó el divorcio. Perdieron. Y tendrán que
aceptarlo.
El marcador en el Siglo XXI es:
Humanidad 1 | Fascio 0
Es su turno. ¿Cual será nuestra próxima batalla?
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