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Pensamiento
Nacional y Cultura Popular
De la poesía gauchesca al rock Nacional *
(Transcripción literal de la conferencia brindada por Francisco José Pestanha en
el marco del Taller Para el pensamiento Nacional, el día jueves 8 de julio de
2010)
Buenas tardes. Bienvenidos a éste, el último encuentro del primer cuatrimestre
de nuestro Taller para el Pensamiento Nacional que ya lleva diez años de
permanencia en este instituto. La idea es descansar unos días y retomar a partir
del jueves 5 de agosto con las conferencias restantes. En ellas nos acompañaran
- entre otros - Enrique Manson, Martín García, Alberto González Arzac, Leticia
Manauta, Graciela Maturo, Marcelo Gullo, Pablo Vázquez, Néstor Gorojovsky - y
tal vez - alguna sorpresa que espero poder confirmar.
Días pasados en el marco de una conferencia a la que fui invitado por la
Asociación de Trabajadores de la Cultura y Afines en la Ciudad de Paraná,
Provincia de entre Ríos, expresé que en mi opinión, “la cultura popular es el
espacio, quizás el único ámbito que históricamente se ha preservado de la
alienación que se manifiesta en esa tendencia que induce a nuestras elites hacia
la importación a-critica de ideas y de productos culturales”. Al enviar el texto
de esa conferencia a la red, varios compañeros me sugirieron que realizara
algunas precisiones respecto a esta cuestión - y para ello - voy a recurrir a
las enseñanzas de nuestro maestro Fermín Chávez que he podido recoger en sus
últimos años tanto a través de sus tertulias y conferencias, como así también de
algunas entrevistas, atreviéndome además, a integrar reflexiones de índole
personal.
La especulaciones que desarrollare a continuación más que orientarse hacia un
preciso y metódico abordaje de tipo histórico, sociológico o literario de la
cuestión, deben desafiarnos a que observemos desde un punto de vista
“particular” el fenómeno de la cultura popular en el presente y sus implicancias
respecto al futuro, ya que como hemos comprobado a partir de nuestros estudios
sobre FORJA y de la generación décima, los grandes procesos históricos en
nuestro país suelen ser precedidos por una convulsión de tipo cultural, y en ese
sentido, entendemos por ejemplo que no puede comprenderse integralmente el
fenómeno del peronismo sin tener en cuenta la revolución cultural acontecida
entre 1920 y 1940 en nuestro país, revolución que adoptó un claro sentido
nativista a partir de esa nueva sensibilidad surgida en los albores del siglo XX.
Quiero hacer referencia en primera instancia al fenómeno de la alienación.
Entendemos por tal, a aquel trastorno intelectual ya sea temporal o permanente
que se produce cuando al momento de conocer carecemos de la conciencia
(a-percepción) respecto a aquellos factores que nos determinan. Referencias
sobre éste fenómeno se encuentran presentes en muchos exponentes de nuestra
corriente de pensamiento. Scalabrini Ortiz en “El hombre que esta solo y espera”
hará mención no expresa a esta cuestión como así también Manuel Ortiz Pereyra en
su obra “Por nuestra redención cultural y económica” publicada en 1928. Trataran
esta problemática además entre otros autores José Luis Torres, Fermín Chávez,
Ernesto Goldar, Arturo Jauretche y Juan José Hernández Arregui.
Vale recordar en ese sentido y a modo de ejemplo que tanto los “aforismos sin
sentido” de Ortíz Pereyra como las zonceras Jauretcheanas, constituyen
verdaderos instrumentos epocales de denuncia contra aquellos “principios
introducidos desde nuestra mas tierna infancia” con valor de verdad, cuyo
objetivo era impedirnos el conocimiento pleno de nuestra realidad y de las
fuerzas que operaban sobre ella. La dicotomía alienante “civilización o
barbarie” será para Jauretche y por que no para Fermín Chávez la zoncera
(principio) madre que las parió a todas.
En aquella oportunidad manifesté además que dicho fenómeno (la alienación) podía
ser representado - como alguna vez lo graficó Fernández Baraibar - en la
película “Matrix”, un film donde la realidad esta compuesta por máquinas que se
alimentan de seres humanos, y donde otra realidad, la virtual – la de la Matrix
– (máquina a la que están “conectados” todos los seres humanos) permite que
ellos “sobrevivan” plácidamente mientras son lentamente consumidos. Los humanos
conectados creen que perciben la realidad pero ella es falsa, es una realidad
virtual creada para que los seres humanos no tomen conciencia de que están
siendo objeto de consumo. La opción por retomar la conciencia (a través de la
desconexión de la Matrix) es muy dura, ya que la realidad física para la raza
humana es aterradora.
Nos ha explicado Ernesto Goldar en una de las clases pasadas, y además, a través
de un interesante texto que puede ubicarse en la red y que se denomina
“Scalabrini Ortiz: Profeta Nacional”, que todo proceso de alienación en su faz
colectiva es provisorio ya que implica por definición un “modo de opresión”.
Para Goldar, el hombre en su faz colectiva, comienza de un momento a otro y en
forma natural a reaccionar “destruyendo espejismos", y a fin de concluir con una
situación opresiva, asciende un proceso de rebeldía creciente. En Palabras de
Scalabrini en el Hombre que esta solo y espera “… quiere autorealizarse, pararse
en dos patas, racionalizar la irracionalidad que lo circunda y salvarse
uniéndose al clamor colectivo que lo excita. En principio, resiste: se burla de
los "engrupidos"; "sobra" a la cultura europea; "siente" en vez de pensar, para
no ceder al mundo de los valores concluidos; "intuye" para sobrevivir; se
"sonríe" ante los pseudointelectuales desdeñosos: "palpita" (textual).
Si observamos con cierto detenimiento la historia de nuestro país, podemos
concluir sin temor a equívoco que fue a través del arte y de la cultura popular
- entendiendo por arte y por cultura popular a aquellos productos de la
expresión y creación popular no institucionalizada – como se preservó con mayor
fortaleza el espíritu nacional. La revolución cultural operada entre 1920 y 1940
es un claro ejemplo de ello, dándonos pautas además que esa preservación no sólo
adquirió un sentido protectivo o preservativo, sino además proyectivo y
proactivo.
Fermín Chávez ha estudiado esta cuestión con llamativa rigurosidad. Sus estudios
y análisis sobre la poesía gauchesca y el estilo gaucho, el tango orillero, y
ciertas versiones del rock nacional, le han permitido concluir que es través de
la poesía gauchesca que sobrevivió el espíritu facúndico, poesía que se
reencarnó primero en el tango orillero - y posteriormente - en ciertas
expresiones del rock nacional. La literatura gauchesca como se señala en
“Historia y Antología de la Poesía Gauchesca, un excelente libro que recomiendo
(aclarando que este término no resulta sinónimo del “estilo gaucho”), “nació y
se desarrollo como denuncia y rebeldía social y política”. También se cantó a la
tierra que nos vio nacer, a las costumbres y por supuesto al amor. La poesía
gauchesca allí se afirma es una de las expresiones más originales y creativas de
la literatura latinoamericana.
En una entrevista que puede también rastrearse en la red, Fermín sostenía que no
creía que la poesía gauchesca estuviera necesariamente confinada a la nostalgia
y los desfiles del Día de la Tradición, sosteniendo que ella es “parte de
nuestra identidad ni más ni menos”. Tenemos que releerla decía “para comprobar
cómo su espíritu reaparece en el tango —cuando el gaucho de las orillas urbanas
se transforma en el compadrito— pero también en la música joven hecha aquí”
(textual). Consignaba además que el rocanrol nacional “…retoma la tradición
gauchesca ligada a la denuncia social y política, además de las historias de
amor, la picardía, el humor ácido y la crítica de la vida cotidiana".
¿Que entendía nuestro maestro por cultura popular? Para él la CULTURA con
mayúsculas - es decir - la cultura popular, era una “organización tradicional
que nos recibe cuando venimos al mundo” (textual). En una conferencia brindada
en los albores de la recuperación democrática afirmaba en ese orden de ideas que
“mucho antes que leamos el primer libro ya tenemos cultura por que nos hemos
nutrido de un río que es la cultura tradicional que se transmite oralmente”
(textual). La “cultura popular es transmitida, aprendida y compartida”
(textual). Afirmaba además que las producciones individuales no bastan para
constituir una cultura, “son simples expresiones de ella”.
De esta primer reflexión surge que para Chávez la cultura popular, es
esencialmente un fenómeno de tipo colectivo en clara contraposición con aquellos
que sostienen que “la cultura es la simple suma o mas bien el producto de las
creaciones individuales de distintos pensadores, artistas,” (textual),
aseverando en consecuencia que “por eso es natural que cuando uno piense en
cultura se remita directamente a un creador individual, en un gran pintor, en un
gran músico” (textual). Esta posición lo ubica a Fermín en un campo filosófico
cercano a la complejidad, postura que se refleja además en su afirmación
respecto a que en los pueblos mestizos, heterogéneos, o multígenos en términos
de Scalabrini, “lo popular va modelando lo nacional, y en ese sentido, la
cultura no letrada es la que va indicando el sentir”. El pueblo para Fermín
Chávez es quien “nacionaliza a la cultura”.
Retomemos por un instante la cuestión de la alienación. Para Fermín el sistema
de dominio Inglés operado con posterioridad a la batalla de Caseros fue sutíl, y
se practicó a través de de educación y la cultura. En ese sentido la instalación
de una “superestructura cultural opresiva” que - entre otras consecuencias -
instaló un mecanismo sistemático de admiración acrítica de lo exógeno y de
denigración acrítica de lo endógeno basado fundamentalmente en la falsa
dicotomía civilización o barbarie, determinó que muchos compatriotas se vieran
“impedidos” de conocer las verdaderas fuerzas que operaban en el país viviendo
en una suerte de enajenación. Este fenómeno puede constatarse plenamente cuando
entrevistamos a trabajadores que protagonizaron las décadas de 1920 y 1940.
Mientras que desde una superestructura cultural se desconocía o negaba la acción
imperialista o se la denunciaba “genéricamente”, el imperialismo real y concreto
que era el británico, era lisa y llanamente ignorado. Solo los trabajadores de
las empresas de capital extranjero británico lo conocían en carne propia, o
cuanto menos lo intuían. Por tal razón ciertas vertientes del nacionalismo
antiimperialista local, como por ejemplo el FORJISTA, tuvieron una influencia
decisiva sobre el ideario y la acción del movimiento emergido el 17 de octubre
de 1945.
La tentativa de imposición acrítica de pautas culturales y de contenidos tuvo
diversas consecuencias. En el caso de “pueblo llano”, éste recibió
históricamente en palabras de Chávez “….cierta porción de los productos
culturales que se pretendieron imponer y rechazó otros en forma instintiva,
subconsciente y sabia” (textual). Fermín era de la convicción que no hay
propaganda por perfecta que sea, que pueda “lavarle definitivamente la cabeza al
pueblo” - y aquí - en este mecanismo preservativo de la alienación (la cultura
popular), estaba para él secreto de la supervivencia de rasgos identitarios
esenciales. Ahondando en esta cuestión para nuestro maestro la idea de lo
sagrado, de lo mítico, de lo instintivo, “preserva al pueblo llano” de la
alienación, no ocurriendo lo mismo con las minorías cultas quienes están mas
expuestas y son mas permeables a la alienación ya que ésta es “es una labor
racional, es un trabajo que pasa por la razón y no pasa ni por la fe ni por las
creencias” (textual)
El proceso de incorporación de ciertas pautas culturales en los pueblos mestizos
es un hecho natural. Para Fermín ciertos elementos que hoy consideramos como
folklóricos (aunque lo folklórico para Chávez por definición debía ser anónimo)
ni siquiera provienen de la tradición hispánica ni de la indígena, dos de las
principales vertientes de nuestra identidad. El “chamamé” por ejemplo proviene
de la polca un ritmo del norte de Europa que fue “asimilado, adaptado y que el
pueblo lo hizo suyo” (textual). Similar fenómeno ocurre con los valses peruanos.
Resulta interesante, y en esta cuestión los desafío a que investiguen de donde
proviene la contra – danza, el Pericón, que alguna vez fue denominada como la
danza nacional.
Fermín creía y nosotros también que con ciertas expresiones del rock nacional
aconteció el mismo fenómeno que el de la polca. Si bien rock nacional es una
adaptación de un género que surgió nítidamente en Estados Unidos, éste, fue
paulatinamente adoptado, adaptado, compartido y apropiado - y en tanto -
constituyendo parte de nuestra cultura. El hecho que rock se haya difundido
fundamentalmente en los sectores medios y medios bajos no resulta obstáculo para
considerarlo como cultura popular teniendo en cuenta la importancia y la
incidencia que estos sectores poseen el nuestra comunidad. Nótese en ese sentido
que cuando el rock empezó a ser cantado en castellano, adquirió un componente
idiomático propio y vivo que se fué renovando como todo lenguaje.
Quiero aclarar de ninguna manera considero al rock nacional como parte de
nuestro folklore, pero sí de nuestra cultura popular ya que empezó a adquirir
masividad cuando sus letras expresaron resistencia a la opresión, cuando
empezaron a contar sobre cosas nuestras. El rock nacional como medio de
comunicación, como leguaje, constituyó y constituye aún una de las expresiones
de lucha contra la alienación de la que hablábamos.
Pretendo reforzar esta línea argumental con algunas opiniones; la primera, del
“Cuchi” Legizamón publicada en el suplemento de cultura del diario clarín del
día 3 de febrero de 1983. En aquellos tiempos relataba el Cuchi que “… mis hijos
son roqueros (…) El rock existe en nuestro país. La modalidades de Spinetta,
Nebbia o Gieco tienen un sello Nacional (…) No podemos quejarnos que los jóvenes
tomen el Rock como su danza(…). Mire los tangueros que en algún momento
quisieron que el tango fuera para escuchar, cuando es tan lindo bailarlo. Hay
que volver a la música bailada y los jóvenes han encontrado la suya”. En la
misma publicación Marcelo Simón sostenía: “El rock es para sus juveniles
protagonistas una respuesta amuchas preguntas sin respuesta en la Argentina. Es
también un código de comunicación, un camino y hasta un patrón de lenguaje y de
conducta”. Por su parte Luis Albero Spinetta expresaba: “Pienso que en nuestro
país existen conjuntos de rock y grupos que tocan rock. Y existen miles de otros
proyectos basados en lo que primitivamente fue el rock pero que han evolucionado
hasta lo que puede denominarse como música de fusión. En ella hay componentes de
la música original de nuestro país que es lo importante”.
En general suelen surgir cuestionamientos a la “nacionalidad” del rock basados
en ciertas similitudes existentes entre el rock argentino y el producido en su
región de origen. Pero lo que aquí importa, lo que define si una rama o producto
cultural es nacional o no, es su capacidad para aportar elementos a la
conciencia nacional. Recuerdo en ese sentido que alguna vez Luis Barroso afirmó
irónicamente en la revista Línea “… que las guitarras eléctricas no son menos
nacionales que las criollas, y que la palabra rock es tan extranjera como la
palabra Folklore.”
Resulta indubitable para quien les dirige la palabra que ciertas expresiones del
rock nacional no sólo han preservado parte de nuestro espíritu, sino que
también, han contado y dicho cosas del país en numerosas oportunidades inclusive
bajo una ostensible censura. Como detesto las generalizaciones no podría afirmar
que todas las expresiones del rock han sido consecuentes con este itinerario,
pero no creo equivocarme, cuando sostengo que muchas de sus variantes han sido
expresiones de rebeldía, y tal vez, único refugio de la libertad para nuestros
jóvenes, y además que nuestros músicos, no solamente incorporaron el idioma y
luego los giros idiomáticos al rock con lo que ello presupone, sino que además,
a través de sus letras, han preservado como en aquellos tiempos de la gauchesca,
elementos de alto valor identitario y parte de la tradición cultural de nuestra
comunidad.
Arturo Jauretche establecía una nítida diferencia entre el adopción acritica
(práctica netamente iluminista y alienante) y el adaptación, práctica que
permite adecuar ciertos presupuestos a la realidad. Creo entender respecto a la
cuestión que nos ocupa que varias generaciones de argentinos primero
incorporando el idioma y posteriormente a través de la imposición de giros
propios de los relatos, fue adaptando esa “modalidad” que para algunos
representa “toda una cultura”.
El indio Solari, uno de los mas grandes exponentes del rock nacional alguna vez
sostuvo que el rock es una es música esencialmente cosmopolita. “…. si hay una
característica en la cultura rock es que no cree en los mapas políticos, que
entronca casi todas las culturas, que asimila todas las influencias y es
universalista”. Solari considera al rock como una cultura “Yo considero al rock
como una cultura, no como un género. A tal punto que en el transcurso de estos
casi treinta años hubo subgéneros que he disfrutado en todo momento”.
Nos preguntamos a luz de lo expuesto por Solari si resultan incompatibles sus
palabras con el carácter de nacional que pretendemos atribuirle a ciertas
expresiones del rock local. El recordado y respetado Norberto (croqueta)
Icvancich nos propone una respuesta a tal interrogante. “La denominación rock
nacional parece traer aparejados problemas de legitimidad, de apropiación
indebida: la partícula "nacional" colocada a continuación de "rock" es como
pedir permiso para que no le peguen por designar un género no totalmente
autóctono; y por otro lado, indicaría una afirmación en el sentido que el rock
hecho en la Argentina tiene un matiz propio de este suelo que lo hace único y
diferente a pesar de tener su base en un ritmo cosmopolita”. A la luz de lo
visto hasta aquí, podemos advertir que cuando se habla desde la política sobre
la Colonización cultural, la mayor parte de las veces se la considera como un
proceso de una sola vía: se toman en cuenta únicamente los esfuerzos
metropolitanos en suprimir, o desgastar, la cultura vernácula y sus intentos de
imponer las jerarquías que le son propias (por un lado, el concepto de Arte
Occidental como universal y omnicomprensivo; por otro, la maquinaria del
mercado)” (textual)
Pero para Ivancich, suele cometerse el error de subestimar la capacidad de
respuesta de los pueblos, “su posibilidad de generar cultura nueva usando los
mismos elementos que buscan penetrarla: Transculturación. Y es aquí donde
corresponde volver a plantearnos el problema de la Identidad: el modo de no
perderse en dicotomías estériles como Tradición/Novedad; ni atarse a esquemas de
análisis que tal vez sean eficaces dando cuenta de aspectos económicos pero no
pueden abarcar, eficientemente, las complejidades de lo cultural; parece residir
en pensar la Identidad Nacional no como una postal fija en el tiempo sino como
un proceso dinámico, integrador, fruto más de las sumas que de las diferencias.
Ante el caso dado del ingreso de una forma foránea no tradicional en el área
cultural de un pueblo, la conducta del receptor puede optar por el rechazo
total; o, si deja entrar este nuevo dato, puede incorporarlo, llegando a generar
una Imitación; un Híbrido o una Fusión”.
Creo que la respuesta a la incógnita inicial es ésta; ciertas versiones del rock
nacional no constituyen mera imitación u adopción acrítica, y ya se las ubique
en el campo de los híbridos o de la fusiones (como sostenía Spinetta) hay en
ellas una serie de componentes que las acercan y las integran definida y
definitivamente la cultura popular.
Desde cierto academicismo ortodoxo o tal vez desde algún nacionalismo obtuso
podría disentirse con las expresiones precedentes. Ello no debe preocuparnos, en
primer lugar por que gran parte de nuestras universidades están sujetas a
métodos y modas que le imposibilitan muchas veces comprender ciertos fenómenos,
ya que los mismos, escapan a los parámetros de cierta lógica racional. Algunos
compañeros lamentan que el pensamiento nacional no esté presente en nuestras
universidades, pero yo no, por que pienso que intentar “instituicionalizar” al
pensamiento nacional es como intentar “institucionalizar” la “cultura popular”.
Institucionalizar al Pensamiento Nacional sería simplemente una tentativa de
“neutralizarlo”. Nuestra misión es otra, ya que mientras los mecanismos de
alienación persistan, deberemos acompañar los procesos populares que no
necesariamente se guían – como la cultura popular- por la lógica pura, por la
pura razón, o por la institucionalidad pura.
Lo que si me preocupa personalmente es que el “Pensamiento nacional” no se
constituya como “objeto de estudio” en la mayoría de las universidades, ya que
resulta sumamente incongruente pretender enseñar la historia argentina sin el
conocimiento de una modalidad epistemológica que nada mas ni nada menos, nutrió
a los dos grandes movimientos políticos y culturales acontecidos durante el
siglo pasado. Pretender abordar históricamente al Yrigoyenismo y al Peronismo
sin comprender el componente cultural que preceden y que conllevan ambos
movimientos, resulta una tarea infructuosa - por que ambos presuponen
esencialmente un componente cultural en el amplísimo sentido de la palabra. Tal
vez mediante seminarios extra-curriculares podría inducirse a que nuestro
pensamiento se constituya en objeto de estudio e investigación académica. Esto
sí sería un paso adelante,
Quienes nos hemos involucrado hasta el tuétano en las décadas previas al
peronismo no dudamos que la revolución cultural que lo precedió, estuvo
impregnada de una nueva sensibilidad que se expresó - entre otros factores - a
través de una verdadera reacción de índole nativista manifestada no solamente
bajo formas “tradicionales”, sino de nuevas formas, algunas de las cuales
constituyeron verdaderas “adaptaciones” en términos jauretcheanos. Les
recomiendo profundizar en esta cuestión siguiendo el Texto de Juan W Wally “La
generación del 40 grandeza y frustración”
Restaría finalizar planteándoles una nueva incógnita. Existen hoy en nuestra
música, en nuestra poesía y en otras modalidades artísticas de nuestra cultura,
nuevas expresiones que pueden ser integradas dentro de la cultura popular. Si
los nacionales no nos equivocamos, en estas expresiones se esta escribiendo
parte del futuro, por que en nuestros países donde aún persistes mecanismos de
alienación, esa es una de las funciones de la cultura. Cuando Quinquela o Molina
campos empezaron a incorporar sujetos concretos a sus obras, no estaban
incorporando simplemente “nuevas formas”, sino que muy por el contrario, estaban
contando cosas sobre una argentina invisibilizada, sobre esos sujetos que
posteriormente constituirán el subsuelo que se sublevó el 17 de octubre. Cuando
algunos escritores se autodefinieron en forma provocativa como matrtinfierristas,
estaban no sólo cuestionando las pautas culturales que sustentaban la alienación
referenciándose en un gaucho matrero y en una obra ninguneada por las elites,
sino además anunciando un renacimiento. Los desafió que observen las obras
artísticas de aquella época. Estaban anticipando algo de lo que después
aconteció
Hoy, reitero, existen nuevas expresiones. Algunas son lisa y llanamente
adopciones acríticas, pero otras, ya constituyen híbridos o fusiones que están
hablando de un sentir. La función nuestra es interpretarlos y acompañarlos en
ese sentir, e intentar llevar a la literatura política dichas expresiones en las
que suele preservarse un “espíritu invisible” a los ojos de ciertos científicos.
Habrá entonces que hurgar en la pintura, en la escultura, en la poesía, en la
música popular, para entender que se está sintiendo, que se esta diciendo, para
poder observar lo que se viene. Habrá que concentrarse por ejemplo en ciertas
modalidades de la música tropical - bastante desdeñada por los culturosos - y en
las distintas versiones de la cumbia, para concentrarse en elementos que las
integran en un decir y en un sentir popular, sea este escéptico, optimista,
realista o conformista.
Desde ya les aviso que se van a asombrar, y les aseguro que lo que se esta
pintando, lo que se esta cantando, lo que se esta filmando, lo que se esta
esculpiendo, etc, nos dice algo del mañana. Los invito además que observen esas
nuevas formas y “fondos” con un “espíritu abierto”.
Nuestros maestros nos desafiaron a intentar ver más allá y nos brindaron
herramientas para ello. Esta es una. El pasado representa para nosotros la
fuerza de la experiencia no una atadura orientada a potenciar la melancolía.
Miramos el pasado para tratar de interpretar el futuro, por eso muchas veces
desdeñamos los análisis coyunturales que suelen ser importantes, pero que nos
limitan en nuestras energías para acompañar la sensibilidad proyectual de la
cultura popular. Algunas incógnitas quedarán para otra oportunidad pero
tendremos que mirar no solamente en las formas sino en los fondos: que se quiere
expresar, que se dice, que se cuenta.
Les agradezco mucho la presencia y nos encontramos dentro de un mes, exactamente
el 5 de agosto una fecha significativa, ese día lo sabrán.
Muchas gracias.
SE PERMITE LA REPRODUCCION CITANDO LA FUENTE
Autor Francisco J. Pestanha
fpestanha@hotmail.com